José Ortega y Gasset como teórico de la novela contemporánea
por Emir Rodríguez Monegal |
Aunque la critica y la especulación literarias ocupan un lugar secundario en la vasta obra ensayística de Ortega, algunos de los textos que ha dejado, y en particular, las "Ideas sobre la novela" (1925), constituyen aportes fundamentales sobre cuya influencia no se ha dicho bastante todavía. En esta breve presentación, solo quisiera referirme a algunos aspectos decisivos del texto ya citado. Fue recogido en libro, como se sabe, junto a La deshumanización del arte, en 1925[1]. Como este Ultimo ensayo fue el que dio titulo al volumen entero, la atención fue concentrada sobre todo en el y no en el que nos interesa ahora. En algunos casos, como pasa con las citas del prólogo de Borges a La invención de Morel (1940), de Adolfo Bioy Casares, la referencia bibliográfica directa es al libro de Ortega y no al ensayo. De ahí que lectores superficiales hayan pensado que Borges se estaba refiriendo al otro ensayo y no a las "Ideas sobre la novela". Pero de esto hablare mas adelante.
Como Ortega no se consideraba primordialmente un
crítico literario, su
ensayo sobre la novela moderna abunda en disculpas: "Aunque soy bastante
indocto en materia de novelas" (p. 387); "Si yo viera que personas mejor
tituladas para ello —novelistas y críticos literarios—, se dignaban a comunicarme sus averiguaciones sobre este
tema, no me atrevería a editar los pensamientos que ocasionalmente han venido a visitarme. Pero la ausencia de mas sólidas reflexiones proporciona acaso
algún valor a las siguientes ideas que enuncio a la buena de Dios y sin pretender adoctrinar a nadie" (ídem).
El contexto español de estas "Ideas" queda
así doblemente marcado. La
segunda observación que sugieren las disculpas de Ortega es que el no intenta presentar una
teoría de la novela moderna sino solo unas ideas, unos "pensamientos", unas "reflexiones", (ídem). A
diferencia de lo que pasa en otros trabajos del mismo periodo
(Espana invertebrada, 1921; El tema de nuestro tiempo, 1923;
Las Atlántidas, 1924), aquí Ortega se mueve en un campo lateral a sus
preocupaciones filosóficas centrales. No se considera, sin embargo, un
neófito; por eso, en uno de los capítulos centrales del ensayo (p. 403),
el mismo se encarga de citar uno de sus textos fundamentales para el estudio de la novela moderna,
Meditaciones del Quijote
(1914). Pero si no es modesto al citarse a si mismo, tampoco es orgulloso. Al pasar, y sin modificar el tono
ensayístico, Ortega presenta sus credenciales. En el presente trabajo (resumen de uno mayor sobre
la teoría de la novela contemporánea) no me ocuparé del sustrato
filosófico de las "Ideas sobre la novela" sino que me concentrase en los presupuestos literarios de Ortega y en su
inserción en el
contexto de la época. Un año antes que Ortega publicara sus "Ideas sobre la novela", había aparecido en Paris el Manifeste du Surrealisme, de André Breton. Como fundador y director de la Revista de Occidente (1923), Ortega no podía no estar al tanto de lo que se escribía entonces en Europa. Por eso resulta tanto mas inexplicable la omisión de toda referencia a Breton en sus "Ideas"; sobre todo si se tiene en cuenta que en el Manifeste también se atacaba al realismo y se anticipaba una "psicología imaginaria" mucho mas radical que la propuesta por Ortega en su ensayo. Apoyándose imparcialmente en Freud y en Lautreamont, André Breton habría de rechazar el supuesto "racionalismo" de la novela realista, propondría la exploración del inconsciente y la practica de la metáfora fortuita. En sus comentarios, iba mucho mas lejos que Ortega. Su censura de la novela "psicológica", ya sea en la variante Dostoievski o Proust, es tan radical que de hecho casi elimina la posibilidad de la novela tal como se la entendía generalmente entonces. Ortega no parece haber tenido noticia en 1925 del Manifeste de Breton, o si la tuvo, es evidente que no dejó que influyese en sus "Ideas".
