Vamos a buscar honguitos. Tomo el cestillo, y tú la cesta grande.
Te digo -y cae una leve lluvia y estoy sin capelina- te digo: Los honguitos son redondos, blancos. Pero estos otros son pimpollos de rosa. De rosada rosa. No -contestas-. No. Son honguitos bajo lluvia. Pero mira bien... ¿Qué dices?!
Y ya diviso otros, otros, fofos, fofas, marrones como tabaco, y de aquel tronco estalla en silencio un hongo color naranja, ciruela, rojo como una estrella; que grita un poco al ser cortado.
Entonces, decimos con miedo: -Volvamos. Ya. Volvamos.
Pero sobre la levísima lluvia se abre un arcoiris inmenso y va de punta a punta; sus siete colores inasibles, apenas pintados.
-Quedémonos, pues, un poco más. |