Somos el germen vital
en un mundo de deseos.
Somos el deseo mismo
en la plaza del universo.
La propia vida alberga
un mar de sueños
en un océano de suspiros.
Cada uno es dueño
de la estación de su tiempo.
Tomar por origen la luz
y por destino la verdad,
tiene su calvario,
pero también su ventura
de espera a la esperanza.
Vivir sin deseo
es morir a destiempo.
Allí donde hay muerte,
seas el deseo tú,
la energía que somos.
Dejemos que el surtido de la vida,
inyecte amor de amar amor,
el amor que el mundo precisa
para eternizar el instante preciso. |