Entrevista sin palabras

Charles Chaplin

Crónica de Francisco Ferrándiz Alborz

Suplemento dominical del Diario El Día

Año XXII Nº 1075 - Montevideo, 23 de Agosto de 1953 versión en pdf.

Hemos leído algunas criticas publicadas sobre la última producción cinematográfica "Candilejas", de Charles Chaplin. Ninguna de ellas ha dejado en nuestro recuerdo recuerdo referencia para ulteriores deducciones. No porque las críticos adolezcan de posibilidad valorativas, sino por excesiva capacidad, si bien esta es de orden técnico. Se hace crítica para los especializados en alguna de las artes. Priva ahora el criterio de que los críticos deben enseñar a los novelistas a escribir novelas, a los pintores a pintar, a los virtuosos del piano a ejecutar, naturalmente a los cineastas a representar films. D e ahí la escasa o ninguna influencia de la crítica en el gusto valorativo del  público.

Esa comisión estaba encomendada antes, creemos que también ahora, a las escuelas y academias. Para demostrar la diferencia existente entre el enseñar y el hacer artístico, será suficiente señalar que son raros, muy raros, los “enseñadores" con capacidad recreativa de arte. Si la critica se redujera al aspecto técnico de la obra artística, a enseñar a hacer, entonces los mas grandes artistas serían loa críticos, y no es así, afortunadamente. Y sucede todo lo contrario, pues por el afán de demostrar capacidad de realización, los críticos pierden la parte de creación artística que la critica lleva consigo.

Teorizando sobre la crítica, hablaba Saínte-Beuve de ese “momento exclamativo del artista: "¡Lo encontré!", por el que el poeta halla la región donde su genio vive y se hace futuro, y el critico descubre el instinto y la ley de ese genio". Mucha agua ha pasado bajo los puentes desde Sainte-Beuve a la fecha, pero siguen imperando los mismos términos de la cuestión. Términos de perogrullada: la obra de arte no es un realizar mecánico o técnico. Al artista le viene a la medida el refrán: "Lo que natura no da Salamanca no presta". Y un crear da raíz instintiva no puede interpretarse ni valorarse con divagaciones escolares, que a la postre resultan pedestremente escolásticas.

Charles Chaplin es un artista incidiendo continuamente sobre el acontecer humano. Su mejor biografía es su obra, que en realidad está condicionada por su íntima cuanto dolorosa experiencia de vida. Se evade de toda biografía, así como de todo juicio crítico. Hay que aproximarse a él, sólo aproximarse, bordeando sus contornos anímicos en apretada red circular de sensaciones, hasta llegar al meollo de su drama. En él lo exterior se funde a lo interior, lo anecdótico es parte sustantiva de su vida. Por eso hemos de valorarlo en relación al drama de todos los hombres de nuestro tiempo. En este aspecto, lo que ni críticos ni biógrafos han conseguirlo, lo logró, en la medida de lo posible, Waldo Frank en el ensayo que le dedica en su libro "Out América". El artista como punto de incidencia de las contradicciones de una civilización, la occidental, en la que el hombre se debate buscando una finalidad a su propia vida, creyendo hallar esa finalidad, pero empezando su rebusca al final de cada etapa de su fracaso.

Esta voluntad de persistencia en el esfuerzo sitúa a Chaplin en el centro de la gran pugna, más que política y económica, espiritual. Pero no un centro equidistante sino superador de dos sistemas, ya negativos en el proceso ascendente del mundo contemporáneo. El dramatismo del personaje evidencia que es imposible hallar salvación dentro de la clausura de los egoísmos capitalistas, pero, a la vez, grita su impulso de vivencias como entidad hombre, afirmando su voluntad de ser, más allá de todo gregarismo doctrinario, del que es expresión aberrante el servilismo comunista. Chaplin es el hombre que busca una salida a su libre expresión vital y es triturado por las dos fuerzas negadoras de esa espontánea libertad del hombre. Para él lo que importa no son los sistemas sino la vida misma.

