La tierra de las puertas por Alma Labiur almalabiur@telefonica.net |
En
aquella tierra en penumbra, no se podía diferenciar el día de la noche,
pues su apariencia mortecina era invariable. Las
guaridas circulares de los Grúns, se agrupaban salpicando el entorno,
simulando poderosas garras incrustadas en aquella yerma extensión. Sigilosamente,
a suficiente altitud para no ser descubiertas por ojos enemigos, dos Arpías
surcaban el amplio espacio aéreo. -
Mira, podríamos descansar en aquel saliente plano de la montaña. Observó
la más joven de ellas haciendo un ademán. -
Me parece fiable. Creo que ya es hora de darle descanso a nuestras alas.-
Dio su conformidad la más veterana. En
la mordiente rocosa, descubrieron una concavidad cubierta por la maleza. -
¡Vaya, al parecer la suerte está de nuestro lado! ¡Hemos encontrado
la entrada a una cueva que parece inexplorada! – Observó una de ellas. -
No te entusiasmes demasiado hermanita, puede que tan sólo sea lo que
parece, un simple agujero en la montaña.- Añadió la otra. Dicho
esto, las dos arpías se abrieron paso con sus afiladas espadas a través
de la vegetación, y a medida que se adentraban más y más en las entrañas
de las profundidades, el pasillo natural se dilató hasta el punto en que
ambas, pudieron caminar con holgura la una al lado de la otra. -
¡Espera Dársun! ¿Que es ese murmullo?- Inquirió la más veterana de
ellas mientras alargaba su brazo para detener a su hermana. -
Suena como el rumor de una cascada.- Contestó la joven agudizando los
sentidos. -
Continuemos, pero mantente alerta.- La advirtió la más experimentada. El
sonido se intensificaba con cada metro avanzado, y la luz alicaída
que menguaba la visibilidad, permitía resaltar con potencia, los
destellos brillantes, que refulgían en las paredes. El túnel finalizó
repentinamente, en una plataforma ovalada suspendida hacia un abismo. -
¡Que Jándra nos proteja, estamos en trance! Exclamó Yanúr, la Arpía
mayor. -
¡OH, maravilla de maravillas! Esto es tan innegable como las garras de
mis patas. Un paraje natural a dónde la desertización no pudo
llegar con sus lacios dedos. ¡Increíble, sí, pero bellamente real!
Podemos planear hasta el lago de más abajo.- Sugirió entusiasmada Dársun. -
¡No seas tan impetuosa! Es mejor caminar por el sendero y protegernos con
la alta y espesa maleza que crece a ambos lados, de esta manera podremos
ocultarnos si es preciso.- Expuso Yanúr, con sensatez. -
Sin duda nuestra dama mayor, estará muy satisfecha cuando regresemos con
un territorio más, añadido al mapa de exploración.- Dijo Dársun. -
Como exploradoras, este es nuestro cometido, pero deja de mirar tanto la
cascada y céntrate en poner los pies sobre tierra firme. Deberías de
prestar más atención al terreno. ¿Te has percatado de que a ambos
lados, la naturaleza crece salvaje y a su ritmo, mientras que el sendero
permanece descubierto y bien cuidado? Es bueno que te fascinen los
ambientes naturales, pero para llegar a ser una buena exploradora, eso no
basta, tienes que desmenuzar los pequeños detalles, cosas que a ti, se te
pasan con demasiada frecuencia desapercibidas. – Le regañó Yanúr. -
¡Siempre igual, relájate y disfruta un poco hermanita!- -
No tenemos tiempo para relajarnos. Eres inexperta, irresponsable y no
valoras el tiempo que se te ha concedido. Déjate de tanto sueño y
afrontar el ahora pues, tu impulsividad puede conducirnos a
situaciones peligrosas, fuera de nuestro control. ¿Te has parado a pensar
en algún momento por qué está también cuidado este sendero? ¿Quién o
que lo mantiene en tan perfecto estado? ¿Se te ha ocurrido que puede ser
obra de los Grúns?- Se enfadó Yanúr, plantada delante de su hermana y
mirándola desde cuatro palmos más arriba debido a su altura. -
Tú siempre tan negativa, ¿por qué no puedes pensar que quizás las
