Misión de
Paz de ONU en Rwanda año 1994 Diario de Anotaciones Personales ©Mayor Waldemar Fontes |
Parte I Capítulo
III |
Kigali Hoy mientras esperábamos en el Cuartel General, observé con otros uruguayos una escena que era digna de ser fotografiada, pero lamentablemente ninguno tenía una cámara. Era en el fondo del edificio donde está la guardia de prevención y la sala de radio. En el patio, tres hombres negros hacían trabajos de reparación del camino, y otro cortaba el pasto con una especie de machete que se emplea aquí. Estos trabajaban de la misma manera que se hacía 100 años atrás, mientras que a su lado una antena parabólica y un dispositivo de comunicación satelital tiraban sus cables hasta la sala de radio... Como fondo un valle de la ciudad de Kigali con sus casas de barro, gritos de la gente, calor de mediodía, y completando la escena, un soldado belga que salió a descansar, llevó una silla, se sentó frente a los trabajadores, se remangó el bucito verde para tostarse los hombros, se puso los auriculares del walkman, sobre su rubia cabeza rapada, y comenzó a leer un libro como si fuera un robot. Solo los extranjeros occidentales celebraron la fecha. La gente aquí no tiene muchos motivos para festejar. Hay tanta pobreza, la guerra está presente en todos sus actos... Se dice aquí que la paz va a durar mientras permanezca la ONU y después se volverán a pelear. La guerra que ellos tienen es por motivos étnicos. Son dos razas diferentes los Hutus y los Tutsis que se odian mutuamente desde hace años. Es muy difícil que convivan en paz con un odio así, pero sin embargo, entre la pobreza y la miseria, uno ve signos de trabajo y de apuesta al futuro. Se ven muchas casas en construcción y comercios recién establecidos que quieren vender sus productos... tal vez sea simplemente esa esperanza que tiene el hombre de que aunque se sepa amenazado igual construye mientras puede, por si pasa y sobrevive. Pienso que eso es la esencia de la vida humana, aunque se sienta que todo se termina igual mantener una esperanza. Hace un rato le pregunté todo eso y le comenté que ironía, pensar que hace 10 años atrás, sin conocernos para nada, éramos enemigos y ahora, ambos con nuestros países en democracia, estamos trabajando juntos como aliados... Nuestro puesto de guardia es en el Cuartel de la Guardia Presidencial, la cual es una Unidad de élite del Ejército de Rwanda (RGF). El Jefe de la Unidad nos ha tratado muy amigablemente e incluso vino a preguntarnos si necesitábamos algo. Hace un rato tuvimos la visita del Coronel belga encargado de la seguridad de Kigali y nos recalcó la importancia de esta Unidad en estos días que serán cruciales para que el acuerdo de paz realmente funcione. A partir de mañana, según lo pactado, empieza a venir el Batallón del RPF hacia Kigali y habrá que darle todas las seguridades para que no haya incidentes. Yo creo que las partes que están en guerra están firmes para hacer cumplir el tratado de paz, pero existen unas fracciones radicales que se oponen al acuerdo y de ahí podría venir algún incidente. Hoy empiezan a llegar los rebeldes (RPF). Se han hecho una cantidad de planes y se han desplegado tropas por todos lados. Hoy será un día vital para el proceso de paz. Una señora se arrimó a conversar y me habló en inglés deseándome buena suerte en estos próximos días. Yo le pregunté por qué y me dijo que porque pensaba que en estos próximos días iba a haber problemas. Hablamos de la llegada del Batallón RPF y ella me dijo que los RPF eran muy bravos y valientes, se ve que era partidaria de ellos. Pienso que es importante hablar con la gente común en la calle de vez en cuando para enterarse de que es lo que realmente está pasando. Según los relatos del Capitán Luis Pereira, quien estuvo en la escolta desde el lugar en donde se concentraron, fue un acontecimiento fuera de lo común. Desde la noche anterior había gente en el punto de reunión, al amanecer empezó a bajar el Batallón por un camino de la montaña al compás de cantos de guerra africanos. Quien haya visto la miniserie Shaka Zulú, puede hacerse una imagen de una formación de soldados de color, marchando al trote y entonando sus cánticos de guerra igual que hace cientos de años atrás. La bajada de la montaña duró un buen rato y al final, en perfecto orden, llegaron al punto de reunión y en el más absoluto silencio formaron el Batallón para embarcar en los ómnibus que los aguardaban. El Batallón estaba impecablemente vestido con un uniforme de color oliva con rayitas marrones. El birrete era del mismo color y usaban botas de goma negras. El uso de estas botas, les ha valido entre nosotros el apodo de los "bota de goma". Los oficiales del RPF no usan distintivos. Algunos portan un bastoncito y por lo general andan con boina negra y con radio. Durante la marcha, el Batallón RPF viajó con su armamento individual sin el cargador y con la dotación mínima a su alcance, tal como había sido acordado. Según los relatos del Cnel. Fígoli, el RPF había exigido dos autos Mercedes Benz para transportar a las personas muy importantes que vendrían con ellos, y hasta que no se cumpliera la exigencia no salían. Cuando obtuvieron los dos Mercedes Benz, hicieron volver a los autos vacíos, y estas personas viajaron en otros vehículos. Fue una forma de prevenirse de posibles atentados. Cuenta el Cnel. Fígoli que era notorio ver el contraste en la presentación personal entre ambas fuerzas en pugna. Mientras que el RPF se veía bien ordenado, con uniformes nuevos, totalmente disciplinados, los del RGF, estaban en los puestos