“Identidad y cultura en la
Associazione Ligure del Uruguay”
Carlos Defazio |
INFORME FINAL
Título
:
“IDENTIDAD
Y CULTURA EN LA ASSOCIAZIONE LIGURE DEL URUGUAY”
Autor:
Carlos Defazio
C.I.
1995788-2
Facultad
de Humanidades y Ciencias de la Educación
Licenciatura
en Ciencias Antropológicas
Taller
II de Antropología Social y Cultural
Docentes
: Renzo Pi Hugarte – Nicolás Guigou
Año
del Curso : 2006
Período : Diciembre 2006
Fecha
de entrega : 22/12
/
2006
1 Título :
Identidad y cultura en la Associazione Ligure Del Uruguay
2 Autor: Carlos Defazio
Abella. Estudiante del octavo semestre de la
Licenciatura
en Ciencias Antropológicas
3 Abstract:
This paper studies the identity and culture
in the “Associazione Ligure del Uruguay”. Thus, it will examine the
historical and cultural development of Italian immigration, generally, and
Ligure in particular, in Uruguay.
It shall be centered, around the building of an identity in the Liguria
– native members of the association, relating such process to certain
values shared by that group, which are reflected in their communal
activities.
Linked to the identity main theme, other aspects shall be analyzed, such
as the origin, development and perspectives of the institution, the main
traits of its members, as well as their inner and outer social
interaction.
El informe estudia
la identidad y cultura en la Associazione Ligure del Uruguay
. Por
tanto, se relevará el desarrollo histórico y cultural de la inmigración
italiana, y ligure, en el país.
Por otro lado, se
abordará la construcción de la identidad en los integrantes oriundos de
la entidad, vinculando dicho proceso a determinados valores característicos
del grupo, los cuales se verían reflejados en ciertos elementos
culturales recurrentes en las actividades desarrolladas en dicho ámbito.
Con relación a la
identidad, se recabará el origen, fundación y desarrollo de la entidad,
composición de su masa social, sus actividades, interacción interna y
externa, y perspectivas futuras.
4 Key Words: Identity- Culture- Migration
– Values- Symbols.
Palabras clave:
Identidad- Cultura- Migración- Valores- Símbolos.
2
Metodología
8
Comunidad
e
instituciones italianas de
la actualidad
9
Associazione Ligure del Uruguay
1
INTRODUCCION
En el siguiente
trabajo, que versa sobre la identidad y cultura en la Associazione Ligure
del Uruguay, se ofrecerá un panorama sobre la inmigración italiana en
general, y de la Liguria en particular, a través de dos procedimientos.
Primeramente, se
delineará una perspectiva histórica del fenómeno migratorio en nuestro
país, con singular énfasis en lo respectivo a la península itálica, y
de la Liguria en particular.
En una segunda
instancia, se realizará un estudio de caso, acerca de la Associazione
Ligure del Uruguay, a modo de abordar empíricamente diversos temas
tratados de forma teórica en la etapa anterior del estudio.
Mediante una serie de técnicas
concernientes al trabajo de campo antropológico, como las entrevistas, u
observación participante.
En todo momento, se ha
optado por abarcar, en la medida de lo posible, un amplio espectro de
aristas concernientes al tema de estudio, a modo de realzar el abordaje
holístico tan caro a la disciplina.
Por ello se indaga
tanto en la faz cultural, ahondando en el tema de la identidad y rasgos más
significativos; como también en el plano lingüístico e histórico.
Si bien predomina un
enfoque cualitativo, afín a la antropología simbólica- interpretativa
de Geertz (1987), Rabinow (1977) y Keesing (1987), en la faz práctica del
trabajo, no se ha renunciado a incluir aportes cuantitativos, tal el caso
de los de índole demográfica, a modo de reforzar los conceptos vertidos
teóricamente, o derivados de la interpretación y análisis de las notas
de campo.
A continuación se
sintetizará de forma sumaria, el contenido de los diversos capítulos
delimitados a lo largo del informe.
Como punto de partida,
se traza un esbozo del plan de trabajo en su faz metodológica, ya
delimitado en el anterior protocolo de proyecto, acerca del objeto de
estudio, objetivos generales y específicos,
universo de estudio, corpus, unidades de análisis e hipótesis
consideradas pertinentes en el decurso de la investigación.
A posteriori, se
detallan las particularidades técnicas del abordaje empírico al objeto
de estudio de la Associazione Ligure, durante el trabajo de campo, ya
fuere a través de entrevistas, u observación participante, citándose la
bibliografía correspondiente a las implicancias epistemológicas del
empleo de las mismas.
Tras ello, se ha de
desglosar la primera parte del trabajo, concerniente a la perspectiva histórica
de la migración.
Antes de todo, se
describe en un capítulo específico, las características de la región
de la Liguria, en sus distintas esferas, tales como la geografía,
demografía, historia, economía, política y cultura.
Luego, se estructuran
las causas históricas de la emigración europea en general, e italiana en
particular, a partir de bibliografía específica del tema (Oddone, 1966,
Mörner, 1992, Rodríguez Villamil & Sapriza, 1982).
A posteriori de ello,
se procede a delinear un contexto histórico del fenómeno migratorio en
el Uruguay, recalcando los aspectos concernientes a la afluencia de
población de la península itálica, durante la segunda mitad del siglo
XIX, y primera mitad del XX.
Para ello, se recurre a
obras tanto de la disciplina histórica, como de las ciencias sociales, a
modo de dar cuenta de las distintas esferas referentes a la presencia de
los italianos en el país durante dicho período.
Tales como su
incidencia en la economía, las medidas legales adoptadas desde el
gobierno para fomentar su arribo, su incidencia en la adquisición de
propiedades, la organización de las primeras asociaciones de socorros
mutuos, y sindicatos, o el desarrollo mismo de la inmigración, resaltando
su período de auge y posterior declive.
A continuación, se
despliegan los datos demográficos disponibles para dicho período, amén
de los cuales se cita el valioso trabajo realizado por Pollero (2001) en
su tesis de maestría, quien traza posibles interpretaciones sobre la
influencia de las corrientes migratorias en la conformación de la familia
y la tasa de fecundidad en nuestro país durante esos años.
Luego, se detallan los
aspectos concernientes a la cultura e identidad de los inmigrantes
italianos de dicho período, para lo cual se ha consultado la obra de Pi
Hugarte & Vidart (1968), acotando las mentalidades propias al contexto
social del Uruguay de la época en el cual eran recibidos, temática sobre
la que resaltan los trabajos de Barrán (1990a, 1990b), y Rodríguez
Villamil (1968).
En un plano más
contemporáneo, se abordan las diversas tentativas aportadas por autores
de distintos campos disciplinarios (Mazzolini, 1992; Peluffo, 1992;
Porzecanski, 1992; Viñar, 1992) acerca de la identidad en el Uruguay
actual, subrayando lo concerniente al aporte migratorio.
Seguidamente, se
describe la faz lingüística de la inmigración italiana, a través de
diversos estudios realizados (Barrios & Mazzolini, 1993; Barrios,
Mazzolini & Orlando, 1994) con los residentes contemporáneos en el país.
Tras lo cual, se ahonda
en el capítulo correspondiente, en las particularidades históricas de la
inmigración de la Liguria en el territorio nacional, a semejanza de lo
efectuado a modo general con toda la península.
De igual modo, a
continuación se describen sintéticamente, los datos demográficos
disponibles para la misma.
Como último aspecto de
la primera parte del trabajo, se establece un panorama actual del estudio
de la comunidad italiana en el país, a través de los autores pertinentes
(Barrios & Mazzolini, 1993).
En la segunda etapa del
presente informe, se encara el estudio de caso de la Associazione Ligure
del Uruguay.
Como
primer punto, se narra un panorama de su origen, desarrollo y pormenores
de las actuales actividades realizadas por sus asociados, acotando las
fuentes económicas de ingreso de las cuales disponen.
Tras ello, se
disciernen los diversos grupos componentes de su masa social, procurando
aprehender los factores que provocan en éstos, disímiles grados de
integración a la causa de la entidad.
En un apartado específico,
se trata al grupo de los inmigrantes ligures fundadores, arribados al país
en la postguerra europea, a través de sus propias reflexiones sobre las
implicancias del proceso migratorio y contexto histórico –social, en el
cual se trasladarían al Uruguay.
Seguidamente, se
describe tanto el recinto escogido para la celebración de las reuniones
mensuales de la Associazione, ubicado en el Centro Orensano, de Ana
Monterroso de Lavalleja al 2014, como también a posteriori, la principal
actividad recreativa promovida por la entidad, consistente en la
organización de torneos deportivos con otras asociaciones regionales
peninsulares aposentadas en el país.
Luego, se hace lo
propio con los distintos vínculos, personales, formales, e
institucionales, establecidos desde la Asociación hacia otros actores de
la comunidad italiana. Tanto a un nivel local (Consulado, patronatos,
otras asociaciones, entidades culturales), como internacional (gobierno
regional de la Liguria, Associazione Ligure en el Mundo).
Con posterioridad, se
aborda uno de los objetivos principales del trabajo, respectivo a la
identidad en los inmigrantes miembros de la Asociación, detallando
posibles vértices de fricción entre los diversos lugares de referencia,
concernientes a su tierra natal regional de Liguria, su sociedad nacional
de origen, italiana, y a la receptora uruguaya.
Vinculado a dicho
aspecto, se profundiza en el siguiente apartado, en el tema de la lengua
de dichos inmigrantes, considerando a la misma como un marcador de
identidad étnica relevante, ya que para el caso de nuestro país, se ha
constatado una rápida asimilación a raíz del rol homogeinizador jugado
por los centros educativos (Barrios & Mazzolini, 1993).
De seguido, se
establecen posibles interpretaciones acerca de las relaciones de poder
denotadas en el seno de la Asociación, a través de diversas categorías
propias de la disciplina antropológica, y de otras ramas de las ciencias
sociales, las cuales se han considerado útiles al momento de ejemplificar
tal aspecto.
Tras ello, se releva
otro de los puntos principales del estudio, referente a los aportes
culturales, que desde la óptica de los propios miembros de la Asociación,
ha efectuado su comunidad a la sociedad nacional.
Entre éstos, destaca
el valor dado al trabajo por los inmigrantes, así como también, en la
esfera de la cultura material, resalta lo concerniente a la gastronomía.
A posteriori, se
analizan los elementos más recurrentes a lo largo de sendas reuniones
mensuales, las cuales al poseer cierto viso festivo, se han de concebir a
modo de instancias próximas al ritual.
En tanto dichos
elementos, en especial los referidos a la comida y música, producen entre
los asociados, un estado de reminiscencia de su tierra natal.
Como último punto, se
trazan las diversas opiniones recabadas en el seno de la entidad, acerca
de sus perspectivas futuras, puesto que se observan disímiles ópticas,
ora acorde al grupo de inmigrantes, ora al respectivo a descendientes y jóvenes
allegados.
A modo de corolario, se
desarrollan diversas conclusiones pertinentes a las cuales se ha arribado
a lo largo del trabajo.
En el primer anexo, se
recaban los diversos apartados de su estatuto legal, a modo de dar cuenta
de las reglas de su funcionamiento interno.
En el segundo anexo,
presentado en formato digital, se endosa una serie de fotografías históricas
proporcionadas por los miembros de la Associazione Ligure del Uruguay,
concernientes a las diversas instancias de la experiencia migrante, ya
fuere propia o de sus ancestros, tanto en su tierra natal, como en la de
recepción.
En el aspecto epistemológico,
en todo momento transcurrido en la labor de campo, se ha procurado
establecer un vínculo fluido con los miembros de la Asociación.
En tanto se considere a
la disciplina antropológica, como caracterizada de forma primordial por
la interrelación dinámica creada entre los distintos sujetos implicados,
tanto de
parte del
investigador,
como desde aquellas personas a las cuales se ha concurrido a interpelar.
En palabras de Rabinow
(1977), “...
fieldwork, then, is a process of intersubjective
construction of liminal modes of communication. Intersubjective means
literally more than one subject, but being situated neither quite here nor
quite there, the subjects involved do not share a common set of
assumptions, experiences, or traditions.Their construction is a public
process.” (Rabinow, 1977 : 155)
También se ha de concordar con Geertz
(1997), quien aboga por analizar la interacción del “yo” y el
“otro”, desde los mismos textos etnográficos, en órden de
concientizar tales juicios de valor intrínsecos al investigador.
Pues, “...los paradigmas de la
experiencia y de la interpretación están dejando el paso a los
paradigmas discursivos del diálogo y la polifonía.” (Clifford, 1995 :
61).
Por lo cual se ha intentado reproducir,
cuando así se considerara necesario, no sólo la voz de los
entrevistados, sino también la del investigador, a modo de retratar
cabalmente el rapport establecido entre ambos.
Habida cuenta de que una “...escritura
dialógica es una estrategia de textualización que pretende proyectar la
imagen de un todo participatorio y su objetivo retórico es evocar una ética
de la participación que no deriva de la ontologia y de la epistemología,
sino que en vez de eso surge del toma y daca cara a cara de la comunicación
entre iguales.” (Tyler, 1991 : 291).
En
una línea afín, tanto Schwade (1992) cómo Dumont
(1978), remarcan la interacción sujeto- objeto, influyente en la
construcción de la objetividad.
En
cuanto a ello, Narayan (1993) establece lo siguiente: “
Objectivity must be replaced by an involvement that is unabashedly
subjective as it interacts with and invites other subjectivities to take
place in anthropological productions. Knowledge in this scheme, is not
transcendental, but situated, negotiated, and part of an ongoing
process.” (Narayan, 1993 : 682)
Por
ende, se ha pretendido dar cuenta de las representaciones mentales y
reflexiones de los sujetos implicados, por sobre una posible y somera
descripción del ambiente en el cual éstos moran.
Pues,
“...el mundo no habla. Sólo nosotros lo hacemos. El mundo, una
vez que nos hemos ajustado al programa de un lenguaje, puede hacer que
sostengamos determinadas creencias. Pero no puede proponernos un lenguaje
para que nosotros lo hablemos. Sólo otros seres humanos pueden
hacerlo.” (Rorty, 1991 : 26).
Se han utilizado los
aportes realizados desde disciplinas emparentadas tales como la historia,
sociología, psicología social, demografía, lingüística y antropología;
con el propósito de ofrecer una visión holística; considerando a su
vez, en concordancia con lo acotado por Geertz (1996), la colaboración
manifestada hoy en día en el campo de las distintas ciencias sociales y
humanas.
Disciplinas
hoy inmersas en un contexto denominado por diversos autores
(Baudrillard,1987; Jameson, 1996 ; Lyotard, 1989;
Vattimo,1990) como “postmoderno”.
En el cual ya no
prevalecería un único paradigma de “grandes relatos”, cuan sí
aconteciera durante los últimos siglos, y hasta décadas recientes, con
el auge de la modernidad. Donde el ideal positivista del progreso de la
civilización occidental, colonialista, era idolatrado a modo de única
luz que guiaría el destino de la humanidad toda, esto es, al resto de los
pueblos subyugados por las potencias europeas primero, y norteamericana
después.
Contrariamente a dicha
concepción lineal de la historia, se admiten diversas temporalidades
(Elias, 1989), o discontinuidades al decir de Foucault (1991).
Pues, como señala uno
de los autores mencionados, actualmente “...no hay una historia única,
hay imágenes del pasado propuestas desde diversos puntos de vista, y es
ilusorio pensar que haya un punto de vista supremo, comprensivo, capaz de
unificar todos los restantes...” (Vattimo, 1990 : 76).
Así, lo postmoderno se
caracterizaría por “...pensar históricamente el presente en una época
que ha olvidado cómo se piensa históricamente.” (Jameson, 1996 : 9).
Como también
“...representa el polo “superestructural” de una sociedad que emerge
de un tipo de organización uniforme, dirigista y que, para ello, mezcla
los últimos valores modernos, realza el pasado y la tradición,
revaloriza lo local y la vida simple, disuelve la preeminencia de la
centralidad, disemina los criterios de lo verdadero y del arte, legitima
la afirmación de la identidad personal conforme a los valores de una
sociedad personalizada en la que lo importante es ser uno mismo, en la que
por lo tanto cualquiera tiene derecho a la ciudadanía y al reconocimiento
social...” (Lipovestky, 1986 : 11).
Entonces, “...el
ethos
posmoderno ya no se forja en la evolución histórica, sino en la
naturaleza recuperada, en el espacio compartido, en la participación
colectiva en el mundo de los objetos.” (Maffesoli, 1990).
Otro de los aspectos
notables de dicha corriente, reside en la heterogeneidad de sus
componentes, a semejanza del “
bricolage
”
de Lévi Strauss (1964), tal como señala Jameson (1995), quien concibe al
posmodernismo como una pauta cultural, a modo de “...una concepción que
permite la presencia y coexistencia de una gama de rasgos muy diferentes e
incluso subordinados entre sí.” (Jameson, 1995 : 16)
No obstante otras
propuestas (Giddens, 1994a, 1994b) sean contestes de la opinión de que aún
cabe recurrir a tal denominación temporal de “modernidad tardía”
para el momento actual vivido por la humanidad, así como también autores
como Said (1996, 1998) declaman un mayor compromiso social del
investigador.
A modo de posible
resumen, cabe establecer cómo se ha intentado, a lo largo del trabajo,
cumplir con los postulados transcriptos en las siguientes definiciones
acerca del rol jugado por la disciplina en el campo de las ciencias
sociales y humanas:
“El papel de la
antropología es explicar las representaciones culturales, es decir,
describir los mecanismos que causan que sean seleccionadas
representaciones particulares y compartidas entre el grupo social. La
principal tarea de la etnografía es hacer inteligible la experiencia de
seres humanos particulares como moldeados por el grupo social al cual
pertenecen. Con el propósito de lograr este objetivo, los etnógrafos
tienen que interpretar las representaciones culturales compartidas por
estos grupos. Explicar e interpretar las representaciones culturales son
dos tareas autónomas que contribuyen a nuestra comprensión de los fenómenos
culturales. Ambas pueden lograr relevancia, pero de maneras contrarias:
una explicación, cuanto más general sea resultará más relevante; lo
que hace relevante una interpretación, por otro lado, no es sólo su
generalidad, sino su profundidad, es decir, su fidelidad con los nexos de
las representaciones mentales que yacen bajo cualquier comportamiento
humano particular.” (Sperber, 1991 : 127).
: “...
Anthropology
is an exploration, an excavation, of the cumulated, embodied symbols of
other peoples, a search for meanings, for hidden connections, for deeper
saliences that those presented by the surface evidence of ethnography.
Taking cultures as texts, symbolic anthropology seeks to read them deeply
: to find what Bachelard called the “reverberations” of a culture in
ritual, in metaphor, in the meanings of everyday life.” (Keesing, 1987 :
161).
“...toda antropología
es tripolar (A saber, que tiene la vocación de concebir juntas la
pluralidad, la alteridad y la identidad) y de que su objeto central y
hasta único es lo que se podría llamar la doble alteridad, es decir, la
concepción que otros se hacen del otro y de los otros (se observara que
ese objeto abarca
ipso facto
la relación observador- observados).” (Augé, 1995 :
83).
En la faz personal, se
ha seleccionado un objeto de estudio, con el cual se poseyera ciertos
puntos de contacto.
Por un lado, en tanto
se contaba con ascendencia ligure, aunque lejana por cierto ya que
corresponde a una quinta generación por lo cual no se disponía de dato
alguno proveniente de tradiciones orales familiares, ello ha impulsado al
estudiante a investigar el tema con particular ahínco.
Conforme el viaje
interior implicado en el abordaje antropológico de las sociedades
contemporáneas, adonde se ha de lograr un extrañamiento dentro de la
misma cotidianeidad en la cual nos hallamos inmersos (Da Matta, 1978 ;
Oliven, 1985); ha significado no sólo una iniciación en la labor de
campo, sino también un descubrimiento de las propias raíces culturales y
familiares.
Por otra parte, al
haber morado en calidad de inmigrante en los Estados Unidos de América,
se han recogido determinadas experiencias, las cuales, aunque
intransferibles por lo particular, empero han brindado ciertas
coincidencias, o “esfera común” (Dilthey, 1914) con aquellos
asociados arribados desde la Liguria al país.
Puesto que en ambos
casos, a pesar de las diferencias cotejadas entre las características de
las sociedades receptoras, la migración conlleva en sí determinadas
vicisitudes, como la pérdida de referencias, desarraigo, nostalgia de la
tierra natal, búsqueda de la propia identidad, en aquel caso, de un
“nosotros”, “uruguayos”, confrontados con los “otros”
(latinos, norteamericanos, europeos, asiáticos, africanos), o aferrarse a
ciertos elementos culturales a los cuales en la vida diaria de la sociedad
de expulsión, no se les asignaba mayor importancia.
Ante ello, se ha
procurado contribuir al estudio de una identidad “uruguaya”, a través
del abordaje de una de las corrientes migratorias que han conformado a la
sociedad nacional actual.
A la manera de un juego
de espejos, al vernos reflejados en esos “otros”, inmigrantes, tan
cercanos aunque ciertamente diversos, de quienes en alguna medida
provenimos, hemos de intentar aprehender la substancia subyacente de un
posible, y asequible, “nosotros”.
Para llevar a cabo
dicho proceso se ha abordado el estudio de la cultura en cuestión
“...aislando sus elementos, especificando las relaciones internas que
guardan entre sí los elementos y luego caracterizando todo el sistema de
alguna manera general, de conformidad con los símbolos centrales
alrededor de los cuales se organizó la cultura, con las estructuras
subyacentes de que ella es una expresión, o con los principios ideológicos
en que ella se funda.” (Geertz, 1987 : 29)
En pos de ello,
adquiere relevancia el concepto de la inmersión mencionada por otros
autores:
“...llegar
a conocer una forma de vida ajena es saber cómo orientarse en ella,
ser
capaz de participar en ella, como un conjunto de prácticas. Pero para el
observador sociológico este es un modo de generar descripciones que
tienen que ser mediadas, o sea, transformadas en categorías del discurso
científico- social.” (Giddens, 1987 : 165).
En el caso concreto de
la Associazione Ligure, como se examinará en el decurso del presente
informe, sus miembros oriundos trasuntan un sentido de pertenencia e
identidad, construido en oposición a la de los “otros” (italianos de
diversas regiones; uruguayos, descendientes), el cual conforma el latente
núcleo que atraviesa, una y otra vez, en direcciones convergentes, a
los distintos puntos abarcados durante la investigación.
2
METODOLOGIA
A modo de esclarecer
los lineamientos del presente informe, ya esbozados en el protocolo de
proyecto correspondiente al Taller I de Antropología Social y Cultural,
se han de reseñar los siguientes puntos del mismo.
En la delimitación del
área de estudio específica, se ha ponderado la advertencia de Bourdieu
(1975) sobre que “...para poder construir un objeto y al mismo tiempo
saber construirlo, hay que ser consciente de que todo objeto científico
se construye deliberada y metódicamente y es preciso saber todo ello para
preguntarse sobre las técnicas de construcción de los problemas
planteados al objeto.” (Bourdieu, 1975 : 72).
Amén de la acotación
efectuada por Schamber (2001), acerca de cómo, por un lado el objeto de
estudio reside hoy en la propia sociedad del antropólogo, implicando una
suerte de viaje de iniciación interior, y no hacia una lejanía geográfica
como otrora; y por otro, resaltando la simultaneidad de las diversas
etapas del proceso de investigación en la disciplina antropológica:
“...la construcción
de los objetos de estudio constituye una actividad que se redefine
permanentemente. Instancia lógicamente ubicada en la fase previa de la
investigación, solo se concreta durante el trabajo de campo y con
posterioridad al mismo, en las etapas identificadas con el análisis y la
redacción del mismo.” (Schamber, 2001 : 18).
Dichas instancias
dialogan unas con otras de manera dialéctica, no lineal, a lo largo del
proceso de investigación (Agar,1980) :
“In ethnography, as
we will in more detail later, you learn something (“collect some
data”), then you try to make sense out of it (“analysis”), then you
go back and see if the interpretation makes sense in light of new
experience (“collect more”), then you refine your interpretation
(“more analysis”), and so on. The process is dialectic, not linear.”
(Agar, 1980 : 9).
En cuanto a los obstáculos
de definir un objeto de estudio en el marco de la propia sociedad, Oliven
(1985) acota lo siguiente: “...
um dos principais desafios do antropólogo que estuda
sociedades complexas resdide justamente en tentar interpretar sua própria
cultura e questionar seus pressupostos que säo muitas vezes aceitos como
fatos inquestionáveis pela maioria da populacao e inclusive por muitos
pessquisadores. Trata- se de compreender nossos rituais, nossos símbolos,
nosso sistema de parentesco, nosso sistema de trocasm etc. Neste sentido,
a Antropologia para ser uma boa Antropologia de sociedades complexas,
necessita ser radical, no sentido etimológico do termo, isto é, procurar
ir á raiz dos fenomenos que estuda, sem ter receio de desafiar tabus e
conhecimentos consagrados.” (Oliven, 1985 : 11).
En tal sentido, que
enfatiza la cercanía del objeto de estudio antropológico en el mundo
globalizado de hoy en día, se pronuncia el siguiente autor: “
Ethnography, a hybrid
activity,
thus
appears as writing, as collecting, as modernist collage, as imperial
power, as subversive critique. Viewed most broadly, perhaps, my topic is a
mode of travel, a way of understanding and getting around in a diverse
world, that, since the sixteenth century, has become cartographically
unified (...) This century has seen a drastic expansion of mobility
including tourism, migrating, labor, immigration, urban sprawl. More and
more people “dwell” with the help of mass transit, automobiles,
airplanes. In cities on six continents foreign populations have come to
stay- mixing in but often in partial, specific fashions. The “exotic”
is uncannily close. Conversely, there seems no distant places left on the
planet where the presence of “modern” products, media, and power
cannot be felt.” (Clifford, 1988, s/p).
En lo concerniente al
presente trabajo, se ha escogido, como objeto de estudio, a
la
construcción de una
identidad
en la Associazione Ligure del Uruguay
, singularizada a la manera de un
estudio de caso, mediante el cual sea posible abordar la temática de la
inmigración italiana, y ligure en particular, en nuestro país.
Dentro de los conceptos
relevantes para la investigación, se encuentran los referentes a la
identidad, al grupo, y a la migración.
El primero, puede
definirse como “...ese ser percibido que existe fundamentalmente por el
reconocimiento de los otros...”
(Bourdieu,
1985 : 45)
En tanto el segundo,
remite a todo aquel conjunto de personas, quienes reunidas por
determinados elementos en común, se dedican a la prosecución de ciertos
objetivos específicos:
“Así, pues, el grupo
puede ser definido como un agregado de individuos que mantiene relaciones
regulares y relativamente permanentes, esto es, que se comportan entre sí
y con los individuos ajenos al grupo de una manera determinada, específica,
previsible y esperada.” (Nadel, 1978 : 162).
Desde la psicología
social, se ha definido al grupo como “...una pluralidad de personas que
interaccionan una con otra, en un contexto dado, más de lo que
interaccionan con cualquier otra persona. La noción básica es
la
interacción relativamente exclusiva en cierto contexto
.” (Sprott,
1969 : 7).
También, “...
el
grupo mismo se define por contraste y por exclusión
: sólo tenemos
la posibilidad de decir “nosotros” porque formamos una colectividad
que se opone a la masa de los otros, de los extranjeros, de los
forasteros, de los bárbaros...” (Claval, 1999 : 85).
En cuanto al tercer
concepto involucrado, se entiende que la
“...
migración
implica
un movimiento espacial con objetivos duraderos y con resultados; la
población que emigra ha tomado una decisión como resultado de una
valuación comparativa entres su situación en el lugar de origen y la que
esperan tener en el lugar de destino.” (Mörner, 1992 : 14).
En lo que respecta a la
Associazione, se encararán las particularidades de su funcionamiento,
integración, desarrollo histórico y actividades que realiza.
Al momento de ofrecer
un marco de referencia para dicha temática, en la primera parte del
trabajo, se analiza la inmigración italiana y ligure en el Uruguay, a
través de la bibliografía correspondiente.
Por tanto, el universo
de estudio, en la faz práctica de labor de campo, permanecería
circunspecto al local usufructuado por la Associazione Ligure del Uruguay,
centrándose la investigación, en un principio, en el conjunto de
integrantes oriundos remanentes, el cual consta de ocho personas.
No obstante, la mermada
presencia de éstos, a causa de disímiles factores, como razones de
salud, o de una avanzada edad que impedían su frecuente participación en
las reuniones asociativas, ha inducido a modificar dicho enfoque original
durante el transcurso de la pesquisa.
Por ende, las unidades
de análisis se han conformado con aquellos miembros de la entidad que
concurren con asiduidad a las actividades allí realizadas, o que poseen
cierta ascendencia entre los asociados, tal el caso de su Presidenta,
Presidente Honorario, u otros directivos y allegados.
En tanto el corpus de
trabajo, se ha remitido a la información textual aportada por los
integrantes de la Associazione, acerca de sus estatutos, reglamentos, o
boletines mensuales que la misma emite a sus congéneres.
En cuanto a la hipótesis
de trabajo en sí, se ha trazado una en la que se formula tentativamente
que la
procedencia
regional común de los integrantes de la Asociación ha determinado tanto
a las características de sus actividades como a su funcionamiento en
concreto.
Considerándose a la
hipótesis como a “...la anticipación de una relación entre dos
conceptos o, lo que viene a ser lo mismo, entre los dos tipos de fenómenos
que se designan.” (Quivy & Van Campenhoudt,1992 : 130).
Concomitantemente a lo
antedicho, se han propuesto como objetivos generales y específicos del
trabajo, los siguientes puntos:
El objetivo general
residiría en abordar la temática de la inmigración italiana, en
especial de la Liguria, en nuestro país, a través de dos procedimientos:
por un lado, elaborar una reseña histórica sobre la misma, sobre la base
de bibliografía pertinente desarrollada en la primer parte del trabajo.
Por otro, a través del
estudio de las actividades de la Associazione Ligure del Uruguay, desde su
fundación hasta el presente momento.
Entre los objetivos
específicos, se contarían tanto relevar el desarrollo histórico y
cultural de la inmigración italiana y ligure en el territorio, como también
describir las características del grupo social constituido por la
Associazione Ligure del Uruguay, en torno a quienes la integran y las
actividades que llevan a cabo en dicho ámbito de reunión.
De la misma forma, se
ha de retratar el proceso de construcción de una identidad en la entidad
estudiada, destacando los valores constitutivos del ethos particular del
grupo de miembros ligures.
Tomando en cuenta tanto
la perspectiva etic, del investigador como la emic, del propio sujeto
investigado: “...
advocates of “emic” analysis seek a form of
understanding that is, to some extent, like that which subjects have of
themselves and their world...” (Feleppa, 1986 : 243).
Por lo cual reviste
importancia la faz práctica a nivel de campo, ora mediante entrevistas,
ora a través de la observación, pues la misma, “...es más que una
calificación profesional; es como un estado de gracia fuera del cual no
hay salvación ninguna.” (Llobera, 1990 : 32).
Dicha necesidad, sería
relevada a comienzos del siglo XX, por la labor pionera de Malinowski
(1972) en tal sentido, al diferenciarse de la antropología de gabinete de
las corrientes evolucionistas y difusionistas que lo precedían, tal como
lo señalan diversos autores (Clifford, 1983; Stocking, 1983).
Ya que a partir de su
estudio sobre las Trobriand, se tornarían imprescindibles para la
disciplina determinados pasos inherentes al trabajo de campo, como la
imperiosa realización de tal instancia, a través de la estadía durante
un período de tiempo prolongado, sin portar ideas preconcebidas acerca
del grupo a estudiar.
Lo cual conllevaba a su
vez una
participación y
registro exahustivo de las costumbres y usos de dicha cultura en concreto,
ante lo cual se tornaba un requisito el conocimiento de la lengua nativa.
Mientras que el plano
del sujeto cognoscente, se expresaría a través del mantenimiento de un
diario de campo propio, donde se daba cuenta de las impresiones y
perspectivas del investigador acerca de su interacción con los sujetos y
medio a los cuales había dedicado su labor.
En lo que atañe a la
presente investigación, se ha procurado cumplir con dichos preceptos.
Ya que si bien la
duración de la misma se ha circunscripto a los límites temporales
fijados por el año lectivo, se intensificaría la frecuencia de las
tareas realizadas, a modo de alcanzar tal objetivo.
Al momento de abordar
el objeto de estudio, tanto en la faz de relevamiento bibliográfico de
los antedentes en la materia, como en las etapas prácticas de contacto
con los miembros oriundos de la Associazione, el manejo de la lengua
italiana ha constituido un elemento de singular relevancia, lo cual ha
permitido en ambos casos, una mayor exactitud en la aproximación a tales
instancias.
Asimismo, si bien por
una parte se han relevado las notas de campo, a través de un
pormenorizado registro de éstas, al unísono se han recopilado las
vicisitudes acaecidas durante el proceso de investigación, en el
respectivo diario de campo.
3
TECNICAS
En torno a la faz práctica
de la investigación, se ha procedido a emplear la observación, el
registro de campo, y las entrevistas con los integrantes de la
Associazione Ligure del Uruguay.
Sobre la observación
realizada, la misma se ha efectuado, en la medida de lo factible, desde
una opción participativa, en tanto se me permitiera asistir a las
reuniones semanales, de Directiva, y mensuales, gastronómicas, promovidas
por los miembros de la Asociación.
Cabe distinguir entre
los componentes del concepto: “...la diferencia entre observar y
participar radica en el tipo de relación cognitiva que el investigador
entabla con los sujetos/informantes y el nivel de involucramiento que
resulta de dicha relación. “ (Guber, 2001 : 62).
Al momento de
transcribir las notas relevadas durante la observación de campo, cabe
reseñar el aporte de Rockwell (1986) sobre cómo “...el trabajo
conceptual necesario en la investigación empírica es el de construir y
explicitar los nexos entre los diferentes niveles de la teoría y la
información empírica, de construir así “lo observable” de la
realidad y hacerlo inteligible dentro de la estructura de relaciones
postuladas teóricamente” (Rockwell, 1986 : 111).
