Ella sola amanece:
abunda entre los tibios
decires del que cuenta
y lanza nombres propios
y ajenos y las cosas
regresan de los sueños
atroces o felices
y aletean, se posan
y vuelven a volar.
Comienza un nuevo día:
ella de par en par
abierta y afanosa
ordena y desordena
las cosas de la casa.
Para mí suficiente
paraíso real
y se lo debo a ella.