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Por qué no irrumpiste, desgraciado ... |
Por qué no irrumpiste, desgraciado cuando era hembra en celo destinada a tu aliento a cielos de distancia reservada a tu olor insomne florada cada noche con el mismo perfume madurando esencias que no me valieron de nada que no imantaron tu fuga del resto del mundo cuando más la pedía mi alma dura y acechante blanda y extendida yegua de oscuros contornos implorando tu látigo Pensar que fui capaz de hincarme de rodillas de suplicar aún a los ateos que te trajeron a mí que dieran vuelta la tierra para hallarte que con lociones y brebajes mi amor te cercaría Aún no me das una explicación convincente de tu desafío a la especie Tal vez debiera llamarte perro o piedra pues no respondiste a mi sudor la química que te reclamaba imprudente en hexámetros el efluvio de rosas cortadas de un jardín inexistente improvisadas cabelleras nupciales que no segaste en su esplendor cuando estaban dispuestas para alfombrar tu reino Creí que te anunciabas, amor, mi mensajero |
Mercedes Estramil
El País Cultural
11 de noviembre de 1994
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