Las entrevistas han
sido planificadas a partir de un enfoque semi - estructurado, acorde a los
conceptos de Quivy & Van Campenhoudt (1992). Estos acotan para el
desarrollo de las mismas, que si bien se ha de trazar una serie de
preguntas guía, se debiera procurar que la persona se exprese con
libertad, sin que ello signifique desviarse en demasía de los objetivos
propuestos para la investigación. (Quivy & Van Campenhoudt, 1992).
Por ende, al alcanzar
una mayor expresividad del sujeto entrevistado, se habría de develar
“...la riqueza heurística de las producciones discursivas obtenidas por
la entrevista, que supera ampliamente a la del arcaico cuestionario.”
(Blanchet, 1989 : 92).
Por ello el
entrevistador no ha permanecido ceñido a un cuestionario estricto, sino
que por el contrario, ha optado por promover la mutua interacción y
reflexión, pues “...sólo la reflexividad, que es sinónimo de método-
pero una
reflexividad refleja
,
fundada sobre un “oficio”, un “ojo” sociológico- , permite
percibir y controlar
sobre la marcha
,
en la realización misma de la entrevista, los efectos de la estructura
social en la que ésta se efectúa.” (Bourdieu, 1999 : 528).
Asimismo se han
explicitado los objetivos de la investigación, a modo de establecer un
rapport adecuado con la persona al momento de efectuar las entrevistas.
De acuerdo a Cannell
& Kahn (1992) el rapport refiere a “...la atmósfera o clima de la
totalidad de la relación entre el sujeto y el investigador.” (Cannell
& Kahn, 1992 : 335).
Dado que la entrevista,
implica una interrelación entre los sujetos participantes, acorde a
Chirico (1987), “...esta aproximación a los sujetos, así como toda la
subjetividad que impregna la práctica narrativa y sus productos, no
condena a la actividad analítica a la aprehensión de una lógica del
mismo carácter. Por el contrario, los sujetos son considerados como
actores sociales, que frente a otro actor social- el entrevistador.
y en interacción con él, desempeñan un papel en la situación
misma de entrevista, y a su vez, a través del relato que producen en esa
interacción, se representan a sí mismos como actores de una escena
social mucho más amplia que aquella correspondiente a la situación de
comunicación presente.” (Chirico, 1987 : 424)
Lo cual condice con lo
establecido de forma reversa por el siguiente autor: “...el encuentro de
dos textos, del que ya está dado y del que se está creando como una
reacción al primero, es , por consiguiente, un encuentro de dos sujetos,
dos autores...” (Bajtin, 1997 : 298)
El trabajo de campo se
ha extendido por el período de un año, desde las primeras instancias de
acercamiento a la entidad, efectuadas en el mes de diciembre del 2005,
hasta la corrección del informe final, acontecida en la actualidad.
Durante dicho lapso, se han efectuado alrededor de quince entrevistas de distinta duración, oscilando en un promedio de hora y media de extensión, a aquellas personas que demostraron una mayor interacción e influencia dentro de la entidad estudiada.
Con frecuencia, se las
ha abordado en diversas oportunidades, de forma reiterada, ya fuere en su
domicilio, o en el contexto marcado por las reuniones, semanales y
mensuales, de la Associazione, a modo de entablar, a través del tiempo,
un rapport adecuado entre ellas y el investigador.
Lo cual a su vez ha
permitido la participación de éste en dichas actividades, desarrolladas
en el seno de la institución.
De tal contexto de
interacción mutuo, ha dependido la circunstancial opción por la grabación
de la entrevista, en el caso de que acaeciere un abordaje individual a un
nivel domiciliario, o, ante el marco de referencia colectivo de las
reuniones asociativas, por la ulterior transcripción de notas en el
respectivo diario de campo.
Las personas han sido
codificadas de la siguiente manera, con el propósito de establecer una
referencia para cada uno de los extractos citados en el informe.
A.
Presidente Honorario.
Ligure. Adulto mayor
B.
Vicepresidente
Descendiente. Hijo de Ligure. Adulto mayor
C.
Directivo. Descendiente.
Bisnieto de Ligure. Adulto
D.
Allegado. No descendiente.
Adulto mayor
E.
Allegada. Descendiente.
Nieta de Ligure. Adulta mayor
F.
Encargado Restaurante
Centro Orensano No descendiente. Adulto.
G.
Allegado. Descendiente. Nieto de Ligure. Adulto mayor.
H.
Allegada. No descendiente. Adulta mayor.
I.
Coordinador de Representación Deportiva. Descendiente. Joven.
S.
Presidenta. Ligure Adulta
mayor.
La elección de los
fragmentos de entrevista ha dependido tanto del grado de representatividad
de la persona en cuestión dentro de la estructura interna de la entidad,
como de la pertinencia de su contenido narrativo, en relación, a los
objetivos trazados por la presente investigación.
Dichos objetivos no han
sido propuestos con antelación, sino que por el contrario, se han ido
perfeccionando y elucidando, heurísticamente, mediante la interacción
suscitada en el propio trabajo de campo.
Si bien a priori, se
pretendía ahondar preferentemente en el conjunto de miembros ligures, su
menguada presencia numérica en las actividades de la Associazione Ligure
del Uruguay, ha conducido a complementar la investigación mediante la
inclusión de los descendientes, allegados, y ocasionales jóvenes, también
concurrentes a las mismas.
Puesto que, dentro del
total de asociados y simpatizantes, de alrededor de doscientas personas,
los adherentes ligures no alcanzan la decena de integrantes, de los cuales
únicamente el Presidente Honorario y la actual Presidenta demuestran
cierta perseverancia en su compromiso con la entidad, ya fuere durante las
reuniones semanales, de Comisión Directiva, o mensuales, de índole
gastronómica.
Al momento de analizar
la información recogida, se ha optado por abordarla de forma cualitativa
en pos de su interpretación, acorde a los preceptos manejados por Delgado
& Gutiérrez (1995),
y
Taylor & Bogdan (1987).
Utilizándose
complementariamente, para el discernimiento de la narrativa de los
entrevistados, el diseño de Blanchet (1985), sobre los modos de discurso.
Considerando también
lo manifestado por otros autores en torno a que “...el proceso empírico
de producción de las prácticas cualitativas (pues nada más directamente
empírico que un encuentro personal real) constituye un proceso concreto,
socialmente condicionado, multidimensional, abierto y contingente (y en
ese sentido, nunca controlable de forma absoluta. Por lo que la totalización
ex post
del sentido real del
proceso (y la valoración
ad hoc
de sus incidencias y elementos concretos) debe ser igualmente
asumida y definida por la subjetividad en situación del propio sujeto
personal o colectivo investigador...” (Ortí, en Gutiérrez y Delgado,
1995 : 90).
En el aspecto ético
del trabajo, se ha explicado a los sujetos con quienes se interactuara en
el decurso de la investigación, tanto la condición de estudiante, como
el grado de confidencialidad que se reserva a los datos e información
recabados durante dicho lapso de tiempo.
Asimismo, se procura
efectuar una devolución del trabajo finalizado a los integrantes de la
Asociación, dado que ello constituye un requisito fundamental en la faz
ética de la investigación, acorde a Barros Laraia, (1998), y Silveira
Carpes, 2001).
4
LIGURIA
En este capítulo, se
ofrecerá un esbozo acerca de las características generales de dicha región
italiana, según datos recogidos en la obra de Grande (1929) sobre la
misma, los cuales se han actualizado mediante la consulta a datos
oficiales del Ministero de Affari Esteri de Italia (1987).
Liguria,
en su aspecto geográfico, denota una composición topográfica
montañosa, determinada en el este por los Alpi Marittime y al
oeste por el Appenino Ligure, dentro de los cuales se elevan tres
distintos massiccios (macizos) : dell´
Argentera, el Savonese y el Delle Alpi Apuane.
Una de sus elevaciones
más pronunciadas es la del Monte Saccarello.
Aledaña a las
elevaciones montañosas, se encuentra una la franja costera
extendida sobre el Mediterráneo y el Tirreno, denominada la
“Riviera”.
Esta, se divide acorde
a su ubicación ordinal, así, en tanto la correspondiente al Levante
conlleva unos 120 kilómetros de costa, la del Poniente abarca unos 140
kilómetros.
Sin embargo, el escaso
ancho del territorio hacia el interior, 36 kilómetros como máximo,
contrasta con dicha longitud ribereña.
Delimitándose con el
Piamonte al Noroeste, la Lombardia al Norte, la Francia al Oeste, Emilia
Romagna al este, y la Toscana al Sudeste.
Su clima posee características
mediterráneas en la costa, tornándose paulatinamente continental
conforme se eleve la altura del terreno.
Las precipitaciones
caen con mayor frecuencia durante el otoño e invierno, otorgando la
humedad necesaria para el crecimiento de un paisaje boscoso que ocupa el
52 % del territorio.
Dada la estrecha franja
costera ya mencionada, la región se ha caracterizado por poseer una de
las más altas densidades de población de la península itálica. Sus
habitantes ascienden a unos 1.2872927, en un territorio de 5413 kilómetros
cuadrados (Salvat,1978). Cifras de 1987, acotan que el total de población
asciende a 1.764.739 habitantes, concentrados en un 90 % en la franja
costera, más específicamente en la Riviera del Ponente.
Proceso acrecentado en
las últimas décadas, debido a la migración de poblados rurales y de
montaña del interior hacia los centros urbanos, donde se desarrollan los
sectores industriales y terciarios (turismo, transporte, servicios).
Entre las ciudades
principales, se cuentan Génova, San Remo, Ventimiglia y Albenga, al
Poniente, y Sestri – Levante, Rapallo, y Chiavari al Levante.
Se considera a la zona,
como integrante de un polo triangular industrial, conformado con las
vecinas Lombardia y el Piemonte.
En el aspecto lingüístico
la región habla tanto el italiano, lengua oficial, como el dialecto
ligure, de raíz ítalo celta de la italia septentrional.
Históricamente, sería
habitada desde tiempos paleolíticos, recibiendo con el transcurrir de los
siglos la influencia de diversas culturas.
No obstante, dicha hipótesis,
carece de fundamento cierto, en tanto se encuentra supeditada al contexto
político, de un régimen fascista, en el cual fuera producida, ya que
intentaba demostrar, con argumentos difusionistas, la vinculación
“aria” de los pueblos septentrionales de Italia.
Al contrario, de
acuerdo a la información provista en la Enciclopedia Salvat (1978) es
aceptada de forma más general entre historiadores, la hipótesis de que
los ligures fueran una población establecida de forma previa a las
oleadas indo europeas, hasta que el arribo de éstas últimas fragmentara
su cohesión interna. En la denominada proto- historia, hacia el 3000 A.P,
su territorio comprendía una extensión que abarcaba la costa tirrena,
desde el Ródano al Arno, y hacia el interior, entre el Apenino
septentrional, el valle del Po y la vertiente francesa de los Alpes
Occidentales.
Si bien en tiempos históricos,
de los que se disponen crónicas griegas y luego romanas, ya presentaban
una alta aculturación con elementos indo europeos, se les presume como
moradores de aldeas, dedicados al pastoreo, pesca, agricultura y piratería.
En el 205 A.C., Génova
seria destruida por las tropas de Aníbal, el general cartaginés, en el
marco de las incursiones de éste en la península itálica.
Así mismo, las tribus
ligur se constituirían en un escollo resistente a la conquista romana,
desde el siglo III, hasta su subordinación total, en tiempos de Augusto.
En dicho período,
destacan las fechas del 180 A.C., cuando se le fuerza a aceptar un Tratado
de anexión a Roma, y el 13 A.C., momento en el cual se culmina la
construcción de la Vía Litoral Augusta.
A posteriori de la
conquista romana, la región mantendría sus características propias.
Las cuales se conjugarían
en el período inmediato a la decadencia del Imperio, en el 409 D.C., con
las influencias “bárbaras”, de visigodos, y godos, conforme dichos
pueblos se instalarían en los diversos puntos de la península.
En el 550 D.C., se
impondría el dominio bizantino, en tiempos de máxima expansión de dicha
orbe, bajo la égida de Justiniano.
A posteriori, se
introducirían los longobardos, en 641 D.C., y en el 774 los francos. En
tanto en el siglo X, acontecerían las incursiones sarracenas desde las
costas de medio oriente y africanas.
Durante el medioevo,
destaca el régimen político de la República de Génova, constituida
desde su independencia como comuna libre en el siglo XI, que florecería
gracias al comercio y dominio marítimo, del traslado y mercadeo de
materias primas y tráfico de esclavos, sobre el cual entablaba rivalidad
con sus pares veneciana y de Pisa.
No obstante, su hegemonía
decaería tras el Renacimiento, hacia fines del siglo XVI y siglo XVII,
por lo cual la ciudad iría relegando de forma paulatina su antiguo
predominio a otras regiones septentrionales, o al reino vecino de Francia.
En todo momento, la
estructura social resaltaba por la supremacía de una aristocracia noble,
a la que luego se añadiría una burguesía aposentada en los beneficios
de la actividad comercial y financiera de la ciudad portuaria.
Sin embargo, la república
conocería un nuevo momento de esplendor bajo el gobierno de Andrea Doria,
en 1528.
Aunque a posteriori,
retornaría la decadencia política de Génova, registrándose hechos como
la cesión de Oneglia a Savoia en 1576, o el bombardeo de la ciudad por
tropas de Luis XIV en 1648.
En el siglo XVIII, la
zona sería invadida por ocupantes austríacos, en 1746, en tanto en 1797,
se conformaría la República Ligure, de corte napoleónico. En dicho
contexto, se la anexaría al Imperio Francés, en 1805. Pasando a manos
del Reino de Cerdeña tras 1815.
Finalmente, las
disputas entre los distintos reinos que conformaban la península, y las
potencias que ejercían su dominio sobre la misma, se zanjarían con el
movimiento unificador de Garibaldi, Mazzini, y Cavour, hacia 1861.
No obstante en dicha
circunstancia se cedería a Francia parte de la Liguria, específicamente
la actual zona de la Costa de Oro correspondiente a Mónaco, y Niza.
En la esfera económica,
cabe señalar que sus principales actividades residen en la industria,
turismo y comercio marítimos, a través de los puertos de Génova y
Savona los cuales ofician a su vez de polos industriales de la región.
Además, destacan
aunque en menor medida, los cultivos labrados en terrazas escalonadas
conforme se desciende por las laderas escarpadas de los montes, en la zona
de las Cinque Terre.
A las diversas zonas
geográficas corresponden la respectiva clase de recursos explotados.
Así, una primera
franja costera, posee una vegetación del tipo mediterráneo, con
arbustos, pinos marítimos, y pinos d´ Aleppo, hasta los 500 metros de
altitud.
Una segunda, denominada
“del castaño”, se extiende desde los 500 a los 800 metros de altitud,
contándose además con olmos y otros árboles.
Una tercera, que abarca
la zona comprendida entre los 800 y los 1500 metros, se caracteriza por la
abundancia del “faggio”.
Una cuarta, desde los
1500 a los 2000 metros, demuestra un predominio boscoso de los abetos y
larices.
Así, mientras en la
costa destacan, amén de la actividad pesquera de los pequeños pueblos,
el cultivo de hortalizas, flores y legumbres; en la colina se desarrollan
tanto las vides, olivos, cereales, y leguminosas.
Entre las frutas,
destacan las uvas, blancas y negras, las peras, los duraznos y manzanas.
En tanto en la zona de
montaña, se aprovechan los recursos madereros, de bosques de pinos, la
recolección de castaños, y por sobre todo el arreo de ganado ovino en
prados de pastoreo.
En cuanto a la
industria, ésta se ha desarrollado en los últimos siglos, en sus ramas
de metalurgia, naviera, minera, de grafito y manganeso, química, de
fertilizantes, textil, cementera y de manufactura en cuero, así como
también resalta
el impulso
turístico adquirido por la región.
Mientras que la
actividad comercial es fomentada a través de los dos puertos principales
de la región, los cuales
sirven
de vía de entrada para el norte de Italia.
Por ello, Savona ha
sido considerada como puerto natural para todo el Piamonte, mientras que Génova
se conecta a través de las vías férreas tanto a la anterior como a
Lombardia.
También subsiste,
aunque cada vez en menor medida, en un nivel familiar, una industria,
dedicada a la explotación de recursos madereros, de la leña en la
Riviera de Levante, y de cultivo de flores en la Riviera del Poniente.
A cargo de la mujer,
queda la confección de ropa, mediante telares, en la esfera familiar.
En la actualidad, los
sectores industriales (sidelúrgicos, metalúrgicos, petroquímicos,
naviera, de canteras, textiles y alimenticios), comerciales, turísticos y
de servicios, predominan en la economía regional, por sobre los de la
agricultura y la pesca.
La población se emplea
en sus dos terceras partes, en el sector terciario, así como también en
los puestos generados por el tráfico comercial portuario.
En tanto la industria
turística, se disemina en diversas villas marinas que se han tornado en
polos de atracción para visitantes extranjeros, tales como Bordighera,
San Remo, Alassio, Finale Ligure, Nervi, Porto Fino, Santa Margherita o
Rapallo.
Políticamente, la región
Liguria se divide en cuatro provincias: La de Spezia, la de Imperia, la de
Génova y la de Savona.
A un nivel local, la
autoridad reside en las Comunas, 235 en total, sobre las cuales se delegan
responsabilidades que atañen a los problemas específicos de cada una de
las comunidades en particular.
Génova, abarca unos
1834 kilómetros cuadrados, contando con una población de 1.011043
habitantes, y una densidad de 551 individuos por kilómetro cuadrado.
La ciudad en sí,
comprende unos 25 kilómetros de costa por unos 15 kilómetros de
interior.
En cuanto a su
historia, sería fundada por tribus ligures, pasando luego por manos
romanas, bizantinas, longobardas y francas, hasta adquirir el estatus de
comuna libre en el siglo XII.
Momento a partir del
cual ejercería un predominio como potencia marina, hasta su declive entre
los siglos XV y XVI, en el cual fue disputada su posesión por el Ducado
de Milano, España y Francia.
Si bien renacería su
anterior poderío bajo el gobierno de Andrea Doria, permaneciendo
independiente hasta 1797, en esa fecha sería conformada la República
Ligure, de corte napoleónico. Siendo anexada a posteriori, al reino de
Cerdeña en 1815.
En la actualidad, su
economía se basa en el tráfico y comercio portuario, de contenedores, así
como en las actividades financieras y de despacho generadas por lo
anterior. Su industria, se dedica a la transformación de la mercadería
en tránsito, tal como ocurre en los sectores petroquímicos, sidelúrgicos,
metalúrgicos o de alimentos.
Imperia, comprende unos
1155 kilómetros cuadrados, contando con 222.327 habitantes cuya densidad
de población asciende a 192 personas por kilómetro cuadrado. Porto
Maurizio y Oneglia, constituyen sus ciudades principales.
En tanto la primera
conformaba un punto de escala en épocas romanas y bizantinas, a partir
del siglo XIII se federaría a Génova, acompañando desde entonces los
vaivenes políticos de ésta última.
Mientras que la
segunda, posee un origen medieval, pasando en 1298 al dominio genovés, no
obstante en 1576 sería cedida al reino de Savoya.
Su economía se basa en
el sector alimenticio, de producción de aceite de oliva, pastas, molinos
de trigo, amén de la actividad portuaria, de pesca, y del turismo.
La Spezia, por su
parte, comporta unos 882 kilómetros cuadrados, con una población de
237.249 habitantes, en tanto su densidad demográfica oscila en las 269
personas por kilómetro cuadrado.
En tiempos del Imperio
Romano, sólo constituía una pequeña villa, siendo anexada a la Corte de
Génova en 1273.
Unicamente adquiría
importancia durante el siglo XIX, en su calidad de base naval para el
reino de Cerdeña.
Aún hoy, el sector de
industria naviera y militar, predomina en la provincia, amén de los
sectores metalúrgicos y petroquímicos.
Savona, se extiende por
1545 kilómetros cuadrados, siendo su población de 294.120 moradores,
cuya densidad asciende a unos 190 individuos por kilómetro cuadrado.
La ciudad puerto que
otorga su denominación a toda la provincia, sería fundada por tribus
ligures, pasando al dominio romano en el siglo II A.C., a posteriori de
las Guerras Púnicas de Roma con Cartago, fruto de las cuales ésta última
se viera devastada.
Luego de un breve período
longobardo, sucedido tras el declive del imperio romano, adquiere el grado
de comuna libre en el siglo XI.
En 1528, es conquistada
por Génova.
En 1815, se anexa a
Savoya.
Su economía, se
asienta en el comercio con el vecino Piemonte, amén de la actividad
industrial sidelúrgica, metalúrgica, naviera, de canteras, y petroquímica.
Dentro de las
costumbres de la Liguria, cabe reseñar los aportes referidos a la
gastronomía.
Ya sea en productos
característicos de la zona como la farinata genovesa (el fainá), el pan
dulce, la pascualina, o el minestrone.
También destacan
platos como el trenette al pesto, los canestrelli, el cappon magro, o la
cima pima (panceta de carne de ternero rellena con pasas de uva y otros
ingredientes), el scabei de Sarzana, o el griletto.
Se suele considerar que
la base de dicha cocina resulta en mayor medida mediterránea, ya que
denota un predominio del uso de ingredientes básicos como el ajo y el
aceite, por sobre influencias septentrionales de la fritura en grasa y
manteca.
En tanto los banquetes
tienden a celebrarse con copiosidad en ocasiones festivas como la Navidad,
en jornadas de recogimiento, como la correspondiente al Día de los
Difuntos, las comidas se han de servir con una frugalidad estipulada
socialmente.
Entre los aditamentos
de la vestimenta local, característicos a través del tiempo, se ha de
reseñar al mézzaro genovés, de origen árabe, el cual es adornado con
motivos de flores, frutos, pájaros, escenas orientales o marinas. También,
destaca el pezzotto, peineta blanca o negra portada por las mujeres, y los
adornos en plata y oro.
Así mismo, cada
actividad económica, consigna a una serie de personajes populares.
Tales como el pastor,
el cual por tradición se alimentaba primordialmente de pan y productos lácteos,
en detrimento del vino o la carne.
O el denominado “lupo
di mare”, al momento de señalar a aquellos individuos, que dedicados a
la pesca, artesanal o industrial, hacían de tal actividad su principal
medio de subsistencia.
Dentro de la actividad
portuaria comercial, destaca la figura del fachino de porto (peón de
estiba o carga), categoría dentro de la cual existían diversos grados,
como el del camalo (término derivado del turco kamal), o del caravana.
En las últimas décadas,
la modernización de la zona portuaria, con la introducción de los
containers y grúas mecánicas para su acarreo, han conllevado una
indemnización millonaria a dichos peones de estiba, quienes sindicados en
su gremio, han sido resarcidos por su labor, la cual a partir de la
modificación tecnológica introducida, devendría obsoleta en gran parte.
Dentro de las
celebraciones rituales, se han de señalar las correspondientes al culto
católico apostólico romano, monoteísta,
que predomina en la población, no obstante en ocasiones las mismas
trasunten elementos de una raíz pagana anterior.
Así, destacan las
procesiones religiosas en fechas clave para el imaginario cristiano, tales
como la del Crocefiso en Génova, la de Giovanni Battista, la de Corpus
Domini, o la del Venerdi Santo en Savona.
Relacionada a las
anteriores, se halla la participación musical de los miembros de las
distintas confraternidades, a través de la entonación de los Misteri
(Misterios), que brindan un marco de sacralidad acorde a los lineamientos
de la celebración en sí.
Otras fiestas, también
vinculadas al calendario cristiano, son la del Natale (navidad), la de San
Giuseppe, en Génova, la visita al Sepulcro en Semana Santa, o la Domenica
delle Palme, ocasión en la cual se exponen motivos elaborados con hojas
de palma entrelazadas.
Sin olvidar a la
Pascua, o la Vigilia de San Giovanni, cada veintitrés de junio.
El carnaval de Génova,
se distinguiría en tiempos históricos, por la elaboración de sátiras
populares y caricaturas, amén del uso de cantos tradicionales, o “i
ravioli”, fueren éstos declamados en verso o en prosa.
A través del uso de
las máscaras de carnaval, destacan diversos personajes recurrentes, como
el del Geppein, o paisano, la de La Nena, bella doncella, la del Paciugo y
la Paciuga, pareja de doctores, o las marionetas Pipia e Barda.
En cuanto a las
leyendas y fábulas, entroncadas a la esfera mitológica de la población
rural, abundan los cuentos sobre el combate de ángeles y diablillos.
También, en el Día de
los Difuntos, cabe reseñar que en Savona, existe la creencia del “Pico
spaccato”, sitio donde según la tradición marchan en procesión, las
almas en pena de aquellas personas que sufrieran una muerte violenta, o súbita,
tal el caso de los asesinados, ahogados o insepultos (los antiguos larve o
lemuri de los romanos).
Ocasión en la cual
dichos espectros, vestirían capas negras, conforme entonan lúgubres
salmos de oración.
Otros cuentos, remiten
tanto a la influencia sarracena recibida en el medioevo, como también a
diversas confrontaciones familiares entre los castillos de dicha época,
cuan la referente a los feudos de Aquila y della Verruca, en Val Magra.
También resaltan, en
el lenguaje cotidiano, apelativos que reflejan la rivalidad entre
localidades, y con las vecinas regiones de la península.
A modo de ejemplo, los
Savonesi, o habitantes de Savona, son denominados como “ciciolli”, o
chupasangre. En tanto a los genoveses se les asigna el mote de “riso- rosso”, o “ríen poco”, y a los de Arenzo, “caga goti”, como sinónimos de avaricia. |
5
INMIGRACION ITALIANA : CONTEXTO HISTORICO Y CAUSAS
En el siguiente capítulo
se ha de recabar el marco histórico del arribo de la inmigración
italiana a nuestro continente, así como también las causas que incidirían
en su desarrollo.
Para luego, en
posteriores capítulos, relevar las principales características que
presentaría la misma, así como también los aportes efectuados por ésta,
en distintas áreas, que contribuirían a la conformación de la cultura
en la sociedad uruguaya actual.
Para historiadores como
Oddone (1966) hacia el siglo XIX la revolución industrial, si bien
variaba en su grado de desarrollo de acuerdo a la región de la que se
tratase, otorgaba no obstante cierta homogeneidad a la sociedad occidental
europea.
Acorde al autor, una
vez finalizada la Guerra franco- prusiana de 1870, a la que sucedería un
período de paz hasta 1914, la economía se expandió a través de nuevas
formas de comunicación y locomoción, acrecentándose la migración del
medio rural al urbano, conforme la actividad de las factorías prevalecía
sobre la agrícola cuya influencia decaía con respecto al total de la
producción.
Paralelamente, la
población tendía a concentrarse en el ámbito de las ciudades.
En el plano de la
geopolítica, en dicho período ocurre la máxima expansión de los
imperios coloniales europeos, cuyas naciones dividían los territorios
conquistados en los demás continentes.
Obteniendo de éstos
las materias primas necesarias para elaboración de los productos
manufacturados característicos de la revolución industrial.
No obstante, a
principios del siglo XX resurgirían los resquemores entre las distintas
potencias coloniales, especialmente entre Inglaterra y Alemania, en tanto
ésta última pondría en jaque el predominio económico y político
global de la primera.
Dicho proceso
desembocaría en la Primera Guerra Mundial (1914- 1918) tras la cual
sobrevendría una etapa de incertidumbre tanto política, dado que la
creación de la Sociedad de las Naciones (antecedente de la ONU) no
impediría las permanentes tensiones entre vencedores y vencidos del
anterior conflicto bélico; como económico, con distintas crisis
monetarias, causantes de nuevas oleadas migratorias, que culminarían en
el crack de la Bolsa de Wall Street de New York en 1929.
En torno a las diversas
manifestaciones de la vida económica europea en el período ya
mencionado, entre el 1870 y 1914, Oddone (1966) distingue los avances
producidos en diversos campos.
Primeramente destaca
los cambios tecnológicos ocurridos en tal etapa, los cuales influirían
en la expansión industrial acontecida por entonces. Tales como nuevas
aplicaciones del dínamo, la utilización de la hulla blanca con propósitos
industriales, o del motor a explosión para barcos y automóviles, amén
del ferrocarril impulsado mediante la corriente eléctrica (Oddone, 1966).
A su juicio, ello
aceleraría el proceso de industrialización, así como también de la
extracción de mineral y carbón, utilizados como materias primas.
Lo cual permitiría la
reducción de los costos a favor de una mayor producción en masa.
Además de los
cuantiosos y nuevos artículos surgidos a impulso del progreso de la
metalurgia, el cual sería sustentado por los descubrimientos efectuados
en distintas áreas científicas, en especial en el de la Química
(Oddone, 1966).
En el rubro del
transporte, reseña el desarrollo de las vías férreas, así como también
de las líneas transatlánticas de embarcaciones a vapor que sustituirían
a las tradicionalmente impulsadas a vela; utilizadas tanto para el
desplazamiento de pasajeros como de carga.
Lo cual acrecentaría
tanto el proceso de extracción de las materias primas en las colonias,
como el mayor intercambio de productos de consumo masivo en las potencias
hegemónicas (Oddone, 1966).
A su vez, caracteriza
al desarrollo industrial, como poseedor de una especialización
productiva, que incidiría negativamente en la faz agrícola de dichos países.
En tanto la gran
industria desplazaría tanto al artesanado como a la pequeña industria,
conformándose nuevas zonas productivas, como Bélgica, Lombardía, Cataluña,
Liguria o Piamonte.
También acota como la
extracción de carbón quintuplica su volumen en tal periodo, además de
que la industria textil cobra mayor impulso a merced de las innovaciones
mecánicas.
En tanto ubica en
Inglaterra, el polo del dominio en el desarrollo de la industria metalúrgica,
de la fundición y el acero, destaca a Alemania, como sitio de privilegio
para la industria químico farmacéutica (Oddone, 1966)
Entre las causas que
provocarían el empuje de la emigración europea, el autor reseña al
aumento de la población.
Enmarcado en el
concepto de “revolución demográfica”, debido a las mejoras en el área
de la salud y la alimentación, lo cual conllevaría un descenso en el índice
de mortalidad registrado por entonces.
Así, el volumen de la
población europea duplicaría su número de 200 millones en 1870 a 460
para 1914 (Oddone, 1966).
Ello implicaría un
descenso en el nivel salarial, así como también una mayor desocupación
en el sector de las factorías.
El proceso migratorio
se constata en las cifras correspondientes para dicho período, durante el
cual unos 40 millones de europeos abandonarían su tierra natal rumbo a
otros continentes.
De ellos, una quinta
parte se dirigiría a Sudamérica, cifra dentro de la cual Argentina
absorbería la mitad de inmigrantes, Brasil el 35 % y el Uruguay acogería
al 5 % de la misma (Mörner, 1992).
Entre los factores
generales que influirían en las corrientes migratorias europeas de la
segunda mitad del siglo XIX incluye los siguiente puntos:
El desajuste producido
entre la demanda de trabajo y el excedente demográfico, ante lo cual la
industria y el comercio no absorbían la novel oferta de mano de obra con
debida prontitud (Oddone, 1966).
La presión demográfica
debida a razones antepuestas supra (Oddone, 1966).
Los vaivenes
acontecidos tanto en los ciclos económicos como agrícolas, ejemplo de
esto último lo constituye la “potatoe famine” de Irlanda entre
1840-1847 en la que la dependencia de un monocultivo impuesto por la
potencia dominante inglesa, provocaría resultados devastadores para la
población ante la ruina de dicha cosecha (Oddone, 1966).
El desarrollo comercial
e industrial, que causaría un descenso en el nivel de vida, así como en
las condiciones laborales, amén de la disminución en los empleos de las
ramas artesanales y de trabajadores domiciliarios (Oddone, 1966).
Las condiciones de la
explotación agrícola, en las que se evidenciaba una disímil distribución
de la propiedad de la tierra, en tanto también conspiraban el ausentismo
de los tenedores de las terrenos, y el inusitado monto de los impuestos
rurales exigidos a los campesinos, especialmente en Italia y España
(Oddone, 1966).
Las condiciones de la
travesía e internación, puesto que el desarrollo de los medios marítimos
de transporte favorecería los viajes a través del océano (Oddone,
1966).
Las analogías
culturales, en las que los inmigrantes escogían destinos que presentaran
similitudes con su tierra natal, tal el caso de españoles e italianos en
América Latina, irlandeses en Estados Unidos, o ingleses en sus colonias
(Oddone, 1966).
Los factores
incidentales que igualmente influirían en la migración.
Dentro de estos, cita
el caso de los terremotos o epidemias en Italia, agitaciones políticas en
la Comuna parisiense, la guerra franco- prusiana ya mencionada,
persecuciones religiosas, deudas con el fisco, o la justicia militar por
deserción del servicio correspondiente, así como también beneficios
otorgados por los países receptores, amén de la propaganda interesada
que efectuaban los diversos agentes y
compañías navieras de transporte (Oddone, 1966).
En lo concerniente a la
emigración italiana, se ha de acotar primeramente la situación económica
y social de la época.
Hacia 1870, ya
unificado el Reino de Italia, persistirían las desigualdades
estructurales entre las diversas regiones que la componían.
El autor establece que
“...el crecimiento demográfico anotaba por lo pronto la contradicción
entre el estancamiento urbano y el aumento de la población total (25 : en
1861; 26: en 1870).” (Oddone, 1966 : 23).
Nápoles constituía la
ciudad con mayor cantidad de habitantes (449.000), superando a sus pares
del norte.
Así, se consigna, como
aún sucede en la actualidad, una división entre las regiones
septentrional y meridional del país.
La primera
contaba con un desarrollo industrial más acentuado, aunque en
dicho período sufría de una carencia de capital inversor, combustible y
materia prima.
La segunda se
caracterizaba por la explotación rural de índole estacional, en la que
el latifundio constituía la forma predominante de la propiedad de la
tierra (Oddone, 1966).
A su vez que la
topografía montañosa del país, unida al escaso desarrollo del
transporte ferroviario para la época, no hacía más que acentuar las
diferencias entre las regiones.