criaturas que mantienen el sendero bien cuidado, pertenecen a una raza
amiga? Eres la jefa de las arpías exploradoras, pero creo que en este
caso te está cegando tu afán proteccionista. Si los Grúns hubieran
descubierto este lugar, ya lo abrían devastado, como hacen con todo lo
que tocan. En vez de estar deleitándonos con esta diversidad de colorido,
estaríamos ante la visión opuesta. Un ambiente gris y deteriorado, falto
de color, y ensombrecido por la calcinación. Ésta es mi deducción como
exploradora. Yanúr, siento decírtelo, pero creo que esos asquerosos
seres amarillos de ojos inyectados en sangre, te están obsesionando. ¿Qué
tiene de malo soñar un poco y desconectar de ésta realidad que nos
oprime constantemente?- Argumentó casi sollozando Dársun. -
¡Perdona tesoro, no quería entristecerte! Me preocupa que puedan hacerte
daño, por eso en ocasiones soy tan dura contigo.- Las
alas de Yanúr se abrieron para acoger con amor casi maternal a su hermana
pequeña. Después de retirarle los cabellos ondulados que le caían sobre
sus grandes y pardos ojos, prosiguió diciendo con una extensa sonrisa: -
Algún día, tú ocuparás mi lugar como jefa de las exploradoras. Estoy
del todo convencida. Venga, continuemos descendiendo.- -
No te preocupes, ya estoy mejor, y ese día que pronosticas, espero que
sea cuando tú ya estés viejecita y no puedas planear, o sea, que tendrán
que pasar aproximadamente unos trescientos años. Dijo Dársun
devolviéndole la misma expresión de dulzura a su hermana. -
Sí, sí, pero que conste, no soy negativa, sólo extremadamente
realista.- Volvió a regañarla cariñosamente Yanúr, mientras se giraba
para proseguir el sendero. A
su espalda, escuchó la tímida risa de su hermana, y ella, también sonrió. El
terreno descansaba en un espacio plano y circular, desdoblándose en
varias direcciones. La
ruidosa cascada, que en algunos tramos de su vertiente tropezaba con la
roca, acentuando su tumultuoso sonido, henchía un lago de color melocotón
que placenteramente bordeaba un extremo de aquel apacible lugar. A su
orilla, crecían exuberantes, las aperladas flores de unas plantas
medicinales, conocidas con el nombre de Rinervas. Ubicado
en el centro de aquel ambiente, se erguía un cristalino altar de forma
hexagonal, rodeado por unos cirios que chispeaban unas llamas de color
azul añil. -
¡Mira, es un altar!- Exclamó Yanúr con gesto de asombro, aligerando el
paso descendente, mientras continuaba diciendo: -
Lo que más me inquieta, es que esos velones que lo rodean, están
encendidos, sin aparente signo de desgaste, por lo que deduzco que fueron
prendidos recientemente.- -
¿Qué es lo que guardará en su interior? Preguntó Dársun, con la
cotidiana curiosidad que tanto la caracterizaba, al tiempo que sin
percatarse, revoloteaba tras su hermana como una abeja nerviosa. -
¡Ve con precaución! – Le advirtió Yanúr conocedora de la
impulsividad que movía a la joven. Cuando
estaban a punto de desvelar lo que la urna protegía, se escuchó una música
de arpa que inundó la atmosfera. -
¡Rápido, tras la vegetación!- Y sin decir más, Yanúr, arrastró con
ella a su hermana, quedando ocultas tras el alto verdor del camino. Se
mantuvieron alerta, esperando que apareciera algún ser abominable, pero
después de un rato, nadie hizo acto de presencia. -
Que raro. La música ha cesado.- Notó Dársun -
Si, y nadie acudió.- Confirmó Yanúr, mientras apartaba el ramaje para
escudriñar mejor el entorno y proseguir diciendo: -
No te muevas de aquí, yo intentaré averiguar que guarda el altar.- -
Uf, de acuerdo, no tengo ganas de discutir. Obedeceré las órdenes como
un buen soldado.- Dijo Dársun con evidente sarcasmo. Yanúr
se fue aproximando con cautela, y cuando estuvo frente a la
acristalada estructura, la música de arpa volvió a sonar. Era
una melodía envolvente y relajante. Las notas parecían fundirse en el
