Cosas locas de la
antigua realeza |
La historia admitirá algún día que la errática conducción política y económica que la Corona Española impuso durante cien años en las recién descubiertas tierras americanas, se debió a las múltiples complejidades sentimentales de sus reyes, que hacían imposible cualquier intento administrativo serio. Comencemos por Fernando e Isabel, cuyas contenciones sexuales, coincidían aparentemente con su religiosidad. Los antedichos monarcas de España fueron llamados "los reyes católicos" no solamente por haber tratado de quitarles la fe pagana a los indios de América poniéndoles la rodilla en el pecho como quien les extrae una muela en mal estado y por haber expulsado de la Península Ibérica a moros y judíos en nombre de la cristiandad, sino porque en su vida privada llevaron su devoción hasta extremos muy severos. Quienes han estudiado esos aburrimientos reales han llegado a la conclusión que sus abstinencias deben haber engordado la sangre de su hijo el Príncipe don Juan, quien al llegar a la edad de los apetitos ocultos, se hizo famoso en la Corte por su tartamudez y su lujuria insatisfecha. Consultados los médicos más famosos del reino por estos dos preocupantes problemas, dictaminaron que el primero era consecuencia del segundo y que los reyes deberían concertarle un matrimonio para que se calmara un poco y de ese modo recuperara el habla normal. Lamentablemente, el remedio no dio resultado. La esposa que le habían elegido, que era la Archiduquesa Margarita, lo abandonó de inmediato luego de pasarse varias noches huyendo de los implacables ardores del Príncipe por los corredores del Palacio Real y éste falleció al poco tiempo, víctima de sus apetitos incontrolados y sin haber logrado que sus satisfacciones sexuales lo mejoraran de su tartamudez. El eminente psiquiatra español Juan Antonio Vallejo Nájera, en su libro "Locos egregios" cuenta que después que Isabel murió como consecuencia de un cáncer en sus partes vergoñozas", tal como decían los textos de su época, su esposo Fernando quiso ponerse al día siguiendo el ejemplo del Príncipe don Juan y haciendo caso omiso a su edad, contrajo enlace con una quinceañera llamada Germania. Pero ésta tenía otro concepto de la vida matrimonial y para llevarlo a cabo, le hizo beber al rey una pócima que debía aumentarle su virilidad. De pronto tenía la fecha vencida porque como consecuencia, el muy católico Fernando murió en acción, igual que su hijo. No paran ahí las complicaciones reales. El nieto de los Reyes Católicos Felipe II, hijo de Felipe el Hermoso y Juana la Loca, gobernó España durante los últimos cincuenta años del siglo inmediato al descubrimiento de América. Uno de sus méritos es haber creado la muy famosa "armada invencible" para desalojar a los ingleses del dominio de los mares. La armada, que constaba de ciento treinta y un barcos, veintiocho mil soldados y dos mil quinientos cañones, era tan invencible que fue derrotada y destrozada por Drake en su primer batalla naval. Rehecha, dos años después salió de Lisboa y una tormenta le hundió casi todos los barcos. Prescindiendo de esos méritos, Felipe II tuvo una larga vida que aprovechó para casarse cuatro veces aunque eligiendo en todas las oportunidades la vía más complicada. Recién cumplidos sus dieciséis años, contrajo matrimonio con su prima María de Portugal. Al enviudar hizo lo propio con su tía segunda María Tudor. Ella era nieta de los Reyes Católicos, igual que él. Su tercer casamiento fue con Isabel de Valois que solamente tenía trece años y cuyo segundo problema era que ya estaba prometida a su hijo Carlos II. Tuvo que esperar al fallecimiento de éste para hacerla su esposa. Su último matrimonio fue con Ana de Austria que era prima suya y que a su fallecimiento se casó con Felipe I, que había sido su suegro. La vida de Carlos II merece ser contada porque fue breve pero entretenida. Era hijo y nieto de primos hermanos y para peor su bisabuela había sido Juana la Loca. La historia lo recuerda como un muchacho enfermizo, irascible, voluntarioso y cruel a quien uno de los hechos que he causaba mayor placer era matar conejitos con las manos. A causa de un golpe recibido en su cabeza, su demencia se agravó al punto tal que su padre ordenó se le prepararan los funerales. Sin embargo, los consejeros religiosos del rey opinaron que lo mejor para su recuperación, era poner en su cuarto la momia de Fray Diego de Alcalá, fallecido en olor de santidad. Durante muchas noches, el Príncipe Carlos cada vez que se despertaba por las noches, se encontraba con la momia junto a su cama observándolo fijo. A impulsos de Fray Diego su locura se agravó hasta límites incontrolables y finalmente murió feliz porque se había librado de la momia. Estos problemas de índole personal explican las causas por las cuales los sucesivos reyes de España, tuvieron olvidada a América durante tanto tiempo. Las luchas independentistas los sorprendieron desgastados por tantos hechos nupciales llenos de primas, tías y momias. |
cuento de César Di Candia
El País de los Domingos
7 de enero de 2001
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