Tampoco podía conocer entonces Ortega el libro de Mikhail Bakhtin sobre
Dostoievski, que se publicó cuatro años mas tarde y solo en ruso. Esta
obra fundamental solo se divulgaría en el mundo "occidental" (para usar
el concepto de Ortega) a partir de los estudios de Julia Kristeva en Paris, 1966. En Bakhtin
podría haber encontrado Ortega brillantes argumentos para fortificar sus elogios de
Dostoievski, y (también) una explicación literaria, no psicologista, de
la mayor invención formal del novelista ruso: la novela polifónica. Pero todo esto forma parte de otra historia que he contado en otra
parte[2]. De otra parte del vasto mundo hispánico llegaría una rectificación a las "Ideas" de Ortega. En el prólogo de 1940 a La invención de Morel, ya se encargó Borges de censurar irónicamente a Ortega por creer que en este siglo ya no se puede inventar tramas novedosas[3]. Después de citarlo (con página y todo) y de indicar que Robert Louis Stevenson, hacia 1882, había dicho algo parecido, Borges resume así su discrepancia: Todos tristemente murmuran que nuestro siglo no es capaz de tejer tramas interesantes; nadie se atreve a comprobar que si alguna primacía tiene este siglo sobre los anteriores, esa primacía es la de las tramas. (...) Me creo libre de toda superstición de modernidad, de cualquier ilusión de que ayer difiere intimamente de hoy o diferirá de mañana, pero considero que ninguna otra época posee novelas de tan admirable argumento como The Turn of the Screw, como Der Prozess, como Le voyageur sur la terre, como esta que ha logrado en Buenos Aires, Adolfo Bioy Casares (p. 23). La discrepancia de Borges es de un orden muy distinto a la que habría presentado, por ejemplo, Breton o Lukacz (si hubieran leído a Ortega). El escritor argentino no solo censura a la novela realista sino que incluso llega a afirmar: "la novela psicológica quiere ser también novela `realista´: prefiere que olvidemos su carácter de artificio verbal y hace de toda vana precisión (o de toda lánguida vaguedad) un nuevo rasgo verosímil" (idem, p. 24). Por eso, y solo por eso, concuerda con el maestro español: "Anota con justicia Ortega y Gasset que la `psicología´de Balzac no nos satisface" pero inmediatamente agrega Borges: "Lo mismo cabe anotar de sus argumentos". (idem). En una palabra: el aparente acuerdo sobre Balzac como escritor realista implica una discrepancia mas profunda sobre la invención de argumentos interesantes. En su ensayo, Ortega elogia la novela psicológica, analiza con simpatía a Dostoievski y a Proust (aunque registra también algunas reservas), y adelanta la profecía de una novela psicológica que no pretenda ser "realista" sino "imaginaria". Por su parte, Borges es mas radical en su rechazo de toda psicología. Sin citar a Dostoievski pero incluyéndolo implícitamente en su censura general, al tiempo que cita muy explícitamente a Proust, Borges niega cómicamente la novela de caracteres: La novela característica, `psicológica', propende a ser informe. Los rusos y los discípulos de los rusos han demostrado hasta el hastío que nadie es imposible: suicidas por felicidad; asesinos por benevolencia; personas que se adoran hasta el punto de separarse para siempre; delatores por fervor o por humildad . . . Esa libertad plena acaba por equivaler al pleno desorden... (idem, p. 22). El ataque a Proust no es menos lapidario: Hay paginas, hay capítulos de Marcel Proust que son inaceptables como invenciones: a los que, sin saberlo, nos resignamos como a lo insípido y ocioso de cada dia. (p. 23). La alusión a Ortega es otra vez muy directa. En su ensayo, el maestro español había observado que la única manera por la cual el novelista podía "evocar" al personaje, y su "sentimiento" era a través de una "generosa plenitud de detalles. Para aislar al lector no hay otro medio que someterlo a un denso cerco de menudencias claramente intuidas. ¿Que otra cosa es nuestra vida sino una gigantesca síntesis de nimiedades?" (p. 414). Si, habría replicado Borges, pero la vida no tiene la obligación de ser divertida. La literatura, si. La discrepancia mayor entre Borges y Ortega se concentra precisamente en este punto. Ortega, filosofo, hombre central de la cultura hispánica, asume una posición aristocrática y euro centrista al estudiar a la novela. Rechaza la trama porque solo las novelas de consumo masivo dependen de aquellas para atraer al lector y subyugarlo. Su única referencia directa a la novela de "peripecias maravillosas" es negativa: "no hablamos ahora del folletín o del cuento de aventuras científicas al modo de Poe, Wells, etc". (p. 408). Pero precisamente es de este tipo de obras populares de las que quiere hablar, y enfáticamente, Borges en su replica de 1940. Ya se conoce su entusiasmo por los cuentos de raciocinio o detectivescos de Poe, su admiración por las novelas de ciencia-ficción y en particular las del primer Wells (The First Men in the Moon, The Time Machine, The Invisible Man). Ese mismo año de 1940 verla la publicación en Sur de su primer cuento de ficción científica, "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius". Poco después publicaría dos relatos de corte detectivesco: "El jardín de senderos que se bifurcan", "La muerte y la brújula" (Todos están recogidos, desde 1944, en Ficciones). Es posible imaginar con que animo leería aquellas palabras de Ortega en "Ideas sobre la novela". Su punto de vista es diametralmente opuesto. Borges cree en la importancia de Ia trama, admira "el intrínseco rigor de la novela de peripecias" —tema al que habla dedicado un ensayo seminal, "El arte narrativo y la magia", recogido en su libro, Discusión (1932.) y que es antecedente teórico del Prólogo a La invención de Morel[4]. En su opinión, a diferencia de la informe y arbitraria novela psicológica, la novela de aventuras "no se propone como una trascripción de la realidad: es un objeto artificial que no sufre ninguna parte injustificada. El terror de incurrir en la mera variedad sucesiva del Asno de oro, del Quijote o de los siete viajes de Sinbad, le impone un riguroso argumento" (ídem, p. 23). La discrepancia entre Borges y Ortega Rega a detalles de increible minucia. Asi, por ejemplo, al argumentar el maestro español que toda novela debe ser "un orbe obturado a toda realidad eficiente" (p. 412), da como ejemplo de la imposibilidad de incorporar en el interior de la novela nada exterior, la siguiente curiosa comparación: "como el ensueño dejaría de serlo en el momento que desde el quisiésemos deslizar nuestro brazo a la dimensión de la vigilia, apresar un objeto real e introducirlo en la esfera mágica de lo que estamos soñando. Nuestro brazo de sonadores es un espectro sin vigor suficiente para sostener un pétalo de rosa" (p. 412). Es posible que al componer esta elaborada imagen (tan poética en el sentido vulgar de la palabra), Ortega haya recordado el argumento del famoso ballet de Nijinsky, Lespectre de la rose. Pero lo increíble es que ya Coleridge había tenido una intuición semejante: "Si un hombre atravesara el Paraíso en un sumo, y le dieran una flor como prueba de que habla estado allí, y si al despertar encontrara esa flor en su mano ... Entonces, que? Es claro que la diferencia entre Ortega y Coleridge es precisamente que el poeta ingles apunta su intuición como germen de un desarrollo narrativo posible (un argumento interesante) en tanto que Ortega cancela racionalmente el sueño como imposible.