No obstante el autor
considere que los índices de industrialización resultaban promisorios en
el comienzo de dicho período, signando al surgimiento del problema
obrero, el cual se manifestaba con huelgas constantes a causa de los bajos
salarios recibidos por los operarios,
como uno de los indicadores del cambio (Oddone, 1966)
Otra de las características
del periodo son los vaivenes económicos sufridos por una producción que
aún dependía en gran medida de los dividendos obtenidos por las
exportaciones del sector agrícola rural.
En tanto acota que las
tarifas aduaneras de índole proteccionista, canalizaban un beneficio para
los sectores industriales, como los textiles, metalúrgicos y mecánicos.
Sin embargo tanto el
deterioro del comercio exterior (que incluiría una ruptura con Francia),
como la crisis bancaria de 1893-94, se combinarían con los efectos ya
manifiestos de la depresión económica europea (1873-1895).
Por ende, el proceso de
industrialización provocaría en las regiones septentrionales un
empeoramiento de las condiciones laborales (rebaja de salario, empleo
masivo de niños y mujeres, desocupación cíclica, migración del medio
rural al urbano).
Mientras que en el
meridiano, el impacto sobre la economía agrícola sería de mayor
envergadura (desocupación masiva, impuestos sobre los alimentos,
subconsumo y plagas, huelgas de los “braccianti” o braceros) (Oddone,
1966)
A posteriori, en el
comienzo del siglo XX, hasta la Primera Guerra Mundial, el país recuperaría
el crecimiento económico tanto en la faz agrícola como industrial, en
tanto que disminuirían como consecuencia la mortalidad por epidemias como
la malaria o la pelagra.
No obstante a término
del conflicto bélico, devendría un nuevo receso en la producción,
caracterizado por la desmovilización de las industrias metalúrgicas y
mecánicas, que se enlazaba con los conflictos ideológico- políticos
propios de la época, entre las corrientes revolucionarias obreras, tanto
anarquistas como a posteriori marxistas, y las fuerzas conservadoras de
las sociedades, que desembocaría, en el caso italiano (como se daría
también en Alemania) en la instauración de un régimen totalitario
fascista comandado por Mussolini, quien contaría con el beneplácito de
la monarquía reinante por entonces (Oddone, 1966).
En torno a los motivos
que impulsaban a la emigración, el autor destaca que “...el creciente
interés social que fue adquiriendo desde entonces mide, naturalmente, la
magnitud del problema migratorio, tan estrechamente ligado al proceso de
unidad espiritual y material de la nación.” (Oddone, 1966 : 27).
Así contrastaban por
caso, los intereses de los empresarios navieros, proclives al fenómeno
migratorio hacia el exterior, con los propios de los propietarios rurales,
quienes veían disminuido el número de los braceros a su disposición.
El tema de la emigración
sería tratado ampliamente, por economistas, geógrafos, demógrafos,
periodistas e historiadores ya desde ese momento.
A continuación se han
de reseñar los factores preponderantes, acorde al autor (Oddone, 1966)
prosiguiendo con el esquema ya esbozado, de una división entre las
regiones norte y sur del país, las cuales poseen hasta hoy día disímiles,
cuando no opuestas, características.
En cuanto a la región
meridional, el autor aboga por obviar una explicación monocausal que se
base únicamente en la miseria como causante primordial de la emigración
(Oddone, 1966).
Por el contrario acota
una serie de variables, que divergían acorde al período y región específicas,
así como también a los cambios en el crecimiento demográfico y
perspectivas económico laborales de cada sector (Suardo, 1945, en Oddone,
1966).
De modo genérico
considera que en la Italia del sur (Campania, Puglia, Basilicata,
Calabria, Sicilia) predominaban condiciones desfavorables para la labor
agrícola.
Entre las cuales se
hallan, de acuerdo a Foerster (1919, en Oddone, 1966) el medio físico,
por la inclemencia del suelo, régimen pluvial, composición del suelo,
deforestación, escasez de pasto y aridez de la tierra, factores todos que
atentaban contra la productividad.
Así como también el
impacto de las epidemias como las provocadas por la malaria, y de los
terremotos acontecidos en el caso de Calabria.
Por otra parte, con
igual o mayor incidencia
se presentaban las causas de carácter económico social.
Como la presencia del
latifundio, en el que la propiedad de la tierra pasaría de las manos de
la aristocracia en el régimen feudal, al bando de una burguesía
adinerada gracias a la actividad comercial y financiera. Mientras que
igual destino correría el reparto de las tierras de la iglesia (Oddone,
1966).
También influiría el
ausentismo de dichos propietarios, fenómeno particularmente agudo en la
segunda mitad del siglo XIX, lo cual generaría un grupo de intermediarios
dedicados a la especulación, los “gabellotti” sicilianos, quienes a
juicio del autor, “...usufructúan los beneficios de las cosechas y
saben eludir los riesgos descargándose sobre los propietarios o los
asalariados” (Oddone, 1966 : 31).
Así
mismo, las técnicas de cultivo no habían avanzado en demasía con
respecto al pasado, lo que conllevaba un magro rendimiento agrícola. Todo
ello devenía en pésimas condiciones laborales y de calidad de vida para
los campesinos de dicha región.
Mientras que el mayor
desarrollo industrial del norte, el cual gozaba de mínimas barreras
aduaneras amén de una reglamentación proteccionista, iba en detrimento
del sector artesanal y de pequeña industria del sur (Oddone, 1966).
Entre los indicadores
de índole social, el autor señala a las manifestaciones del descontento
obrero, mediante huelgas que declamaban por una reforma de los impuestos,
redistribución de tierras y mayores salarios; al bajo nivel de educación
con altos índices de analfabetismo, y la alta tasa de natalidad.
Todo ello favorecía la
configuración de una estructura social adonde primaban dos polos opuestos
: el de una mayoría campesina en pésimas condiciones de vida,
contrapuesta a los intereses de una minoría latifundista que detentaba la
propiedad de la tierra y medios de producción (Oddone, 1966).
En cuanto a la Italia
septentrional, considera que las provincias del norte, como Liguria,
Lombardía y el Piamonte, presentaban características ventajosas, en
comparación con la zona del mediodía.
En el aspecto del medio
ambiente, gozaba de un régimen de lluvias más favorable, así como de
una mejor fertilidad de los suelos, la cual variaba acorde a la latitud y
altitud correspondientes.
Mientras que las
epidemias y desastres naturales tendrían una incidencia menor que en la
región sur.
Por otra parte, la
propiedad de la tierra, a diferencia del sector meridional, poseía una
subdivisión de la propiedad, lo que conllevaba un rédito mínimo así
como también una latente pauperización de la población campesina.
Conforme proseguiría
dicho proceso de subdivisión de la tierra, ello influiría de manera
determinante como causal de la emigración.
Al tiempo que señala
al arrendamiento como la forma de explotación más usual, en sus
distintos tipos de contrato (mezzadria, contratto misto) (Foerster, 1945,
en Oddone, 1966).
A la vez, describe
causas específicas para cada región.
En el caso de las
grandes urbes, la emigración poseía un carácter menor, en comparación
con el medio rural.
En las zonas de montañas
alpinas, como en el Piamonte, la poca fertilidad del suelo, la división
excesiva del mismo, y la abundante mano de obra (con las consecuentes
miseria y desempleo) serían las razones preponderantes.
Siendo menor tal
proceso en el valle del Po, así como también en la Liguria, a pesar de
su tradición marítima y comercial, en tanto en el Véneto, prevalecería
una tendencia temporaria hacia la emigración (Oddone, 1966).
Al tiempo que considera
que en las regiones centrales de montaña se acentuaría dicha tendencia
de manera constante, como en la Toscana y en Luca.
Al contrario, la
estabilidad agrícola demostrada por Pisa y Livorno, detentarían en
detrimento de un gran caudal migratorio de sus moradores. Ya descendiendo
hacia el centro del país, en La Marca, Emilia y el Lazio, la pobreza de
los suelos se constituiría como en otras regiones, en una de las causas
del contingente migratorio (Oddone, 1966).
En el plano de la
organización político social, el autor acota que el desarrollo
industrial y comercial se vería beneficiado en el norte por una mayor
autonomía de las comunas, lo que favoreció el surgimiento de una clase
media y de artesanos, a diferencia de la aristocracia latifundista que
predominaba en el sur.
Por ende, “...la
acumulación temprana de importantes capitales y la disponibilidad de crédito
permitió asumir, aunque con desventaja inicial (combustibles y materias
primas escasos), el camino de la gran industria, que aparejó a su vez un
creciente desarrollo de la vialidad, los ferrocarriles, los canales y los
puertos, las escuelas primarias e industriales y una avanzada legislación
protectora del trabajo.” (Oddone, 1966 : 35).
A juicio de Pellegrino
(1992) una de las razones preponderantes de la emigración, era que los
europeos ya liberados de las viejas trabas feudales, procuraron dirigirse
hacia países donde no
imperara un estricto orden pre establecido, tal el caso del Río de
la Plata donde la tardía colonización hispánica predisponía tal
situación.
En tanto Rodríguez
Villamil & Sapriza (1982) distinguen entre las causas de la inmigración
de las zonas septentrionales y meridionales de la península.
Ya que mientras en las
primeras, incidiría el escaso rendimiento de los minifundios agrícolas,
junto con la alta natalidad rural y la imposibilidad de absorción del
excedente agrícola por parte de la burguesía industrial urbana; en las
segundas prevalecería el empobrecimiento de la masa campesina, de
braceros, en manos de un sistema latifundista de la propiedad de la
tierra.
Mientras que Mörner
(1992) considera lo siguiente: “...en Italia, la coincidencia del
descenso económico y la competencia de las importaciones de cereal barato
provocó una crisis especialmente severa entre1885 y 1895. En estas
circunstancias, la emigración de las provincias italianas del norte era más
importante, a pesar de su mejor desarrollo económico y sus mejores
condiciones de vida en relación al sur. En el sur de Italia, los
problemas estructurales de una sociedad extremadamente empobrecida y
atrasada continuaron empeorando como resultado del aumento de la población,
hasta cambiar el siglo. En esa época, la situación en el norte de Italia
había mejorado con lo que nos encontramos que en períodos recientes
predominan contingentes de italianos del sur.” (Mörner, 1992 : 58).
6
INMIGRACION ITALIANA EN
EL URUGUAY
6.1
CONTEXTO
HISTORICO
Como rasgos salientes
de la inmigración italiana en nuestro país, en un plano histórico, a
juicio de Rodríguez Villamil & Sapriza (1982) cabe consignar lo
siguiente : el carácter temprano de su impronta, desde mediados del siglo
XIX, lo cual anticiparía la postrer inmigración hacia la Argentina.
Conjuntamente a ello,
constatan la temprana saturación del medio, debida a una falta de política
oficial clara con respecto a la migración, así como también, en lo económico,
al predominio de un modo de producción latifundista y agropecuario que
cercenaba las posibilidades de empleo en el área rural.
Sin embargo, los
primeros contactos, esporádicos,
de peninsulares con estas tierras, se darían a través de marinos
como Pigafetta, en el transcurso de las expediciones de exploración lusas
y españolas a la región, en los comienzos del siglo XVI (Avonto, 1994).
En términos generales,
los italianos tenderían a establecerse en el área urbana de Montevideo,
en las chacras aledañas, y de zonas limítrofes (Canelones, San José),
así como en el litoral del país, entre Colonia y Salto, sitios donde los
genoveses controlaban casi en su totalidad la navegación del río,
desarrollando junto a ésta su actividad comercial (Albónico &
Rosoli, 1994).
Alcanzando su ascenso
en la jerarquía social, a través del comercio y la industria por sobre
todo.
Puesto que las artes
liberales se hallaban en manos de los naturales del país, los inmigrantes
ocupaban otras labores como la de braceros, artesanos, servicio doméstico,
camareros, modistas, cocineros, albañiles, carpinteros, o zapateros (Rodríguez
Villamil & Sapriza, 1982).
También, anhelaban
independizarse económicamente merced a su destreza de oficio, artes o
comercio de menudeo cuentapropista.
Como forma de alcanzar
dicha independencia, se fomentaba el ahorro monetario a través de la
compra de un terreno y la edificación de la casa propia, fuere en un
nivel urbano, o de la chacra o casa quinta en los suburbios de la capital
y ciudades del interior.
En el campo socio
cultural,
los italianos extenderían su influencia en diversas áreas como la
arquitectura, artes plásticas, música, formación de instrumentistas,
teatro, sainete, y de la conformación de las capas medias de la sociedad
(Zannier, 1994).
Las autoras ya
mencionadas (Rodríguez Villamil & Sapriza, 1982) establecen seis
etapas diferentes, signadas por los vaivenes de las distintas crisis económicas
y conflictos bélicos del país, y mundiales.
Una primera, que abarca
el período desde la jura de la Constitución de 1830 hasta el comienzo al
Sitio Grande de Montevideo, en 1843.
Una segunda, desde el
fin de la Guerra Grande, en 1851 hasta 1870.
Una tercera, desde 1880
a 1890.
Una cuarta, entre 1891
y 1902.
Una quinta desde el
1905 a 1814, y una sexta entre 1918 y 1930.
La temprana inmigración
se habría causado en parte, por la resistencia del régimen rosista en
Argentina al arribo de extranjeros.
Al momento de la Guerra
Grande, el sitio de Montevideo produjo la salida de europeos, entre ellos
8.000 franceses, quienes se dirigirían a la vecina orilla (Mörner,
1992).
A grandes rasgos, los
italianos prevalecerían hasta 1900, momento a partir del cual harían lo
propio los españoles.
Mientras que desde
1915, entrarían en escena aquellos provenientes del este europeo y Medio
Oriente.
En todo momento,
predominarían los hombres laboralmente activos, por lo cual, por ejemplo,
para 1894, el 67 % de los nacidos en Uruguay, contaba con alguno de sus
progenitores extranjeros (Rodríguez Villamil & Sapriza, 1993).
Según
Barrán & Nahum (1979), el aporte de la inmigración resultaría
substancial, al menos hasta 1890, para el aumento de la población
nacional, dada la escasa densidad demográfica registrada en los albores
del Uruguay independiente.
Entre 1860 y 1975, se
registraría un incremento en la inmigración, merced a la implementación
de políticas favorables a la misma por parte del gobierno de Berro.
En tanto entre 1866 y
1868, el crecimiento edilicio urbano, junto con la especulación del
sector financiero ofrecerían mayores oportunidades de obtención de réditos.
A partir de 1870, se
diversificaría por tanto la procedencia y profesiones de los inmigrantes
italianos, arribando trabajadores agrícolas meridionales desde
Basilicata, artesanos, decoradores y pintores de Romagna y Manche, o
escultores de arte funerario de la Toscana (Oddone, 1993).
De forma general, es
posible afirmar que “...al ser las primeras oleadas de emigrantes
transatlánticos italianos del norte, es natural que fueran los norteños
quienes predominaran en la inmigración sudamericana representando el 60 %
de los italianos que llegaron entre
1876 y 1913.” (Mörner, 1992 : 76).
Dicho autor establece
que los factores que incidirían en la asimilación serían la causa de la
emigración, los lazos familiares de origen y de recepción, las
condiciones que afrontaba en la nueva tierra y la nacionalidad (Mörner,
1992).
Aunque también
“...es obvio que el proceso de asimilación no sólo refleja la
actitudes de los inmigrantes, sino también las actitudes adoptadas por
las autoridades y el pueblo del país receptor. La política favorable
hacia la inmigración de los gobiernos de América Latina puede
encontrarse en varios objetivos. Algunas veces reflejaban el sentimiento
de inferioridad y el deseo, por parte de la élite, de que consiguieran
una expansión económica, sin alterar el
status
quo
sociopolítico del país.” (Mörner, 1992 : 108).
Para otros autores,
“...la llegada al país de grandes oleadas inmigratorias y el vigoroso
crecimiento demográfico, los procesos de urbanización -
en particular, de montevideanización – acelerados, las múltiples
implicaciones de la reforma escolar, etcétera, demandaban propuestas
integradoras de signo fundacional.” (Caetano, 1992 : 83).
Conforme a ello, se
establecería hacia 1890, una Ley de Inmigración, inspirada en la
argentina Ley Avellaneda de 1876.
Mediante la cual se
otorgaban facilidades a los cónsules de la república, para efectuar
propaganda acerca de los beneficios de la misma, así como también
autorizaba al anticipo de pasajes, comida y alojamiento para la primera
semana de estadía de los inmigrantes que arribaran al territorio
nacional.
Ya dentro de éste, el
Estado se encargaba de los costos de traslado de los recién llegados a
otras localidades fuera de la capital, facilitándose también ciertas
franquicias aduaneras.
Sin embargo, queda
clara la intención etnocéntrica y racista de la época, si se la observa
desde un ethos actual, ya que la ley imponía asimismo la prohibición y
restricción de ingreso, en caso de enfermos, ancianos que no probaran
capacidad laboral, de asiáticos, africanos, y gitanos (Rodríguez
Villamil & Sapriza, 1982).
En dicho período,
entre el 1880 y 1904, predominaría la inmigración correspondiente a la
zona meridional de la península, en especial a Campania, en tanto entre
1900 y 1914, sucedería lo mismo con Sicilia y Calabria (Camou &
Pellegrino, 1993).
No obstante, sea
pertinente distinguir que las medidas legales descriptas anteriormente,
correspondían a una política de “inmigración oficial”, de escaso éxito
y mayor presencia de intermediarios como las compañías navieras o el
propio Estado, a la cual se contraponía la denominada “inmigración
espontánea”, asentada en las redes sociales establecidas entre los ya
emigrados y sus coterráneos que aún permanecían en Italia (Zubillaga,
1992)
En lo concerniente a la
adquisición de propiedades en el Uruguay de fines del siglo XIX y
principios del Novecientos, Mourat (1993), destaca el papel de los
inmigrantes italianos.
Conforme los mismos
tendería a establecerse en los núcleos urbanos de la capital, y ciudades
del interior.
En el área urbana, el
fraccionamiento de propiedades era efectuado por especuladores financieros
como Piria, de origen genovés, y Escardó, quienes denominaban a los
nuevos barrios con nombres asociados al ámbito peninsular, tales como
Caprera, Vittorio Emanuel II, Cheveste, Mazzini, Nueva Savona, o Nueva Génova
(Castellanos, 1971).
Mientras que en el
medio rural, el proceso paulatino de alambramiento y fraccionamiento de
los campos de estancia, conllevaba la erradicación del elemento gauchesco
de la campaña, devenido peonada de estancia.
Ya que si bien en todo
momento, la colonia italiana predominaba en el área urbana (en 1860, el
74 % residía en la capital), entre 1870 y 1880, se iría extendiendo a
los centros poblados del interior del país.
A modo de ejemplo, se
alcanzaban cifras máximas, como las siguientes : para el año de 1900,
Colonia contaba con 3900 italianos, Paysandú, con 3600, Salto con 2400,
San José, unos 1700, y Florida, igual cantidad.
En
1892, Soriano poseía unos 1300, Durazno unos 1000 y Artigas, para 1899,
unos 1000. En tanto Canelones, en 1891, presentaba unos 5700 italianos, y
Tacuarembó, en 1895, unos 1900. Mientras que poseerían menor incidencia
demográfica en el este del territorio.
De todas maneras, no
sobrepasaba en promedio, del 10 % del total de la población del interior
(Mourat, 1993).
En un nivel
comunitario, los inmigrantes se organizaban en diversas asociaciones.
Acorde a Favero & Bernasconi (1993), éstas conformaban un espacio en
el cual los miembros incorporaban tanto elementos culturales propios de la
sociedad de origen, como de la de inserción. Fomentándose así mismo,
las anteriormente mencionadas redes sociales, y cadenas migratorias.
Definiéndose a éstas
últimas
como “...el movimiento por el cual los migrantes futuros, toman
conocimiento de las oportunidades laborales existentes, reciben los medios
para trasladarse y resuelven su alojamiento y empleo inicial, por medio de
sus relaciones sociales primarias con migrantes anteriores:” (MacDonald,
1964 : 82). Ya fuere a través de agentes laborales o “padrone”, de
trabajadores o familiares ya establecidos.
Puesto que en gran
medida, “...los racimos de familiares, parientes, amigos y clientes,
constituyen la organización empresaria y determinan el acceso a la
información, al crédito y a los mercados.” (Moutoukias, 1995 : 223).
Conforme dichas cadenas
migratorias se estructuraban en las relaciones de parentesco y compadrazgo
de las localidades de origen, tendían a reforzar el sentimiento
regionalista del inmigrante, en tanto los sectores de élite de la
comunidad, eran proclives a fomentar la unidad nacional del Reino de
Italia (Míguez, 1992).
Las asociaciones, se
habían conformado por dos clase de inmigrantes:
Una primera,
correspondiente a aquellos allegados a raíz de causas políticas, quienes
tendían a enfatizar la cohesión de un ideal nacional, fomentando valores
tales como la lengua y cultura de la península (Favero & Bernasconi,
1993).
Téngase en cuenta la
frágil unidad del Reino de Italia, recién alcanzada hacia 1861,
contrapuesta al fuerte sentimiento regionalista que imperaba tanto
entonces, como aún en la actualidad.
Una segunda, respondía
a la red de solidaridad, ora local, ora regional, que promovía acciones
mutuales, de asistencia sanitaria, no obstante incorporara elementos políticos
como el marcado anticlericalismo de Mazzini (Favero & Bernasconi,
1993).
De esto último se desprende, la ausencia de vínculos
formales con las autoridades religiosas católicas de la época : “...
giá Angelo Scalabrini poteva osservare che delle 214
societá italiane rilevate al Plata, agli inizi degli anni 1890, nessuna
aveva carattere religioso e tanto meno lo aveva l´unica che si denominava
“Amici del Vaticano”, il cui nome era l´opposto della sua indole.”
(Rosoli, 1992 :81).
Asimismo, la impronta de las logias masónicas
impregnaría al pensamiento liberal local de entonces, a través de una férrea
oposición a las posiciones eclesiásticas (Marocco, 1986).
Cabe acotar, que en el
seno de las asociaciones se producían a su vez fuertes divergencias o
conflictos internos, a raíz de los diversos perfiles de sus integrantes,
fueren éstos mazzinianos o monárquicos, clericales o anticlericales, o
luego en el siglo XX fascistas o antifascistas (Devoto, 1992).
También Favero &
Bernasconi (1993) subrayan la fragmentación en las distintas
asociaciones, entre las cuales resaltaban algunas como la Societá di
Mutuo Soccorso Operai Italiani, la Lega Lombarda di Instruzione o la Lega
Lombarda Istrumentale, y el Círcolo Napolitano. Como caso excepcional de
unidad de tales organizaciones se cita el caso de la formación de la
Scuola Italiana a partir de las correspondientes a cada una de las
asociaciones, en 1882.
A modo de ilustrar
dicha disgregación, cabe señalar que para el fin del siglo XIX, en la
vecina Buenos Aires, se registraban cerca de cien asociaciones distintas,
las cuales congregaban alrededor de 50.000 miembros (Gandolfo, 1992)
Mientras que los
sectores populares, se organizaban con motivos recreativos, como el caso
del Centro Recreativo Piamontés, o deportivos,
como el Centro Atlético
Italiano.
También influirían
los inmigrantes italianos en el ámbito de las organizaciones obreras, a
través de la formación de los primeros sindicatos de orientación
anarquista y socialista (Falcón, 1992), en los cuales, al prevalecer un
carácter internacionalista, con frecuencia enfrentaba a patrones y
operarios de un mismo origen peninsular (Zubillaga, 1992).
El cambio en la
tendencia migratoria de las diversas zonas de la península hacia nuestro
país, en la cual cesaría el predominio del área septentrional en favor
de la meridional, estaría signado en particular por los efectos de la
crisis de 1890 sobre la economía nacional (Oddone, 1993).
Momento a partir del
cual la Argentina constituiría el foco de inmigración primordial de la
región.
Aún así, para 1908,
los italianos conformaban la colectividad más numerosa entre las
extranjeras, con unas 62.537 personas.
Cabe señalar que a raíz
de dicha crisis, un gran número de esos inmigrantes abandonaría su nueva
tierra, ya fuera de regreso a su patria natal, como en rumbo a los países
limítrofes, en especial Argentina, en pos de una mejor situación económica.
También en dicha época,
el gobierno brasileño concedería medidas favorables para la instalación
de colonos italianos, y alemanes en los estados de Sao Paulo y Matto
Grosso (Ianni, 1979, Rodríguez Villamil & Sapriza, 1982).
Dicho aspecto es
resaltado por Aguiar (1982) para quien la inmigración tuvo en el Uruguay
un impacto cultural y social, más que demográfico, dado que en paralelo
a dicho proceso, siempre coexistió una fuerte tendencia a la expulsión
de los habitantes de este territorio.
A modo de ejemplo,
acota que para fin del siglo XIX, una décima parte de la población del
Uruguay habitaba ya en territorio argentino.
A su vez, destaca cómo
ya entrado el siglo XX, las corrientes de inmigración detuvieron su
impulso en nuestro país, mientras que en la nación vecina anteriormente
citada, constituían un aporte fundamental al crecimiento demográfico
(Aguiar, 1982).
Sin embargo, otros
autores sostienen lo siguiente: “...cuando la inmigración masiva se
produjo, a fines del siglo XIX y principios del XX; el ingreso per cápita
debe haber sido muy alto para la época, uno de los más elevados del
mundo. Eso explica, por lo menos en parte, la increíble capacidad de
absorción de inmigrantes con la enorme multiplicación consiguiente de
roles ocupacionales que se produjo en el Uruguay. A ello debe agregarse
que la masa migratoria pasa a superar rápidamente, en número, a la
población anterior. Esto fue particularmente intenso en la población
activa, desde que casi todos los inmigrantes trabajaban porque llegaban
adultos al país. Por otra parte tenían en sus países de origen, en su
inmensa mayoría, un bajísimo nivel de vida. Se dio la doble situación
de una gran igualdad inicial masiva y un nivel de expectativas también
moderado. Es altamente posible que en parte, aunque sólo en parte, lo que
podría llamarse la propensión distributiva de la sociedad uruguaya, esté
vinculadas estrechamente a estos hechos. “ (Solari, 1967 : 102-103).
Tras la Primer Guerra
Mundial, el país cesaría de ser un destino inmigratorio de peso, produciéndose
en cambio, síntomas de “desitalianización” de los ya establecidos,
tales como ser: un menor espíritu asociativo, el estancamiento del valor
de la propiedad, y el descenso del nivel de calificación profesional de
los inmigrantes, con el agravante de que aquellos que poseían mayor
formación educativa e intelectual rehuían la participación social a
través de las diversas asociaciones
(Oddone, 1993).
A posteriori, durante
las siguientes décadas “...la situación de Uruguay durante los años
de depresión se parecía más a la de Argentina que a la de Brasil. La
inmigración aumentó la población Uruguaya hasta 1931, cuando comenzaron
a ser considerables las partidas por primera vez desde la Primera Guerra
Mundial. Durante los años 1913-30, una extraordinaria variedad de
nacionalidades había caracterizado la inmigración a Uruguay, cuando los
polacos, los serbios, los rumanos, gentes de las repúblicas bálticas,
alemanes,Austro- húngaros, sirios, armenios y judíos llegaban por
primera vez. A la tendencia de reducir la inmigración en 1931 le siguió
una ley en 1932 restringiendo la inmigración con una base de año- por- año.”
(Mörner, 1992 : 129).
Así, conforme
transcurriera la segunda mitad del siglo XX, en la cual los efectos
devastadores sobre la economía europea causados por la
Segunda Guerra Mundial marcarían la última oleada inmigratoria de
importancia, dicho proceso se revertiría a partir de los 1960, deviniendo
el Uruguay un país de emigración (Aguiar, 1982).
Ya fuere a causa de la
sistemática crisis económica que aqueja al país desde la década de los
mil novecientos cincuenta hasta la actualidad, o
a raíz de la coyuntura política particular que significaría la
dictadura militar.
“Uruguay, con un bajo
crecimiento natural de la población y un alto grado de urbanización, es
un país con problemática muy diferente. Bajo la presión del
estancamiento económico y la creciente represión policial, desde 1963 y
1975 más de 200.000 uruguayos han dejado su país. Más de la mitad se
quedaron en el otro lado del Río de la Plata. En Uruguay, con una población
que quedaba en 2.800.000 en 1975, la ya baja tasa de crecimiento demográfico
ha quedado reducida a la mitad (0.5). Además, los emigrantes eran en su
mayoría profesionales o trabajadores cualificados; por lo que las pérdidas
actuales y potenciales son grandes.” (Mörner, 1992 : 156).
A lo cual cabe agregar, cómo en las últimas décadas, el fenómeno migratorio por causas económicas se ha extendido a otras capas de la población, no cualificada, de forma masiva, dado el contexto de crisis estructural padecido crónicamente, y agudizado a partir del quiebre del sistema financiero especulativo en el 2002. |
6.2
ASPECTOS DEMOGRAFICOS DEL PERIODO
Acerca de este punto,
cabe resaltar el aporte de Arteaga (s/d) :
“La
población del Uruguay tuvo una formación aluvional. Para probar esta
afirmación basta recordar que el Uruguay en 1830 tenía 74.000 habitantes
y que – 30 años después – en
1860
la población se había multiplicado por 3 alcanzando los 223,238, de
los cuales el 33.5 % eran extranjeros. La concentración urbana de la
inmigración europea ya era manifiesta. Montevideo tenía 57,916
habitantes, de los cuales el 47.80 % eran extranjeros. De los 74,849
extranjeros que había en todo el país, el 36.97 % estaba radicado en
Montevideo.” (Arteaga, s/d : 67).
Con respecto al total
de población inmigrante al país, Rodríguez Villamil & Sapriza
(1982) acotan estos datos estadísticos, para las siguientes décadas.
Entre 1881 y 1890, en
tanto los inmigrantes conformaban en 13 % de la población total, entre éstos
los italianos ascendían al 58.79 %.
Como dato a destacar en
dicho período, acorde al censo efectuado por Granada hacia 1884, del
total de 164.028 habitantes de la población montevideana, un 20 %
(32.829) se hallaba constituida por inmigrantes italianos.
En tanto en 1889, la
proporción aumentaba hasta el 21,85 % (46.991 de un total de 215.061
habitantes) (Rodríguez Villamil, 1968).
Para el período de
entre 1892 y 1901, las cifras respectivas ascendían a un 4.22, y un 40.41
%.
Mientras que entre 1905
y 1914 se contaban un 5.3 % de población inmigrante sobre el total
nacional, y dentro de la primera, la incidencia de un 34.65 % de origen
italiano.
En tanto para el período
que se extiende desde 1921 y 1930, los porcentajes oscilan en un 6.89 % y
15.08 % respectivamente (Rodríguez Villamil & Sapriza, 1982).
Con el propósito de
ilustrar la composición y características de los inmigrantes en su
estructura de organización familiar, vista como la unidad social básica,
se ha de recurrir al estudio efectuado por Pollero (2001).
En el mismo, el cual se
fundamenta, estadísticamente, en los datos aportados para el ámbito
urbano de la capital, por el Censo de 1860 (período 1858 – 1860) se
realizan las siguientes consideraciones.
En cuanto al peso
relativo de los inmigrantes con relación al total de la población, éste
resultaba de mayor incidencia en la franja etaria correspondiente a los 20
años, mientras que en la de los 30 años tendía a equipararse con la de
los orientales (Pollero, 2001).
Acerca de la condición
legal de los moradores de viviendas, la mayor parte de la población era
propietaria de las mismas en el área urbana,
lo cual se contraponía a
las características de las zonas rurales relevadas en la muestra,
de Minas y Canelones, donde prevalecía el arrendamiento de los campos
(Pollero, 2001).
No obstante, cabe señalar
que entre los inmigrantes ocurría con asiduidad el hacinamiento en
“conventillos”, a causa de una serie de factores.
Tales como la destrucción
edilicia provocada durante la Guerra Grande, el arribo masivo de
inmigrantes, y la quema de viviendas precarias en el contexto de la fiebre
amarilla que asolaría la capital en el año de 1857 (Pollero, 2001).
Así mismo, en
Montevideo el 78 % de las familias contaban con un jefe de hogar
extranjero (Pollero, 2001).
En torno al modelo
familiar, prevalecía entre los inmigrantes italianos el de la familia
nuclear, de pareja e hijos, en el orden del 70 %.
Mientras
que un 8 % denotaba pautas de residencia poco claras. También era
frecuente, que a dicho núcleo familiar, se le adosaran miembros no
emparentados en calidad de inquilinos (Pollero, 2001).
Si se discierne por
franja etaria, se encuentra que en tanto entre los jóvenes predominaba el
hogar sin estructura de índole unipersonal, en la edad central hacía lo
propio la familia nuclear ya mencionada, en un porcentaje del 80 %.
Acerca del matrimonio,
cabe reseñar que si bien en una primera instancia, la diferencia de edad
entre los cónyuges resultaba notoria entre inmigrantes italianos, en
torno de 7.5 años a favor del hombre, dicho indicador tendería a
reducirse
con el tiempo (Pollero, 2001).
Al momento de escoger
una pareja, el 78.5 de los cónyuges inmigrantes italianos preferían a
una persona de su misma nacionalidad, lo cual contradice el modelo de
“melting pot” propuesto desde otras líneas teóricas.
En torno al índice de
fecundidad, el mismo se mostraba más alto entre las italianas, en tanto
su edad media de fecundidad oscilaba en los 29 años, dado que poseían
una cúspide muy tardía.
Ello reflejaba valores
pre
transicionales propios de su tierra natal, pues para el caso
concreto de la región de Liguria, el descenso en el índice de fecundidad
recién acontecería durante el decenio de 1880-1890, a posteriori del período
de mayor afluencia hacia nuestro territorio (Pollero, 2001).
Hacia fines del siglo
XIX,
y comienzos del XX, se modificarían las pautas matrimoniales,
tendiéndose a un enlace tardío, conforme también se procuraba alcanzar
entre la población un menor índice de fecundidad, más adecuado a los
ideales de modernidad impuestos por la élite local.
6.3
CULTURA E IDENTIDAD
A continuación se
analizarán el legado italiano, en el ámbito de la cultura, entendiendo a
ésta en el sentido antropológico, propuesto por diversos autores.