de control, mal uniformados, desprolijos y hasta se veían algunos soldados tomando cerveza mientras pasaba el convoy. Cuando se empezaron a acercar a Kigali, cada vez era mayor la cantidad de gente los esperaba para recibirlos. Uno de los momentos claves era la pasada por un campo de refugiados que hay al norte de Kigali. En este lugar, viven unas 200.000 personas que huyeron de Burundi, escapando de los Tutsis que tienen el poder allí. Viven en una situación desesperante, sin ningún recurso más que los que les proporcionan organizaciones como la Cruz Roja. Este campamento está a ambos lados de la ruta, sobre las laderas de la montaña, en un lugar especial para hacer una posición defensiva o de retardo, pero felizmente no hubo incidentes. Las fuerzas belgas eran las encargadas de la seguridad de toda la operación e hicieron un trabajo excelente. Son sumamente profesionales y tienen recursos y medios disponibles para hacer las cosas bien. Ellos coordinaron todas las acciones y al fin el Batallón RPF llegó a Kigali y se instaló detrás del edificio del Parlamento con un fuerte dispositivo de seguridad a su alrededor. Por dentro de la alambrada, el RPF monta guardia, afuera los belgas, apoyados con dos vehículos blindados de reconocimiento, y dentro del Parlamento los Bangladesh. El viaje por el país ha sido realmente espectacular, es fabuloso viajar por esos caminos entre las montañas. La gente camina por la carretera como si fuera por una vereda y si se cansan, se sientan en el suelo, al borde del camino y ahí se quedan, indiferentes, como si la carretera estuviera hecha para caminar y no para los autos. Cuando uno va en vehículo, continuamente debe ir tocando bocina para que le dejen paso. Es extraño ver como miran a los autos. Hay poco tránsito pero se ven algunos autos y camiones, incluso circulan ómnibus por unos caminos de tierra entre medio de las montañas por donde uno no se imagina que pudieran pasar. A pesar de esto, la gente cada vez que ve un vehículo, se para y mira asombrada... En una parte del camino, en la costa del lago Kivú, estaban construyendo la carretera de bitumen y a cada rato nos cruzábamos con máquinas y camiones. Al llegar a ese lugar, unos jóvenes trabajadores estaban sentados en unos caños obstruyendo el tránsito. Uno de los operarios, movió su máquina para dejarnos paso, pero uno de estos jóvenes, continuaba sentado adelante nuestro y nos miraba con curiosidad aunque ya estábamos encima de él. Finalmente se corrió porque los otros lo hicieron salir, parece que no tuvieran conciencia del peligro. Pasé por un lugar que se llama la Foret Naturelle de Nyange, que es la verdadera selva africana. Eran kilómetros y kilómetros de vegetación impenetrable donde ahí si no se veía ninguna persona. En ese lugar hay una riqueza forestal incalculable y pienso que antes sería mucho más extensa, pues en la zona donde la gente cultiva, deforestan todo para después labrar la tierra. Esta gente es sumamente laboriosa, pero no aprovechan para nada ningún recurso moderno. Labran la tierra a mano y siguen trabajando igual que cientos de años atrás. Ni siquiera usan animales de tiro a pesar de que abundan el ganado vacuno de tipo cimarrón. Los caballos no existen y tampoco se ven sistemas de riego para los cultivos de altura, aunque si para el arroz que se planta en los valles y para las plantaciones de té que están muy bien organizadas. Da gusto ver esas plantaciones de té que cubren montañas enteras. Con respecto a la convivencia dentro del contingente, nos hemos organizado muy bien, con una Mesa de Oficiales, Casino, Correo, Limpieza, etc., pero siempre hay algún detalle que deteriora la relación. Es muy difícil la convivencia entre tanta gente, no hay que hacer caso a esos momentos de mal humor que a veces alguno tiene y dejarlos pasar, porque esa es la única manera en que las cosas funcionan. Creo que con el alquiler de esta casa hicimos un mal negocio, y todo por apresurarnos. Eso es un punto muy importante a ser tenido en cuenta. Los primeros que vinieron, tenían la difícil misión de conseguir una casa y quisieron a toda costa y con la mejor voluntad, que al llegar el resto, estuviera todo pronto. Consiguieron la casa por un alquiler de U$S 800 al mes, pagando tres meses de adelanto. A la semana la dueña nos había hecho reclamos diciendo que había alquilado la casa para 6 personas y no para 20, y se había terminado haciendo un nuevo contrato en donde no había límite a la cantidad de gente que podía vivir en la casa. Supuestamente todo había quedado arreglado... Como el contrato original no tenía fecha de vencimiento, sino que se renovaba mes a mes, se empezó a hablar de cambiarnos para una casa mejor, con más dormitorios, tres baños, tanque de agua, antena parabólica y alquiler más bajo. Ya estaba el negocio concretado, solo faltaba que habláramos con la dueña para dejar esta casa, pero resulta que cuando fueron a hacerlo, la señora salió con el contrato nuevo que habíamos firmado en donde decía que el plazo del mismo era de un año... Por supuesto que la señora no quería de ningún modo rescindir este nuevo contrato, así que los uruguayos "vivos" nos quedamos con el alquiler más alto de Kigali, con una casa con problemas de agua, etc. y por un año completo. Este tema, junto con la diaria falta de agua y los cortes de luz ha afectado un poco la diaria convivencia. El problema del lugar en donde vivir es de primordial importancia para soportar después el resto de las tareas en una forma más cómoda. |
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