Huracán Buceo: una leyenda real
Carlos Echinope Arce
echinope@gmail.com

 

En momentos de un revés deportivo, como el ocurrido ayer, al ser derrotado la Selección de Uruguay ante su similar de Costa Rica, en el Mundial Brasil 2014, es tiempo propicio para escribir esta historia real. Nadie me la contó, lo viví con toda la intensidad de mis años de preadolescente.

Desde mi nacimiento, el 13 de febrero de 1957, hasta los 22 años, viví en la calle Solferino, entre Niza, y la por aquel tiempo, Comercio (hoy Francisco Solano López), en el barrio Buceo.

Un día surgió, a nuestra consideración, un club de fútbol llamado Huracán Buceo. Como de la nada, la barriada abrazó a este club, ascendido de la vieja Intermedia, con un amor enorme.

En 1968 Huracán Buceo militó en la Divisional "B" y arrastraba verdaderas multitudes. Se armaba una caravana gigantesca que partía de la vieja sede de la calle Ramos, encabezada por un jeep con integrantes de Los Nuevos Saltimbanquis a plena batucada, con un compañero de lujo, un gran Topo Gigio con los queridos colores del club.

Partido tras partido la caravana acompañaba siempre y todas las canchas quedaban pequeñas ante tantos hinchas playeros.

No había árbol ni columna del barrio que no tuviera los colores rojo, blanco y negro; ni vecino que no tuviera alguna prenda con los tres colores. Los gorritos de lana tricoplayeros eran una moda impuesta.

Nuestra madre le tejió, a mano, un pulóver a mi hermano, de 14 años, con grandes rombos con los entrañables colores. Un día, en el Parque Viera, al entrar en medio de la multitud, se perdió el pulóver. Días después vino el cobrador del club con el objeto perdido. Un hincha lo devolvió en la sede diciendo: "llevalo, es de los pibes que vienen siempre". Eso era Huracán, una familia real. A todas las canchas iban familias enteras, o, como en el caso nuestro, con 11 y 14 años, íbamos con toda tranquilidad.

Huracán oficiaba de local en el Parque Central, con los sectores locales desbordados siempre. Se llegó a un momento decisivo en el campeonato y se jugó en el Parque Viera. Con un más que polémico arbitraje de Esteban Marino se llegó a una final contra Bella Vista.

Una mañana dominguera, a fines de noviembre de 1968, con un Estadio Centenario desbordante de hinchas tricoplayeros, y unos doscientos de Bella Vista, los "Papales" se impusieron 2 a 0 y ascendieron a la "A".

La tristeza era enorme, pero se armó, rápidamente y bullanguera, la caravana, como siempre. Al arribar a la sede se bajaron, en andas, a los jugadores acompañados de una multitud que colmaba la calle Ramos y las aledañas. Es absolutamente real .. se perdió la final y se bajaron en andas a los jugadores del equipo que perdió. Nunca visto y no creo que se repita. El amor por los colores era así, inclaudicable.

En noviembre de 1969, en Las Piedras, donde Wanderers oficiaba de local, Huracán logró el campeonato de la "B". La caravana desde Las Piedras fue gigantesca, obligando a los baritas a cortar el tráfico en las principales avenidas. El presidente bohemio saludó el paso de la caravana, en una plaza de Las Piedras, como un caballero que era.

En 1970 Huracán militó en Primera División y quedó tercero en la tabla. pero ya ahí era otra historia.

En las buenas, pero sobretodo en las malas, el amor a los queridos colores no se pierde nunca.

Pase lo que pase, sean Campeones o no, a estos "celestes", por lo ya logrado, hay que bajarlos en andas!!

Atlántida, 15 de junio de 2014, al otro día de Uruguay 1 - Costa Rica 3, en el Mundial Brasil 2014.

Apéndice. En el año 2014 y parte del 2015, mis dos nietos, Agustín, de 7 años, y Giovanni, de 9 años, juegaron en Huracán Buceo, en la Asociación Uruguaya de Fútbol Infantil. Giovanni, al igual que la mayoría de sus compañeritos, es hinchas de Cerro. Esto es debido a que jugaban en el equipo de la Villa hasta que este le quitó el apoyo a sus pequeños jugadores. Huracán Buceo estaba formando sus divisiones infantiles, ya que no tiene de mayores, y los "adoptó" a todos. Posteriormente Huracán también les quitó el apoyo y pasaron todos a Uruguay Montevideo. Hoy la vida los trasladó a Atlántida, donde viven con sus abuelo paternos, ya con 9 y 11 años, y comenzaron sus primeras prácticas en el Club Progreso, de Estación Atlántida..

Carlos Echinope Arce
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