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Venías en la nave

poema de Julio Sigüenza

Venías en la nave que te trajo a la orilla de mi vida,
y eras toda pálida, toda llovida de agua lunar,

y toda evocadora de recuerdos.
Traías sobre los hombros el manto, nupcial de la noche,

y me bautizaste con el agua de tu palabra jamás escuchada

que despertaba en mi antiguas resonancias, no nacidas aún,

y ya vividas en mis largas horas evocadoras de tu recuerdo

- Venías en la nave más blanca- más ágil, más leve,

y el aire impulsor te violaba toda,

y te envolvía en un enorme beso
do ciego .
que me robaba íntegra la virginidad de tu carne de luna.
De tu carne siempre intangible para mi

que vivía soñándote.
Te soñaba amontonando deseos de verte

y tú me adormecías más y más, y nunca pude despertar
-en el tiempo justo de verte tangible y mujer.
Y eras real y viva aquella noche. Ay, bien veía yo la nave, en la orilla,

y bien te veía a ti, ya cercana,
toda pálida, toda llovida do agua lunar.
Pero mi voz se había apagado de llamarte tanto,

y mis miembros dormían el sueño más cierto y más largo cuando tú llegaste.
Y solo vivían mis sentidos.
Y más vivo que todos, más sentido,
la vista
tan afinada ya,
que cruzaba tu cuerpo sin verte,
y te buscaba entre las estrellas y más allá.
Habías venido a mí; vivías en mí, y yo te soñaba todavía

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