Crecen dentro de las uvas
y usan hojas de parra para no provocar vergüenza.
Son polimorfas e inadecuadas
y se pasean entre los tallos de las flores
con la naturalidad de las princesas.
Huelen a jazmín sublimado
y beben vino cuando celebran al dios Baco.
Son dispersas por su capacidad
de desmaterializarse en el aire
pero vuelven a ser visibles
cuando sienten la piel de un hombre cerca.
Se abren en su bulbo
y permiten que las sobrevuele el insecto.
Dejan que sus pies sean huella de una fruta-metafísica.
Su versatilidad les permite volar con altitud de aeroplano
si las persigue una hormiga feroz.
Y son desmesuradas en sus tamaños corporales
cuando van a desflorar a su presa
y la aplastan con el peso de su pasión sin medida.
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