Y su vida, la interpretación que hace de la vida desde el punto de vista humano, es la de la inocencia en estado de gracia. El hombre puro luchando contra la impureza convertida en régimen en relación humana. He ahí el humor trágico de Charles Chaplin. Una tragedia en la que el hombre, tal cual es en sí, queriendo sobrevivir en un mundo tal como lo han convertido los renegadores de su esencia humana. Eso suele dar a las comedlas de Chaplin un contenido melodramático. Espectáculo de la dualidad, el bien y el mal ocupando dos zonas irreconciliables de la vida, el simbolismo oponiéndose al complejo psicológico de las personalidades, condicionadas por los imperativos del medio y las circunstancias. Pero el melodrama de este genial cómico se resuelve en pura tragedia clásica, y por eso también actual, por su aliento desafiante a las fuerzas del destino. Y además, por gracia del sentimiento. Carlos Dickens, por ejemplo, es un novelista melodramático por el paralelismo ético de sus personajes, pero es a la vez de los novelistas que más hondo han calado en el corazón humano, hasta convertir los sentimientos en fuerza purificadora de nuestras pasiones. Purificadora y salvadora.

Porque lo que salva al hombre en definitiva es el sentimiento. En “Candilejas” hay un pasaje en el que Calvero dice que lo único que se posee es la verdad, pero que la verdad no basta. No obstante poseer la verdad de su situación, de conocer las condiciones por las que volvería a ser el genial payaso, Calvero nota que le falta algo, que a todo el mundo le falta algo, y es la posibilidad de descansar nuestras aflicciones en la confianza del prójimo.

Contrariamente a "el hombre solo es el fuerte", de Ibsen, de la dramaturgia de Chaplin se desprende que el hombre solo es siempre un derrotado, pero que en la soledad, en el cultivo de la intima personalidad puede y debe el hombre hallar el camino que lo conduzca la comprensión de la vida de todos, a fundirse en el amor de todos. Chaplin no rehuye a los hombrea, los busca a través de si mismo. Tan dadivoso es de su bien para los demás, que a veces bordea  el sentimentalismo. Recuérdese su papel en tres de sus obras maestra: “Luces de la ciudad”, “Tiempos Modernos" y “Candilejas".

¿Y su máscara? Este es su aporte especializado al arte cinematográfico. Hasta Chaplin, en líneas generales, el cine era gesticulación y agitación. Con Chaplin aparece el gesto y la acción. El drama cinematográfico deja de pertenecer a un primer termino de imágenes y se convierte en un espectáculo de profundidad e intimidad. Y como era lógico, para las múltiples posibilidades interpretativas del arte cinematográfico, la acción e intimidad chaplinescas brotaban del individuo, desdoblándose en fenómeno colectivo. El artista no es un ser aislado, vive siempre en relación al acontecer histórico de cada momento, que él sintetiza en cortes escénicos. Y la intimidad activa del artista traduce, para la clara comprensión de los espectadores, el íntimo drama de la sociedad en que vive. El arte ha dejado de ser, según definición del naturalismo, refiriéndose a la literatura, un espejo reflejando la vida exterior, para ser, en Chaplin como en el nuevo realismo literario, un corazón que capta y expresa todos los latidos del dolor o alegría humanos. Viendo "Candilejas" pensábamos, que un empresario con verdadero sentido artístico, lo que implica a la vez mucho de humorismo, hubiera puesto en la cartelera la siguiente advertencia: 'No apta para tontos ni para personas serias". Esto es, filosóficamente considerado, una redundancia, tontería y seriedad son sinónimos en esta feria de vanidades que es la vida, y que nos perdone Thakeray por el plagio. El tonto es un hombre sin drama, como igualmente el serio, ese serio que nunca se ríe naturalmente. Son ambos, sí, elementos de actuación para hacer sufrir el sentimiento dramático del hombre sencillo que sabe llorar y reír.