En tanto, se defina a
la cultura en los siguientes términos :
“....culture is the sociological term for learned behavior,
behavior which in man is not given at birth, which is not determined by
his germ cells as is the behavior of wasps or the social ants, but must be
learned anew from grown people by each new generación.”
(Benedict, 1947 en
Kroeber y Kluckhon, s/d :112 )
O también, “...una
cultura es la configuración de la conducta aprendida y de los resultados
de la conducta, cuyos elementos comparten y transmiten los miembros de una
sociedad.” (Linton, 1945 :45).
Para Harris (2001), la
cultura remite al “...estilo de vida total, socialmente adquirido de un
grupo de personas, que incluye los modos pautados y recurrentes de pensar,
sentir y actuar.” (Harris, 1999 : 165)
Sin olvidar, el aporte
pionero de Tylor: “...la cultura o civilización, en sentido etnográfico
amplio, es aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias,
el arte, la moral, el derecho las costumbres y cualesquiera otros hábitos
y capacidades adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la
sociedad.” (Tylor, 1871, en Neufeld, 1997 : 391).
Mientras
que para Willis (1978), la experiencia cultural es vista como“...
shared
material experience. It does not proceed either from individual variation
and proclivity, or from the specifications downwards of a gigantic social
order. It comes from direct involvement with the everyday world. It is in
relation to commonplace, to trivia ande the slow accumulation of concrete
lessons that individuals
in groups,
come
to recognize their subjectivity.” (Willis, 1978 : 2).
Por su parte, Geertz
(1987) favorece un concepto semiótico de la misma, vista como un sistema
de signos interceptables en un contexto adonde se describen los fenómenos
de forma tangible, “densa”.
Ya que en tanto la
cultura se descompone en actos simbólicos, a los que corresponderá el análisis
del discurso social, la teoría cultural no ha de predecir, sino que
dependerá conceptualmente de la interpretación que se haga de dicha
cultura (Geertz, 1987)
A la vez se ha de
concebir a la misma, ligada indisolublemente al aspecto de la identidad,
tal como lo acota Augé (1996) : “...cultura e identidad son dos
nociones indisociables que se aplican simultáneamente a la realidad
individual y a la realidad colectiva.” (Augé, 1996 : 50).
En el aspecto cultural,
las características descriptas en los capítulos precedentes, también se
reflejarían en cierta medida, en la composición social de los
inmigrantes italianos de la región septentrional que desembarcaría en
nuestro país.
En torno al impacto de
la inmigración itálica en nuestro territorio, Pi Hugarte & Vidart
(1969), desde un marco teórico de corte histórico cultural, establecen
al aporte de dicha nación, como componente de una serie de oleadas
migratorias que confluirían en el Río de la Plata (la francesa,
predominantemente vasca, la inglesa de carácter minoritario y de elite,
la italiana, y la española, ya masivas éstas dos últimas).
Ubicando históricamente,
al auge de la presencia italiana desde el fin de la Cruzada Libertadora de
Flores, en 1863, lo que a su juicio provocaría el auge de la actividad
portuaria de la capital durante la Guerra de la Triple Alianza contra
Paraguay (1870). Momento en el cual Italia proveería de gran cantidad de
inmigrantes, desde los puertos de Nápoles al sur, y de Génova en el
norte.
En torno a los aportes
efectuados por la cultura de Italia en nuestra sociedad, Pi Hugarte &
Vidart (1969) destacan a los efectuados en el lenguaje, la cocina, la
gesticulación, las creencias populares, las normas que rigen el trato
social, la música, en especial el tango, así como también la organización
familiar y social imperante.
Tal legado cultural es
denominado por uno de los autores en los siguientes términos : “...es
en la cultura popular rioplatense donde se trasvasan rasgos y pautas cuya
presencia ha provocado una hibridación muy peculiar que uno de nosotros
denominó sociología del cocolichismo
(Vidart, 1955 en Pi Hugarte & Vidart, 1969 : 33).
Dentro del lenguaje, en
sus vertientes callejero y doméstico, los términos de origen italiano
abundan, tal el caso de palabras como berretín, bacán, bagayo, biaba,
coso, descangayado, embrocar, escorchar, farabute, funyi, laburo, manyar,
minga, pibe, pelandrún, percanta, peringundín, punga, rana, etc
(Gobello, 1963 en Pi Hugarte & Vidart, 1969).
Así como también se
presentan ciertos italianismos sintácticos, a modo de ejemplo “voy de
Juan” en vez de “voy a lo de Juan”; “tallarines a la manteca”
por “tallarines con manteca”, “no tengo más” por “ya no
tengo”, o “máquina a vapor” por “máquina de vapor” (Meo Zilio,
1964-65 en Pi Hugarte & Vidart, 1969, Meo Zilio, 1970).
De la misma manera en
que el área cultural del Río de la Plata ha recibido influencias en la
fonética, la léxica, así como en el acento, por la inmigración de la
península itálica.
En el ámbito
culinario, los autores destacan el aporte de comidas como la polenta, de
origen lombardo y piamontés, el fainá de Génova, la pizza, figazza y
calzone de Nápoles, los fríos contrafuertes de los Apeninos, la minestra
de los labradores, y la busecca aldeana.
Sin olvidar la variedad
de pastas, como los spaghetti, ravioli, cappelletti, gnocchi, agnellotti,
lasagne, tagliatelli, macarroni, vermicelli, fettuccine. Además del
risotto de la llanura paduana, el ossobuco milanés, los diversos quesos
como el ricotte, mozzarelle, de leche búfala, el gorgonzole, el
piacentini, los parmesani.
A los que se unen los
vinos, como el carlón de los Alpes, los de lavas de Nápoles, los de
Salerno, Toscana, y el Lazio (Pi Hugarte & Vidart, 1969).
En la esfera religiosa,
la influencia Italiana, en su vertiente católica, se manifiesta en el
culto a Santa Lucía y San Genaro, donde a su vez se sincretizan elementos
cristianos con
paganos propios de la tradición romana previa a la adopción de
tal religión monoteísta por el Emperador Constantino en el 324 DC.
Entre dichos elementos,
los autores mencionan a la jettatura meridional, que deviene en estas
tierras en la yeta, “...una entidad frustrante, una parca en tono menor
que se abate sobre nuestras cotidianas esperanzas en el juego o en el
amor, dos evasiones individualistas al mortecino destino colectivo del
homo
uruguayensis
.” (Pi Hugarte & Vidart, 1969 : 34).
Otra de las características
populares legadas a nuestra sociedad, es, acorde a los autores, la de la
gesticulación abundante, que acompaña a las palabras, tanto en el nivel
de manos y brazos, como de expresiones faciales.
Aspecto imbricado a un
origen mediterráneo, que enraizaría a las sucesivas tradiciones
comerciales de los fenicios, políticas de los griegos, expansionistas de
los romanos, así como también en las ciudades del levante, en el período
de dominación morisca, en el renacimiento, en los zocos del Äfrica
bereber (Pi Hugarte & Vidart, 1969).
En torno a dicha temática,
del uso de las manos en la comunicación, Davis (1976) subraya que éstas
enfatizan al lenguaje mediante gestos.
Los mismos, se rigen
por estilos que varían de acuerdo a la cultura, siendo posible el
discernir determinados “gestos étnicos”, pertenecientes a diversas
comunidades.
Así, ciertas personas
bilingües, lo son también en el aspecto corporal, o por el contrario,
hablan su segundo idioma, gesticulando a la manera de su lengua natal.
Por ello, cada cultura
modifica el repertorio de emblemas empleados en tales gestos.
Dichos aspectos, serían
estudiados de forma exhaustiva por Mauss (1996), quien enfatizaría el
origen cultural de las denominadas “técnicas del cuerpo”.
Retornado a la música,
los autores (Pi Hugarte & Vidart, 1969 relevan la importancia de la
influencia italiana, a través de diversos organilleros, compositores,
cantantes y letristas,
en el surgimiento del tango a ambas márgenes del Plata.
Cabe
señalar que existían tres tipos de bailes denominada “tango”,
palabra cuya etimología designaba en origen a cualquier tipo de danza
efectuada por la población africana esclava en tiempos de la colonia, y
luego en el período temprano republicano: la de los negros esclavos, la
del tango español, asociado a la zarzuela en el siglo XIX, y la del tango
“orillero”, de fines de tal siglo, difundido desde los suburbios, con
la influencia de las nuevas oleadas inmigratorias que confluían al Río
de la Plata (Martínez Montiel, 1992).
En torno al proceso de
asimilación a la sociedad receptora, acorde a su criterio, los italianos
poseían una gran adaptabilidad en tal sentido. Considerando a la
asimilación como la instancia en la cual “...hay un maridaje de
culturas, un intercambio de valores, una ósmosis del
ethnos
y del
ethos.
” (Pi Hugarte & Vidart, 1969 : 36).
Pues, “...los
italianos, al revés de las anteriores migraciones etnocéntricas,
procuran acriollarse a presión. Entregan confiadamente sus hijos, que
pronto olvidan las pocas frases del idioma materno, aprendidas en la
infancia, al nuevo caldo de cultivo social; actúan con energía
descubierta y confiada en el nuevo ambiente. Este deliberado deseo de
convertirse en uruguayos o argentinos forja desde los italianos
inmigrantes del siglo XIX y principios del XX un arquetipo gracioso y
memorable : el
cocoliche
.” (Pi
Hugarte & Vidart, 1969 : 37).
Concepto creado a
partir de un personaje teatral, basado en el lenguaje hispanoitaliano de
un peón calabrés, “...revela un afán denodado de ser criollo. Es un
desafío al ridículo, la proclama tragicómica de un deseo de convivencia
que el italiano arroja al ruedo social para mostrar a todos su tentativa
vehemente de asimilación.” (Pi Hugarte & Vidart, 1969 : 37).
“El cocolichismo es
la vocación universalista del inmigrante italiano; es el patriotismo de
la solidaridad; es la carta de ciudadanía del desarraigado transatlántico
que encalla con los desarraigados de la tierra adentro en las orillas de
las urbes rioplatenses. Constituye el manifiesto sociológico de la
asimilación : traduce el deseo de compartir en el trabajo un duro
destino, de formar hogares argentinos o uruguayos bajo el signo dramático
del destierro. La patria lejana es sólo la nostálgica evocación del
bel
paese
que más que cuna fue trampolín; la realidad de hoy y de mañana
es esta América a la que hay que sembrar, llenar de ciudades, poblar con
muchachos sencillos y laboriosos. El cocoliche contribuyó a transformar
la “orientalidad”, de vieja raíz hispánica y rural, en la
“uruguayidad”, un crisol de etnias mediterráneas fusionadas por la
alquimia de los grandes centros urbanos.” (Pi Hugarte & Vidart, 1969
: 37).
Aunque se acota por
parte de otros autores (Barrán, 1990a) sobre los tempranas flujos
inmigratorios acontecidos durante el transcurso de la Guerra Grande, hacia
1835, que “...los primeros inmigrantes, al menos, contagiaron tanto el
amor al trabajo duro a los criollos como fueron contagiados por éstos del
amor al ocio y la “libertad física” del cuerpo, una sensación
desconocida en Europa Aquí vinieron pocas comunidades enteras, con los párrocos
a la cabeza, como sí fueron a la Argentina por ejemplo. En el Uruguay de
estos años, sobre todo el inmigrante solo, tendió a sentirse sin el
viejo control social de su lugar de origen, a conducirse con la osadía de
la individualidad descubierta, y este hecho facilitó su acuerdo con el
criollo en pro de la ”libertad física”. Las clases altas lo
percibieron, la inmigración italiana y española, además, por provenir
de regiones también ellas “bárbaras”, al entender de las élites
rioplatenses, recibía aquí, como sostenía el diario “La Tribuna” en
marzo de 1867, “
la primer
cepillada de civilización porque en esta como en muchas otras cosas tiene
razón el Sr. Sarmiento
– agregaba el articulista-
cuando dice que esa gente viene a aprender a América”.
El
inmigrante era para el sector propietario solo un poco más maleable que
el criollo. El medio de inmediato le revelaba lo fácil que era vivir.”
(Barrán, 1990a : 35-36.)
En dicha etapa,
adquiriría relevancia, la figura de Garibaldi, asociada al gobierno de la
Defensa, el cual contaba con una Legión Italiana a fin de colaborar en la
resistencia de la ciudad, sitiada por las tropas de Oribe.
La destacada presencia
de la colonia italiana en Montevideo durante la Guerra Grande, se reflejaría
así mismo, en la publicación de tres diarios redactados en el idioma
peninsular, el más importante de los cuales resultaría “El legionario
italiano”, editado entre 1844 y 1846 (Pi Hugarte, 2001).
Sin embargo, ya en el
período posterior, correspondiente a la mayor afluencia inmigratoria
(1876-1900), para Rodríguez Villamil (1968), se conformaría dentro de la
sociedad montevideana, la cual oficiaba de receptora de los arribados, dos
mentalidades:
una “criolla” o “rural”, tendiente a conservar los valores
tradicionales y reticente a la aceptación del extranjero; y otra
“urbana” o “europeizada”, la cual recibía con beneplácito los
avances del viejo mundo, al tiempo que procuraba fomentar la llegada de
población europea en un intento por modificar los hábitos de las clases
populares, signadas como “escasamente laboriosas u holgazanas”.
Para la primera de
dichas categorías, “...el
inmigrante despertaba una marcada hostilidad en los sectores de
mentalidad criolla. A veces era esta una actitud que se manifestaba en
forma clara; en otras ocasiones tomaba la forma de una simple desconfianza
frente a lo desconocido y en muchos casos se exteriorizaba como desprecio
ante la supuesta inferioridad del inmigrante en diversos terrenos. No se
podía comparar al extranjero con un “criollo pura sangre”. (Rodríguez
Villamil, 1968 : 47).
Así, se incurría en
dichas élites tradicionales, en una exaltación de los valores y fiestas
patrias nacionales, en detrimento del elemento foráneo, al tiempo que se
promovía el escepticismo acerca de los avances tecnológicos introducidos
en la época (tren, telégrafo, luz eléctrica), y se tendía a
identificar a dicho progreso como sinónimo de un exacerbado materialismo,
en contraposición a los valores de índole moral y religiosa promovidos
por tales sectores (Rodríguez Villamil, 1968).
En cuanto a la actitud
de dichos sectores tradicionales para con la cultura europea, la autora
considera lo siguiente:
“Al analizar las
actitudes ante la “cultura” en general, pudimos constatar en los
sectores de mentalidad criolla la existencia de una serie de matices
diversos. En primer lugar encontramos un fuerte rechazo ante la adopción
en forma indiscriminada de influencias culturales europeas. Esta actitud,
en los sectores populares aparecía formando parte de aquel rechazo global
de todo lo extranjero, que ya habíamos señalado (...) en los sectores
criollos más cultos, correspondiendo sin duda a un grupo social
privilegiado, se manifestó además de la reacción ante lo europeo, un
intento de fundar un patrimonio cultural más adaptado al país y a sus
valores tradicionales; acompañado de una simpatía especial por el
contacto cultural con España y demás países latinoamericanos. Pero en
general es innegable que existió una actitud muy típica de la mentalidad
criolla, ante la cultura intelectual en sí misma, ya fuese o no de origen
europeo. En este aspecto predominaba el desprecio por los intelectuales
unido a la valorización de la experiencia, el “buen sentido”, y otros
atributos del hombre común. Aparentemente dicha tendencia estaba muy
difundida en las clases populares, aunque no aparece como patrimonio
exclusivo de las mismas.” (Rodríguez Villamil, 1968 : 97).
Relacionada a tal
distinción entre el conocimiento legado a través del estudio;
contrapuesto a la experiencia vital, cabría mencionar
la clasificación brindada por Gramsci (1986), acerca del trabajo
intelectual confrontado al trabajo manual.
Concatenada
a la dialéctica entre las mentalidades criolla y europea, se halla
la ya mencionada oposición entre barbarie y civilización, propia del
paradigma evolucionista de la época. Según Barrán (1990b)
“...los inmigrantes, que habían arribado desde Francia, Italia y
el País Vasco español en los primeros años de vida independiente, entre
1840 y 1890 llegaron a constituir la mitad de los habitantes de Montevideo
y las ¾ partes de su población masculina activa. Se dejaron influir por
el espectáculo de la vida criolla “fácil”, sin duda, pero también
aportaron nuevos valores y un ansia monomaníaca de ascenso social que
perturbó, tal vez definitivamente, el ocio, el juego y el
“desenfreno” sexual de la Arcadia “bárbara”. (Barrán, 1990b :
16).
Puesto que se
procuraba, por las élites locales, bajo la influencia de sus pares
europeas, el disciplinamiento corporal aludido por Foucault (1989, 1992),
a través de una serie de instituciones totales (Goffman,1984), como el
aula, los talleres, las fábricas, las cárceles, los hospicios y los
cuarteles.
Al unísono, los
miembros de dicha élite se abocaban a imponer una nueva noción de
higiene y cuidados del niño por parte de la madre, tal como lo señala
Badinter (1991) para el caso de la Francia del siglo XIX.
Esta etapa coincide con la que Rama (1984)
denomina de “Ciudad Modernizada”, surgida hacia 1870, conjuntamente a
las Gacetas Populares, y a ciertos pedagogos, quienes sustentados en las
corrientes positivistas de mediados del siglo XIX, enfrentarían a los
privilegios de la élite de “doctores” funcionales a la autoridad de
los caudillos rurales, y a la Universidad que les había formado.
En consecuencia, se extendería
el régimen educativo, mediante reformas como la de J.P. Varela, a
la par del aumento demográfico, el crecimiento urbano, el flujo
inmigratorio, y el desarrollo del sector exportador.
La educación era vista entonces como un
medio de ascenso social para la clase baja, local y de inmigrantes, hecho
reflejado en la obra “M´hijo el dotor” de Florencio Sánchez (Rama,
1984).
En dicho período,
“...con el término de “civilización” trata la sociedad occidental
de caracterizar aquello que expresa su peculiaridad y de lo que se siente
más orgullosa: el grado alcanzado por su técnica, sus modales, el
desarrollo de sus conocimientos científicos...” (Elias, 1987 :
57).
En esta visión,
“...la
fe en el trabajo civilizador y liberador ocupa el centro del
discurso social, la pereza es un “crimen social” que crea un peligro
para el que se entrega a él y para la colectividad de la que es miembro,
cada uno debe pagar su deuda social y contribuir al desarrollo de la
especie humana y de la nación.” (Lipovetsky, 1994 : 172).
Sin embargo, solapando
el rechazo de cierta parte de la población local hacia el inmigrante,
igualmente una visión de integración cultural del recién arribado, se
exaltaría en la representación oficial a través del tiempo, la cual ha
procurado proyectar una imagen europeizada de la población nacional.
Tal aspecto, se refleja
a lo largo del continente, pero especialmente en aquellos países como
Uruguay y Argentina, en los cuales se ha perpetuado de forma sistemática
la negación del elemento indígena y africano tanto en un nivel diacrónico,
como sincrónico (García Canclini, 2001).
Dado que se ha
difundido por parte de las elites de dichas naciones, una imagen de
“pueblo trasplantado” desde Europa, al decir de Ribeiro (1985),
concepto que en sí comporta tanto un marcado etnocentrismo, al aducir
cierta superioridad basada en el origen o color de piel, como de racismo
hacia otros grupos de la sociedad.
Para Lischettti (1999),
“...el racismo se hace política, creando un contexto favorable a la
violencia que se puede convertir en un instrumento, en una estrategia de
toma del poder. Se inscribe o inicia una tradición ideológica, se rodea
de intelectuales orgánicos.” (Liscehtti, 1999 : 364).
De modo general, dicho fenómeno se caracterizaría
porque “...
ne détecte jamais les
particules de l´autre, il propage les ondes du mëme jusqu´á l´
extintion de ce qui ne se laisse pas identifier (ou qui ne se laisse
identifier qu´á partir de tel ou tel écart). Sa cruauté n´a d´egale
que son incompétence ou sa naïveté.
“
(Deleuze & Guattari, 1980 : 218).
Si
bien se considera por Wade (2000), que la “raza” constituye una
construcción social, sin fundamento biológico alguno, no obstante
persista
a través de categorías sociales de gran poder y tenacidad.
La
política premeditada de fomento de la inmigración europea, entre 1880 y
1930, daría resultado en la vecina Argentina, en su afán de blanquear la
población del elemento afro descendiente, y parcialmente, en el caso
bonaeranse, del indígena.
A
modo de ejemplo, para 1914, Buenos Aires contaba con 780.000 inmigrantes,
contra apenas 10.000 afro descendientes, quienes habían sido relegados de
la industria, artesanía e incluso de la venta callejera.
Ya
que de los recién arribados, si bien alrededor de la mitad retornaría,
muchos permanecerían siendo favorecidos en puestos de trabajo, y afianzándose
a través de los años, como pequeños propietarios, comerciantes y
artesanos, pues para 1940 el 80 % de dichas actividades se hallaba en
manos de extranjeros (Andrews, 2004).
No obstante, la visión
de asimilación ya descripta, ha sido puesta en cuestión recientemente
por estudios efectuados en el área de la antropología biológica.
Adonde se demuestra que
el concepto de crisol de razas, o “melting pot” , no se aplicaba al
encuentro entre los inmigrantes y la sociedad receptora, en el caso de
nuestro país.
En el cual se daba, en
cambio, un altísimo grado de matrimonios endógamos entre la primera
generación de inmigrantes de un mismo origen, al nivel de las distintas
regiones de la península (Barreto & Sans, 2001).
En décadas recientes,
tras el período de retracción social y cultural provocado por el régimen
de facto (1973- 1985), asomarían nuevas propuestas que analizan de forma
crítica aquella imagen europeizada de la sociedad nacional.
Las mismas revalorizan
el aporte de otras poblaciones (indígenas y afro americanos) antes
relegadas por la historia oficial.
En tanto se concuerde
con Peluffo (1992), en que “...la noción de identidad nacional está
vagamente referida a un campo de representaciones sociales en el que tiene
lugar la disputa y la síntesis simbólica entre distintas memorias y
proyectos de colectividad.” (Peluffo, 1992 : 63).
En lo concerniente a
las corrientes migratorias del viejo mundo, a juicio de Porzecanski (1992)
“...aparece, tímidamente al principio, pero cobrando fuerza después,
un interés específico en reconstruir las especificidades particulares de
gallegos, italianos, ingleses, franceses, armenios, libaneses, judíos,
catalanes, helvéticos, etcétera. La gestación de una actitud
inquisitiva respecto de
quienes en
verdad somos los uruguayos
opera en dos sentidos : hacia atrás, en el
rastreo de pistas genealógicas, itinerarios, paisajes emocionales
perdidos; y hacia delante, en la aspiración todavía velada a una
propuesta de futuro, probablemente diferente a la que operó en las décadas
de los sesenta y los setenta.” (Porzecanski, 1992 : 53)
Por lo cual
“...aparece un marcado interés en el estudio de las estructuras
organizativas que estos grupos de inmigrantes se dieron a sí mismos al
interior de la sociedad nacional, la fundación de un amplio marco de
instituciones educativas, cooperativas, asistenciales, que con el tiempo
modelaron fuertemente la estructura institucional nacional.”
(Porzecanski, 1992 : 53).
Dicha autora propone en
consecuencia, reconsiderar asimismo el aporte tradicionalmente obliterado
del discurso oficial y académico del Uruguay de la modernidad, de las
poblaciones amerindias y africanas a la sociedad nacional (Porzecanski,
1992)
Conforme a partir de la
reinstauración democrática, se ha procurado acordar una resignificación
del “ser uruguayo” en el colectivo social, tras el período traumático
signado por la dictadura militar.
Proceso en el cual según
Viñar (1992), “...el “entre nosotros” que define una identidad
compartida es una operación que engendra y segrega un distinto, un ajeno,
un extraño, al que hay que asignarle un estatuto y una función. Sostengo
que en el modo de tratar a este distinto, se pone de manifiesto y se juega
un destino y una proyección de lo que llamamos identidad nacional y que
yo preferiría redesignar como memoria colectiva.” (Viñar, 1992 : 43).
En tal sentido,
Mazzolini (1992), establece lo siguiente: “...en los últimos cien años
el ingreso masivo de inmigrantes aportó al perfil cultural del país
referentes propios de sus respectivos modelos. Se convirtieron esas
tradiciones de inmigrantes en una suerte de superestrato pluricultural. El
contacto de la sociedad receptora con los inmigrantes fue mucho más
intenso en el sur y aún más en Montevideo, que en el resto, abarcando
por su pluridimensionalidad todos los ámbitos de socialización posibles.
Los uruguayos se perciben dentro de una sociedad que posee estilos de vida
distintos, visualizables a partir de referentes tales como variedades lingüísticas,
valores, creencias y comportamientos; se perciben como montevideanos, como
“canarios” (del interior), como “bayanos” (de la frontera con
Brasil) etcétera. Se perciben como diferentes al interior de su
“uruguayidad”. Muchas diferencias se explican, en la diacronía, por
el interjuego de contactos que hemos señalado.” (Mazzolini, 1992 :
144).
Lo cual condice con la advertencia de Lévi Strauss : “...el problema de la diversidad no se plantea solamente al considerar las relaciones recíprocas de las culturas; también en el seno de cada sociedad y en todos los grupos que la constituyen : castas, clases, medios profesionales o confesionales, etc, que generan ciertas diferencias a las cuales todos conceden una enorme importancia.” (Lévi Strauss, 1993 : 45). |
6.4
ASPECTO LINGUISTICO
En cuanto al aporte
lingüístico de los inmigrantes durante la época histórica, ya se ha señalado
en capítulos precedentes los términos de dicho origen, tal el caso de
palabras como berretín, bacán, bagayo, biaba, coso, descangayado,
embrocar, escorchar, farabute, funyi, laburo, manyar, minga, pibe, pelandrún,
percanta, peringundín, punga, rana, etc (Gobello, 1963 en Pi Hugarte
& Vidart, 1969, Gobello, 1974).
Acerca de la situación
lingüística de los residentes italianos en el Uruguay de hoy, Barrios
& Mazzolini (1993) comprueban una cierta hibridización entre las
distintas lenguas en contacto: el dialecto, como lengua materna, el
italiano, de carácter eventual, en tanto no era siempre adquirida en ámbitos
formales como el de la educación escolar; y el español, correspondiente
a la sociedad receptora.
A un nivel coloquial,
se ha conocido dicho proceso, como el “cocolichismo” mencionado
anteriormente (Pi Hugarte & Vidart, 1963).
De todas formas, las
autoras describen, para un estudio efectuado con italianos arribados al país
en edad postescolar y de más de treinta años de residencia en el
Uruguay, las siguientes categorías.
Una segunda, de
hablantes multilingües no fluentes, característico de la mayor parte de
la primera generación de la colectividad italiana.
Dado
que al presentar un manejo de escasa fluidez de dichas lenguas, producen
la mezcla de las mismas.
Ello se atribuye por
las autoras, al bajo nivel de instrucción recibida por los informantes.
Una tercera, de
hablantes monolingües no fluentes de español, quienes emplean dicha
lengua con escasas interferencias léxicas y morfosintácticas, aunque no
obstante mantengan una fonética dialectal notoria (Barrios &
Mazzolini, 1993).
Como rasgos más
notorios, se considera que los migrantes no han adquirido el español como
se esperaba, sino que al manejar aspectos rudimentarios del mismo, por lo
cual devendrían multilingües no fluentes.
Proceso debido a una
serie de causas, entre las cuales se cuentan, la semejanza de las lenguas
en contacto, de raíz latina, lo que facilitaba una pronta intercomprensión
de los términos; la extracción social de la mayor parte de los
migrantes, quienes se desempeñarían en tareas que no requerían un uso
del español estrictamente correcto; y por último, el medio social bajo
en el cual se insertarían, donde no se presentaría una presión extrema
por la adquisición total de la lengua de la sociedad receptora a causa de
una posible pérdida de prestigio (Barrios & Mazzolini, 1993).
Concomitantemente, se
daría una fuerte simbiosis entre las tres lenguas en juego, el dialecto,
el italiano y el español, a causa del tiempo transcurrido en la sociedad
recipiente, así como también a raíz del relativo aislamiento de sus
coterráneos con el consiguiente impedimento del utilizar con frecuencia
su lengua natal (Barrios & Mazzolini, 1993).
En torno a la acomodación
lingüística, las autoras distinguen entre sus aspectos del código, y
del estilo.
En el caso del primero,
no se han planteado problemas comunicativos dada la similitud de las
estructuras de las lenguas en contacto.
En lo concerniente al
segundo, sí se comprobarían diversas dificultades de los informantes,
por su mayor atención a la función referencial y una pérdida relativa
de su función expresiva, no obstante esto último se deba a los factores
de identificación étnica implícitos en su discurso (Barios &
Mazzolini, 1993).
Al momento de
comunicarse, los migrantes multilingües no fluentes, apelan a una serie
de diversas estrategias discursivas, como el empleo de formas parafrásticas,
presentando un léxico restringido carente de sinónimos, o la recurrencia
a circumloquios o equivalentes poco adecuados.
Cambiándose de código
con mayor frecuencia de lo habitual, ya que “...frente a un tópico que
les resulta dificultoso en cuanto a su formalización en una lengua, estos
hablantes no vacilan en recurrir a otra.” (Barrios & Mazzolini, 1993
: 64).
Como ejemplos de
divergencia - convergencia entre código y estilo, las autoras citan los
siguientes fragmentos de entrevista:
“(Suo
fratello
,
vive in Italia?)
Mio fratello é ´nfermo.
Uno murió a la guerra, lo otro stá nfermo. Tengo un hermano enfermo.”
“(Com é questo
quartiere?)
Piedras Blancas é un
barrio
pobre, é lindo.”
(Barrios &
Mazzolini, 1993 :65).
De modo genérico, las
autoras consideran que los hablantes no fluentes carecen de la habilidad
de utilizar recursos estilísticos y sociolingúísticos del español,
lengua receptora, en especial en el caso de situaciones formales, por lo
cual se presentan ante el hablante hispano parlante, como de una alta
informalidad, aun en contextos que no requieran de la misma.
Otro aspecto notorio,
resulta el no uso del discurso directo, visualizado como estrategia de
abandono de formas gramaticales de mayor complejidad, aunque ello se debería
también al contexto social medio bajo de los sujetos entrevistados.
A grandes rasgos, para
Barrios, Mazzolini & Orlando (1994), la asimilación lingüística del
inmigrante italiano resulta irrefutable.
Aspecto reforzado por
el hecho de que en tanto se comprueba ya en la primer generación, en la
segunda se pierde el uso activo de las lenguas étnicas en un 50 % de los
individuos.
Mientras que en la
tercera generación, el desapego hacia las lenguas étnicas resulta casi
total.
Como patrones comunes,
resalta la heterogeneidad lingüística de los inmigrantes provenientes de
las diversas regiones peninsulares, como las de Calabria, Campania,
Basilicata o del norte.
Por lo cual se utilizaría
al español como lengua de recurso no sólo al momento de entablar
comunicación con la sociedad receptora, sino también entre los mismos
italianos (Barrios, Mazzolini & Orlando, 1994).
Pasando la primer
generación de una situación de bilingüismo subordinado al italiano, con
diglosia (separación de ámbitos de uso para cada lengua), en Italia, a
un multilingüismo (español, italiano, dialecto) sin diglosia en la
sociedad receptora, puesto que dichos ámbitos no se hallan delimitados
con precisión.
Otros factores que
contribuirían a la asimilación lingüística, residen su dispersión en
el entramado social del país, su contracción de enlaces matrimoniales
con individuos no descendientes de italianos, y
falta, a un nivel general, de nucelación en ámbitos laborales
específicos (Barrios, Mazzolini & Orlando, 1994).
Entre los hablantes de
origen meridional, se pronuncia de forma más marcada el
“cocolichismo”, en tanto en los septentrionales, la pérdida del uso
de la lengua resulta más acentuada con el paso de una generación a la
otra (Barrios, Mazzolini & Orlando, 1994).
No obstante lo cual,
“...a pesar de que los italianos pierdan el uso activo de la lengua étnica
y hablen español, la aparición de rasgos lingüísticos que no coinciden
con aquéllos que usan los hispanoparlantes, puede seguir marcando étnicamente
al inmigrante, y habilita puntos de referencia para la delimitación
grupal.” (Barrios, Mazzolini & Orlando, 1994 : 105).
7
INMIGRACION DE LA LIGURIA
7.1
CARACTERISTICAS
A juicio de Devoto
(1993), las causas de la temprana afluencia de población ligure hacia el
Río de la Plata durante el siglo XIX estarían dadas, amén de los
factores ya expuestos por Oddone (1966),
por la importancia del comercio marítimo de Génova con la región,
ya que ésta le proveía de materias primas fundamentales tales como los
granos de maíz.
A la vez, el traslado
de los emigrantes, se constituiría en una de las principales fuentes de rédito
de las compañías navieras.
No obstante, las pésimas
condiciones sanitarias, y alimenticias del trayecto fueran motivos de
permanentes quejas de los pasajeros (Rodríguez Villamil & Sapriza,
1982).
Es pertinente añadir
la gran movilidad existente por entonces en los inmigrantes de ambas márgenes
del Plata.
Ya que con frecuencia,
la trayectoria de los buques primeramente hacía escala en Buenos Aires,
para luego dirigirse a Montevideo.
De igual modo, los recién
arribados a una de dichas urbes, podían tras un tiempo de estadía,
probar suerte en el país limítrofe, o como en muchos casos, retornar a
su patria natal.
Otro aspecto a
destacar, es el regionalismo intrínseco a cada una de las poblaciones
migrantes.
A modo de ejemplo, en
la etapa previa a la unificación del Reino de Italia, acontecida en 1861,
la Liguria se hallaba subrogada bajo la égida del Reino de Cerdeña.
Por consiguiente todos
los reclamos de sus súbditos residentes en el Río de la Plata, se dirigían
al consulado respectivo, ignorando cualquier otra forma de
autoridad peninsular.
Aún más, dicha
fragmentación cultural se reflejaba también en un nivel lingüístico,
dado que los oriundos de tal región con asiduidad no comprendían los
documentos administrativos redactados en el italiano estándar de Firenze,
lo cual daba lugar a innumerables contratiempos.
