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El poema del invierno

Ovidio Fernández Ríos

 

                                                                                        A Manuel Blanco

 

 

Descendiendo por una montaña

Viene un viejo, muy viejo y muy blanco.

Hace ya muchos siglos que emprende

Un viaje a la tierra por año.
Viene todo cubierto de nieve,
Su cabello y su barba son largos,
Y parece que fuera en la noche

El fantasma de algún ermitaño.
¿Donde va? ¿Quién lo guía? ¿Qué busca?

¿Que misterio hay en él, que a su paso

Se deshojan y tiemblan los árboles
Y se mueren las flores del campo ?
¿Quién le dio ese poder, que al sentirlo

El molino da vuelta sus brazos,

Y se llenan de muchas tristezas
Las almas, los cielos, las flores, los lagos ?

 

Ha golpeado tres veces seguidas

En la puerta de un regio palacio,
Donde se oyen, de afuera, las notas

Musicales de un dulce piano

Que acompaña los cantos amables

De princesas y de cortesanos,
Luego el giro sutil de una danza.
El bullir del champagne delicado,
El sonoro chocar de las copas
Y las risas en todos los labios...
Allí hay luz, mucha luz, mucho fuego,
Hay calor, alegrías y hay cantos,
Allí hay vida, y hay oro, y hay pieles,
Y por eso, del regio palacio
En la puerta, ese viejo muy viejo,
Ha golpeado tres veces en vano.

 

¿Donde va? ¿Quién lo guía? ¿Qué busca?

Ese viejo, tan viejo y tan blanco?

 

Esta vez ha vencido. En la choza

Miserable de un pobre aldeano

Ha llamado una vez solamente,
Y la puerta se abrió á su llamado.
Allí todo era negro y muy frío.
No había fuegos, ni luces ni cantos;
Un jergón en el suelo, dos niños

sobre él, como dos estropajos;
Una anciana tendida en un lecho,
Muy enferma de un mal hondo y largo,
Y sentado en el suelo, había un hombre

Que dormía, apoyando en sus manos

La cabeza, quizás dolorida
De sufrir por muchísimos años.
Mucha hambre había allí, mucha pena,
Y el intruso rió con sarcasmo,
Y besó a cada cual en la frente

Con su beso maldito y helado.
Agotó de la anciana la vida;
A los niños dejó demacrados;
Y arrancó de los brazos del hombre

La única fuerza y mató su entusiasmo !

 

Ya salió de la choza enlutada.
Ahora ante él ha brillado un relámpago.
Y camina, camina sin rumbo
En busca de hogares que no estén cerrados.
Y allá va, lentamente, el Invierno,
Ese viejo tan viejo y tan blanco,
El que llena de muchas tristezas
Las almas, los cielos, las flores, los lagos!

poema de Ovidio Fernández Ríos
Revista "Bohemia" año III Nº 40 

Montevideo 30 de julio de 1910

Texto digitalizado, y editado, con el agregado de imagen, por el editor de Letras Uruguay - inédito en la web mundial al día de hoy 13 de abril de 2017

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