Intentamos configurar el gesto del tonto serio, o el serio tonto, queriendo encontrar miga al drama de Calvero y Thereza en “Candilejas”. Un drama vulgar. Toda la dramaturgia de Chaplin brota de un primer término espiritual de vulgaridades. ¿Qué es una vulgaridad de tema artístico? El niño que llora, la mujer desesperada por el infortunio de su ideal de amor, el hombre torturado por la incógnita del pan de cada día, el artista, condenado al aislamiento para poder adaptarse a un clima de adulaciones, todos esos motivos son temas vulgares. Pueblos oprimidos, hombres desconocidos, la infamia como sistema de convivencia, campos da concentración persecuciones y odio hasta la muerte por discrepancias politices y religiosas. Todo es vulgaridad. El arte es, para los seres tontos, entretenimiento, una manera de dispersar el tiempo, pera que, cuando perdido no pese sobre nuestra conciencie, en el supuesto de que los tonto-serios la conserven. Si, es repugnante. muy repugnante la vida de ese hombre serio que no sabe reir.

Vulgaridades, por ejemplo, en “Candilejas" cuando Calvero, ante el reflejo psicológico de Thereza con miedo de no pode bailar, le suelte una bofetada. Se compranden las brutalidades para la satisfacción de bajos apetitos, pero una reacción brutal de alta jerarquía, para alcanzar el triunfo, es una vulgaridad. Y cuando Calvero, al iniciarse el baile, se arrodilla y suplica al misterio el éxito, no deja de ser una vulgaridad, máxime cuando el acto trascendente de la súplica se convierte en humor por la intervención del empleado que le pregunta si ha perdido algo. "Si, un botón, pero ya lo encontré". Y eso es todo. Buscar mirando al vacío, que es la mejor manera de encontrarse a sí mismo, no tiene sentido, es una vulgaridad, la busca sólo puede dirigirse a cosas materiales, aunque ello sea un botón.

Y la capacidad de renuncia a su propia felicidad ante la duda de no poder hacer feliz al ser amado, y la preocupación constante por una superación de su obra artística, y su entereza de ánimo despreciando el ridículo, y el ritmo, ese ritmo de su vida interior insobornable... Todo es vulgaridad para los serios sin sonrisa. Por todo esto hubiéramos puesto una advertencia en la cartelera: “ No apta para tontos y serios". Apta, sí, para esos terribles pecadores que son los niños, y para las personas con amargura o alegría de vivir, y para cuantos quieren hallar un asidero de voluntad que le , aliente a la buena comprensión de las cosas. Pero todo esto son vulgaridades.

Hay una escena en "Candilejas" digna de reflexión, como todas las del film , cuando Calvero forma parte de la murga callejera y con sombrero en mano pide unas monedas. Se le reconoce y se tiene vergüenza de darle limosna nada menos que al gran Calvero. Sin embargo no se siente vergüenza de que un artista que con su genio ha mantenido la posibilidad del goce filosófico de la vida, haya caído, por la injusticia social, en un ser al margen de la misma sociedad, de lo que la sociedad debe ser como fuerza solidaria con todos los hombres. Y una vez más Chaplin hace de su desgracia un rasgo de humor indicativo. El no siente vergüenza de pedir y da las gracias incluso a quienes no ayudan a él y sus compañeros. Continuará derrochando gracia alada de humor trágico, sonriente, hasta el mismo momento de su muerte... Pero acaso esto  sea también vulgaridad, apta solo para niños y adultos saturados de alma.

 

Crónica de Francisco Ferrándiz Alborz (Especial para EL DIA)

Suplemento dominical del Diario El Día

Año XXII Nº 1075 - Montevideo, 23 de Agosto de 1953 versión en pdf.

Gentileza de Biblioteca digital de autores uruguayos de Seminario Fundamentos Lingüísticos de la Comunicación

Facultad de Información y Comunicación (Universidad de la República)

 

Ver, además:

                         Candilejas / Limelight - 1951, por Hugo Alfaro (Uruguay) c/video

                    

                                                                  Francisco Ferrándiz Alborz en Letras Uruguay

 

Editor de Letras Uruguay: Carlos Echinope Arce   

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