A un nivel oficial, el
Reino de Cerdeña intentó instrumentar una política sudamericana
aprovechando la tradición naval de la anexada República de Génova, con
el fin de desafiar la supremacía ejercida por Inglaterra y Francia en tal
materia, en el marco de la Guerra Grande (1839-1851).
Sin embargo, muchos de
los súbditos sardos de origen genovés, emigrarían al Plata en calidad
de refugiados políticos denegando dicho estado de sumisión (Marocco,
1986).
El regionalismo se
marcaría más acentuadamente en la vecina orilla, específicamente para
el caso de los ligures, quienes se aglomerarían en el barrio portuario de
La Boca, a punto tal de que “...no existe hoy otro sitio más teñido de
rancia italianidad. Allí llegaron de la región del Po, del Arno y del
Adigio; pero los genoveses, los “xeneises”, coparon el territorio.”
(Wolf & Patriarca, 1991 : 78).
En donde éstos
construirían sus asentamientos sobre el río, mediante pilotes de
quebracho, madera y chapas pintadas, a semejanza de los antiguos puertos
italianos.
La zona, al hallarse
cercana a las curtiembres del Riachuelo carecía de condiciones sanitarias
adecuadas.
El dialecto genovés,
el “xeneise”, era el medio de comunicación de todos los habitantes
del barrio, fueren o no de tal origen. Entre los aportes culinarios,
destacaban platos genoveses como
el
filet de anchoas a la cornabuggia, tallarines al zugo cu´infussi, rostu a´u
lardu, stocafiscio acomodou a xeneise (Wolf & Patriarca, 1991).
Episodios de la tradición
oral de la época dan cuenta del sentimiento regionalista imperante entre
los moradores: “...en 1882 casi se concreta una auténtica secesión en
la Boca. A raíz de una huelga agitada, la Sociedad Italiana resolvió en
asamblea que el gobierno argentino no debía inmiscuirse en cuestiones de
genoveses. Luego se izó en un mástil la bandera de Génova y se redactó
un acta informando al rey de Italia que acababa de constituirse la República
Independiente de la Boca. Dicen que el entonces presidente de la Nación,
Julio A. Roca, intervino personalmente para arriar la bandera y sermonear
a los cismáticos. En digna respuesta, al día siguiente bautizaron con su
nombre una calle del barrio. El episodio no está documentado.” (Wolf
& Patriarca, 1991 : 80).
A la par de dicho
regionalismo, imperaría un rechazo más acentuado hacia los peninsulares
en general, por parte de las élites intelectuales de la época.
Las cuales, amparadas
en el marco teórico de la “antropología criminal” de Cesare
Lombroso, relacionaban a los inmigrantes con el aumento de causas
delictivas como el homicidio, la prostitución, la vagancia, o la
ebriedad, todos factores que a su juicio conspiraban contra la
“pureza” de una “raza criolla”.
Dicho concepto, respondía
al determinismo biológico prevaleciente en las corrientes teóricas en
boga por entonces (Scarzanella, 1999).
Retornando al caso del
Uruguay, entre los inmigrantes, se encontraban aquellos poseedores de una
mano de obra calificada, como artesanos, constructores navales, marinos,
obreros y navegantes, así como también comerciantes e intermediarios.
Cabe resaltar, a las
redes sociales y cadenas migratorias que se establecían con el resto de
la familia que aún permanecía en la patria de origen.
Los inmigrantes de la
Liguria, destacarían en especial en emprendimientos vinculados al pequeño
y mediano comercio.
A juicio de Rodríguez
Villamil & Sapriza (1982), los originarios de Liguria, tendían a
poseer una ocupación anterior en su patria natal, ya fuere como
comerciante, marino o agricultor; predominando la primera de dichas
actividades entre los residentes en el Uruguay del siglo XIX.
A diferencia de la
inmigración meridional, de braceros, que poseía un carácter
transitorio; los ligures eran proclives a la conformación e inversión de
un capital en el país receptor, trayendo consigo a sus mujeres, con lo
cual se alcanzaba una mayor asimilación en la sociedad nacional,
especialmente en el ámbito urbano y suburbano de ésta (Rodríguez
Villamil & Sapriza, 1982).
También, revestirían
importancia en al conformación de la burguesía nacional, la cual se
sustentaba en las actividades comercial e industrial.
Sectores éstos,
representados a través de organizaciones como la Liga Industrial, o la cámara
Di Commercio Italiana Di Montevideo (Beretta Curi, 1993).
Así, contribuirían al
desarrollo de dicho sector (Beretta Curi & Etcheverry, 1995) como
también al
vitivinícola (Beretta Curi, 2003).
Sobre dichos
inmigrantes, se valoraba por parte de la sociedad local, su laboriosidad,
frugalidad e independencia, criticándose en cambio su tendencia a la
“intromisión” en asuntos políticos internos, en tanto se adscribían
a las posiciones del partido político Colorado (Oddone, 1993). Conforme
dicha colectividad partidaria, en especial a partir de José Batlle y Ordóñez,
era proclive a incorporar a los recién arribados a la vida nacional, en
una visión cosmopolita diversa al internacionalismo propuesto por las
corrientes anarquistas y socialistas en boga (Arteaga, s/f)
Al igual que toda la
colectividad italiana, resaltaría el rasgo urbano de su migración, que
ascendía a un 49 % en Montevideo para 1860 (Devoto, 1993).
No obstante, las crisis
financieras locales, de 1873- 1874, y la más acentuada de 1890, impondrían
un descenso de la inmigración de la Italia septentrional, y en especial
de la Liguria, a favor del incremento de la correspondiente al sector
meridional de la península, el cual para 1882, ya alcanzaba el 52 % del
total (Devoto, 1993).
En el nivel social, y
sanitario, los inmigrantes se organizaban en asociaciones tales como las
ya mencionadas Societá di Mutuo Soccorso Operai Italiani, o de la Lega
Lombarda d´Instruzione, y la Lega Lombarda Corale Istrumentale.
A modo de síntesis,
vale reseñar que la inmigración de la Liguria prevalecería entre el
caudal de población arribada desde la península itálica a nuestro
territorio, en la etapa que abarca desde la Guerra Grande (1839- 1851)
hasta fines del siglo XIX.
A partir de la crisis
de 1890, el origen eminentemente septentrional de los inmigrantes
(Liguria, Piamonte, Lombardía) sería substituido de forma gradual pero
inequívoca por su contrapartida meridional:
“Ligures y
piamonteses fueron los grandes protagonistas de los primeros decenios de
inmigración al Plata, seguidos por vénetos, friulanos, lombardos y
campanos. Hasta finales del siglo XIX el componente septentrional resultó
dominante, pero al empezar este siglo la proporción se invirtió a favor
del sur.” (Albónico & Rosoli, 1994 : 338).
7.2
ASPECTOS DEMOGRAFICOS DEL PERIODO
Para una primera etapa
de dicha corriente migratoria en el Uruguay se ha de citar como
referencia, al censo de 1843, del cual se obtienen cifras que indicaban
que de una población de 31.189 personas, 19252 eran extranjeras, y entre
éstas, se contaban 6376 italianos, afincados en su mayor parte en la
capital.
Asimismo, provenían en
primer lugar de la Liguria, que en ese momento se hallaba sometida bajo la
égida del reino de Cerdeña (Devoto, 1993).
Como cifras
significativas, Devoto (1993) comenta que en los períodos comprendidos
entre 1850 y 1870; y entre el 1854 y 1863, 31.000 inmigrantes ligures se
dirigirían hacia la América meridional, contándose al Río de la Plata
como su destino primordial.
Mientras que otras
aportadas por Bordoni (1885, en Rodríguez Villamil & Sapriza, 1982)
establecen que del 60 % de italianos que provenían de la parte
septentrional de la península, un 32 % correspondía a la Liguria, frente
al 14 % de la Lombardía, el 10 % del Piamonte; en tanto aquellos de la
zona meridional ascendían a un 28 %.
Datos estadísticos de
la época, del Ministero dell´Agricoltura, Industria e Comercio, de la
Direzione Statistica dell´emmigrazione, de Roma, entre 1883 y 1902;
citados por el autor (Devoto, 1993) acotan lo siguiente.
De los inmigrantes
italianos que se embarcaban hacia nuestro país, se contaban en el período
comprendido entre 1882 y 1886, unos 1260 de la Liguria, equivalente al 23
% del total.
Entre 1887 y 1891,
dicha cifra descendía a 590 individuos, el 5.8 %.
En tanto entre 1892 y
1896 se contabilizarían 1365 migrantes, el 25 % del total, entre 1897 y
1901, únicamente partirían hacia Uruguay 401 ligures (el 7.7%).
Como promedio general,
entre 1882 y 1901 las personas que dejarían la Liguria con destino del
Uruguay serían unas 3616, equiparable al 13.8 % del total de peninsulares
que migraban hacia nuestro territorio (Devoto, 1993).
Otros datos estadísticos,
citados por Camou & Pellegrino (1993), acotan sobre el porcentaje del
origen de los inmigrantes llegados al país, provenientes de las regiones
noroccidentales de la península itálica, entre las cuales predominaba la
Liguria : entre 1881 y 1890, comprendían el 42.6 %, entre 1891 y 1900 el
17 %, entre 1901 y 1910 el 23,1 % y entre 1911 y 1920 el 20.3 %.
8
COMUNIDAD E
INSTITUCIONES
ITALIANAS DE LA ACTUALIDAD
Con respecto al estudio
de la comunidad italiana en el Uruguay actual, se advierte cierta
dificultad metodológica de delimitación de la misma, a raíz de la
fuerte italianización de la sociedad nacional, a partir de las corrientes
inmigratorias acontecidas durante la segunda mitad del siglo XIX y
principios del XX, ya descriptas en anteriores capítulos.
Ante ello, Barrios
& Mazzolini (1989), inquieren “...¿qué es específicamente lo
uruguayo o lo italiano en la sociedad uruguaya actual? El traspaso de las
características culturales italianas a la sociedad uruguaya no es sólo
un hecho histórico comprobado, sino también, paradójicamente, una de
las causas determinantes para la indefinición paulatina de los perfiles
de un grupo que resulta, en este contexto, necesariamente poco marcado y
poco contrastante, (...) la inserción de los italianos en un medio
altamente italianizado determina una gama de contrastes menos violentos
que en otros casos de grupos migratorios ubicados en sociedades con las
que comparten muy pocos rasgos culturales y físicos, y en las que no
existan migraciones antecesoras de origen similar, que las hayan moldeado
a su semejanza. En nuestro caso, la sociedad receptora misma, se
estructura a partir de la simbiosis de múltiples rasgos extranjeros con
los nacionales.” (Barrios & Mazzolini, 1989 : 7).
En consecuencia,
“...los marcadores étnicos de los italianos, por esta razón (y por la
heterogeneidad del grupo) son débiles, no sólo para los uruguayos, sino
también para los propios hijos y, sobre todo, nietos de italianos.”
(Barrios & Mazzolini, 1989 :7).
Dado el cese de una
corriente inmigratoria italiana fluida hacia nuestro país, a partir de la
segunda mitad del siglo XX, la existencia misma de la comunidad italiana
permanece supeditada a la supervivencia, limitada por factores intrínsecos
al ciclo vital del ser humano, de individuos de primera generación en
nuestro territorio.
Desde la lingüística,
las autoras (Barrios, Mazzolini & Orlando, 1994), consideran que la
influencia italiana fue limitada en el habla local, comparada con el
masivo arribo de inmigrantes de dicho origen a partir del siglo XIX, no
obstante sí se compruebe una gran impronta en todos los ámbitos
culturales de la sociedad receptora, hecho que torna más ardua la
delimitación de rasgos propios de la comunidad en la actualidad, dada la
semejanza para con el resto del conjunto social.
En tanto parecen
adherir a la definición de
Narroll
(en Barth,1976) de grupos étnicos, como aquellos que poseen una lengua,
cultura, valores propios y una identidad de pertenencia al grupo.
No obstante sea
pertinente especificar la heterogeneidad presente, tanto lingüística
como cultural, entre las distintas regiones peninsulares.
En torno al panorama
actual de las instituciones de la comunidad italiana, Barrios, Mazzolini
& Orlando (1994) efectúan la siguiente distinción.
Ya que clasifican a las
mismas, acorde al propósito principal de éstas, ya fuere de ayuda mutua
(asistencia social, laboral y sanitaria), religiosas, educativas,
comerciales e industriales, patrióticas, políticas, y regionales.
Por lo cual se ubicaría
a la Associazione Ligure dentro de éstas últimas.
Mientras que algunas
instituciones se dedican a la salvaguarda de los intereses directos de los
inmigrantes, tales el caso de las de ayuda mutua, o regionales, otras
poseen funciones que trascienden al ámbito personal, para concentrarse en
el mantenimiento de vínculos al nivel de Estado, como las de naturaleza
política, económica, cultural, o industrial.
En un terreno
intermedio, se colocarían aquellas de tipo educativo y en ocasiones
religiosas, en tanto demostraran ser competentes en ambos sentidos
(Barrios, Mazzolini & Orlando, 1989).
En un nivel histórico,
las primeras instituciones que surgirían serían las ya mencionadas de
ayuda mutua, que procuraban una pronta inserción laboral y cobertura
sanitaria correspondiente, sin ceñirse a un estricto origen regional al
momento de aceptar nuevos miembros.
En tanto a largo plazo,
su objetivo no residía en resaltar la particularidad de rasgos originales
de los peninsulares, sino que por el contrario, se pretendía insertarlos
exitosamente en la sociedad nacional.
No
obstante, la vitalidad de tal tipo de instituciones decaería con el cese
de la inmigración masiva a partir de la segunda mitad del siglo XX
(Barrios, Mazzolini & Orlando, 1989).
En el nivel educativo,
destaca la presencia de la Scuola Italiana delle Societá Riunite”,
creada en 1886.
La
cual desde su creación denotaba una función ambivalente, ya que si bien
por un lado transmitía los valores, cultura y lengua de la península,
por otro, se abocaba a la integración del inmigrante y sus descendientes
a la lengua y cultural nacionales (Barrios, Mazzolini & Orlando,
1989).
Por el contrario, al
recurrir al italiano estándar en las aulas de dicha institución, se
negaba la regionalidad de los inmigrantes, quienes no se sentían
identificados con la
lengua:
“...así no se podía generar una adhesión total al modelo propuesto,
en la medida en que la lengua estándar no opera como lengua étnica para
este grupo; por consiguiente, no genera actitudes de adhesión
particulares, al tiempo que no recicla las tradiciones etnolingüísticas.”
(Barrios, Mazzolini & Orlando, 1994 : 109).
Junto a la llegada de
los inmigrantes de la posguerra, a partir de 1945, florecerían las
asociaciones de tipo regional, que reflejarían cada una de ellas su
propia identidad étnica.
Entre sus cometidos,
figuran la revitalización de las sub culturas regionales, y sus variantes
dialectales, a través de diversas actividades tales como las
publicaciones periódicas, charlas, reuniones, así como también abogan
por el establecimiento de lazos recíprocos con las comunidades nativas, a
través de la subvención de viajes para con los residentes italianos en
el país.
No obstante, su propio
carácter regional, ha contribuido a la fragmentación del sentimiento de
“italianidad” de la colectividad en general (Barrios, Mazzolini &
Orlando, 1994).
Para otros autores,
“...después de la Segunda Guerra Mundial el asociacionismo de los
inmigrantes siguió teniendo una característica “función puente”
entre las sociedades de origen y las de acogida y un papel de mediación
bilateral en el proceso de adaptación e integración. Como consecuencia,
el fenómeno asociativo en el extranjero no se presenta como una mera
reproducción de instituciones conocidas, sino como una elaboración de
identidades de origen que hay que adaptar a las nuevas exigencias y
realidades para ofrecer servicios, así como un soporte de relaciones.”
(Albónico & Rosoli, 1994 : 310-311).
En el plano lingüístico,
las asociaciones “...surgieron en un momento tardío de la inmigración,
que vuelve dificultoso todo esfuerzo de revitalización lingüística en
individuos ya a esa altura asimilados en gran medida a la sociedad
uruguaya, con descendientes que han perdido las variedades lingüísticas
de sus antepasados, y que han desarrollado un sentimiento de pertenencia
al Uruguay. Por esta razón, aunque en Montevideo en particular hay
actualmente alrededor de una veintena de asociaciones regionales (la más
numerosa es la “Associazione Calabrese”) no todas logran una
concurrencia significativa entre los descendientes de inmigrantes.”
(Barrios, Mazzolini & Orlando, 1994 : 110).
Comprobando que aún en
tales ámbitos, el uso del italiano o el dialecto, se presenta
conjuntamente al del español de la sociedad nacional.
De los informantes
entrevistados por las autoras, en tanto el 93 % afirma utilizar el
italiano o dialecto en algunas situaciones, el 66 % de ellos se halla
vinculado en mayor o menor medida a alguna de estas asociaciones
regionales.
En el plano educativo,
en la actualidad existen tres tipos de instituciones dedicadas a la
promoción de la lengua y cultura peninsulares:
Una escuela y liceo,
que junto a los programas oficiales del Uruguay ofrece los suyos propios,
del modelo italiano (la Scuola Italiana di Montevideo).
Dos instituciones de
difusión de la lengua y cultura italianas (el Instituto Italiano di
Cultura, dependiente de la Ambasciata, y la Societá Dante Alighieri).
Un organismo de difusión
de la lengua y cultura italianas (el C.A.S.I., Centro di Assistenza
Scolastica Italiani)
En cuanto al rol
cumplido por el Estado, en el proceso de asimilación étnica y lingüística,
las autoras consideran lo siguiente.
“En los procesos de
desetnización, las instituciones educativas uruguayas cumplieron un rol
decisivo en la pérdida de las variedades lingüísticas de las
colectividades. El principio de obligatoriedad en la enseñanza primara
implicó que todo extranjero residente debiera enviar a sus hijos a los
centros de enseñanza uruguayos, resultando de ello la alfabetización en
la lengua nacional. Dado que dentro de las instituciones uruguayas no
existió una planificación lingüística que comprendiera, además del
español, otras lenguas de las minorías étnicas residentes en el
Uruguay, el mantenimiento de las mismas se vio librado a la planificación
interna de cada una de las colectividades, lo cual, como hemos visto para
el caso de los italianos (aunque de hecho esta afirmación puede
generalizarse a otros grupos), no fue suficiente.” (Barrios, Mazzolini
& Orlando, 1994 : 111).
9
ASSOCIAZIONE LIGURE DEL URUGUAY
9.1
ORIGEN -
DESARROLLO
–
CARACTERISTICAS
En el presente capítulo,
se abordará el origen de la Asociación como tal, además de su
desarrollo institucional, concerniente a las diversas actividades
efectuadas en el seno de la misma.
En lo que respecta a su
fundación, se ha de establecer, acorde a lo recabado durante las
entrevistas, que si bien se gestaría en reuniones de tipo informal hacia
comienzos de la década de los mil novecientos setenta, por iniciativa de
un grupo de residentes de la Liguria en el Uruguay, la Associazione únicamente
adquiriría el estatus legal acorde a la norma, conjuntamente a un
funcionamiento sostenido en el tiempo, a partir del año de 1982, cuando
se registraría el estatuto examinado en el anexo correspondiente.
La etapa de formación
embrionaria, cuya extensión abarcaría un período establecido entre los
desde comienzos de los mil novecientos setenta hasta el año de 1982,
parece caracterizarse por una mayor fricción mostrada en la relación con
otras asociaciones regionales del momento, las que por aquel entonces se
encontraban reunidas bajo la égida en un Comité.
Organización sobre la
cual sobrevolaba la influencia de la retórica fascista, cuyo predicamento
había hallado cierto eco en la colectividad italiana, a partir del régimen
totalitario de Mussolini:
“...había un comitato, un comité de las
asociaciones, ¿no?, que había todavía un rastro de fascismo ahí(...) Sí,
que se vinieron de allá y acá otra vez se formaba. Pero nosotros éramos
como una cuña ahí, silenciosa para desplazarlos, no con violencia pero
tenían principios que nosotros no compartíamos. Ellos eran absolutos, y
siguen siendo lo absoluto.” (A)
Según uno de sus socios fundadores,
”...la Associazione de hecho, allá por el año 1970. De hecho. Bueno,
después hay, yo la fecha justa no... tendría que buscar en los
estatutos. Fue por el año 82, 83, ()...ahí se formó, se hizo el
estatuto del todo aprobado.” (A)
Cabe acotar que la
dificultad de legalizar su situación así como de mantener un
funcionamiento sostenido, acorde con las expectativas depositadas por sus
miembros, durante la primera época, se debía al contexto general
del país.
El cual, tras un período
de inestabilidad política vería interrumpido su normal desarrollo democrático,
a raíz del “quiebre institucional”, o
“golpe de estado” de junio de 1973, las denominaciones varían
acorde a los actores sociales involucrados en los acontecimientos de
entonces (Marchesi, 2002).
Momento a partir del
que toda iniciativa tendiente a conformar organizaciones, u asociaciones
estaba vedada, o fuertemente sospechada por parte del aparato represivo
montado desde el gobierno cívico militar.
Hacia el fin del régimen
de facto, en 1982, junto a la flexibilización de las medidas
restrictivas, la Associazione podría comenzar a funcionar como tal y
registrar su estatuto, cuyos apartados establecen con claridad el carácter
de institución de la entidad.
La cual conlleva per
se, un determinado espacio de sometimiento a las normas de ingreso y
exclusión codificadas (Lourau, 1981).
Dado que “...todos
los grupos sociales crean reglas y, en ciertos momentos y en determinadas
circunstancias, intentan imponerlas. Las reglas sociales definen
situaciones y los tipos de comportamientos apropiados para las mismas,
prescribiendo algunas actuaciones como “correctas” y prohibiendo otras
como “incorrectas.” (Becker, 1971 : 13).
Para el caso en
concreto, ello se manifestaría a través de requisitos tales como el
origen o descendencia ligure, el pago de una cuota previamente estipulada,
o el acatamiento a las reglas internas de convivencia
predominantes en la Asociación.
Dichas normas y valores
determinan de forma significativa ciertos modos compartidos de percepción
entre los miembros del grupo (Anzieu & Martin, 1971; Johnson &
Sprott, 1974; Rommetveit, 1967;
Sprott,
1969), proclives en este caso a reafirmar su sentido de pertenencia a la
comunidad ligure.
Desde un primer
momento, se carecería de una sede edilicia propia, ante lo cual se optaría,
en ese entonces, por aunar esfuerzos con otra asociación peninsular.
Acorde a uno de los entrevistados
“...nosotros
nos instalamos, nos juntamos con la Associazione Ossolana, que son
Piamonteses. Porque no teníamos local.” (A)
Sin embargo, a posteriori se escindirían
de dicha locación, a raíz de un diferendo de índole legal con la
entidad con la cual se compartía la misma:
“...hicieron en la Ossolana, un salón, y
otras mejoras, y después hubo un problema, y perdieron, porque hacer en
el terreno de otros siempre es un riesgo.” (B)
Si bien ha oscilado la frecuencia de las
actividades realizadas en el seno de la Asociación, desde su fundación
hacia 1982 hasta el presente, las mismas se han centrando específicamente
en dos clases.
Produciéndose
modificaciones no tanto en la naturaleza de las actividades, las
cuales mantienen características similares a través del tiempo, sino más
bien en la composición de la masa social puesto que por razones de edad o
fallecimiento de los miembros ligures originales, su número ha ido
mermando progresivamente.
Otra de las razones del paulatino
periclitar de la afluencia asociativa residiría, acorde a uno de los
miembros descendientes, en la falta de innovación en cuanto a las
actividades de la entidad se refiere:
“Al comienzo se hicieron varios socios.
Yo soy el número ocho.
Luego hubo otro impulso, se acercaron
personas jóvenes, porque tenían un stand en la Rural del Prado.
Pero se prometía algo que no era cierto,
en cuanto a las actividades.
La gente entonces de a poco dejó de
arrimarse.” (C.)
La primera actividad, signada por el
estatuto legal, comprende la reunión semanal de la Comisión Directiva,
los días Jueves a las 20.00 horas.
La cual se restringe a aquellos miembros
conferidos por el voto de la masa social a ejercer un cargo en tal
organismo.
En la actualidad, dichas reuniones se
llevan a cabo en el Centro Orensano, ubicado en Ana Monterroso de
Lavalleja al 2014, sitio al cual se arribaría tras la pérdida del
anterior local, compartido con la Asociación Osolana.
Como lo narra uno de los miembros,
“...después me encuentro que un día habían tenido problemas y no tenían
sede. Y consiguieron ahí, los recibieron en el Centro Orensano muy bien,
una gente que se ha portado muy bien, y de esa época, habrá sido, yo no
recuerdo muy bien el año, habrá sido por el noventa y seis o noventa y
cinco.” (B)
La convivencia con los
responsables de dicha entidad, de origen gallego, es retratada mediante un
símil histórico por parte de uno de los miembros de la Associazione:
“Nos llevamos muy
bien, italianos y españoles, como Colón, que era genovés, y estaba con
los reyes católicos...nosotros hacemos nuestras comidas ahí”
(Comunicación personal telefónica).
No obstante lo cual, la
interacción entre ambos colectivos se reduce al aspecto formal del trato
inherente al usufructo y alquiler del local, ya que en todo momento los
miembros ligures se circunscriben al ámbito propio de sus encuentros.
A modo de ejemplo, los
de carácter semanal se llevan a cabo en uno de los salones privados de la
instalación, mientras la concurrencia de parroquianos orensanos permanece
alojada en la cantina adonde comparten charlas, juegos de cartas o
entremeses.
En tanto los de índole
mensual, se planifican en sucesivos domingos destinados para cada uno de
los grupos involucrados, con el propósito de que no se interfieran
mutuamente en la celebración de sus comidas.
La pequeña sala escogida para los
encuentros semanales posee a su izquierda, un armario metálico adonde se
guardan diversos alimentos no perecederos utilizados en la preparación de
las comidas.
Hacia el centro, dispone de una mesa y
sillas para los posibles concurrentes.
A la derecha, una biblioteca guarda obras,
periódicos y revistas, las cuales versan sobre la Liguria, e Italia, en
sus aspectos culturales, sociales y linguísticos, obtenidos ya fuere a
través de viajes, o de donaciones del gobierno regional.
También, diplomas, escudos y cuadros
alusivos a la Liguria, penden de las paredes de la habitación.
Los asuntos allí
tratados comprenden cuestiones de diversa naturaleza, aledañas al propio
funcionamiento interno de la Asociación, tales como, según uno de los
miembros, "
los contactos que tenemos con Liguria, con las demás asociaciones, y
siempre alguno viene a consultar o por cultura, o por...saber de donde
eran los parientes, y nosotros allá le damos la ubicación en el
mapa...” (A)
Esta última tarea, la
cual ha cobrado relevancia en el contexto marcado por el auge de la
tramitación de la ciudadanía italiana (cittadinanza) por parte de
numerosos descendientes de peninsulares; lleva a deslindar responsabilidad
o competencia alguna en dicho proceso legal, por los miembros de la
Asociación, quienes se apresuran a determinar el ámbito respectivo para
su consulta y realización: “...
eso es una cuestión que nosotros, no tiene nada que ver...eso es en el
Consulado, los primeros trámites se hacen en los patronatos.” (A)
También se tratan en
estas instancias, los pormenores organizativos de las
actividades de la entidad, en especial las referidas a las comidas
mensuales que congregan a la mayor cantidad de miembros y allegados, y a
la celebración de torneos deportivos en donde la Asociación es
representada a través de un equipo de fútbol integrado por jóvenes
“uruguayos” de descendencia ligure o italiana.
No obstante, la
ausencia de otros emprendimientos, promueve reflexiones en torno a la
verdadera pertinencia o relevancia de dichas instancias:
“En las reuniones no se habla de lo que
se debería, solo se organizan las comidas, nada más, no pasa nada. Nos
saludamos, te preguntan por tu familia,
y más nada, no hay mucha iniciativa, las comidas se organizan por
inercia. Solo van cuatro personas. En la Calabresa se llenaba.”(C.)
Como lo señala el
anterior testimonio, si bien se estipula desde el estatuto la presencia de
ocho miembros de Directiva, en los hechos, se ha observado que la
concurrencia a dichas reuniones oscila en un promedio de entre tres a
cuatro integrantes; concentrándose las
tareas en la Presidente en ejercicio.
Es posible por tanto,
conferirles la clasificación de “grupo primario o pequeño” (Anzieu
& Martin, 1971), dado que presentan determinadas características
tales como el número acotado de su concurrencia, la prosecución de
objetivos comunes, la existencia de relaciones afectivas tanto favorables
como contrarias entre los miembros, quienes demuestran una cierta
interdependencia en sus acciones.
A su vez, se delimitan
distintos roles a cada uno de ellos, consignados en este caso desde la
esfera estatutaria (Presidente, Secretaria, Directivos), la cual
sirve para constituir formalmente las normas y creencias
correspondientes a los ritos y signos del grupo en concreto.
La segunda actividad,
implica la celebración de una comida mensual, en donde se procura
congregar al mayor caudal social existente de la Asociación.
Instancia durante la
cual se invoca al sentimiento de pertenencia de los asociados, a través
de elementos culturales, tales como la gastronomía, o la música,
recordatorios de la tierra natal peninsular.
Por ende, es posible
distinguir los distintos caracteres de dichas reuniones asociativas.
En tanto las primeras
revisten cierta formalidad institucional, requerida para analizar los
actos administrativos y económicos concernientes al funcionamiento de la
entidad; al tiempo que se restringen a aquellos miembros de la Directiva;
las segundas conllevan una índole festiva, siendo por su naturaleza de
convocatoria a la masa social, abierta a todos sus integrantes.
Una tercer actividad,
de rasgos recreativos, se ha impuesto de forma reciente.
La correspondiente a la
realización de torneos deportivos de fútbol, durante los cuales se
enfrentan equipos conformados por los miembros de las diversas
asociaciones regionales peninsulares en el Uruguay.
Desde la celebración
del primer acto eleccionario, el ejercicio de la Presidencia se ha
alternado dentro de un grupo reducido de socios fundadores, donde resalta
el carácter fuertemente personal de cada uno de los escogidos para
comandar a la Asociación.
Ello se refleja, en la
ostentación de dicho cargo durante los dos períodos consecutivos
permitidos por las normas legales del estatuto.
Esto ha acaecido
tanto con el primer Presidente, como con algunos de quienes le
sucederían, incluso traspasándose entre sí tal responsabilidad,
obstruyendo de tal modo, una necesaria renovación en la conducción política
de la entidad.
Pues, como lo afirma el
testimonio de uno de los directivos descendientes, sobre dicha alternancia
en la conducción de la asociación:
“Cuando S. es presidenta, A. es
presidente honorario, y al revés, se pasan la pelota entre ellos, siempre
ha sido así, siempre son los mismos Siempre viajan los dos juntos, a
Italia.” (C.)
Asimismo, el
personalismo y prestigio imbricados a la detención de tal cargo, se
manifiestan a través de una tendencia a la concentración, o atribución
de responsabilidades inherentes, o que en ocasiones exceden a las mismas,
por parte de algunos miembros que ejercieran la Presidencia, aún a
posteriori de finalizado su período respectivo.
En tanto se exprese de
forma consciente por dichas personas, que
“...bueno, yo en la Asociación la verdad es que soy el que hace casi
todo.” (A).
En el aspecto de los recursos económicos
con los cuales cuenta la Asociación para el fomento y realización de sus
actividades, los mismos provienen de diversas fuentes.
Una primera, constituida por las cuotas
sociales de los miembros, las que se han de abonar conforme se exigen para
mantener la calidad de asociados.
Una segunda, provista por las donaciones o
contribuciones monetarias efectuadas por dichos miembros en diversas
instancias, como en ocasión de las comidas mensuales en donde se hace
efectivo el pago de un ticket por parte de los asistentes.
Una tercera, de carácter más formal,
comprendida por el aporte presupuestal delegado desde el gobierno de la
Regione Liguria, conforme lo estipulado por la norma legal italiana.
No obstante se considere por parte de los
asociados, que dicho monto resulta algo exiguo, en tanto la multiplicidad
de Asociaciones Ligure dispersas alrededor el mundo no permite asistirlas
acorde a las necesidades que éstas manifiestan:
“...esta es una Asociación
que por una ley italiana, del gobierno italiano, la región, el gobierno
de la región, que es un gobierno independiente del central, en cierto
modo no?, tiene su línea política, Y ellos tienen que ayudar a estas
asociaciones. Pero últimamente pasaba eso, que eran ya tantas...() no
daban entonces, había un presupuesto ahí que me decía el que falleció,
que fue veinte años el que manejó siempre lo mismo. Cambiaba la política
pero él era el funcionario como se dice en Italia. Bueno, y cuando fui yo
a Génova ahora fui...la última vez que fui, después falleció, ya dijo
que era poco.”(A)
Para resumir, es
posible establecer que las actividades de la Asociación se han centrado,
sin grandes modificaciones a través de los años desde su constitución
formal en entidad acaecida en 1982,
en
las reuniones semanales, restringidas a los miembros de la Comisión
Directiva, y las de carácter mensual, abiertas a la masa social, o a
aquellas personas ajenas en un primer término a la entidad, que únicamente
se aproximen a las fiestas por motivos de esparcimiento.
De forma reciente ha
tomado impulso la celebración de actividades recreativas como de torneos
de fútbol con los representantes de las otras asociaciones regionales en
el Uruguay.
En cambio, sí ha
variado la cantidad de la masa social, conforme la misma se vería
reducida dado el fallecimiento de algunos de los miembros ligures
originales.
Quienes si bien tienden
a ser reemplazados por descendientes de segunda, tercera, o aún más
lejanas generaciones, son vistos por aquellos como “uruguayos”,
ocasionando una paulatina pérdida de identidad, en tanto carecen de una
experiencia migrante que les mancomune, a diferencia del grupo fundador.
En la faz económica,
la Asociación cuenta como recursos propios, con las cuotas sociales,
contribuciones, donaciones efectuadas por sus miembros, así como también
con el monto presupuestado desde el gobierno de la Regione Liguria, para
cada una de las Associazione diseminadas por el mundo, unas ochenta en
total.
