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Zarpa el viejo camión. Se agita y cruje.
Escupe arena para su costado.
Gigante por el hombre domeñado.
Mole que se ladea, tiembla y ruge.
De improviso aparece desafiante,
Faro Polonio que se acerca y crece.
Coloso, agazapado, que estremece
verlo allí, ante el camino zigzagueante.
Arribo, sorprendida pasajera,
de un viaje prodigioso que me aferra
al camión, veterano de la guerra,
que "El Francés" hace mucho nos trajera.
En las rocas enormes son los lobos
los que rugen, se agitan y ladean.
El faro de telón. ¡Cómo alardean!
El mar suelta los remos. Rompe estrobos.
Golpea los peñascos y agitado
sacude las barcazas. Y a los botes
ya sin remos, castiga con azotes
y se rinde a la arena sosegado...
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