Elvis, de Baz Luhrmann por Francisco José García Lozano Facultad de Teología de Granada E-mail: fgarcial@uloyola.es
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Elvis es un biopic australiano sobre la figura del Rey del Rock and Roll, dirigido por Baz Luhrmann (Moulin Rouge, El Gran Gatsby) que también coescribe el guion junto a Jeremy Doner (The Killing, Daños y perjuicios), Sam Bromell (The Get Down) y Craig Pearce (Pistol, Will). La película explora durante más de 20 años la vida y la carrera musical de Elvis Presley a través del prisma de su complicada relación con el Coronel Tom Parker, su controvertido manager durante todo ese tiempo. Este es el principal aspecto que diferencia a Elvis de otros biopic como Bohemian Rapsody o Rocketman, su foco narrativo: este, en vez de estar centrado en la figura de Elvis Presley como cabría esperar en este género, lo está sobre el coronel Tom Parker. Este oscuro manager, magistralmente interpretado por un enorme Tom Hanks, ocupa el lugar que tradicionalmente pertenecía al cantante. Esto es lo que nos permite adentrarnos en una figura turbia y polémica que realmente fue la que controló la vida de la estrella del rock. Elvis se inicia con la voz en off de Hanks relatando cómo descubrió a un joven cantante sureño inseguro de sí mismo ante una de sus primeras actuaciones con público y cómo unos minutos después había provocado los grititos orgásmicos del público femenino que asistía al show. El coronel Parker se convertiría a partir de entonces en la persona que llevaría a Presley a lo más alto del estrellato musical a costa de convertirlo en un rentable producto de marketing del que él se llevaría hasta un 50% de los royalties al final de la carrera del cantante. Era un hombre enigmático que se hacía pasar por norteamericano, pero que años más tarde se sabría que era un inmigrante ilegal nacido en los Países Bajos, su nombre real era Andreas Cornelis van Kuijk. Es por eso que el punto de vista de la película cobra vital importancia. Parker podría considerarse como "el malo" de la historia, la persona que se benefició del talento de Elvis y que coartó con sus decisiones empresariales muchos de los anhelos que tenía el cantante como, por ejemplo, hacer una gira de conciertos mundial. El narrador se exculpa a sí mismo, nos oculta información importante al público, y se nos presenta como alguien honesto que siempre trabajó para conseguir los mejores contratos en el desarrollo de la carrera artística de su estrella tutelada. Sin embargo, a través de las imágenes Luhrmann nos cuenta otra historia. Una que funciona por contraste con la del manager, para presentarnos a un Elvis vulnerable y maleable, una víctima de su propia fama que fue vampirizado por gran parte del entorno más cercano, incluido su propio padre, hasta conducirle sin remedio a una etapa autodestructiva en la que se convirtió en un adicto a las pastillas tranquilizantes. El coronel Parker se autodefine en la película en tono jocoso como un farsante, un charlatán de barraca de feria cuya nueva atracción es Elvis. Y, en parte, tiene razón en definir el mundo del espectáculo como una farsa. Cualquier forma de éxito conlleva un estudio de marketing detrás, una reformulación de las aptitudes de un artista ante las necesidades del público mayoritario, algo que puede aplicarse a cualquier expresión artística, el cine también, donde el mainstream acaba devorando en muchas ocasiones a la independencia creativa que precisamente diferenciaba de inicio a ese artista. En la época que le tocó vivir, Elvis estuvo sometido a un estricto control moralista en todas sus acciones (los movimientos de cadera en el escenario se veían como una sexualización casi demoníaca que estuvo a punto de llevarle a la cárcel). La integración de la música negra dentro de su repertorio también se veía como un desafío a las leyes segregacionistas que predominaban en el convulso panorama político (en el filme aparecen reseñados los asesinatos a Martin Luther King o Kennedy). El director Baz Luhrmann no se limita a mostrarnos a un