Parte de ese dinero, se
debiera destinar, en opinión de alguno de los miembros más
representativos, a obras de asistencia social, de ayuda concreta a
aquellos coetáneos residentes en el Uruguay cuya situación
económica es vista como “desfavorable”, aunque se apresure a
acotar que no demasiadas personas se hallan actualmente en tales
circunstancias.
Con tal medida se
procura trascender, a su entender, el mero hecho o retórica asociativa
inherente a la entidad de la cual son integrantes, para realmente brindar
asistencia a quienes la necesitan, a semejanza de las antiguas sociedades
de mutuo socorro, conformadas por aquellos primeros inmigrantes del siglo
XIX.
Ello condice a su vez,
con la apreciación realizada por Godelier (1998) quien afirma cómo en la
sociedad contemporánea, la función solidaria redistributiva se ha
trasladado parcialmente desde la esfera pública del Estado hacia los
actores sociales privados.
9.2
COMPOSICION DE LA MASA SOCIAL
En una primera
instancia se podría concordar con la definición de la Asociación como
un grupo homogéneo, en el cual resaltaría la cohesión entre iguales
(Anzieu & Martin, 1971), dada por la existencia de ciertos elementos
en común y de la creencia de que ello los diferencia del resto (Olmsted
1981), en este caso, por el sentimiento de pertenencia y origen
ligure.
Pues, como establece
Mayer (1990, en Wolf et al, 1990), entre los rasgos más característicos
de las asociaciones u organizaciones
se encuentra la uniformidad de criterios de pertenencia en la cual
se fundamentan las interacciones desarrolladas en dichos grupos.
Ya que “...en este
respecto, las asociaciones voluntarias son autorreguladoras, puesto que en
ellas la aceptación de los fines comunes implica toda la cohesión que el
grupo posee o necesita.” (Nadel, 1978 : 184).
Sin embargo, cabe
efectuar ciertas distinciones acerca de las disímiles características de
las personas comprendidas en su masa social.
La misma se conforma en
la actualidad por alrededor de doscientos miembros, entre socios efectivos
y allegados.
Dentro de la aparente
homogeneidad de pertenencia ligure, manifestada por los miembros de la
Asociación, se divisan al menos, tres estratos diversos.
Un primero, constituido
por aquellos socios originarios de la Liguria, quienes serían los
fundadores, de hecho, y de derecho, de la Asociación.
Estas personas han
arribado al país a mediados del siglo XX, con la última afluencia
inmigratoria de importancia, provocada por la crisis económica de la
posguerra europea.
Dicho grupo ha ido
disminuyendo a través de los años, debido a la finalización del ciclo
vital de sus componentes.
Así, si bien en una
primera etapa se manifiesta que los socios eran
“...
todos
de la Liguria, en aquel momento habíamos muchos, ahora, naturalmente, la
gente se fue, fue faltando y queda alguno...” (A).
“Ligures quedamos muy pocos. Antes habían
más, pero claro, es toda gente que va falleciendo. Fijate que llegamos
alrededor de 1950, después de la guerra, y ya con cierta edad (
en
su juventud
)...” (S)
En consonancia, en la actualidad, se
considera lo siguiente por parte otro de los miembros, descendiente en
este caso:
“Los ligures son poquitos, unos diez. La
mayoría son descendientes.
Igual los socios no son muchos. Acá la
gente viene por la comida, paga el ticket y se va. Para cumplir. Y después
ni se entera de lo que pasa en la Asociación. (...) Una manera de darte
cuenta de la cantidad de italianos es esta. Cuando sacan una foto, en la
fiesta, y llaman a los oriundos, vas a ver, no son ni diez...” (C.)
No obstante lo cual,
los puestos de decisión, todavía son acaparados por este reducido
conglomerado, en tanto se consideran más ligados por un sentimiento de
pertenencia a la Liguria y una experiencia migratoria compartida, que los
otros miembros allegados a la Asociación.
Un segundo estrato, se
compondría por aquellas personas, descendientes de ligures, ya fuere de
los arribados durante la oleada inmigratoria inicial, acaecida en el siglo
XIX, o de los llegados a posteriori.
En la actualidad,
constituyen el grueso de la masa asociativa
Otro grupo estaría
conformado por aquellos jóvenes, quienes se acercan a la Asociación en
busca de información sobre su pasado, raíces familiares o culturales.
No obstante, asciendan
a una ínfima presencia en comparación a los anteriores:
“Algún joven hay, se han arrimado,
tenemos una muchacha que es joven, que está en la secretaría, y otro señor,
un poco mayor pero todavía joven, que se integró también ahora. Y
bueno, de repente alguno se va arrimando. Pero no es fácil.” (B)
“Los jóvenes no se acercan. Y no pasa
solo acá, también en las otras asociaciones.” (S)
Sin embargo, otro de los miembros, se
muestra consciente de la falta de incentivos para atraer a dicha franja de
edad hacia la entidad :
“Acá no hay actividades para que vengan
los jóvenes, lo único que se hace es lo de los campeonatos de fútbol
cinco. En la Asociación Calabresa es diferente, ahí sí van los jóvenes...”
(C.)
“Si propones en directiva de hacer un
baile, te van decir que no por esto y aquello. No sólo porque el local no
es propio.
Es que no hay iniciativa. En la Calabresa,
cuando iba yo, ahí sí, te atendían si planteabas algo. Pero acá no hay
caso, la única actividad son las comidas...” (C.)
En ocasiones, lo antedicho también
inmiscuye a otras actividades de índole musical que pudieren ofrecer una
alternativa a la propuesta habitualmente durante las reuniones mensuales.:
“Yo cantaba canzonetas, y lírica también,
junto a un pianista aquí en las reuniones. Pero luego el piano se estropeó
y desde entonces le insisto a S., a B. (Presidenta y Vice Presidente) para
que compren otro, o algún teclado para mi acompañante. Fijate toda la
gente que viene, poniendo un poco cada uno se conseguiría.” (D)
De igual forma, es de recibo acotar, el
modo en el cual los adultos mayores, quienes predominan cuantitativamente
en la masa social, designan como “jóvenes” aún a aquellas personas
adultas, ubicadas entre los treinta y cuarenta años de edad.
En torno a la extracción
social de los miembros de la entidad, cabe consignar que en su mayoría,
prevalece la correspondiente a la clase media y media alta.
Por otra parte, el
proceso de diferenciación de la masa social, es expresado por los
miembros fundadores ligures, quienes contraponen aquel momento inicial en
el cual todos los integrantes eran naturales de la región, con la situación
actual, donde es posible distinguir los grupos antedichos.
“...nosotros, socios, somos alrededor de
doscientos.
Pero no son lígures
todos, hay hijos de ligures, o algún simpatizante que está, la quieren
mucho a la Asociación, que nos vemos nosotros cada mes nos juntamos...”
(A).
Por lo antepuesto, es
posible visualizar cierta tensión intrínseca a las relaciones de poder
(Foucault, 1992) inmanentes a toda institución.
En el presente caso, la
integración del grupo de edad más bisoño, entendiendo a éste como al
que comprende a los miembros ubicados en las franjas de edad joven y
adulta, se halla pautada por una serie de obstáculos, sin considerar lo
exiguo de su representación numérica en el total de la masa social.
Primeramente, la brecha
generacional mencionada por Mead (1993), en la que se confronta el diverso
modo de ser inherente a las personas jóvenes, las cuales se caracterizan
por su conocimiento de las nuevas tecnologías, a la detención de los
puestos de decisión por parte de sus mayores.
En este caso, la
experiencia migrante común poseída por los miembros ligures, se
contrapondría a la condición de “uruguayos”, de los descendientes y
jóvenes asociados.
En segundo término, la
visión por parte de aquellos miembros fundadores, ubicados cronológicamente
en una adultez mayor en la actualidad, de la juventud
como reflejo de un inminente cambio, o del desacato a las
autoridades y reglamentos constituidos.
En tercera instancia,
como ya se esbozara, se considera por parte de los miembros nacidos en la
península, que los jóvenes y adultos descendientes, carecen de una real
identidad ligure, no obstante demuestren en ocasiones cierto interés por
conocer sus raíces.
Ello manifestaría la
conciencia del inmigrante del proceso de aculturación sucedido a través
de las distintas generaciones:
“...el uruguayo es hijo de emigrantes. O
primero, segunda, o quinta generación.”(A.)
“Los descendientes se interesan. Pero no
es igual. No sienten lo mismo que nosotros, es comprensible, ni tienen las
mismas ganas por sacar esto adelante.” (S)
Por ende, se subyuga su
grado de advenimiento a la causa asociativa, en tanto se les concibe como
carentes de un auténtico compromiso, ya fuere por falta de tiempo real al
cual dedicarle a las tareas requeridas, por su condición de uruguayos
descendientes (opuesto a los nacidos en Liguria), o por otros factores
extrínsecos a la Asociación, atribuidos por los entrevistados al
contexto general de crisis económica padecido en el país.
En palabras de los
miembros adultos mayores, se ve que en dichas personas “...
hay
intención, pero cuando ven que hay que trabajar un poco...cuando llega el
día, “no, no, hoy no” entonces no, no se puede.(...) las cosas hay
que hacerlas ya, los jóvenes cuesta hacerlos integrarlos, sí, porque
también la juventud de hoy tiene mucho problema, para poder sobrevivir,
el que tiene un trabajo lo tiene que conservar, y el que no tiene está más
preocupado todavía.” (A)
Para resumir, acerca de
la composición de la masa social de la Associazione Ligure, es posible
discernir, dentro de una aparente homogeneidad externa, a diversos grupos
que conviven en su interior.
Por un lado, destaca el
correspondiente a los miembros fundadores, inmigrantes ligures arribados a
mediados del siglo XX, quienes manifiestan con mayor claridad un sentido
de pertenencia, reivindicando para sí la legitimidad y ejecución del
comando de la Asociación en su aspecto administrativo y formal.
Por otra parte, es de
resaltar la presencia de un conglomerado de personas, quienes al poseer
descendencia ligure, tanto de segunda o tercera generación, como más
remota en el tiempo, en tanto se hallarían vinculadas a las primeros
contingentes migratorios del siglo XIX, demuestran una simpatía por la
causa asociativa de la región de sus ancestros.
También cabe reseñar,
la impronta aportada por los más jóvenes, quienes procuran establecer
una búsqueda personal acerca de sus raíces familiares
y culturales, no obstante se tenga presente su condición de
“uruguayos”.
Este último aspecto,
dificulta en parte su integración, dado que se anteponen los intereses de
los oriundos de la Liguria, personas ubicadas en la adultez mayor, cuyo número
desciende a raíz de la finalización de su ciclo vital, a los propios del
estrato más joven, sobre el cual se hesita de que posea un real interés,
amén de consignárseles por parte de los miembros ligures, de la carencia
de una verdadera identidad regional.
Ante ello, de futuro se
podría entablar cierta aprehensión entre ambos grupos etarios, por el
control del poder y prestigio social inherente, a semejanza de lo ocurrido
en sociedades tales como la de los Nuer (Evans Pritchard, 1940;
Hutchinson, 1996), o los Tiv (Bohannon, 1981), en donde el contacto con
elementos culturales occidentales, como el del dinero o la tecnología,
modificaría irreversiblemente tanto el modo de subsistencia como la
jerarquía imperante en dichos grupos, otrora signados por la preeminencia
de los adultos mayores en la toma de decisiones. |
9.3
INMIGRANTES DE POSTGUERRA
El grupo de inmigrantes
fundadores de la Asociación, posee determinadas características comunes
que les mancomuna como grupo humano.
A grandes rasgos, como
ya se ha establecido, se trata de personas arribadas al país a
posteriori, o durante la última Guerra Mundial (1939-1945), en donde el
Uruguay se benefició de un período de bonanza relativa, a causa de la pérdida
de competitividad de los mercados europeos y americanos, amén de su
necesidad de importar productos cárnicos, y lanares, locales.
Ello permitiría la
generación de puestos de trabajo e impulso al sector industrial
(Solari,1966), lo cual brindaría las condiciones propicias para la
entrada del último contingente migratorio de relevancia en el territorio,
puesto que ya en la década de los mil novecientos cincuenta, el proceso
se revertiría para tornarse indefectiblemente el Uruguay en un país de
expulsión (Aguiar, 1982).
Como narra una de las
oriundas:
“La última migración llegó hasta
alrededor de 1956. Yo vine en el 52 por ejemplo, algo después de la
guerra. En esa época vino mucha más gente de las regiones del sur...”
(S)
En un plano personal,
por un lado se tiende a resaltar, cuando así sucediera, el grado de
participación en la lucha contra el fascismo, hacia el final del
conflicto:
“...yo hice la guerra contra el nazismo y
el fascismo, guerrillero.(...) Pero fue en un momento cuando Italia tenía
veinticinco divisiones alemanas, entonces derrumbándose el ejército
italiano, los alemanes tomaron poder...Poder y terror. Porque había que
ir con ellos o la fusilación...Bueno, pero hay quien cedió y quien como
yo y tantos otros nos fuimos a la montaña y le hicimos resistencia.”
(A)
“...había solamente dos personas que
coordinaban la información entre todas las células de guerrilla, que no
pasaban de más de cuatro integrantes, pues sino te encontraban y te
mataban, y yo era una de esas personas...” (A.)
“...mi tío era uno de los que
organizaron a los partisanos allí en la Liguria, en la resistencia contra
los alemanes, fue alguien muy importante...” (S.)
No obstante los mismos
testimonios en ocasiones omiten, o atenúen un anterior enrolamiento, con
frecuencia
forzado por las
circunstancias, en las filas del régimen:
“En
la II Guerra Mundial, yo estuve en la guerra, en la aviación, no quise
volar, porque no, sabía que ese tipo de guerra no era nada lindo.(...)
Sí, no, ahí después cuando se deshizo el
ejército italiano, que pidió una parte por el ejército, el ejército en
sí pidió la amnistía a las Naciones Unidas. “ (A)
Dicha dualidad
manifiesta en los recuerdos rememorados, se ha de relacionar a la forma
mediante la cual
los
“emprendedores de la memoria”, al decir de Jelin (2002) seleccionan la
pertinencia de los mismos, según sus intereses o conveniencias
personales.
Por ello es posible
afirmar que todo pasado conforma una narrativa construida tanto
individual, como colectivamente, a través de las “huellas” (Ricoeur,
1999) remanentes en el in- consciente de aquellos que han experimentado
dichos acontecimientos.
“Cuando terminó (
la
guerra
) estábamos que no había trabajo. No había ni goma para las
bicicletas. Entonces cuando empezó a venir algo, nosotros teníamos una
comisión, éramos los que mandábamos prácticamente, y distribuíamos el
trabajo, las cosas. Cuando terminamos todos lo que podían tenían
trabajo. Nosotros quedamos sin nada (
sonrisas
).
Bueno, y había un camino, que era éste. Porque yo tenía un hermano acá.”
(A)
Se comprueba, al igual
que en período histórico, el funcionamiento de las cadenas migratorias
(MacDonald, 1964), como sostén de la llegada y apoyo logístico brindado
a los inmigrantes.
No obstante lo cual, la
ocurrencia del proceso de aculturación, que alberga cierto desarraigo y pérdida
de identidad étnica, relativa en este caso en tanto se presentan ciertas
similitudes culturales entre las sociedades de expulsión y recepción,
promueve reflexiones en tal sentido por los inmigrantes ligures:
“Por eso es que yo digo que emigrar es
feo. Por más que te reciban bien, es feo, porque vos dejaste algo,
dejaste tu juventud, no, no es fácil.(...)
...cuando se empieza es feo. Cuando se
empieza, yo ganaba quince pesos por día que era un sueldo extraordinario
en aquellos tiempos. Y el primer trabajo bueno, tuve que trabajar tres días
para ganar quince pesos, y pagar alquiler.”(A)
A semejanza de lo ocurrido con los primeros
flujos migratorios del siglo XIX, entre los objetivos de los inmigrantes,
se encontraba sobremanera el de independizarse laboralmente, para así
capitalizar cierto monto de ahorro que le
permitiera adquirir una vivienda de su propiedad:
“...entendía que yo no vine al Uruguay
para ser empleado. Yo empleado prefería ser en Italia. (...) pudimos
seguir y hacer una casa. Antes de casarme yo ya tenía una casa por si me
iba a casar” (A)
Ello es corroborado en la narrativa de uno
de los descendientes, quién relata acerca de la trayectoria de su
ancestro, arribado en las postrimerías de la penúltima centuria:
“Mi abuelo era marinero. Llegó en un
barco que se llamaba “Il ruggiero del Alba”, que quiere decir El
Lucero del Alba. Luego aquí, puso un almacén en la playa de Pocitos,
frente a la calle Barreiro. Cuando el agua comenzó a subir, pues el mar
estaba más adentro, se trasladó hacia arriba, y compró todo un terreno,
desde
lo que hoy es Ventiseis
de Marzo hasta Lorenzo Pérez.
Allí fundó otro establecimiento, bar y
almacén, en la esquina de Buxareo, le llamaban “La Aurora”, pues era
el único que abría a las cuatro de la mañana.
Eran dos hermanos los genoveses, uno se
quedó en Buenos Aires, y se dedicó a la marmolería, que todavía está,
frente al cementerio de Olivos” (G)
También se consigna por parte de los
oriundos, la importancia atribuida al núcleo familiar, como unidad social
básica, de referencia imprescindible ante una situación de desarraigo de
la tierra natal:
“En un primer momento dejé allá a mi
madre y un hermano que él a los cuatro o cinco años ya lo tenía acá,
lo trajimos....” (A)
“Muchos
de mis tíos, primos, quedaron allá, pues era una familia numerosa y yo
me vine solamente con una hermana.” (S.)
En todo momento, se enfatizan los valores
del trabajo, el ahorro, la laboriosidad y austeridad, como forma de
alcanzar tales objetivos.
No obstante quepa acotar cómo la situación
económica del país, favorecida por el contexto internacional ya aludido,
permitía el suceso de dichos esfuerzos, a diferencia de lo que ocurriría
a partir de la década de los mil novecientos cincuenta hasta el presente.
La situación actual
del país, de crisis económica, desmantelamiento del sector productivo
agro- industrial y emigración crónica, es vista por los inmigrantes,
como una suerte de réplica cíclica, si nos atenemos al concepto de
Eliade (1952) sobre el mito del “eterno retorno”, de las condiciones
imperantes en la península durante el período de postguerra, que motivarían
su propia emigración:
“En Uruguay ahora
pasa lo mismo que pasó en Italia: las industrias cierran, nadie quiere ir
al campo...todos se dedican al turismo...” (A)
Ante lo cual, surge en
su discurso, de forma reiterada, la ya mencionada
laboriosidad como forma
de zanjar las dificultades:
“Es un momento que Sudamérica está
pasando feo, es un momento que se tiene que recuperar en ese aspecto, del
trabajo vamos a decir.” (A)
Asimismo, trasladan sus propias vivencias,
en la visión poseida sobre la actual ola emigratoria de la población
local uruguaya hacia el viejo continente:
“Ahora en Italia, en USA, a los
inmigrantes les pasa como a nosotros cuando llegamos. Trabajan en lo que
allá no quieren hacer.” (S)
A modo de síntesis, se
ha de establecer que en el presente capitulo se ha intentado brindar un
panorama de las causas y contexto histórico que motivarían el arribo de
los inmigrantes ligures agrupados en la Associazione, a través de sus
propios testimonios.
Para así dar cuenta
tanto de sus vicisitudes en ambas sociedades, como de los sentimientos y
reflexiones que éstas le provocaran.
En todo momento,
reflejan en su narrativa, las vivencias correspondientes a
su caso específico, destacando enfáticamente el valor del trabajo
y el esfuerzo, característicos de la mentalidad del inmigrante en
general, y ligure en particular; a los cuales se remiten al momento de
abordar la coyuntura crítica sufrida por la sociedad uruguaya en la
actualidad.
9.4
RECINTO DE LA CELEBRACION
En tanto la
Associazione Ligure no dispone en la actualidad de un lugar de su
propiedad al momento de organizar sus fiestas o reuniones colectivas, se
ha optado por parte de sus integrantes, usufructuar las instalaciones del
Centro Orensano, ubicado en la calle Ana Monterroso de Lavalleja al 2014.
Por consiguiente, se
procederá a la descripción de las características del lugar escogido
como sitio de reunión.
La construcción
refleja en su fachada, características estilísticas correspondientes al
período de comienzos de siglo durante el que fuera edificada.
Tales como los balcones
decorados con motivos arbóreos, y las guardas que rodean los pretiles o
marcos de las ventanas.
No obstante los
postigos permanezcan cerrados durante el día, indicando el espíritu
nocturno de las celebraciones y reuniones allí efectuadas.
Un escudo informa
acerca de la naturaleza asociativa del lugar, inherente a la entidad
colectiva que hace uso del lugar en concreto.
Al ingresar al mismo,
se dispone un amplio espacio que oficia de salón de actos ya que en su
lado derecho dispone de un escenario, sobre el cual se montan diversos
espectáculos.
En tal sentido resaltan
los elementos decorativos que ambientan una atmósfera festiva, tales como
luces de colores, espejos empotrados a lo largo de las paredes, parlantes
de amplificación, ventiladores y un globo giratorio.
Es en dicha sala,
adonde se efectúan las cenas y fiestas colectivas particulares, tal el
caso de las llevadas a cabo por la Associazione Ligure.
En la parte posterior a
la sala principal, se dispone de un restaurante, y a su izquierda una
biblioteca, denominada “Curros Enríquez”, que promociona la cultura,
turismo y literatura de Orense.
Detrás del
restaurante, se ubica un espacio trasero depositario para los diversos
aditamentos utilizados durante las fiestas.
Tales como ser sillas
de plástico, cajones de bebidas tanto espirituosas como refrescantes,
figuras decorativas de corte flamenco, o cuadros con escenas típicas.
El lugar escogido para
la celebración de las reuniones mensuales de la Associazione Ligure es el
salón de fiestas ubicado en el recinto principal.
Conforme en dichas
instancias se acondiciona el ambiente a través de la ejecución de música
típica, tanto peninsular como nacional.
En tanto el otro
elemento cultural concerniente a la afluencia de rasgos ligures y
nacionales, lo constituye la gastronomía, adonde se conjugan platos de
ambos orígenes (ravioles, pollo, ensaladas, postres, vinos).
Se enfatiza por parte
de los asociados, el carácter de auto gestión implícita en la
organización de dichas instancias:
“Todos los meses, el tercer domingo de
cada mes se hace un almuerzo, que lo organiza los de la comisión
(Directiva), cocinan ahí, ellos mismos... hacen el tuco casero las señoras
que integran la comisión,” (B)
Recalcándose a su vez, el papel jugado por
la actual Presidenta en esta tarea:
“...Y ella es la que organiza después
las comidas, el tuco ya lo preparan en la casa, lo llevan pronto el día
de la comida. Tiene una actividad que es importante. Se encargan de las
compras, de lo que se usa, de las verduras, todas las cosas...” (B)
La misma Presidenta, confirma tal punto de
vista, añadiendo las dificultades implícitas en sustentar la viabilidad
financiera de dichas reuniones:
“Tratamos de ofrecer una buena comida,
abundante.
El tuco lo preparo en casa. Pero tenemos
nuestros gastos, por el cantinero, el parrillero, el músico que cobra una
buena cantidad, y a veces, si no asiste mucha gente, perdemos dinero
organizando las fiestas...” (S)
Resulta significativo,
el modo en el cual, pese a que dicha persona detenta el cargo nominal de
Presidenta, recayendo sobre ella la conducción administrativa y formal de
la entidad, desde el discurso de los miembros asociados masculinos, y
desde el suyo propio, se tiende a enfatizar su probidad, en conjunto con
la de las demás integrantes de la entidad, en lo referente a los
quehaceres ligados a la esfera doméstica femenina, tales como la
preparación y organización de las fiestas.
Mientras que otros
aspectos enraizados al entorno público, como las relaciones formales, y
políticas, aún se concentran en buena medida, en manos del Presidente
Honorario.
Ello reafirma la
concepción tradicional poseída por dichos asociados, de la asignación
de roles específicos a cada uno de los géneros (Badinter, 1986, 1993;
Godelier, 1993; Héritier, 1996; Mead, 1985; Segalen, 1984), la cual es
“reproducida” (Bourdieu, 2000) de forma latente en este ámbito.
Pues, “...la vida
familiar, lo íntimo, lo relacional sigue estando dominado por la mujer;
el estatus, el papel profesional, el poder y el éxito continúan
prevaleciendo en el hombre. A primera vista, impera la reversibilidad de
los roles sexuales, pero en realidad, subsiste la división sexual de los
roles privados y públicos, siquiera sea de manera novedosa, eufemizada y
abierta, sin asignación exclusiva.” (Lipovetsky, 1999 : 170)
Las comidas celebradas
mensualmente desde marzo a diciembre, albergan una mayor cantidad de
personas conforme transcurra el ciclo anual, culminando en la
correspondiente al mes duodécimo, ocasión propicia según los asociados,
para realizar una despedida del año.
En dichas instancias,
la concurrencia oscila en una cifra máxima de alrededor de doscientas
cincuenta personas.
En tanto durante el
verano, las mismas se suspenden, en el entendido de que los miembros se
hallan en su mayor parte, dedicados a los períodos de licencia laboral,
o descanso estival, momento en el cual cada uno de ellos se retrae
al seno de su núcleo familiar respectivo:
“Las comidas son el tercer domingo, pero
ahora enero, febrero, no hay nada. Recién en marzo es apenas, vendrán
unas setenta, ochenta personas. Ya en abril aumenta, con todo, hasta la de
diciembre que este año éramos como doscientos cincuenta que es un poco
la despedida del año.” (A)
Sin embargo, su celebración permanece
supeditada al personalismo intrínseco a los cargos de influencia dentro
de la entidad, así como también a su viabilidad desde el punto de vista
económico, conforme se financian mediante el abono de un ticket por parte
de cada uno de los comensales que asisten a las mismas:
“Las comidas se hacen si hay más de cien
personas. Sino no da económicamente. Desde marzo que no se hacían, como
A. y S. estaban los dos de viaje...
Esta por ejemplo fue organizada medio de
apuro. Hay mucha gente enferma, es invierno, pero igual, se ve que S. (La
presidenta) empezó a llamar gente, y se llegó a la cantidad. ”(C)
9.5
ACTIVIDADES RECREATIVAS
La única actividad
recreativa consignada por los miembros de la Associazione Ligure, reside
en la actualidad en la celebración de torneos deportivos de fútbol,
mediante los cuales se estrechan lazos con las demás asociaciones
regionales de la península en el Uruguay.
“Alguna actividad se hace. La que hay más
entusiasmo en este momento es el fútbol. Tenemos un cuadro que este año
salió primero entre todos los....se juegan contra todas las regiones.
Regiones de Liguria. Tendría que mirar, unos cuantos cuadros hay. Pero
ellos salieron campeones este año, un muy buen cuadro.” (A)
Debe comprenderse por
tanto, a tal actividad, como de índole lúdica, de juego, el cual se
define como“...una acción u ocupación libre que se desarrolla dentro
de unos límites temporales y espaciales determinados, según reglas
absolutamente obligatorias, aunque libremente aceptadas, acción que tiene
su fin en sí misma y va acompañada de un sentimiento de tensión y alegría
y de la conciencia de “ser de otro modo” que en la vida corriente
(Huizinga, 1987 : 43-44).
Concebido en tal forma,
las personas convocadas, jóvenes en su mayoría, abandonan la
individualidad propia de sus quehaceres cotidianos, así como también su
condición eminente de “uruguayos”, para aunar esfuerzos en pos de una
causa común asociativa, la cual rememora aspectos de su origen étnico y
cultural, “ligure”, representado mediante dicha competición
deportiva.
Por ello no es casual,
que se haya escogido al fútbol, de tanta raigambre entre ambas
sociedades, la de expulsión y la de recepción, a modo de simbolizar la
confraternidad entre las diversas asociaciones regionales.
Así, esta actividad
deportiva, encarnaría un ideal de cohesión interna, fraternidad, y
convivencia entre pares, en ocasiones no correspondido en la vida diaria,
pues “...el juego es un sistema sin contradicción, sin negatividad
interna. Por eso no podemos reírnos de él. Y si no puede ser parodiado
es porque toda su organización es paródica. La regla actúa como
simulacro paródico de la ley. Ni inversión, ni subversión, sino reversión
de la ley a través de la simulación. El placer del juego es doble:
anulación del tiempo y del espacio, esfera encantada de una forma
indestructible de reciprocidad- seducción pura- y parodia de lo real,
sobrepuja formal de las coacciones de la ley.” (Baudrillard, 1989 :
141).
Por ende, los
integrantes ligures resaltan con ahínco el carácter de auto gestión de
tal actividad, así como también el ansia de integrar a todos los
miembros de la comunidad ligure en el país, procurando superar
desavenencias aparentemente inocuas como las correspondientes al encono
deportivo.
Aunque éste conlleve
en sí mismo, aristas sociales y culturales, vinculadas al contexto de
formación y desarrollo histórico de cada una de las entidades
recreativas a las que a continuación se alude, en la tierra natal:
“Nosotros financiamos lo que se puede.
Pero es un campeonato que cada uno lo financia. Creo que del gobierno, de
la región no viene nada. ¿No?, Nosotros sacamos de lo poco que tenemos
para poderlo hacer funcionar no?, tenemos que pagarle los viáticos, hay
que pagar las canchas, los jueces. Le hicimos todo un equipo con
camisetas, este año la hacemos con Sampdoria, el año que viene la
haremos con la camiseta... (
del Génova
acoto entre sonrisas de ambos dada la rivalidad de ambas escuadras
)...Para
no estar contra nadie...” (A).
El mero acto de vestir
dicha indumentaria, perteneciente a equipos identificados con la ciudad de
Génova, implicaría simbólicamente para los jóvenes “uruguayos”, el
devenir “ligures”,
el
“ser de otro modo” aludido por Huizinga (1957), en tanto representan a
la Associazione en el transcurso de la competición.
Por lo antedicho, es de
recibo inquirir si a través de la práctica deportiva, se produce simultáneamente
una doble integración.
De un lado, la
correspondiente a la
Associazione
Ligure con sus pares regionales ubicadas en el país.
Del otro, la
concerniente a los jóvenes, signados como “uruguayos” por los
miembros fundadores oriundos, a quienes sin embargo se recurre al momento
de conformar una representación formal de la entidad, aun cuando sea al
nivel de una competición deportiva.
Ello contribuiría,
hipotéticamente, a refrendar la frágil amalgama de dicha franja etaria
dentro de la masa social de la Asociación, sobre la cual si bien se
hesita por los miembros oriundos de que posea un real compromiso con la
entidad, en tanto se la visualiza como primordialmente compuesta por
“uruguayos”, no obstante igualmente se acude a la misma en dichas
circunstancias.
Empero, en tanto dicha
actividad deportiva se efectúa en un ámbito ajeno, en tiempo y espacio,
al recinto de la Asociación, sin que interactúen las diversas franjas
etarias involucradas (adultos mayores predominantes y jóvenes), no se
produciría de hecho una mayor integración.
Ya que ésta se limita
a una breve comunicación sumaria a modo de rendir cuentas en la faz económica
de los gastos de mantenimiento del equipo por parte de su encargado ante
los miembros de la directiva.
Por lo cual, para los jóvenes
participantes de las mismas, la motivación primordial reside en el
aspecto recreativo, más que en una posible identificación, o
reivindicación de la asociación a la cual se pretende representar.
Otro detalle resultante
del bajo grado de participación formal en las reuniones semanales,
estriba en la marcada ausencia de las mismas del directivo responsable (B)
de la organización de dichos eventos deportivos.
Quizás concatenado a
ello, se ha de resaltar la forma en la cual esta persona se abstuvo de
comentar al investigador, tanto en la entrevista grabada que se le
realizara así como también en otras instancias, que el equipo de fútbol
de la entidad, se hallaba bajo su coordinación.
Tal dato, se desprendió
de las observaciones y conversaciones mantenidas con otros integrantes de
la Asociación.
También ha quedado de
manifiesto, una relativa falta de contralor en cuanto al cumplimiento de
las actividades deportivas y las consecuentes erogaciones económicas
previstas para ellas.
Ya que con frecuencia,
su coordinador responsable ante la Comisión Directiva, joven descendiente
(I), omitía desglosar los recibos
o
comprobantes de estipendio correspondientes, ausentándose de las
reuniones a las cuales había sido acordada su concurrencia, por lo cual
se suscitaba la desconfianza de las autoridades de la entidad, acerca del
cabal desarrollo de los torneos mencionados.
No obstante, quepa añadir
que ningún miembro de la Directiva, u otros allegados, se hacían
presentes durante dichas competencias, aún como simples espectadores,
comprendiéndose por tanto la dificultad de llevar a cabo dicha supervisión,
ante la elocuente merma de interés en el tema.
Es más, en una ocasión
se sugirió al investigador, en tono de pretendida broma, la posibilidad
de concurrir a las mismas con el propósito de alentar a la representación
de la Asociación.
Cuando tal vez, el
latente objetivo de dicho comentario, residiera en efectuar el mencionado
control del cual se carecía.
Esta anécdota, no hace
más que refrendar la observación ya manifestada, acerca del escaso afán
por incorporar a los jóvenes en la estructura de la Associazione Ligure.
Finalmente, cabe señalar
asimismo, que la ausencia de cualquier otra actividad de rasgos
recreativos que pudiere atraer a esta franja de edad, ya fuere a través
de la organización de bailes, cursos de idioma o de cultura de la
Liguria, conspira a promover su factible interés y a consolidar una hipotética
integración.
La cual deviene
imprescindible en pos de renovar la masa social de la entidad para así
sustentar su futura viabilidad
Ello se refleja en las
reuniones mensuales, durante las cuales la concurrencia de jóvenes u
adolescentes, resulta ínfima, cuando no absolutamente nula.
9.6
VINCULOS FORMALES Y PERSONALES
En esta instancia se
abordará el tema de las vinculaciones de la Associazione Ligure con otras
entidades de la comunidad y gobierno italianos.
