El solitario
El demonio ofrece una pipa de mariguana a la viuda
cuento de Camilo José Cela

El demonio gasta bigotes de cuerno de carnero, que son de mucho gusto y de muy refinada elegancia. A Carcacho, el conserje del casino del pueblo donde un hombre nació y murió, le sonaban los huevos al andar (lo que es más raro todavía porque el demonio puede hacer lo que quiera, pero los conserjes de los casinos del pueblo están llenos de limitaciones). El demonio, aliado con la cautelosa misericordia, seduce a la viuda del héroe, a la viuda del cobarde, a la viuda del objetor de conciencia, a la viuda. El demonio distingue la mariguana, del kif y del hachís; con el cáñamo también se hacen Alpargatas para bailar el suelto, sogas de ahorcado, y calabrotes con que amarrar pataches pontevedreses, insurrectas fragatas, bergantines corsarios, laúdes contrabandistas. El demonio tiene los ojos de piedra transparente, incombustible y luminosa (de color verde), y la boca grande (medio de lobo y medio de lagarto). El demonio canta canciones al oído de la viuda del Solitario (mansa viuda a la que no cabalga sino el recuerdo) y, a veces, le escupe salivas grises y contaminadoras. Las canciones que el demonio canta al oído de la mansa viuda (cabalgada no más que por el atroz recuerdo) del Solitario, son dulces, melodiosas y llenas de esperanza: como el sueño sin párpados de la mariguana. La viuda del Solitario sabe la hora exacta de su boda pero desconoce el día, ni aun probable, en que estalló el cohete de su soledad.

—Cuando vuestro marido vuelva de la guerra y os sintáis aún más irremisiblemente sola...

La mariguana huele como el violento restallar de unos labios prendidos de las zarzas, y las viudas que fuman mariguana (a solas o en compañía del demonio) sienten herir los labios como zarzas que besan, en la noche, a las luciérnagas desorientadas por el viento cambiante, por el falso viento que confunde el corazón, de los más huérfanos y sentimentales mendigos. El demonio es el culpable de que los soldados caminen con una venda sobre el mirar, para no saberse ciegos para siempre. La mariguana es la cárcel que encierra las mejores nubes (las nubes capaces de dejarse asesinar por amor) y también la catarata por la que se despeñan, entre bramidos estruendosos, las aguas que prefieren la soledad al amor. En la garganta de la viuda del Solitario se cuece un amarguillo e infiel sabor de contenida esperanza, mientras la mariguana, con su paciencia, le va dictando la interminable letanía de las resignaciones que ni merecen ser consideradas. El demonio gasta bigotes de cuerno de chivo, bigotes de mucho empaque y refinamiento.

—Cuando vuestro esposo vuelva de defender a la patria y os sintáis aún más irremisiblemente sola todavía...

La mariguana acompaña tanto, al menos, como un hombre, como una mujer, como un hombre y una mujer tendidos, uno al lado del otro, separados por un alfanje de remordimiento. El demonio, a veces, escupe, mientras habla, salivas grises e implicadoras, salivas cómplices, salivas cautelosas y en clave en las que duerme el secreto de su garganta. La viuda del Solitario ya abrirá la boca; jamás nadie se ha muerto sin abrir la boca. Hubo un tiempo, no más recién casada, en que la viuda del Solitario llegó a pensar en vaciarse los ojos para ofrecérselos al gato negro y sin nombre de los tejados. Después lo fue olvidando, poco a poco, y se conformó con saberse inmensamente sola al lado del Solitario (solo, también, como un muerto que se desangra en la nieve).

La viuda del Solitario se siente feliz y se consuela de la amenaza de la compañía sintiendo escapársele la amargura por la garganta abajo.

(Deshojemos sobre los babosos caracoles de nuestra garganta una rosa en homenaje al Solitario.)

 

cuento de Camilo José Cela

 

Publicado, originalmente, en: Unicornio, un caballo con suerte  Año 2. Nº 4. Abril-mayo 1993

Unicornio, un caballo con suerte revista literaria publicada en Mar del Plata entre mayo de 1992 y enero de 1994. Se publicaron 6 números

Link del texto: https://ahira.com.ar/ejemplares/unicornio-no-4/

Gentileza de Ahira. Archivo Histórico de Revistas Argentinas que es un proyecto que agrupa a investigadores de letras, historia y ciencias de la comunicación,

que estudia la historia de las revistas argentinas en el siglo veinte.

 

Ver, además:

 

                     Camilo José Cela en Letras Uruguay

 

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