Atornillarse a un orden secreto, imprevisto
Dorin Popa

desde siempre, me ha hechizado
el momento en que los hombres pierden sus pequeñas alas,
el momento en que empiezan a atornillarse lentamente
en sus vidas
con una especie de frenesí

desde siempre, con idéntica sorpresa,
he contemplado intrigado como mis semejantes se sumergen
en esas vidas suyas con indiferencia,
con indiferencia y cansancio,
con una languidez dulce y triste – petrificada

silenciosos, a escondidas, mis amigos se han atornillado
unos en broma, gráciles, con sonrisas discretas,
otros, con decisión, obstinados, se han deshecho
temprano de vellos y plumones –
en vano los llamo, en vano grito desesperado
y tiro de sus piernas hacia atrás…
ellos han entrado hasta la cintura, hasta las orejas
en sus vidas

ya no quieren, oh, no quieren para nada
escuchar otra cosa que el sonido nutritivo
de su enroscar en este mundo, en esta vida,
en esta muerte

oh, mis amigos han desaparecido por completo
engullidos por sus vidas insulsas, hambrientas, marrón-desesperadas
y yo, extraño e inmaduro, veo como lo posible se estrecha
como se ha contraído en una mancha, en un rastro
después, en el hálito ilusorio de un recuerdo
del que nadie puede confesar
nada

Dorin Popa

(trad. por Angélica Lambrú)

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