Dichos lazos se pueden
dividir entre los concernientes a la representación diplomática italiana
en el Uruguay (Consulado, Embajada), a los patronatos o entidades
culturales (Dante Aligheri, Instituto Italiano de Cultura), a la referente
al gobierno de la Regione Liguria, a la Associazione Ligure del Mundo, y
en una instancia interna, a otras asociaciones regionales presentes en el
país.
En cuanto a los
patronatos, los lazos se establecen no tanto en un nivel formal, sino en
un estrato personal, de cada uno de los asociados ligures, quienes
recurren a dichas instituciones, las cuales responden en general a los
lineamientos de las diversas centrales sindicales de la península, con el
fin de tramitar el cobro de sus jubilaciones y pensiones de guerra.
Empero, en ocasiones,
una de las entidades que pretende nuclear los esfuerzos de los distintos
patronatos y asociaciones, la Casa degli Italiani, realiza actividades
destinadas a mancomunarlas, como en la celebración de elecciones políticas
en Italia.
Acerca de los vínculos
oficiales, desde la representación diplomática se solicita no tanto el
informe de las actividades inherentes a la Asociación en sí misma, sino
más bien su presencia formal a través de autoridades o representantes la
en aquellas ocasiones que así lo requieren:
“Sí, con el consulado tenemos, porque
cuando manda comunicados, nosotros. Las actividades en cierto modo le
interesan o no. Quiere que estemos presentes en la manifestaciones
italianas. ¿No?, sin exigir que tengamos que ser, pero se toma en cuenta
que se está, a recordar la fecha patria.....o alguna reuniones de
organización, cuando viene alguna personalidad política está presente.
Le interesa al consulado y a la embajada también.” (A)
El establecimiento de vínculos
con las otras Asociaciones se realiza, amén de los de carácter formal
entre las diversas entidades, a través de eventos deportivos como los
torneos de fútbol, ya analizados en el capítulo respectivo.
Al momento de ponderar
el diverso grado de actividad y caudal de la masa social de las demás
asociaciones, los miembros ligures se muestran conscientes de su actual
situación en donde ha menguado su representación dentro de la
colectividad italiana, a raíz de lo exiguo de la inmigración de dicha
región en el pasado siglo:
“...hay asociaciones que posiblemente son
más activas que nosotros. Pero por la razón de que por ejemplo están
los campanos
Porque es una colectividad mayor. Mucho,
mucho, mucho,
“Los del Trentino, cuando yo vine a
Uruguay, por los años cincuenta, formaron un club, por el Paso Molino,
compraron un local con un préstamo del banco, de setenta mil pesos, y lo
pagaron en seguida, entre todos. Si vas a pedir algo así a un ligure, no
te da nada...” (A.)
Uno de los descendientes, se muestra aún más
drástico al juzgar el proceder de los integrantes de las diversas
asociaciones italianas, tanto septentrionales como meridionales, en
comparación con aquellos pertenecientes a entidades de origen ibérico:
“Yo veo que los españoles son más compañeros,
se ayudan más entre ellos, los italianos en cambio, prometen mucha cosa,
pero después no pasa nada.” (C.)
Aparentemente, prima
una cierta atomización de las diversas asociaciones de residentes, dado
que cada una de ellas tiende a concentrarse en el fomento y reivindicación
de sus postulados y cultura respectivas, por sobre el establecimiento de vínculos
recíprocos o una política común con sus semejantes.
Como reconoce uno de
los integrantes no oriundos de la entidad:
“A
ellos (
los ligures
) no les gusta
mezclar las regiones. Por eso estuvieron poco tiempo con los piamonteses.
Cada uno tira para su lado...” (C.)
Mientras que entre los
descendientes, se observa la tendencia a compartir su tiempo libre con
otras entidades peninsulares, sin circunscribirse en exclusiva a la esfera
de influencia ligure:
“Con mi señora nos gusta ir a otras
asociaciones. Soy asiduo a la Asociación Italiana de las Piedras. Tienen
una sede muy linda en el centro de Las Piedras. Empecé a ir por una gente
que venía a la asociación nuestra y bueno, me enganché. Entonces cuando
hay...hacen menos comidas, ahora están haciendo tres comidas anuales, el
presidente me llama cuando hay, y yo si puedo ir voy...Nos gusta mucho.
Después voy otras veces a otra asociación, la Casa de Italia, que está
ahí, en la calle Líber Arce, es la calle de la facultad de
veterinaria...” (B).
Al momento de reforzar
los lazos con la tierra natal, se recurre a la Associazione Ligure en el
Mundo, la cual mancomuna a las diversas asociaciones de tal origen, unas
ochenta, alrededor del orbe.
Sin embargo, al haberse
personalizado dicho cargo en alto grado, en la figura de su ulterior
Presidente, actualmente se presenta un momento de cierta incertidumbre con
respecto a su cabal funcionamiento a futuro:
“Ahora está un poco en crisis, el contacto, porque...por razón de
naturaleza el presidente de la Asociación Ligure en el Mundo que son
ochenta asociaciones ya que hay en el mundo, se recargó tanto de trabajo
que lo pasó. Se dio, la vida dio para eso. Había estado acá hace
poco...Falleció él. Y era el alma de todo. Eran muchos pero él hacía
todo. Y eran los contactos, de una persona. Giuseppino Roberto se llamaba.
Fue un hombre de mucha actividad.” (A)
Por tanto, se expresa cierta hesitación
por parte de los miembros ligures, acerca del nuevo Presidente de la
Associacione Ligure en el Mundo, en cuanto a si éste es capaz de reunir
las condiciones de eficiencia revestidas por su antecesor en tal cargo:
“Nadie quiere agarrar viaje porque son
muchas las asociaciones.
Mucho trabajo. El señor que falleció, que
era un señor, Anzaldo, él dominaba eso porque lo vio nacer. Pero el que
entra ahí se pierde, no alcanzan diez para entender todo eso.” (A)
Cabe señalar, que dicha persona pertenecía
a una familia propietaria de una de las compañías navieras genovesas
encargadas tanto del comercio de mercancías como del transporte de
pasajeros en el período de mayor auge migratorio, durante el siglo XIX.
Ello otorgaría cierta continuidad histórica,
entre los vínculos establecidos por aquellos pioneros, y la miríada de
asociaciones esparcidas actualmente por el orbe, cuya coordinación recaía
en alguien, que por tradición familiar, había aprehendido las
particularidades de las diversas redes migratorias trazadas a través del
tiempo.
Otro de los vínculos culturales
establecidos con la región natal, trata sobre la concesión de becas de
estudio para jóvenes descendientes, por parte de instituciones educativas
de la Liguria, y latinas:
“...lo único que hay becas para Génova.
Tiene dos cosas, la beca universitaria, que es un mes en Santa Margherita
Ligure. Cuando empezaron era cultura general, ahora exigen más, porque
perdían mucho. Porque aparecía alguien allá que no sabía italiano
bien, entonces tenían que dividirlo en muchos grupos y bueno, costaba, no
rendía. Ahora exigen un poco más. Son de todo el mundo unos treinta o
cuarenta. Uruguay siempre uno o dos manda. Pero eso es región y
Universidad de Génova. Después está Latinísima, que es una organización
latina de todos los países de lengua latina, entre ellos está Rumanía,
que tiene el origen romano y latín. Bueno que tiene la central, en París,
pero acá, antes estaba en el noveno piso de dieciocho al novecientos y
algo, donde estaba London París...” (A)
Empero, de acuerdo a otro de los miembros,
la falta de masa social jóven, la cual se mostraría interesada por
dichas becas, combinada en una causalidad biunívoca, con el escaso afán
de promover las mismas por parte de los oriundos adultos mayores que
comandan la Asociación, transforma en fútil, dicha clase de
emprendimientos:
“Hay poca cosa, tampoco se interesan, si
pensás que podés engancharte en algo acá, de becas o algo, no vas a
conseguir nada de nada.
Yo a mi hija jamás le pude conseguir algo
en todos estos años.
Tampoco hay muchos interesados, como no
vienen personas jóvenes. Hace poco llegaron becas para algo sobre agronomía,
de allá, y
quedaron
guardadas en algún cajón de un escritorio...” (C.)
A modo de conclusión, se ha de establecer
cómo, comprensiblemente, los lazos con la región natal de Liguria,
efectuados a través de la Associazione Ligure en el Mundo, son lo que se
recalcan con mayor ahínco, mientras que aquellos correspondientes a la
representación diplomática peninsular, se tratan a un nivel más formal,
de cierta distancia.
Ello responde con seguridad, a los disímiles
propósitos inherentes a las entidades en contacto.
En tanto por un lado la Associacione Ligure
como tal tiende a reforzar su sentimiento de pertenencia particular, por
otro la representación consular hace lo propio con el sentido más
general de “italianidad”, habida cuenta del marcado regionalismo de
las distintas zonas de la península.
Por ende, se ha de considerar que si bien
los vínculos antedichos se formulan en un nivel institucional, con
frecuencia, la fluidez del trato entre las diversas entidades se halla
supeditada a la fuerte personalización inmanente a los respectivos cargos
(presidentes en ejercicio, miembros honorarios, representantes), lo cual
conspira, tanto a corto como a mediano plazo, contra el cabal desarrollo
de dichos lazos, tanto en un plano local como internacional.
9.7
IDENTIDADES YUXTAPUESTAS
En este capítulo se
delineará la cuestión de la identidad, en el grupo de miembros ligures
de la Asociación.
Entendiendo a la misma
como
“...ese ser percibido
que existe fundamentalmente por el reconocimiento de los otros...”
(Bourdieu, 1985 : 45)
Por lo cual se podría
establecer, en un primer momento, que el sentido de pertenencia a la
Liguria, constituye el elemento distintivo del grupo de miembros oriundos,
el cual conformaría su noción de un “nosotros” contrapuestos a los
“otros”, fueren éstos los jóvenes o descendientes que también
forman parte de la Associazione, las diversas asociaciones regionales, o
el resto de la sociedad nacional.
En tanto sea posible
afirmar, cómo la propia identidad conlleva la alteridad frente a ese
“otro” (Buber, 1993).
Pues, según Claval
(199), “...
el grupo mismo se define por contraste y por exclusión
: sólo
tenemos la posibilidad de decir “nosotros” porque formamos una
colectividad que se opone a la masa de los otros, de los extranjeros, de
los forasteros, de los bárbaros...” (Claval, 1999 : 85).
Así, “...el Otro es menos un obstáculo o un enemigo que un medio para ser uno mismo.” (Lipovetsky, 1990 : 288).
A su vez, la identidad
se ha de relacionar con la construcción de un sentido social de
pertenencia, contrapuesto al de alteridad, sobre lo que Augé
(1996) acota: “El sentido social se ordena pues, alrededor de dos ejes.
En el primero (que se podría llamar eje de la pertenencia o de la
identidad) se miden los sucesivos tipos de pertenencia que definen las
distintas identidades de clase de un individuo. El sentido social va de lo
más individual a lo más colectivo y de lo menos a lo más englobante. El
segundo (que se podría llamar eje de la relación o de la alteridad) pone
en juego categorías más abstractas y más relativas del sí mismo y del
otro, que pueden ser individuales o colectivas.” (Augé,1996 a: 36).
Al momento de inquirir
en el aspecto de la identidad en los miembros ligures, se constata cierto
grado de conflicto entre los diversos puntos de referencia de la persona,
esto es, entre su región natal (Liguria), su sociedad nacional de origen
(Italia) y la sociedad receptora (Uruguay).
Para expresar su
parecer en torno a la cuestión de la identidad entre su sociedad de
origen y de acogida, uno de los entrevistados recurre al símil del
deporte:
“No sé, jugando Italia porque ahí se
mide un poco eso. Italia y Uruguay no sé, pero jugando Uruguay con
cualquier otro del mundo, yo soy uruguayo. Sí, ahora frente a un partido
de fútbol vamos a decir, no sé. Si pasara alguna injusticia entonces sería
uruguayo, ¿no?.” (A).
Se trasiega pues, el predominio del
sentimiento de pertenencia a su sociedad de origen, si se la confronta a
la de recepción, aún cuando se trate de personas con más de treinta o
cuarenta años de residencia en el Uruguay, quienes por otra parte,
declaman haberse “integrado” a la sociedad nacional sin mayores
inconvenientes, obviando el proceso de aculturación inmanente a su
experiencia migrante.
Sin embargo, la cuestión
de la identidad resulta más problemática de definir, a la hora de
profundizar en el sentido de pertenencia a la región de origen, en el
presente caso la Liguria, comparado con el de su sociedad nacional natal,
italiana.
Dado que como ya se ha
recabado en la primera parte del trabajo, los
marcados regionalismos presentes en la península, han trascendido
al momento de la unificación y conformación del Reino de Italia, en
1861, devenido república al finalizar la II Guerra Mundial.
Por lo cual, mantienen
su vigencia hoy en día, a nivel del territorio italiano y en las diversas
asociaciones esparcidas alrededor del orbe, tanto las posiciones
tendientes a resaltar un sentimiento nacional de “italianidad”, de
ardua construcción dada la persistencia en el tiempo de las costumbres
locales; como aquellas que enfatizan la adopción de una postura proclive
a reivindicar la cultura, e identidad regional, acompañada en ocasiones
por el reclamo de un retorno a la independencia de las antiguas repúblicas
o reinos.
La confrontación de
ambas posturas, regionalista e integradora, se trasluce en la opinión de
uno de los miembros ligures :
“Bueno, ahí, es un poco una estupidez
encerrarse en decir, yo soy ligure. Tanto que un presidente de turno hizo
una tarjeta que capaz que alguno la vio pegado, decía “Gracias a dios
soy Ligure”, Y yo no lo acepté. Dije “Eso es una barbaridad”, somos
todos iguales. Eso no lo acepté, a mi no me gustó. Pero hay quien (...)
yo me casé con una calabresa. Y yo calabreses del mismo pueblo van allá
y se aburren. Yo voy, y me quedo un mes y me siento perfectamente bien.
Porque a mí me respetan, yo los respeto a ellos...” (A)
No obstante se rechacen las posturas
extremas que abogan por un retorno a la independencia de la República de
Génova, sí se manifiesta un reclamo histórico por los daños materiales
y humanos causados en la época posterior a la unificación del Reino de
Italia:
“...no, digo que eso puo aiutare a pochi
y fare male a molti. Lasciate la fare. Que la república es república,
que la dejen, si fue votada por el pueblo.
Y resarcir los daños que le hizo el rey. Hizo una masacre en Génova,
porque no cedían, los saqueó.(...)
Cuando apareció el rey. Y que pasó la monarquía, y que fue, poco
después de Garibaldi, que Garibaldi se retiró, y entonces ellos
arrasaron con todo. La riqueza de Génova se la llevaron ellos...” (A)
Es de resaltar la
manera en que en dicha declaración, se remarca, a través de la
referencia histórica, una noción de “nosotros”, “genoveses”,
contrapuesta a “ellos”, vistos como los “otros”, fueren éstos monárquicos,
romanos o sureños.
Por otra parte, si bien
se expresa en un nivel discursivo una aparente igualdad con otras regiones
peninsulares, al momento de profundizar en la cuestión, afloran los históricos
prejuicios de las regiones septentrionales para con las meridionales.
En tanto los
originarios de las primeras se conciben como laboriosos, afanosos,
reservados, o mesurados, retratan a los habitantes sureños estigmatizándolos
(Goffman,1970) con apelativos contrarios.
A modo de ejemplo, ante
la pregunta sobre si éstos últimos se comportan de manera más efusiva,
se considera lo siguiente por parte de los entrevistados:
“Sí, el meridional. Sí, alegre, o
llora, todo mixto. El ligure no, se esconde, prefiere comerse por
dentro...” (A)
Frecuentemente, se
contrapone el valor del trabajo propio, tan estimado entre los inmigrantes
septentrionales, con la tendencia a ingresar en la carrera pública, vista
como sinónimo de “acomodo”, “holgazanería” o “corrupción”
en ocasiones, por los habitantes del mezzogiorno:
“...ahora los que gobiernan los del norte
son los del sur. Porque toda la administración la tienen en manos ellos.
(... ) Y yo
practico (
recorro
) la Calabria. He sentido los jóvenes, “y vos trabajás”
“sí, pero el trabajo feo”, “Y cual es el trabajo feo”, dice
“y...trabajo bajo patrón”, “no”, dice, “un posto público”.
Esperan hasta que llegan. Y hay escalas. Estudian, ¡eh? ,no, no,
no, no van así, vas al doctorado y eso, vienen a estudiar al norte y
después, pah. Se colocan y al final ahora manejan ellos todo. Pero bueno,
la Italia va marchando por ahora marcha, vamos a ver.” (A)
Dicha postura, es trasladada para el ámbito
político de la sociedad de recepción.
Aún en el caso de los descendientes de
segunda o tercera generación, quienes no poseen únicamente descendencia
ligure considerándose a sí mismos como “uruguayos”, los apelativos
negativos se han transmitido a través del tiempo, manifestándose en
charlas informales, expresiones tales como “esos napolitanos son unos
terrone, son todos atorrantes...” (G).
Como narra dicho descendiente sobre sus
progenitores:
“La familia de mi padre era de genoveses.
Con los de napolitanos, los calabreses, o
los sicilianos, no querían saber de nada.
Y se casó con mi madre que era uruguaya,
hija de sicilianos.
Si su abuelo hubiera vivido entonces, no lo
dejaba, ¡lo mataba!, hubiera buscado la vuelta para impedirlo...” (G)
Ello comprueba la marcada presencia del
etnocentrismo (Lischetti, 1999) inherente a toda población humana, la
cual tiende a reafirmar su sentido de pertenencia, a un “nosotros”, a
través de la adhesión a determinados
valores positivos en su ethos particular, entendiendo a éste último
como al conjunto de valores que expresan un sistema cultural estandarizado
(Bateson, 1991).
Al tiempo que dicha identidad conlleva la
alteridad frente a los demás, en tanto es conformada en contraposición a
“los otros”, sobre los cuales se depositan los valores negativos, o
despectivos, contrarios (Augé, 1996; Elias, 2000).
En un plano más general, dichas personas
descendientes, también transmiten en sus opiniones, la imagen europeizada
de la sociedad nacional, fomentada largamente desde la esfera política
oficial y educativa, ignorando por completo la pertinencia de los aportes
amerindios o africanos a la población local:
“...entiendo que la cultura uruguaya, está
formada por europeos, o sea, italianos, en su mayoría, y españoles, y
una cantidad de razas, como las armenias, como las árabes, los turcos,
hay una rica variedad, que es la que nos han dado la cultura de la que
nosotros estamos disfrutando hoy en día.” (B)
Hacia el interior de la Asociación, el
sentido de pertenencia a la Liguria resulta más claramente establecido en
sus miembros fundadores, u oriundos de tales latitudes, conforme se valen
del mismo para distinguirse de los asociados descendientes de ligures, o
de aquellos
jóvenes, denominados por ellos como “uruguayos”, cuyos
intereses residirían en la búsqueda de sus orígenes familiares y
culturales.
Ello se trasluce en la opinión de su
actual Presidenta:
“Los descendientes se interesan. Pero no
es igual. No sienten lo mismo que nosotros, es comprensible, ni tienen las
mismas ganas por sacar esto adelante.” (S)
Esta postura, les conduce con frecuencia a
incurrir en discriminaciones como la narrada a continuación:
“A una Reina de belleza que nombraron una
vez no la aceptaron porque se llamaba Rodríguez de segundo apellido,
ellos (
los oriundos
) son así.
La muchacha, claro, se enojó, con razón,
y no vino más...” (C.)
Al
unísono, los miembros descendientes, de avanzada edad, ya a partir de la
segunda generación, reflejan dicha diferenciación:
“Fundamentalmente me siento uruguayo. Y
después me siento italiano, porque además soy ciudadano, y toda mi
familia, es la patria de mi padre, supongase. Yo, les digo a A.y S. (
oriundos
)
No esperes que haga las cosas que hacen ustedes. No es que no tenga la
voluntad. Pero es que es una cosa lógica. ¿Verdad?, uno siente su patria
primero, y después la, digamos, patria adoptiva en este caso....” (B)
Tal distinción, se manifiesta de la misma
forma para con el investigador,
no
obstante éste posea ascendencia ligure, lo cual en parte ha provisto un
elemento de proximidad con los sujetos entrevistados:
“...por eso te digo, pero vos sos
uruguayo ya, querés saber algo de allá, te llama la atención, pero sos
uruguayo.” (A)
“Vos venís para hacer tu trabajo, pero
luego ya no vas a volver, y así pasa con mucha gente, que se acerca una,
o dos veces, y ya no retornan...” (C.)
A modo de síntesis, en
torno al tema de la identidad en los miembros oriundos de la Asociación,
se ha de establecer que ésta reflejaría múltiples facetas yuxtapuestas,
referentes a los diversos estadios geográficos, y paisajes emocionales,
atravesados por los individuos durante el transcurso de su vida.
En este caso, en
ocasiones se confrontan, en ocasiones confluyen, las correspondientes a la
región natal; a la sociedad de origen, italiana, dentro de la cual
convive una miríada de diversas regiones con sus características,
patrones culturales y lingüísticos específicos; o a la sociedad
receptora, uruguaya, en la cual, si bien se hallan inmersos, no renuncian
a identificarse, desde un punto de vista
emic
, como Ligures por sobre cualquier otra denominación posible.
Es posible concordar
entonces con la siguiente afirmación:
“Las colectividades
(o aquellos que las dirigen), como los individuos que se incorporan a
ellas, tienen necesidad simultáneamente de pensar la identidad y relación
y, para hacerlo, de simbolizar los constituyentes de la identidad
compartida (por el conjunto de un grupo), de la identidad particular (de
tal grupo o de tal individuo con respecto a los otros) y de la identidad
singular (del individuo o del grupo de individuos en tanto no son
semejantes a ningún otro).” (Augé, 1996 b : 57).
Dicha identidad se
enfocaría entonces, dentro del reducido grupo de
miembros ligures remanentes, en la importancia asignada por éstos
a un conjunto de valores, tales como el esfuerzo, la laboriosidad, la
austeridad, la mesura, o reserva en cuanto a su carácter personal; todos
atributos contrapuestos en su discurso a las propiedades endilgadas a
grupos exógenos.
Por caso, a los oriundos de las zonas meridionales, en cuanto a su sociedad italiana de origen refiere, o a los descendientes y demás uruguayos, al momento de lidiar con la de acogida.
9.8
ASPECTO LINGUISTICO
En el presente capítulo
se analizará el uso de las diversas lenguas en contacto, (dialecto,
italiano, castellano) ligado al concepto de la identidad abordado
anteriormente; por parte de los inmigrantes ligures de la Asociación.
Es de recibo efectuar
dicho análisis, conforme el lenguaje constituye uno de los marcadores étnicos
de relevancia (Barth, 1971, Breton,1983), el cual para el caso de la
inmigración italiana en el Uruguay, se ha comprobado en anteriores
estudios, ya reseñados en el capítulo correspondiente, una pronta
asimilación de los recién arribados.
De forma general, se ha
tratado durante las charlas y entrevistas, con hablantes multilingües
fluentes, acorde a la clasificación brindada por Barrios & Mazzolini
(1993).
En tanto éstos manejan
las diversas lenguas (en este caso el español al abordarlos) sin que se
presentaran demasiadas interrupciones de términos, ya fuere del dialecto
genovés, o del italiano.
Aún desde el punto de
vista de los asociados, éstos expresan de forma consciente la noción de
la lengua como indicador del origen étnico, en especial al analizar la
relación entre su dialecto madre, y la lengua de su sociedad nacional de
expulsión, manifestándose así tanto su ansia de integración tanto a
dicho ámbito, como al de la sociedad receptora, mediante el uso
primordial del castellano en la relación con la población local y
familiares próximos:
“...aprender genovés
y después pasás al italiano y te queda la identidad por toda la
vida, no te la sacás más. Ah sí, te conocen por el acento, y la
impostación de la frase, sí, no, no, es distinto...” (A)
A su vez, dentro de la
Asociación, los inmigrantes ligures establecen diversos ámbitos,
reservados acorde a los interlocutores, para cada una de las lenguas en
uso (dialecto, italiano, español):
“Depende, si hay uno que no entiende
usamos el español, sí, pero sino el italiano. El genovés hay pocos.
Cuando hay genovés, genovés, yo lo hablo acá (
en
su domicilio
). Nos juntamos acá, porque sino es violento hablar...”
(A)
“El dialecto lo
comprendo al escucharlo, pero no lo hablo. (A) sí lo maneja bien.” (S)
A la hora de
interpretar lo observado y recabado en torno a este aspecto, es posible
aplicar la clasificación de Hall (1989) sobre la proxémica, entendida
como la estructuración inconsciente que el individuo realiza de su
microespacio, modificando los límites respectivos a cada categoría, para
así determinar cada uno de los ámbitos de uso lingüístico.
Estableciendo así uno
de carácter íntimo, en el caso de reuniones privadas, en donde todos los
concurrentes, ligures, se comunican a través de su variante dialectal
propia.
Al cual proseguiría
otro ámbito intermedio, público, donde al presentarse relativamente una
mayor concurrencia, como acontece durante las reuniones de Comisión
Directiva semanales, esporádicamente se hace uso del italiano entre los
integrantes de la misma.
Finalmente,
correspondería acotar la existencia de un espacio social, circunspecto a
las comidas mensuales, el cual se halla consignado por la presencia tanto
del italiano, en forma marginal, como del español, el cual prevalece al
momento de interactuar con los descendientes, jóvenes, o con personas
ajenas a la entidad, tal el caso del investigador.
Otra clasificación
posible a emplear en dichos espacios, es aportada por Goffman (1989) en su
símil del comportamiento social con la representación dramática.
Por tanto, mientras que
aquellos de mayor intimidad, como los correspondientes al domicilio
particular de los asociados, sitios en los cuales éstos se explayan en su
dialecto natal cuando se reúnen con otros coterráneos, se vincularían a
un ámbito denominado como “detrás de escena” por el autor; otros de
mayor exposición, remiten a la “fachada” (front), o imagen de
homogeneidad y cordial convivencia entre los miembros,
proyectada por la Asociación hacia el exterior.
La delimitación de
cada uno de dichos espacios, se daría a causa del contexto, o “frame”
(Goffman, 1989), de interacción respectiva, ya fuere con hablantes
oriundos, o descendientes uruguayos.
También se ha de
enraizar el concepto de la violencia simbólica (Bourdieu & Wacquant,
1995) implicada por utilizar el dialecto, o aún el italiano, ante un
auditorio mayoritario de hablantes de las otras lenguas, no avezados en
alguno de aquellos.
Lo cual refleja la
actitud de los inmigrantes, de alcanzar una pronta integración a la
sociedad receptora, al adoptar el uso del español ya no únicamente
cuando la ocasión así lo ameritaba sino aún al nivel del hogar.
Por otro lado, resulta
consecuente, que si bien a un nivel oficial se promueva el uso del
dialecto genovés, por parte del gobierno regional, en el plano nacional
de la sociedad italiana, tal como ha sucedido históricamente tanto allí
como en el Uruguay, las instituciones educativas se constituyen en centros
dedicados a la “desetnización” lingüística (Barrios, Mazzolini
& Orlando,1994), imponiéndoseles a los alumnos la lengua dominante
(ya fuere el italiano, en el caso de la sociedad de origen, o el español
para el de la receptora).
Dicho proceso, es
resaltado por los propios miembros ligures:
“...si bien de allá quieren que el genovés,
pero es imposible, hablan de que nosotros hablemos el genovés, y vas a Génova
y hablan el italiano todos.
(
No
está tan difundido como otros dialectos comento
).
No, ¿porqué?, porque ya los muchachos
aprenden casi todos (
el italiano
)...en
la escuela.” (A)
“Ahora lo quieren enseñar (
el
dialecto
) en las escuelas de allá (
de
Liguria
), sino va a desaparecer. Desde épocas del fascismo lo
prohibieron y la gente dejó de usarlo.” (S)
Este aspecto se manifiesta en el mensuario
“Gens Ligustica In Orbe”, editado por la Associazione Liguri Nel
Mondo, el cual se halla redactado casi en su totalidad en el italiano estándar
de Firenze, reservando apenas un par de páginas al dialecto xeneise.
Por otra parte, dicha falta de instrucción
formal en la lengua natal, se vincularía biunívocamente con la miríada
de variantes locales existentes en los diversos pueblos, lo cual daría
cuenta, dentro de la esfera identitaria regional, de la atomización
latente a un nivel provincial y comunal:
“El problema del dialecto ligure es que
para una palabra, por ejemplo de la jerga marinera, hay como treinta
formas distintas de decirla, vas de un pueblo a otro y cambia.” (A.)
“En Nápoles es peor, conozco una gente
con parientes de pueblos cercanos y no se entienden entre ellos.” (C.)
Como conclusión, se ha
de establecer que el lenguaje, en tanto marcador de la identidad étnica,
ha comprobado en el caso de los inmigrantes ligures, su grado de asimilación
cultural y lingüística a la sociedad receptora.
Conforme el español
prevalece en los intercambios comunicativos realizados con el resto de los
actores sociales referentes de la sociedad uruguaya.
Permaneciendo el uso
del italiano, acotado a las reuniones semanales de la Asociación, y en
ocasiones a las mensuales, dependiendo esto último de la mayor o menor
presencia de descendientes de segunda, tercera
o más lejanas generaciones.
No obstante se mantenga
de forma marginal, el uso de su variante dialectal correspondiente, en
reuniones privadas realizadas ya no en el seno de la Asociación, sino en
los domicilios de algunos de los integrantes oriundos de la Liguria.
Ello demostraría, cómo
pese al afán de integración expresado por éstos, no renuncian a
comunicarse entre sí mediante su lengua madre, aún cuando no se
trascienda de reuniones del tipo íntimo, en tanto la misma simboliza en
grado sumo su identidad y origen ligure.
Pues “...la lengua,
por tanto, es un hábito corporal y es comparable a cualquier otro tipo de
costumbres. El aprendizaje del lenguaje consiste en el desarrollo de un
sistema de reflejos condicionados que al mismo tiempo se convierten en estímulos
condicionados. La lengua es la producción de sonidos articulados, que se
desarrolla en la infancia a partir de las expresiones infantiles
inarticuladas que constituyen la principal dotación del niño para
relacionarse con el medio ambiente. Conforme el individuo crece, su
aumento en el conocimiento lingüístico corre paralelo a su desarrollo
general. Un creciente conocimiento de los procedimientos técnicos va
ligado al aprendizaje de los términos técnicos; el desarrollo de la
ciudadanía tribal y de la responsabilidad social va acompañado de la
adquisición de un vocabulario sociológico y de un
habla educada, de órdenes y de fraseología legal; la creciente
experiencia de los valores religiosos y morales se asocia al desarrollo de
las formulas éticas y rituales. El completo conocimiento del lenguaje es
el inevitable correlato de un completo logro de un estatus tribal y
cultural. El lenguaje, pues, forma parte integral de la cultura; no es,
sin embargo, un sistema de herramientas, sino más bien un cuerpo de
costumbres orales.” (Malinowski, 1931, s/p).
9.9
POSIBLES SEMEJANZAS
En este capítulo, se
analizan parte de las relaciones de poder (Foucault, 1992) observadas en
la Asociación, vinculándolas al aspecto ya abordado de la identidad, a
través de diversas categorías propuestas desde la disciplina antropológica
y otras ciencias sociales y humanas.
Primeramente,
parafraseando a Lévi Strauss (1992), se hallan puntos de contacto entre
la anécdota narrada por el autor francés acerca del uso consciente de la
escritura como instrumento de poder por el jefe nambikwara, y la
justificación de uno de los entrevistados, sobre su posición de
preeminencia dentro de la Associazione, aún cuando ya no detente un cargo
efectivo sino únicamente honorario, a causa de una avanzada edad:
“...
tenemos presidente, secretario, pero ya les cuesta
escribir en italiano. Hacer una escritura bien decente, capaz que el
sentido se le da igual, pero ha de importar la gramática, no...el que
nació allá que estudió allá, aunque no haya estudiado mucho pero, lo sé
escribir
bien el italiano.”
(A)
Por tanto, su atribuida capacidad de la
escritura de la lengua perteneciente a la sociedad original, le otorgaría
un elemento de prestigio, y predominio, por sobre sus pares ligures en
primer término, hecho acrecentado si se incluyera a los demás
integrantes de la Asociación, descendientes y jóvenes allegados, quienes
no dominarían, a su juicio, con absoluta destreza dicho lenguaje.
Tal motivo, relegaría
a dichos grupos del comando de la entidad, quienes son propensos a
excluirse
a causa de ello:
“...Y después me ofrecen la presidencia,
que yo no la quise. Yo no estoy preparado para eso, porque yo sé italiano
pero no lo hablo bien. Porque yo trabajé muchos años, fuerte, como ellos
y como cualquier persona, y recién me dediqué a aprender con mi hija
menor, y yo todavía trabajaba. Y fui un año y medio, después de
trabajar, y para mí era un poco difícil.” (B)
Se ha de concordar
entonces, que tal situación reafirma la definición realizada en Tristes
Trópicos (1992) :
“Si mi hipótesis es
exacta, hay que admitir que la función primaria de la comunicación
escrita es la de facilitar la esclavitud. El empleo de la escritura con
fines desinteresados para obtener de ella satisfacciones intelectuales y
estéticas es un resultado secundario, y más aún cuando no se reduce a
un medio para reforzar, justificar o disimular el otro.” (Lévi Strauss,
1992 : 324).
Así, el conocimiento
“...
is a key to power as well as to meaning. Those who command knowledge use
it to control as well as to communicate...” (Keesing, 1987 : 165).
Otra posible analogía,
intrínseca a las relaciones de poder (Foucault, 1992) observadas hacia el
interior de la entidad, reside en visualizar la figura de dicho miembro,
nombrado actualmente Presidente Honorario, como una suerte de “Gran
Hombre” (Big Man) (Sahlins, 1979).
