En todo caso, en esta sociedad líquida, todas las formas de contar una
historia son buenas. Ninguna es mejor que otra. Podemos leer un libro en
papel, podemos optar por hacerlo en formato digital y también podemos
elegir escucharlo como audiolibro. En todo caso, una historia potente
cautivará a quien le preste atención, y lograr la atención en nuestro
mundo actual es el deseo de cualquier narrador. Hay, por tanto,
reminiscencias, si se quiere, en esta novela, de otras tipologías
narrativas, como la de las series. Propongo dos, y ustedes me dirán,
cuando hayan leído El último verano de Silvia Blanch, si les parecen
acertadas. Eso sí, ya les prevengo que he pensado en ambas como el
reflejo de lo que la propia Franco asevera: «Ninguno llegamos a conocer
al 100 % a las personas con las que convivimos».
Twin Peaks. Silvia es un trasunto de Laura Palmer: ambas son las hijas
perfectas y adoradas, buenas estudiantes, bellísimas, arrebatadoras, las
reinas del baile, pero ambas esconden su verdadero yo a los demás. Viven
en bucólicos y encantadores pueblos donde el derecho a la intimidad y a
llevar una vida privada parece prohibido. Tampoco sus familias son lo
que parecen.
House. El famoso doctor era bien conocido por hurgar en las vidas de sus
pacientes, ya que mantenía la teoría de que todo el mundo miente, todos
ocultan su auténtica cara a los otros, algo que le impedía acertar en
sus diagnósticos. Y no le solía faltar razón. Nada es lo que parece. De
nuevo. Bingo.
Igual que todo se reduce a contar historias, sea como sea, en nuestro
presente, todo es noticia y es indiferente el canal por el que llegue:
un periódico de papel, mensajes de WhatsApp, comentarios en redes
sociales, alusión a vídeos virales, etc. Los coches, los móviles, las
calles, hasta las cafeteras, todo es reconocible. Y de eso saca buen
partido esta novela.
Silvia Blanch desaparece, tal y como lo hacen miles de personas todos
los años. Actualidad pura y dura. Su coche aparece abandonado en una
curva de la carretera que conduce al pueblo donde vive. Carreteras con
niebla y curvas. ¿Les recuerda a cierta leyenda? Ahí lo tienen. Otra
vez. Hasta las leyendas son modernas y actuales. Y urbanas, así las
llaman. No nos hace falta saber mitología clásica para comprender ningún
código.
Además de los fingimientos, los parapetos y las pantallas, también se
trata y se critica el asunto del morbo de manera tangencial. La falta de
límites de ciertos periodistas se representa como reprochable, pero
también permite que observemos que, las faltas de respeto de esos
buscadores de noticias, no es muy distinta a lo que han hecho los
propios vecinos de Silvia, pues, ya se sabe, hay otra leyenda urbana que
asegura que en los lugares pequeños es más difícil mantener una cierta
privacidad. Es interesante ver cómo se contrapone un lugar pequeño, de
vida apacible, a una gran ciudad, y cómo se puede vivir la vida de forma
tan distinta residiendo a poco más de una hora entre uno y otro. Puede
ser un guiño hacia formas de vida urbanitas y más modernas y otras más
ancladas en otro pasado que no se sabe si fue mejor, a la vista de los
acontecimientos.
Lo que no encontraremos es violencia física, al menos, no en grado sumo
ni en dosis que nos atraganten. Sí se da otro tipo de violencia, la de
los actos producto de la desesperación de los protagonistas, la que se
vincula con las decisiones erróneas que tomaron tiempo atrás.
Se encontrarán ustedes más ante una narración en la que se suceden
muchas situaciones que ante una novela de personajes. La protagonista
habla en primera persona para que la persona que sigue sus andanzas sepa
de su boca todo lo que acontece para procurar así una identificación con
ella. No se indaga en sus profundidades psicológicas, puesto que el peso
recae en la acción y un juego de saltos temporales al que hay que
permanecer muy atento. La autora es fiel a su estilo, en el que va
retirando las pantallas para que veamos una parte de la trama que
desconocíamos, para que deseemos que se vayan desvelando los misterios.
Y esos misterios se van resolviendo con un lenguaje ágil y claro, con
una destreza muy valorable para manejar los tiempos, las voces y los
cambios. Escuchamos a Álex en directo, casi en su cabeza; oímos los
susurros de Silvia, consternados por no saber si vive o muere; atendemos
a otros personajes cuya identidad desconocemos…
Sumado a las distintas voces, también apreciamos diferentes épocas, que
se van entrecruzando, desde un misterioso «tiempo atrás», pasando por el
verano de 2017, hasta llegar a nuestro presente y, si ustedes no tardan
en leerlo, hasta nuestro futuro próximo.
Lo que más valoro en este libro es su estilo directo y, haciendo honor a
su autora, franco. Nunca entra en complicaciones técnicas ni en
alambicados recursos idiomáticos, lo que lo dota de una facilidad para
su lectura que también es muy de agradecer. Donde ella puede poner toda
la carne en el asador es en el ritmo, que domina, a mi juicio, de manera
natural. No es fácil mantener la tensión de principio a fin y tampoco es
sencillo en absoluto lograr que ningún hilo quede deshilvanado. En todo
momento hay dudas, hay juegos de espejos, se hacen posibles distintas
teorías y, en mi caso, con toda sinceridad digo que no me había
planteado el final al que ella llega, con mucha eficiencia y un estilo
desenfadado y actual. Es de agradecer que, al final, todas las piezas
cuadren, pero que se hayan sabido ir escondiendo hasta la sorpresa
última.
Quizá se peca en demasía de juzgar el gusto de los lectores por la
denominada lectura de entretenimiento. No hay pecado en ello. La autora
siempre ha admitido que ese es su objetivo. Considero que lo logra sin
ninguna duda y que ha sabido hacerse con el favor de un público que
devora sus obras por su forma desprejuiciada de abordar el género, por
su pericia para manejar escenas, ofrecer datos, insinuar, retirar
pistas, dejarlas a la vista, etc. Eso es un don, que seguramente también
cuente con sus buenas dosis de trabajo duro, pero es un don. Y cuando
los dioses eligen a alguien, hay que estar atento.
Lorena Franco, El último verano de Silvia Blanch, Barcelona, Planeta,
2020, ISBN: 978-84-08-22171-5, número de páginas: 320. |