Cuando me diagnosticaron el problema con la luz, fue como con mis dificultades de sueño. Te dicen un secreto a voces.
Estoy mejor en las sombras. Entro a las habitaciones apagando los interruptores, escribo a oscuras o con la luz tenue de la pantalla. Leo con velas o reflejos. Uso lentes de sol. Amo la noche y los días de lluvia. Me encandila todo. No me gustan los objetos brillantes, ni los fuegos artificiales. Me cae bien la luna. Prefiero sacar las fotos sin flash. Mis compañeros llegan a mi oficina y encienden la luz solo para verme cerrar los ojos. Soporté bromas sobre vampirismo, ceguera, miopía o terquedad.
Lo único que pasa es que no soporto la luz, que veo mejor en la oscuridad.
Últimamente he descubierto que allí encuentro mejor a mis fantasmas. Que mis pesadillas son brillantes pero en las sombras ellas no me alcanzan.
Allí viajo mejor en el tiempo. No me tengo que despedir de nadie. Observo mejor el exterior. Supongo con más acierto el futuro. Se me escucha reír, pero no se me ve llorar.
Puedo ver mejor la luz sobre otros, o la necesidad de tenerla. No es que odie la luz, simplemente prefiero estar en penumbras.
En la sombra puedo creer que no perdí nada, está ahí pero no lo veo. No me despido de nadie porque están ahí conmigo, están, aunque no los veo.
Se siente mejor en la oscuridad.
Te siento, mejor. |