Yo no quiero mantos negros |
Mujer y hombre, ambos de mediana edad. Ella mantiene el semblante serio. Él, serio y triste, próximo al llanto. La mujer coge de las manos al hombre. Comienza a hablar con voz monocorde. Pausada. MUJER: “¡Aquí no hay más que mantos de luto!” Nuestra casa se ha vuelto tristeza. Sombras. El preámbulo de un adiós. Siento que me asfixio… La mujer se lleva las manos al pecho, como si estuviera ahogándose. ¡Abre las ventanas, por favor! Dramática. Voz más alta. Aquí huele a despedida y necesito gritar. Rasgar este angustioso silencio. Hasta que se rompa. Como tú. Que presintiendo el final, anticipándote, te has vestido de negro demasiado pronto, sin darte cuenta de que aún no me he ido. Siento ganas de agarrarte por los hombros y zarandearte. ¡Aún sigo aquí! No es momento de derrochar lágrimas, ya sé que falta poco, pero ¿para qué desperdiciar el tiempo que nos quede, sea poco o mucho? Nunca me gustaron las despedidas, no creo en el adiós, prefiero pensar que existe un hasta pronto, un ápice de optimismo en el final. La posibilidad de construir algo bueno desde los cimientos desmoronados. Aunque deje de existir un “nosotros”. Pausa larga. |
No quiero mantos de luto porque este amor haya muerto… |
Mónica
Rodríguez Jiménez
Esta edición ha sido
realizada,
por CIINOE/COMOARTES S. L.(ciinoe@hotmail.com)
en su Colección “Gaviotas de azogue” / 80, Febrero de 2009, Madrid, España.
Se autoriza la difusión sin fines comerciales por cualquier medio
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