El encanto de la novela corta |
El
soplo de la vida
de Teresa Broseta. Novela Corta. Ed. Arguval, Málaga, 2005. 160 págs. , El
anónimo de Ma Ángeles Chavarría. Novela
Corta. Ed. Sepha, Madrid, 2005. 153 págs. |
En
los últimos meses han aparecido dos novelas cortas (si se puede
considerar corno tal a la de 160 páginas) de autoras valencianas
de la generación del nuevo siglo: El soplo de la vida de Teresa
Broseta y El anónimo de María Ángeles Chavarría. Ambas nacieron
en 1963 y 1965 respectivamente y radican entre la pluralidad formal y de
contenido y la narratividad. Sus
novelas son distintas, demostrativas del hibridismo caracterizador de
nuestras letras actuales: El soplo de la vida es una novela
íntima, de ambientación histórica en la Italia renacentista de Miguel
Ángel, y con la morosidad narrativa subrayando la humanidad de su
argumento; El anónimo es una obra frenética de contenido social
sobre un tema laboral de actualidad: el mobbing. La novela de
Broseta está narrada en tercera persona, mientras que la de Chavarría
apuesta por la combinación entre el soliloquio justificativo y la tercera
persona de los centrales. La primera se detiene en el detallisrno y
muestra un mundo humanista desde la sensibilidad y las pasiones y la
segunda retrata el vértigo de animalidad actual con la presión hacia los
oíros por bandera, corno se percibe en el ámbito de la acción. |
Teresa
Broseta es una narradora con ocho libros publicados desde 2001, sobre todo
cuentos infantiles en valenciano. Con El soplo de la vida obtuvo
e! Premio de Novela Corta del diario Sur de Málaga. Es una novela de
pasiones llena de sensibilidad. Piero, hijo de canteros, reniega de la
tradición familiar que lo condena a continuar la saga de picapedreros del
mármol de Carrara cuando observa a Miguel Ángel en la plaza de la
Signoria de Florencia. Camina a Roma a toparse con el maestro, mientras
pinta la bóveda de la Capilla Sixtina. Intenta acercarse a él, a pesar
de la brusquedad de su carácter, y halla a un hombre entre lo humano y lo
sobrehumano por la mitificación que le infiere Piero. Es
una novela circular y cerrada. Los capítulos inicial y final se localizan
en la Florencia de 1564. En el centro se desarrolla la historia de Piero y
los motivos de su viaje inicial a la capital toscana. Sus espacios se
ajustan con la narración, estilo medido y ajustado al argumento,
naturalidad y precisión en el dibujo de los personajes. Y una novela histórica
con hombres: sin sociedades secretas, ni argumentos bizantinos, mal
entendidos corno policíacos, ni códigos esotéricos y peripecias tramoyísticas
al uso. |
El
anónimo, en
cambio, es una novela dinámica. Se suceden muchos acontecimientos en sus
escasas 153 páginas. Comienza y finaliza con la narración monologal de
Neus, una joven periodista que escribe una novela sobre el acoso psicológico
en el trabajo, para lo cual empleara como alter ego a Nerela, con
personajes que persiguen la supervivencia en un ambiente laboral
asfixiante y falso. Al recibir un anónimo escribe la parte central del
libro y denuncia estas situaciones, en las que la mujer es una víctima
propicia. Nerela se enfrenta a un universo donde nada es lo que parece: a
una transfusión de la vida actual donde las zancadillas en el mundo del
trabajo son permanentes y extenuantes. Aunque la intriga es importante,
Chavarría aboga por la sucesión en cadena de personajes y
acontecimientos con un ritmo estresante, a la búsqueda de un final
consciente pero muy abierto, e ¡incluso discutible o, al menos,
susceptible de distintas interpretaciones. Cuida mucho el contenido porque
denuncia una situación frecuente por desgracia, aunque el discurso se
cargue en ocasiones de recursos meta literarios. El mundo de Neus-Nerela
es caótico y así se percibe con el vaivén de personajes fantasmales que
contempla. El resultado continuo es la negación de lo humano. |
Dos novelas que se apartan de la tónica comercial general, ilustradoras del buen panorama de la narrativa actual en Valencia, y representativas de la pluralidad dominante en el género. No ganarán el Premio de Torrevieja pero son creaciones ni ideológica ni estéticamente detestables. |
J. Vicente Peiró
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