ambiente, acompasadas por la cálida voz del agua. -
¡¡No puede ser…!! ¡¡Esto es imposible…!!- Exclamó sorprendida Yanúr. -
¿Qué, no puede ser? - Susurró la voz de su hermana asomando la
cabeza por detrás. -
¿Te has vuelto loca? Me acabas de dar un susto de muerte. -
Lo siento, no fue mi intención. La curiosidad me pudo.- Se disculpó. -
¡¡Un día de estos… grrmmmm!!- Le gruñó su hermana. -
¡¡Vale, vale, no volveré a hacerlo!! Pero, ¿Qué es esa cosa tan
imposible de creer que guarda la urna? Preguntó Dársun tratando de
restar importancia al enfado de la otra arpía. -
¡¡ Creo que hemos encontrado el libro azul!!- Volvió a exclamar
Yanúr. Cuando
finalizó las palabras “Libro Azul”, una luz añil salió del libro, e
intensificando su brillar, iluminó las caras de las dos maravilladas
espectadoras. -
¿Te estás refiriendo al libro que cuenta la historia del día Oscuro?-
Interrogó un tanto asustada Dársun. -
¡¡Sí, a ese libro!! ¿A cuál si no? ¿O a caso conoces otro libro
Azul?- Dijo con evidente irritabilidad Yanúr. -
Pero se cuenta que había sido destruido por los Grúns.- Aclaró la
joven. -
Al parecer eso no es cierto, pues lo tenemos delante.- Evidenció Yanúr. -
¿Qué hacemos? ¿Cómo abrir la urna sin dañarla? Tal vez encontremos un
mecanismo de apertura. Volvió a insistir con notorio nerviosismo Dársun. -
No lo sé, no lo sé. Deja ya de moverte tanto, necesito pensar. – Se
alteró Yanúr, al tiempo que proseguía advirtiendo: -
No te atrevas a tocar nada hasta que estemos del todo seguras de cómo
vamos a proceder.- De
nada sirvieron las indicaciones de su hermana pues, cuando esta concluía
su frase, Dársun, acarició un pomo con cabeza de lobo, que estaba
situado al lado izquierdo de su hermana. La
urna de cristal, se desdobló a derecha e izquierda como si de dos
abanicos individuales se tratara, e inmediatamente, el libro quedó al
descubierto, mostrando la figura de un árbol de grandes raíces, tallado
con finos y brillantes hilos en su portada. Las dos hermanas retrocedieron
al tiempo, sorprendidas por la voz misteriosa que emergió espontáneamente
de aquellas viejas páginas: -
Si escuchas mi voz, es porque eres una arpía, sólo ellas tienen el poder
necesario para abrir el libro Azul y oír mi relato. Me llaman Ándra, y
en este instante, te otorgo el rango de guardiana. Tu historia será
la mía y la mía será la tuya, pues ahora, pasado y presente se escribirán
en él. Serás la privilegiada, la única que podrá ver y leer en sus páginas.
Recuerda que, durante el transcurso de tu misión, te encontrarás con
fieles aliados, valora su compañía. También conocerás a lobos con piel
de cordero que estarán al servicio del mal, a estos seres no es fácil
reconocerlos, pero confía en tu instinto, seguro que te servirá bien.
Selecciona a tus aliados y desconfía de las facilidades que se te
presenten en el camino pues, la responsabilidad que se te ha concedido,
implica riesgos y senderos tortuosos, en dónde nada es lo que parece. Si
el libro cayera en manos enemigas, solo podrás volver a recuperarlo
volviendo a este mismo lugar. El gran hechizo que lo protege, hace que en
otras manos que no sean las de la actual guardiana, se desvanezca para
reaparecer en el interior de esta urna. No
sientas ni el más mínimo temor por ser descubierta mientras doy comienzo
al relato del día oscuro, porque en estos instantes, tú, el libro, y
todo lo que te rodea, sois invisibles a ojos hostiles. Siéntate
lo más cómodamente posible, para poder visualizar con toda tranquilidad,
las imágenes que se proyectarán en el aire, al iniciarse mi historia.-
Así habló la esencia de Ándra. Las
dos hermanas tomaron asiento, intentando calmar las agitadas palpitaciones
de sus dos corazones. La
voz empezó diciendo: Todo
comenzó en… |
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