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Violento corrió el río por su cauce.
Por tus venas corrió la sangre hirviente.
Una brisa dulzona hasta mi frente,
llevó suave y sutil el lacio sauce.
Yo, aquel junco curvado simple y fácil.
Tú, coronilla fuerte, vigoroso;
algarrobo macizo, riguroso.
Clavel del aire yo, por tenue y grácil.
Como el ombú me alzaba solitaria
y fue esa soledad de anacoreta
que iluminó mi oficio trovador.
Tú, en cambio, montaraz planta gregaria.
Pitanga. Camará blanqui- violeta.
Zucará. Isla de tala abierta en flor.
Tuvo que ser amor.
Fue primavera azul de brotes tiernos.
Ocre otoñal y gris de los inviernos.
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