icono de la música e, igual que juega con nuestras expectativas ocultando el rostro de Elvis durante las primeras escenas, se sirve luego de un imaginario grandilocuente para convertirlo en el verdadero héroe americano en su lucha contra las injusticias sociales. Por eso no es baladí la referencia que se hace a los cómics de Capitán Marvel Jr. que apasionaban al músico de pequeño, Elvis es también aquí un superhéroe cada vez que se sube al escenario cuyo superpoder es hacer feliz a los demás, un rebelde con causa que cambió la mentalidad de la sociedad estadounidense. Elvis es finalmente un filme apabullante, excesivo, febril, asombroso. Los primeros 20-30 minutos te dejan sin respiración con un despliegue inconmensurable de viejos trucos que Luhrmann ya había utilizado en anteriores trabajos, en especial Moulin Rouge (2001). Todo ello bajo un carrusel musical que fusiona lo nuevo con lo clásico en un derroche de imaginación solo al alcance de los grandes. Tras ese inicio avasallador es normal que luego se sienta un ligero bajón cuando la película debe acometer una historia "convencional" de ascenso a la fama, pero si nos fijamos en los detalles antes citados veremos que este bio-pic resulta mucho más atípico de lo que aparenta y que hay muchas cosas que rascar bajo su apariencia de artificio. Son 159 minutos de purpurina y oro que no pesan, todo lo contrario. Las imágenes de la actuación final de un Elvis obeso que ya casi no podía sostenerse en pie interpretando la inolvidable melodía del "Unchained Melody", son un emotivo broche final para la película. Y al frente de todo este bestial espectáculo que aúna la frivolidad de Las Vegas con el glamour del Hollywood clásico, nos encontramos con un sorprendente Austin Butler mutando en un Elvis al que no se limita en imitar. El actor, poco conocido hasta la fecha, encuentra un espacio intermedio donde poder reverenciar la figura del artista sin caer en el cliché, afrontando con igual acierto el frenesí de sus movimientos espasmódicos encima del escenario como cuando debe reflejar la ansiedad emocional que le carcomía por dentro al bajarse del mismo. No hay que olvidarse de la réplica que le otorga el gran Tom Hanks, ayudado aquí por un admirable trabajo de maquillaje, en un papel moralmente ambiguo y antipático que vuelve a bordar como hace siempre. En pocas palabras, Baz Luhrmann apuesta en su película Elvis por un espectáculo colorido y excitante. El cineasta usa un estilo personal a la vez que muy apropiado para repasar la vida del rey del rock mediante el conflicto entre estrella y agente, dos personajes muy bien interpretados y caracterizados. Estamos ante una película muy recomendable, aunque quizá tenga alguna situación un poco redundante. Casi 45 años después de la muerte de Elvis Presley, este biopic es tanto un buen homenaje que probablemente gustará a los fans, como una buena oportunidad para los más jóvenes de acercarse al mito. Ficha: Título en V.O: Elvis. Director: Baz Luhrmann. Año: 2022. País: Australia. Guion: Jeremy Doner, Sam Bromell, Baz Luhrmann, Craig Pearce. Historia: Jeremy Doner, Baz Luhrmann. Duración: 159 m. Reparto: Austin Butler, Tom Hanks, Olivia DeJonge, Richard Roxburgh, David Wenham, Kodi Smit-McPhee, Dacre Montgomery, Luke Bracey, Xavier Samuel, Kate Mulvany, Natasha Bassett, Charles Grounds, Leon Ford. Género: Drama. Biográfico. Música. Años 50. Años 60. Años 70. Web oficial: |
ELVIS | Tráiler Oficial
De la mano de Baz Luhrmann, el visionario realizador nominado al Oscar, llega "Elvis", el drama de Warner Bros. Pictures protagonizado por Austin Butler y por el ganador del Oscar Tom Hanks. |
por Francisco José García Lozano
Facultad de Teología de Granada
E-mail: fgarcial@uloyola.es
Publicado, originalmente, en: Razón y Fe, 2022: septiembre-octubre, t. 286, n° 1459, pp. 221-224, ISSN 0034-0235
Razón y Fe forma parte de la Cátedra Hana y Francisco Ayala de Ciencia, Tecnología y Religión de (ICAI-Comillas). A partir del año 2023, es una revista académica cuatrimestral.
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