Durante la Segunda Guerra Mundial ocurrieron muchas atrocidades, pero también algunas historias insólitas y esperanzadoras que han llegado a nosotros gracias a los supervivientes. Ya son varias las novelas escritas para dar voz a quienes sobrevivieron y nos cuentan lo que tuvieron que afrontar.
La esposa del prisionero se suma a este género narrativo sobre supervivencia y amor en la Segunda Guerra Mundial y también está basada en hechos reales. La autora cuenta en una nota al final del libro que se inspiró en una historia real contada por un hombre que estuvo en los campos de prisioneros, pero que no recordaba todos los detalles. Brookes viajó a los lugares donde sitúa la historia e investigó en las fuentes disponibles para recrear lo que pasó. Es, por lo tanto, ficción, pero basada en hechos reales, y no solo por la historia principal, sino por otros detalles que se cuentan sobre las condiciones de vida de los prisioneros.
La historia engancha y resulta a la par aterradora y esperanzadora. Trata sobre una joven mujer checa y un soldado británico que se enamoran cuando él realiza trabajos por orden de los nazis en la granja de la familia de ella. Sin ahondar en detalles para no desvelar el desarrollo de la novela, lo más impactante de la trama es que ella se hace pasar por un hombre para poder permanecer con él cuando son apresados y enviados a un campo de prisioneros.
Quizá lo más interesante y cautivador del libro son los detalles sobre la vida de los prisioneros: la falta de higiene, alimentación y cuidados básicos, pero también el compañerismo, la lucha por la supervivencia y la esperanza. Como la autora se ha documentado y cuenta las cosas tal y como fueron, la novela sirve para conocer más sobre los prisioneros de la guerra y para hacerse una idea de los horrores que llegaron a cometerse y de la valentía y generosidad de quienes no se dejaron arrollar por ellos.
Es bueno leer historias que te acercan a la crudeza de la vida, y más aún cuando, a pesar de ello, son historias que abren a la esperanza en que el horror no puede destruirlo todo.
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