Es probable que Ortega no conociera el texto de Coleridge (que pertenece
a sus Notebooks) pero Borges no solo lo conocía sino que lo cita en uno
de sus ensayos mas hermosos, "La flor de Coleridge", que pertenece a
1945. El trabajo de Borges desarrolla el tema y lo aplica a otros
textos: uno de Wells (precisamente, The Time Machine) y otro de Henry
James (la novela inconclusa, The Sense of the Past). En tanto que Ortega
se inclina a considerar el valor racional de la imagen (al fin y al cabo
su ensayo se llama "Ideas"), Borges prefiere seguir la pista a las
posibilidades narrativas y argumentales de la misma. Su discrepancia no puede ser mas
radical[5]. Aunque no se compartan todas las criticas de Borges a Ortega sobre el tema de la novela contemporánea (hoy, tanto Dostoievski como Proust nos parecen mas importantes de lo que Borges afirma), es indudable que el desden de Ortega por la trama y por las novelas de aventuras, detectivescas o de ciencia ficción, no es ya compartible. Tampoco es muy laudable su omisión de toda referencia a la narrativa de vanguardia que en momentos en que aparece su ensayo de 1925 se estaba produciendo en toda Europa. Ni Joyce, ni Kafka, ni los surrealistas parecen haber entrado entonces en su campo de visión. Esto no impidió que sus "Ideas" circulasen bastamente en el mundo hispánico. Su preeminencia era tal en esa fecha que las "Ideas" fueron discutidas, copiadas, asimiladas. No pasó lo mismo con las de Borges en el Prólogo a La invención de Morel. Publicadas en un libro que no tuvo mucho éxito y que pocos entonces leímos, su circulación por Occidente no empieza realmente hasta que la novela de Bioy Casares es traducida al francés, la comenta e imita Robbe-Grillet, y la critica estructuralista empieza a discutir seriamente los ensayos y las ficciones de Borges. Antes, solo unos pocos citábamos sus trabajos críticos. Hoy sucede lo contrario: todos leen y citan a Borges, en tanto que Ortega se ha convertido en pasto de eruditos, especializados en las letras y el pensamiento españoles de la primera mitad del siglo veinte.
Hay una injusticia flagrante aquí,
simétrica de la que ocurrió en 1940
con el prólogo de Borges. Porque las "Ideas" de Ortega
contienen material todavía aprovechable. Hay que volver a ellas, hay que
reincorporarlas al discurso critico de habla hispánica, no para
levantar superfluos monumentos a su autor sino para rescatar de estos
textos aquellas paginas que aún hoy contienen observaciones perdurables. [2] Véase mi articulo, "Carnaval/Antropofagia/Parodia", en Revista Iberoamericana (Pittsburgh, julio-diciembre 1979, pp. 401-412). [3] Citaré el Prólogo de Borges por la trascripción en su obra, Prólogos (Buenos Aires, Torres Agüero, 1975, pp. 22-24). [4] Para un examen mas detallado de la teoría de Borges, véase el trabajo, "Para uma nova poetica da narrativa", en mi Borges: Uma poetica da leitura (Sao Paulo, Perspectiva, 1980, pp. 125-181), así como el capitulo "A Theory of Fantastic Literature", en mi Jorge Luis Borges. A Literary Biography (New York, Dutton, 1978, pp. 347-355). En este último texto comparo el punto de vista del autor argentino con el de Breton. [5] El texto de Borges sobre Coleridge fue recogido en Otras inquisiciones, 1952. Para una discusión de este texto, véase el trabajo citado en la nota anterior, "Para uma poetica da narrativa". |
Tribuna de la Historia - Ortega 25
años después 17 ene 1981 Programa debate en el que los invitados comentan la importancia de personajes o hechos históricos de relevancia. Incluye un documental acerca de la biografía de José Ortega y Gasset. |
La memoria fértil - El
regeneracionismo (II): Ortega y Gasset, la diligencia del espíritu 01:03:42 13 mar 1991 Programa dedicado a la figura del filósofo español José Ortega y Gasset. |
Emir Rodríguez Monegal
Revista de la Biblioteca Nacional, Uruguay, nº 24, 1986, p. 93-100.
Digitalizado, y procesado como htm, por el editor de Letras Twitter: https://twitter.com/echinope / email: echinope@gmail.com Inédito, con este formato, en el cíber espacio al 7 de octubre de 2016.
Editado por el editor de Letras Uruguay
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