poema de Francisco Villaespesa

A Enrico Corradini

 

Una oración se eleva del jardín, En alguna

senda, se apaga el eco de unos pasos distantes

y de los negros árboles las sombras ondulantes,

tiemblan sobre el movible cristal de la laguna.

 

En el fondo del parque melancólico, en una

escala monótona de notas vacilantes,

el surtidor aventa su polvo de diamantes,

temblando bajo el pálido resplandor do la luna.

El alma solitaria de Chopin, de una mano

enferma a las caricias, preludia en el piano

los líricos sollozos de su melancolía.

 

Se duerme entre las teclas la mano evocadora.

La última luz se apaga, y en la selva sombría

palpita la voz trémula de una fuente que llora.
 

                                                                       Aranjuez, diciembre de 1902

 

poema de Francisco Villaespesa (España)
Originalmente en el libro "Rapsodias" 

Madrid, 1905
 

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