El cliente se acercó al mostrador de la oficina y quiso hablar con el Jefe de Cobranzas. El señor Repeticio, así llamado el Jefe, lo hizo pasar a su despacho, donde lo invitó a tomar a siente frente a su escritorio. El cliente, llamado señor Robles, que había optado pro el Plan Triángulo, se quejó porque el cobrador no iba a su casa.
El señor Repeticio le preguntó su apellido y cuando lo supo, se dio vuelta en su silla giratoria y tomó unos legajos del pequeño mueble que tenía detrás.
-Señor Robles, - dijo apartando los legajos y quedándose con uno.- Acá está. Bien En su legajo hay unas cuantas notitas. Vamos a ver. Acá dice que fue el lunes y usted no estaba, fue el martes y no estaba. Fue el miércoles y no estaba. Fue el jueves y no estaba. Fue el viernes y no estaba. Fue el sábado a la mañana y no estaba tampoco. ¿Entonces usted no está nunca en casa?
-Bueno, pero habíamos quedado que antes de ir me iban a llamar por teléfono, - respondió el cliente.
-Justamente,- prosiguió diciendo el señor Repeticio.- Acá tengo unas notitas de los llamados telefónicos del cobrador. El cobrador llamó el lunes y usted no estaba, llamó el martes y no estaba. Llamó el miércoles y no estaba. Llamó el jueves y no estaba. Llamó el viernes y no estaba. Llamó el sábado a la mañana y no estaba. ¿Entonces cuándo está usted?
-Bueno, ya que estoy acá, podríamos combinar un día fijo. ¿Podría ser mañana martes a la mañana?
-Está bien, señor Robles. Pero espérelo. No sea cosa de que vaya el martes y usted no está. Va el miércoles y tampoco está. Va el jueves y tampoco está. Va el viernes y tampoco está. Va el sábado a la mañana y tampoco está.
El cliente, un poco molesto, se levantó, en tanto respondía:
-Bien. Mañana martes voy a estar seguro, miércoles voy a estar seguro, jueves voy a estar seguro, viernes voy a estar seguro y sábado a la mañana voy a estar seguro.
-Está bien, está bien... No hace falta que me haga todo ese rosario. ¡Con decirme que va a estar todos los días es suficiente! ¡No soy un chico!
El cliente se fue dando un portazo y el señor Repeticio tiró el legajo de notas sobre el mismo mueblecito del que lo había sacado, murmurando para sí:
-¡Hay que jorobarse! ¡Hay cada gaucho en esta pampa!
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