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No te
he dicho hasta hoy
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No te he dicho hasta hoy que los días pasan sin contarme sus pequeños avatares cotidianos, que los mares todos han vuelto al océano y que su lecho seco llora en silencio la viveza de sus olas de antaño, que la tristeza carece ya de palabras y los recuerdos tampoco pueden ya vivirse igual, que la vida es y no es lo que parecía ser entonces, ni un mañana perdido en el pasado, que he visto cómo el polvo lo cubre todo, el perdón y el odio a la vez, que el aspirar a lo mejor se impregna del lastre más fino posible, carga cuidadosamente oculta entre los pliegues de la memoria de aquel ser cada vez más desconocido, que el olvido no existe ni tampoco la lejanía salvo, quizá, en nuestros sueños de cada día donde nos recogemos tantas veces para poder volver de tanto en tanto a nuestro sueño de siempre, allí donde nos detenemos cada vez para poder volver algún día... No te he dicho hasta hoy que el río prepara su lecho para el retorno a casa después de peripecias sin cuento, y los seres que albergó durante un tiempo corren desamparados sin saber que su vida significará en adelante algo que los asustará de muerte en su limitado entendimiento, que el cieno de las profundidades está más preparado que nunca para aceptar las nuevas formas de dolor para poder aspirar al conocimiento, que todo es absolutamente insoportable allí, donde todo le parece cada vez distinto al que solo sabe ver lo que puede verse, que la inmensidad puede abarcarse con el último pensamiento, que puede convertirse en el primero solo una vez en la vida, o que el punto sea tan grande que abarque toda la inmensidad de formas distintas cuyas ignoradas propiedades se compenetren hasta la identidad en sus esencias inmortales, que el camino es vía y meta en todas partes donde haya pugna y creación, pensamiento y esperanza, traición y agradecimiento, que todo el aliento está listo para emprender el viaje y llegar allí de donde no pueda ya irse sin sufrir la mayor de las desilusiones del que sabe... No te he dicho que la estación se transforma momento a momento en la virtud de una ley no descubierta por especialistas omniscientes, para ir al compás de los cambios producidos en mentalidades inalteradas, ni que las verdades son tan peligrosas como las no verdades cuando uno se obstina en ponerlas a prueba, o en invalidar su existencia, que nunca puede significar más tarde, antes o ahora, en un mundo sometido al cambio y al mismo tiempo inmóvil en sus impenetrables honduras, que el tiempo solo es la faz más temida de lo desconocido, idolatrado en el intento del hombre por superar las barreras de la ilusión invisible... |
Elena
Liliana Popescu
elpopesc@gmail.com
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