Diálogo entre un español y un indio |
Un periodista de un diario, que viene con los descubridores, le pregunta cosas a los indios. Periodista — Yo me llamo Ricardo, ¿y tú? Indio — Yo me llamo Jorge Pérez. —¿Cómo llamas a la tribu cuando hay guerra? —Con humo. —¿Y lo hacen en los toldos? —No. Encendemos fuego en las montañas más altas. —¿Alguna vez peleaste en guerras? —Sí. He peleado en varias. —Gracias. Voy a mandar estas noticias. Hasta mañana. |
En una bella tarde se encontraron en Méjico un español y un charrúa. —¿Cómo estás, hermano jefe? —Aquí estamos, fumando un poco en la pipa de la paz, con los mejicanos. —Te presento a mi amigo Julián. —Tanto gusto. Tengo algunas reses para venderle. —Si son del mercado negro, no te puedo revoliar. |
—¡Adiós! ¿Cómo te va, Ñangapiré? —A mí, bien. Hoy ando fenómeno. Pero ayer estaba hecho un asqueroso. ¿Vamos a jugar a lo que quieras? —Bueno. Vamos a jugar al blanco. ¿Qué te parece? Y así pasaron un día feliz. |
—Ustedes ser vencidos y estar a nuestra merced. Tú tener que hacerme caso. —¡Ja, ja! ¡Quién sabe! Yo primero consultar con mi sabio cacique. A lo mejor, haber guerra otra vez. —¡Pero nene! ¡Ya haber guerra y nosotros ganar! —¡Sí, nene! Pero yo ser indómito y lacónico. |
Español — Voy a pasear. Indio — Yo voy a tirar flechas. —Voy a recorrer muchos países. —Voy a cazar. —Voy a adueñarme de muchos países. —Yo voy a matar vacas. —Yo voy a la guerra. —Te voy a matar a flechazos. —Yo te voy a degollar. —Yo te voy a suicidar. —Yo te mataré bien pero bien muerto. —Te cortaré las orejas. —Te voy a hundir de un cañonazo. —Hasta luego. —Hasta luego. |
—Si la vista no me engaña, allá va un español corriendo una vaca. Lo voy a atajar. —¿Y aquel indio que viene allá, qué diablos quiere? Llega el indio. —Quiero pelear. —Dejate de macanas, y anda a cocinar a tu tribu. —¡Maula! —¡Ah! Esto si que no lo aguanto. (Saca una pistola y lo mata.) Se la buscó. |
—Queremos guerra. —Nosotros también; hace tiempo que queremos guerra. —¿Empezamos el martes? —¡Ta! —Ustedes no son malos tipos, pero cuando hace frío, bueno, bueno. |
—¿Aquí hay mucho oro? —No tanto, no crea. —¿Y de dónde sacas que nosotros no encontramos nunca nada? —Porque ustedes son muy bobos, por eso. —Yo no me creo muy bobo. Ustedes lo deben tener escondido. Además hace poco que vivo en este barrio. Bueno, yo no te digo nada, y si no encentras oro, jodete. |
—Vengo a civilizarte. —Yo me civilizo si quiero. —¿No me digas? Ahora vas a ver. —Bueno. Largame. No me agarrés. —Es muy linda la civilización. ¡No seas bobol —Bueno, bueno. No me jodas. Cambiando de tema, ¿cómo le llamas? —A mí, mis compañeros me llaman Eloy. —A mí, Percherón. —¿Sos guapo? —Si queras, te muestro. —Peleamos mano a mano. —Mirá que tengo mucha puntería. —¿Sos guapo de veras? —¿Querés que te largue las boleadoras? —No. Así no tiene gracia. Primero yo te largo un balazo. —Yo tengo carne dura. —¡No importa! (¡Pum! Y le tiró el tiro, y así lo mató.) |
—Aquí no queremos a los españoles. —Nosotros no nos vamos ni que nos pongan la atómica. —Nosotros los matamos a todos. —Nosotros no queremos indios mugrientos en España. —Nosotros no queremos españoles ladrones aquí. —Cuando vayan a conquistar España, los vamos a sacar de pique. —No ve que los indios somos mancos... No somos lagartos, que tenemos las manos atadas atrás. Nosotros tenemos armas secretas. —Nosotros vamos a matar a todos los indios panza de agua que vayan. —¿Acaso nosotros no sabemos pelear con los contrarios? —Nosotros somos guapos en España y donde quiera que sea sin ser España. —Nosotros también somos guapos aquí y en varios países más que ya estuvimos. ¿Quieren guerra? —Sí, queremos. ¿Y qué hay? ¿Qué mirás? Ustedes buscan guerra porque están en el país de ustedes. —Y vos que te haces el guapo porque venís de España, gallego pichi! |
—¿Que hacés por Madrid, Abayubá? —Nada. Ando de viaje por joda. Como Gaboto hablaba tanto de España, junté unos pesos y me vine. —Te invito a ver torear. ¿Queros venir? —Bueno. —Apúrate que llegamos tarde. —¡Qué lindos toros! Me hacen acordar a los de allá. -No te olvides que tenés que decir ¡Olé! ¡Olé! a cada rato, para que crean que sos español. |
—¡Eh, tú! ¿De qué raza eres? —Soy de la raza humana, como tú. Lo que sí que yo me visto diferente. Por ejemplo, yo no uso escarpines. ¿Querés venir a mi choza a comer pájaros asados? —Bueno. ¿Por qué no nos vamos a dar una vuelta por mi país? —Yo iría, pero mi patrona quién sabe si me deja. |
—¿Quién eres tú, que andas vestido con ese vestido tan raro? —Soy español y ando ganándome la vida con Solís. —¿Por qué no ponés un boliche? Aquí no hay ninguno. —Tenés razón, amigo indio. Menos lío. Abro una provisión, y me gano la vida con tranquilidad, y no con Solís que me paga solamente cuando abordamos un barco, y eso que a veces los indios nos sacan de pique a flechazos. —¿Qué te parece si jugamos un poco y usamos tus flechas y tus boleadoras? —Tamo. Primero le voy a pedir permiso a mi papá y después vamos a jugar tranquilos. |
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