Ello, ateniéndose a
una serie de características, compartidas con la definición clásica de
Sahlins (1979), luego criticada por Godelier (1986)
acerca del mismo, como alguien que adquiría su poder a través del
prestigio recogido mediante la organización de banquetes y la
redistribución de alimentos, al tiempo que no hacía ostentación de éste,
demostrándose competente en un conjunto de diversas actividades.
Para así reunir en
torno a sí una facción de adherentes, los cuales, al no verse constreñidos
a seguirle a causa de estrictas reglas cuestiones de parentesco, y ante la
presencia de otros aspirantes al favor de los miembros de su grupo, se
entablarían en una competición interna que reflejaría el grado de
inestabilidad inherente al cargo usufructuado.
Por consiguiente, es
posible hallar algunas coincidencias entre ambas figuras, la del Big Man y
la del Presidente Honorario.
En tanto éste último,
se coloca permanentemente en un plano discursivo, en una situación de
igualdad, pese al cargo que se le ha conferido por parte de sus coetáneos.
Durante los almuerzos
mensuales, permanece habitualmente silencioso, circunspecto a un segundo
plano, tras la Maestra de Ceremonias (hija de la Presidenta), o de otros
directivos quienes demuestran una mayor efusividad.
Sin embargo, suele
recorrer el salón sigilosamente, comprobando el correcto discurrir de las
actividades festivas.
Su relevancia, también
es remarcada por parte del personal del Restaurante del Centro Orensano;
el cual si bien no pertenece a la Asociación, lidia con sus integrantes
de forma habitual:
“A. (el Presidente
Honorario) maneja todo. Aunque también está S. (la Presidenta actual).
que se encarga de preparar la fiesta, las comidas, etc, o B. (otro
directivo),
pero A. es el
capo digamos...” (F)
Asimismo, tiende a
relegar a un segundo plano los logros alcanzados en la faz económica y
personal, no obstante ello le haya granjeado cierta posición de prestigio
dentro de la comunidad ligure.
Lo cual
se
trasmuta a través de frases tales como “...
no sé si ahí interesa eso, yo tengo mi historia allá...” (A.).
A su vez, la narración de tales logros
personales en la faz económica, transmite cierta fetichización
(Marx,1987; Kopytoff, 1991) de los mismos, en tanto se ocultan de forma
deliberada en el discurso brindado al entrevistador las relaciones
sociales inherentes al desarrollo de aquellos:
“...entraba a trabajar en Cutcsa, y fue
donde empezó la industria carrocera a raíz de nosotros. Se hacían los
ómnibus de madera. Y yo un día le digo, pero porqué de madera.
(
De
chapa...claro de metal...le acoto
)
Resiste más, la madera se corría, cada
dos o tres años había que tirarla abajo. Y ahí empezó la industria del
autobús, una industria nacional metálica.” (A)
El contenido de su narrativa, condice con
los aspectos del ethos del inmigrante ligure constitutivo de su identidad,
contribuyendo a reafirmarla. Conforme el mismo tiende a ponderar valores
como la frugalidad, el ahorro, el esmero, la humildad, el sacrificio, o el
trabajo.
En un plano diacrónico, la relevancia
adquirida entre sus pares, ha sido estimulada mediante el ejercicio
efectivo de la presidencia en dos períodos consecutivos, hecho acaecido
en reiteradas oportunidades, durante los cuales la organización de las
comidas mensuales, vistas como un símbolo de la redistribución de los
fondos sociales y recursos humanos de la Asociación, le brindaría cierto
prestigio acumulado a causa de ello.
Al igual que el Big Man
rivaliza por obtener el favor de otros miembros de su comunidad a partir
de la suntuosidad de los banquetes ofrecidos, el Presidente competiría,
en un plano electoral, para atraer los votos de la masa asociada, la cual
estima en gran forma la realización mensual de las comidas.
El
Presidente Honorario, es consciente de ello, cuando recurre de forma
discursiva al símil con la actividad político partidaria, para ilustrar
los objetivos por los cuales se concretan dichas reuniones, tanto de parte
de los organizadores como de los asistentes:
“...es la forma de unir la gente. Si
vos...(
gesticula representando un gran esfuerzo
), aha, todo bien, pero si
vos no hacés una comida no viene nadie(...)No aparece nadie, Y casi
siempre, es como los puestos políticos, vienen ahí para ver si consiguen
un puesto. Serán colorados, blancos, lo que sea...” (A)
Indudablemente, para el
resto de los miembros, constituye una figura que ha desarrollado diversas
actividades (empresarial, social, cultural como músico, combate contra el
fascismo en el contexto de la II Guerra Mundial, contactos permanentes con
la Liguria) con igual capacidad.
Cabe añadir, que otra
familia de idéntico apellido, aunque no emparentada, ya había formado
parte del contingente migrante hacia nuestro país, a partir de la segunda
mitad del siglo XIX, época tras la cual uno de sus miembros, el Ingeniero
Luis Andreoni, adquiriría relevancia en su faz profesional, en la última
década de dicha centuria, a través del diseño y construcción de obras
como la Estación Central del Ferrocarril, el Club Uruguay, la Curia, el
edificio de la Legación de Francia, y el Hospital Italiano (Abella Trías,
1960).
Es factible conjeturar
entonces, que tal aspecto reflejaría, para el resto de los asociados, las
sucesivas etapas del flujo de población proveniente desde la Liguria al
territorio nacional, representando en su figura, el perdurable aporte
brindado por las diversas generaciones de migrantes a la sociedad de
recepción.
Otra razón por la cual
es tratado con deferencia, reside en su longevidad, percibida por sus
pares y posteriores generaciones, como un símbolo de la sapiencia o
experiencia, tal cual acontece en aquellas sociedades preindustriales, en
las cuales la base del poder reside de forma implícita, entre el grupo de
edad más avanzado.
Sin embargo, a
diferencia de las anteriores, el fundamento de su prestigio no se asienta
exclusivamente en la redistribución alimenticia acaecida durante las
comidas mensuales, sino que también parte de su patrimonio personal.
Dado que el mero hecho
de haber alcanzado tal situación de desahogo económica basándose en su
esfuerzo y laboriosidad, tan estimados entre los inmigrantes ligures, le
conlleve determinado grado de relevancia entre los mismos.
En esto último es
posible concordar con Bourdieu & Wacquant (1995) acerca de los
diversos capitales existentes en el seno de la sociedad.
Tales como el económico,
si se sigue una acepción marxista clásica, referente aquí a su situación
personal (fábrica, capital, propiedades).
El social, concerniente
a las relaciones establecidas entre su persona, los demás miembros de la
Asociación, y hacia el exterior, con los representantes de la tierra
natal.
El simbólico,
enraizado al prestigio inherente a los cargos o propiedades detentados,
por ejemplo, el concerniente al ejercicio de la presidencia de la entidad
durante varios períodos consecutivos.
O el cultural, dado por
el grado de conocimiento poseído, el cual en el caso presente se aplicaría
a su destreza para el manejo de la escritura en la lengua italiana, por
sobre el demostrado por sus pares.
Estos dos últimos,
compensarían parcialmente, su carencia de una educación académica
formal.
A modo de conclusión,
es factible atribuir a dicha figura, la impronta de un “líder
informal” (Sprott, 1969), cuya prosapia se
extendería más allá de los períodos consecutivos durante los
cuales ejerciera la presidencia ejecutiva de la Associazione.
Dado que el grupo
“...implica relaciones emocionales de agrado y desagrado entre sus
miembros, desarrolla normas propias y una jerarquía de prestigio que
culmina a menudo en una sola persona que tiene una influencia
dominante...” (Sprott, 1969 : 157).
Esta influencia, es
reconocida por sus pares de modo explícito, dado que se le ha conferido
el título de “Presidente Honorario”.
En tanto se lo concibe
por ellos, como un fiel representante de la imagen que éstos proyectan
sobre la identidad ligure, ya que poseería en grado sumo los valores intrínsecos
atribuidos a tal modo de ser.
Valores tales como los
previamente mencionados
del
ahorro, el trabajo, el esfuerzo, la tenacidad, la frugalidad, o el suceso
económico y personal.
En un plano temporal
cercano, la importancia de dicha figura, ha de eclipsar ya fuere por
razones de edad, o de salud, lo cual contribuiría a la emergencia de
potenciales candidatos para subrogarlo, tales como la actual Presidente u
otros miembros del Directorio, quienes a través de la organización de
las actividades asociativas, especialmente las concernientes a las
reuniones mensuales, se esforzarían por adquirir una relevancia similar
dentro de la estructura interna de la entidad.
Mediante las
consideraciones vertidas anteriormente, se ha procurado analizar el
aspecto de las relaciones de poder (Foucault, 1992) observadas en la
Asociación, a través de categorías propias de la antropología y otras
ciencias sociales, a las cuales se ha acudido para dar cuenta de las
posiciones de prestigio existentes entre los diversos miembros de la
misma.
Debiéndose reificar a
dicha posición de predominio de la figura del Presidente Honorario, en su
carácter de fiel reflejo de una identidad grupal construida, cuyos
valores constitutivos poseería en una máxima expresión, para el resto
de sus coterráneos.
Es factible trazar
entonces, manteniendo el símil de la imagen especular, un vínculo
estrecho entre tal identidad, los valores del grupo que la conforma a
partir de la alteridad frente a los “otros”, y la visión del mundo
expresada por el mismo.
Pues “...la transparence de notre rapport au monde s´exprime assez bien par le rapport inaltéré de l´individu á son reflet dans une glace : la fidélite de ce reflet témoigne en quelque sorte d´une réciprocité réelle entre le monde et nous. Symboliquement donc, si cette image vient á nous manquer, c´est le signe que le monde se fait opaque, que nos actes nous échappent – nous sommes alors sans perspective sur nous- më mes. Sans cette caution, il n´y a plus d´identité possible : je deviens á moi mëme un autre, je suis aliéné . ” (Baudrillard, 1974 : 303). |
9.10
APORTE CULTURAL DE LA INMIGRACION
Al momento de ponderar
el aporte realizado a través del tiempo por la inmigración ligure al
Uruguay, los miembros de la Associazione parecen coincidir, en su
discurso, con las conclusiones a las cuales se ha arribado desde la
investigación en las ciencias sociales e históricas, reseñadas en la
primera parte de este informe.
Tal es así, que el
elemento recurrente en cada reflexión de los asociados, resulta el
correspondiente a
la
laboriosidad adjudicada al inmigrante, contrapuesta a la holgazanería del
criollo:
“De cultura, bueno, más de todo el
trabajo. El ligure recién ahora se da cuenta que se ha olvidado un poco
de la cultura de él.
Mas yo creo que siempre se puede, mira, sin
trabajo no se hace nada.
Yo hoy día insisto, hay que trabajar.
Mira, yo estoy acá, tengo una huerta, y saco para comer yo, y sobra.
Quiero decir que una huerta la puede tener cualquiera. Y bueno, sin
embargo ves gente que sale a pedir, y tiene pasto alto así...No hay
cultura de trabajo, falta... Yo una vez en una reunión dije una grosería...Porque
le dije “mire, si llegan los emigrantes del novecientos acá hoy se
hacen ricos...”Alguno sonrió y otro...” (A)
Tal visión, es
compartida desde la óptica de los miembros descendientes,
“uruguayos”, quienes manifiestan lo siguiente sobre los inmigrantes
ligures de la Associazione y sus condiciones de arribo:
“...pasaron muchas necesidades cuando la
guerra, entonces, era gente que era toda laboriosa, y que venían sin
nada, que se dedicaron a trabajar esencialmente. Es un gran aporte a la
cultura, ¿no?. Fuimos beneficiados todos nosotros, ¿no?.” (B)
Nuevamente, se preserva
en parte, a través de las generaciones, aún en un disímil contexto histórico,
la “mentalidad dominante” (Rodríguez Villamil,
1968), definida por Barrán (1990a, 1990b) sobre cómo el
inmigrante, símbolo de la Europa “civilizada”, traería consigo el ahínco
y progreso del cual carecía la población local, cuyos rasgos de
comportamiento signa como “bárbaros”.
Cabe preguntarse, si no
es posible avizorar un esquema similar dentro del imaginario colectivo de
las capas medias altas y altas de la sociedad nacional actual, de las
cuales los integrantes de la Associazione forman parte, para con las
clases populares.
Sobre las que todavía
se aplican calificativos vinculados a prejuicios en torno a un aparente
desgano al momento de trabajar, a su propensión al ocio, a la mendicidad
en el caso de sectores marginados, cuando no directamente se les equipara
con actividades de índole delictiva.
Lo cual ha dado lugar a
la creación, desde las clases medias, de ciertas denominaciones
despectivas sobre su origen, como lo acota para Buenos Aires Gravano
(1995) sobre los “cabecita negra”, des- calificativo destinado hacia
los habitantes del interior argentino afincados en la capital federal, o
sobre “paraguas”,
“bolitas”,
“peruchos” o “yoruguas” (Guber, 2001), términos que aluden con
desprecio al inmigrante arribado desde países limítrofes.
Otra interpretación válida,
reside en establecer tentativamente cómo los inmigrantes septentrionales
trasladarían, con nuevos actores y coordenadas sociales, los prejuicios
inherentes a los habitantes del sur de la península itálica, a la
sociedad receptora uruguaya, en especial a aquella población
correspondiente a una extracción media baja y baja de acuerdo a su
ingreso económico y calidad de vida.
En tanto a grandes
rasgos es factible acotar cómo la zona septentrional de la península, más
urbanizada con respecto a su contra parte meridional, ha demostrado históricamente,
a partir del proceso de industrialización comenzado hacia fines del siglo
XVIII, una propensión a adoptar los valores asignados al capitalismo,
como el esfuerzo propio, la laboriosidad, o frugalidad, más afines a una
ética protestante (Weber, 1991) que al ethos católico en el cual se
hallan inmersos desde la cuna.
En cambio, las regiones
del meridiano, preeminentemente rurales, encastrarían en lo que algunos
autores han denominado “la cultura mediterránea” (Tillion, 1967; Pitt
Rivers, 1979; Llobera, 1990), sobre la cual se adscriben ciertos rasgos
comunes, como una mayor incidencia del sistema de parentesco, el
predominio de la familia extensa con una figura paterna inflexible en su
comando, contrapuesta al valor de la mujer confinada al ámbito hogareño,
o la adopción de valores de valores morales predominantes como el del
honor y la vergüenza.
Así como también se
caracterizaría por presentar una más profunda raigambre de la esfera
religiosa en la vida social, a través de la devoción a los santos y
patronos, ocasión en la cual, se mimetizan elementos paganos anteriores a
la introducción del cristianismo.
Empero, en los
inmigrantes septentrionales, la religión no constituye un marcador de
identidad de importancia, si se lo compara con sus pares meridionales
(Mazzolini, 1993).
Ello quizás se deba a
múltiples factores.
Por un lado a las
características anteriormente mencionadas de su sociedad de origen.
Por otra parte, en un
plano diacrónico, se debe consignar la importancia de la influencia del
pensamiento masón liberal, de un marcado anticlericalismo, luego sucedido
por la corriente política batllista,
sobre los contingentes inmigratorios arribados durante los siglos
XIX y XX al país.
Ello es resaltado por
los propios inmigrantes ligures actuales, quienes vinculan la influencia
de las logias, en la adopción del valor del trabajo previamente
descripto:
“Hubo una etapa que yo fui un poco
descubriendo acá. Venían los ligures no de mucha cultura, venían con
una enseñanza religiosa. Pero acá había como se llama, la logia...(
Masones
le acoto)
...Eso, los masones le hicieron mucho bien a esa gente.
Porque los reunían, tanto que nosotros estamos descubriendo que
practicando la masonería ellos...ahí surgieron que del cincuenta por
ciento...el porcentaje era que de los comerciantes que había en
Montevideo, en Uruguay, eran casi ligures un 30 % y Lombardía y Piemonte.
Porque los del sur todavía no habían llegado.” (A)
En cambio, el otro
aporte resaltado por los miembros de la Associazione Ligure, conlleva
aristas menos polémicas.
Dado que refiere a la
gastronomía, aspecto ya descripto por Pi Hugarte & Vidart (1969) en
el capítulo correspondiente al contexto histórico y cultural de la
inmigración italiana en nuestro país.
En el ámbito
culinario, los autores mencionados anteriormente destacan el aporte de
comidas como la polenta, de origen lombardo y piamontés, el fainá de Génova,
la pizza, figazza y calzone de Nápoles, los fríos contrafuertes de los
Apeninos, la minestra de los labradores, y la busecca aldeana. Sin olvidar
la variedad de pastas, como los spaghetti, ravioli, cappelletti, gnocchi,
agnellotti, lasagne, tagliatelli, macarroni, vermicelli, fettuccine. Además
del risotto de la llanura paduana, el ossobuco milanés, los diversos
quesos como el ricotte, mozzarelle, de leche búfala, el gorgonzole, el
piacentini, los parmesani. A los que se une los vinos, como el carlón de
los Alpes, los de lavas de Nápoles, los de Salerno, Toscana, y el Lazio
(Pi Hugarte & Vidart, 1969).
Lo cual coincide con
las manifestaciones de los entrevistados
“...
era la cultura más...era la cocina. Que es una cocina
que...el fainá vino de la Liguria, el pesto, la pascualina, los ñoquis
en cierto modo también un tipo de ñoquis. Bueno, después cada región...lo
va variando, pero son todos platos muy aromáticos, porque la Liguria es
rica de aromas. Toda esa montaña, sale todos los sabores para darle a la
comida. Que acá el que puede tiene su...(
huerta
complemento
) ..seguro, para darle sabor a esa comida....” (A).
Si bien se mencionan
otros personajes históricos del ambiente cultural,
entendiendo al mismo en una acepción elitista más que antropológica
del término:
“Acá vinieron artistas, eran Lígures.
Vinieron gente, de los más famosos, Sívori, que fue el alumno, único de
Paganini. Tuvo contacto acá con los Sambucetti, eran ligures.
Que hay una calle, que eran músicos, Esa es la parte cultural en
la música.” (A)
La ausencia de otros
aportes en el discurso de los miembros de la Asociación, quizás se deba
parcialmente a la dificultad de diferenciar tanto por su parte, desde un
punto de vista emic, como desde la propia posición personal del
investigador, los patrones y rasgos culturales, al decir de Benedict
(1944), de la sociedad original y de acogida.
Habida cuenta de la
fuerte italianización experimentada en el país, a raíz de la temprana
corriente migratoria peninsular acaecida desde mediados del siglo XIX
(Barrios & Mazzolini, 1989).
Otra de las razones,
estriba en el afán de integración demostrado por el inmigrante, signado
por Pi Hugarte & Vidart (1969), para quienes aquel se procuraba
“acriollarse a presión”.
Ello se vería
reflejado a su vez,
en la pérdida
de la lengua como elemento de identidad étnica, hecho comprobado de forma
parcial en individuos de primera generación, y ya total en el caso de sus
descendientes, quienes se definen a sí mismos como “uruguayos”
(Barrios, Mazzolini & Orlando, 1994).
A modo de síntesis en
torno a este punto, cabe subrayar que los aportes más significativos,
desde la óptica
emic
de los
propios sujetos, inmigrantes ligures, resultan por un lado, el valor
asignado al trabajo, como método para alcanzar una posición económica y
social de la cual se carecía en su lugar de origen, o que bien se había
visto afectada en razón de la coyuntura crítica provocada por el régimen
fascista y la Segunda Guerra Mundial.
En todo momento, se
opone en un nivel discursivo por parte de los miembros ligures fundadores,
en su condición de inmigrantes, la laboriosidad intrínseca a dicha
actitud de “fare l´América”, con la languidez del elemento criollo
local.
Aplicando dicha dicotomía
tanto en un plano histórico, como a los diversos actores inmersos en las
actuales coordenadas sociales del país.
Tal dualidad refleja en
parte, la rivalidad existente entre las regiones septentrionales y
meridionales de la península italiana, cuyos habitantes migrantes han
trasladado, con modificaciones, a través del tiempo y la geografía de
ambos continentes.
Por otro parte, en la
esfera de la cultura material, se resalta lo concerniente a la gastronomía,
vista desde su perspectiva como un símbolo del modo de vivir y sentir de
dicha región peninsular.
9.11
ELEMENTOS RITUALES DE CELEBRACION
En este capítulo se
han de revisar los elementos culturales de mayor relevancia, recurrentes
durante la celebración de las reuniones mensuales de la Associazione
Ligure.
En las mismas, los
comensales se suelen colocar, en un principio, en torno a las diversas
mesas decoradas de idéntica forma, con sobria mantelería y arreglos
florales.
A un costado, se ubica
el escenario donde se montan los amplificadores para el músico contratado
a fin de proveer una atmósfera festiva a la ocasión.
Diversas banderas de
Italia, Liguria, y de la Associazione Ligure del Uruguay adornan al mismo.
Entre la concurrencia,
la cual luce cuidadosamente ataviada, habitualmente predominan los adultos
mayores, y dentro de éstos, las mujeres constituyen alrededor de las tres
cuartas partes de la misma.
Los escasos jóvenes o
niños presentes, arriban en calidad de parientes de los anteriores,
siendo alojados en una estancia aparte, dentro del restaurante.
De la misma forma, los
miembros ligures, componen un reducido grupo, el cual se disgrega entre
las diversas mesas organizadas en torno a núcleos familiares o de
amistades.
De forma reiterada en
cada fiesta, la hija de la Presidenta actual, oficia de eventual Maestra
de Ceremonias, recibiendo a quienes concurren por vez primera, saludando a
aquellos que han celebrado su aniversario en el mes transcurrido, o
agradeciendo la participación prestada.
En cada ocasión, a
medida que se sirve el menú ya estipulado, de ensaladas, ravioles, pollo,
y postres, regado con vino o agua mineral, el músico ubicado sobre el
escenario ejecuta de forma progresiva, canzonetas napolitanas, tangos,
tonadas populares españolas, cumbias, y canciones de estilo tropical, o típicas
uruguayas, como candombes.
En concordancia,
mientras las canzonetas despiertan cierta emotividad entre los oriundos,
otras tonadas promueven una encendida festividad, translucido en el baile,
entre los descendientes uruguayos.
Hacia el final de la
comida, se acostumbra efectuar un sorteo en donde se reparten obsequios
entre los presentes.
Luego de los postres, y
del café, con frecuencia parte de la concurrencia se retira de forma
paulatina, en tanto otros asistentes continúan danzando.
Como hecho excepcional,
se suele elegir a la Reina de la Privamera durante la reunión de
setiembre, bajo un decorado de globos y flores alusivos a los colores de
los emblemas ligures e italianos.
En su conjunto, cada
reunión mensual se extiende a lo largo de toda la tarde de la jornada
dominical escogida para su celebración.
En el plano de su
posible interpretación, es factible afirmar que tras su carácter
eminentemente festivo, dichas reuniones revisten un cierto halo de ritual.
Al cual se define como
un “...
culturally constructed system of symbolic
communication. It is constituted of patterned and ordered sequences of
words and acts, often expressed in multiple media, whose content and
arrangement are characterized in varying degree by formality
(conventionality), stereotypy (rigidity), condensation (fusion), and
redundancy (repetition). Ritual action in its constitutive features is
performative in these three senses : in the Austinian sense of
performative, wherein saying something is also doing something as a
conventional act; in the quite different sense of a staged performance
that uses multiple media by which the participants experience the event
intensively; and in the sense of indexical values - I derive this concept
frome Peirce : being attached and inferred by actors during the
performance.” (Tambiah, 1985 : 128).
O,
acorde a Turner (1999) el ritual implicaría “una conducta formal
prescrita en ocasiones no dominadas por la rutina tecnológica relacionada
con la creencia en seres o fuerzas míticas.” (Turner, 1999 : 21).
Entonces,
determinados aspectos performativos recurrentes, tales como la repetición
de ciertos discursos oratorios a cargo de los integrantes de mayor
ascendencia, el orden ya establecido de los platos a servir entre los
comensales, el comportamiento de éstos, tanto verbal como en sus gestos,
acorde a reglas estipuladas para la ocasión (Goffman, 1989), el
esmero demostrado en la elección de la vestimenta respectiva a cada uno
de los géneros según pautas acordadas socialmente (Sahlins, 1997), o la
atmósfera de confraternidad y espiritualidad sublimada a través de
elementos comunes como el musical, el vino, o la iluminación del lugar,
confirman la ritualidad de un evento aparentemente cotidiano.
Dichos eventos
conllevarían en sí,
el
concepto de liminalidad (liminality), tomado del término latín
limen
,
“umbral”, el cual se define de la siguiente forma: “...
any condition outside or on the peripheries of everyday life, it is often
a sacred condition or can readily become one.” (Turner, 1969 : 47).
Ya
que
“...el ritual
frecuentemente conlleva un aspecto compulsivo, pero esto también es
profundamente reconfortante pues infunde en un conjunto dado de prácticas
una cualidad sacramental.” (Giddens, 1994a : 103).
A su vez, tales
reuniones pueden concebirse, desde un punto de vista
etic,
como un rito de inversión, acorde a la definición de Da Matta
(1986), conforme en las mismas se difuminan durante dicho lapso de tiempo
las apreciables diferencias entre los miembros (ligures, descendientes, jóvenes
si nos atenemos a una posible clasificación, socios activos,
suscriptores, u honorarios si consideramos otra, propuesta desde el
estatuto legal de la Associazione) recalándose por parte de los asociados
su condición de “iguales”.
Esta pretendida
homogeneidad interna, anhelada en la actitud y discurso de los miembros de
la entidad al momento de dirigirse a personas ajenas a la misma (a modo de
ejemplo, el caso del investigador), también es representada a través de
la disposición de las mesas, cuya austera mantelería y sobrio decoro
reafirman tal sensación, en tanto carecen de aditamentos, o arreglos
florales más elaborados en ciertos casos que en otros, delatores de una
conspicua posición detentada por ciertos asociados (Presidente,
Presidente Honorario, directivos).
Así,
“...los muebles y los objetos tienen como función, en primer
lugar, personificar las relaciones humanas, poblar el espacio que
comparten y poseer un alma. La dimensión real en la que viven está
cautiva en la dimensión moral a la cual deben significar.”
(Baudrillard, 1969 : 14).
No obstante, cabe
preguntarse si tal rito, al constituir un reverso de la situación
habitual,
no hace más que afirmar el orden jerárquico establecido
hacia el interior de la Asociación, en tanto la organización de dichas
reuniones acapara un mayor prestigio dentro de la masa social para con los
miembros ligures de la Comisión Directiva encargados de coordinarlas.
De todas formas, los
elementos culturales relevantes durante dichas celebraciones residen en
dos ámbitos.
Uno, el culinario,
mediante el cual se procura reflejar una parte substancial del aporte
cultural ligure en la sociedad.
Como símbolo de su
integración a la misma,
se
ha intentado escoger platos del agrado de la mayoría, tales como el
pollo, o ravioles, aún sacrificando una mayor especificidad étnica de su
elaboración:
“... el plato típico es difícil. Es un
plato, sí algo típico hay, la entrada es una entrada combinada, con
jamones, luego el segundo plato, de ravioles, el raviol con el tuco hecho
tipo ligure, ¡no?. Y después lo que es muy práctico es el pollo. A lo
spiedo, a la parrilla. Y después helado, y café o postres. (...) Se
quiso hacer alguna vez el pesto, pero después te falta algo, y el pesto,
tenés que tener la albahaca pronta, tenés que tener un buen aceite,
porque lleva, hay que poner un aceite bueno porque sino, el perfume de la
albahaca, hace resaltar el profumo, el olor del aceite. Es muy, alcahuete,
no?, y después hay quien lo come, quien no, porque tiene ajo... Entonces
ya se pone complicado...” (A)
Dada lo copioso de los
platos servidos, así como también a raíz del comportamiento observado
entre los comensales de origen ligure, es posible establecer, cómo los
mismos responden a pautas de comportamiento acordes a la clase social de
estrato medio o medio bajo, propia de su crianza en la
tierra natal, aún cuando desde el punto de vista económico hayan
visto acrecentado su patrimonio durante la residencia prolongada en el
Uruguay.
Vinculado a los
aspectos tratados supra, cabe destacar a los conceptos vertidos por
Bourdieu (1979), quien enfatiza el gusto alimenticio, y cuidado corporal,
asociándolo a una distinción de clase, todavía presente en gran medida
en el mundo moderno. Dicho concepto es compartido por autores como Goody
(1995) en su obra sobre la “Cocina, cuisine y clase.”
Bourdieu (1979)
considera que las preferencias en torno a los alimentos, se hallan
dictaminadas por la idea que cada clase social posee de su cuerpo, y de
los consiguientes efectos de la nutrición sobre el mismo.
Así como también
aclara que a dichos ideales, corresponden sus respectivas categorías
jerarquizadas, utilizadas por cada grupo social en orden de evaluar el
alcance de tales efectos.
Ejemplifica esto,
acotando como las clases populares, más atentas a la idea de la fortaleza
masculina, procuran los alimentos más consistentes y nutritivos, en tanto
los sectores pertenecientes a las profesiones liberales optan por los de más
saludables, que no impliquen un aumento de peso.
Por ello, desde su óptica,
la cultura deviene en naturaleza, conforme el gusto influye en el ideal
corporal de cada clase respectiva.
En
una relación biunívoca, tal principio de clase inherente determina a su
vez a las formas de incorporación, especificando aquello que es ingerido
y asimilado por el cuerpo, tanto fisiológica como psicológicamente.
Por ende juzga que :
“...
le corps est l´objectivation la plus irrécusable du goût de classe, qu´il
manifeste de plusieurs façons.
“
(Bourdieu, 1979 : 210)
Desde una perspectiva
similar, es factible acordar a las observaciones recabadas durante las
comidas mensuales, con las apreciaciones realizadas por Barthes (1957)
quien efectúa un análisis acerca de las propiedades beneficiosas
atribuidas a los alimentos, como la carne o el vino, por los diversos
sectores sociales de la Francia contemporánea.
Tal esquema se aplica
en el caso de los inmigrantes ligures de la Asociación, quienes endilgan
la propiedad de otorgar una mayor fortaleza a la carne y pastas
consumidas, o de brindar una más vasta espiritualidad en la persona, al
vino, al tiempo que resaltan el carácter casero de su preparación.
El otro elemento
distintivo durante las comidas, es el de la música ejecutada para
amenizar dichas veladas.
Se ha procurado por
parte de los miembros, amalgamar a ambas sociedades, tomando en cuenta la
presencia de descendientes, y esporádicamente, jóvenes comensales, a
quienes se intenta atraer mediante la inclusión de temas populares
locales:
“
Algo sí, ahora se despierta más que algún año atrás.
Tanto que nuestras reuniones, mismo en la comida vienen. Tenemos un buen músico
que alterna la música italiana con la uruguaya. Como tiene que ser eh,
entonces eso trae jóvenes porque se divierten también.” (A)
“...hay un organista muy bueno, que toca
canciones italianas y después un repertorio general donde se incluyen
españolas, uruguayas, tango.
Un hombre que es de descendencia italiana
también, un hombre que canta muy bien, canta las canciones italianas, y
todo tipo de canciones, y la gente baila. Generalmente es gente mayor.
Sabe que la juventud tira para otro lado...” (B)
No obstante, el grupo
en donde la música, entendida como un elemento ritual capaz de instaurar
una atmósfera reminiscente de la tierra natal, provoca una mayor emoción,
corresponde a los inmigrantes ligures.
A tal punto que uno de
los miembros, destaca dicha actividad como uno de los objetivos
primordiales establecidos en la fundación de la Associazione:
“Era de estar unidos, de conocernos, de
cantar, porque
(La
música es importante acoto)
Porque el emigrante, y ya lo veo mismo en
los uruguayos, en Nueva York, en Australia.
(me
señalo el corazón como indicando los sentimientos)
Es el corazón, no podés. Por eso,
nosotros participábamos más que nadie, porque había una fiesta en una
quinta, y allá íbamos. Y se juntaban y cantaban todas esas canciones.
Pero así, como si estuvieran en otro mundo. Cantaban.” (A)
A semejanza de lo
narrado por Geertz (1987, 1999) para el caso de la representación teatral
del mito de
Rangda y Barong en Bali, donde los campesinos, al unísono público
y partícipes de la puesta en escena, abandonan la habitual circunspección
signada por las normas rituales de comportamiento social de la isla; los
inmigrantes ligures se despojan durante la ejecución de temas típicos,
de su carácter diario, juzgado por ellos mismos como más introvertido
que el de los meridionales, para adentrarse en el ritmo y emotividad
inducidas por la música, transportándose de forma etérea, figurada más
hondamente experimentada, a su lar natal.
En tanto no sólo la
melodía sino también la lírica de las canciones peninsulares contiene
referencias permanentes a los sitios, personajes, historias y leyendas
pertenecientes a la tierra de origen con la cual se sienten identificados,
aún cuando, paradójicamente, en el caso de las canzonetas napolitanas,
no se trate de las correspondientes a su región respectiva.
Así, se suele
sacrificar la especificidad, en lo lingüístico y melódico, propia de la
música ligure, en
favor de
otros estilos peninsulares de mayor aceptación entre la masa social:
“Más bien cuando se está comiendo hay
un buen músico uruguayo, pero muy bueno, no me acuerdo como se llama, un
organista muy bueno. Entonces canta las canzoneta italiana, más bien
napolitano. Porque lo ligure. Hay que ser muy ligure para cantar. Primero
porque el ligure, el dialecto. Es muy cerrado. Después la música es un
estilo muy popular, esconde los sentimientos, el meridional es más
alegre...” (A)
La relevancia de la música,
vinculada a la mitología y lenguaje de una sociedad en particular, ya era
subrayada por Lévi Strauss (1990) para quien “...si intentamos
comprender la relación existente entre lenguaje, mito y música sólo
podremos lograrlo utilizando el lenguaje como punto de partida, para luego
demostrar que si bien por un lado la música y por el otro la mitología
poseen su origen en el lenguaje ambas formas se desarrollan separadamente
y en diferentes direcciones: la música destaca los aspectos del sonido ya
presentes en el lenguaje, en tanto la mitología subraya el aspecto del
sentido, el aspecto del significado, que también está profundamente
presente en el lenguaje.” (Lévi Strauss, 1990 : 76).
También, cabe señalar
cómo los elementos recabados, de la comida y la música, constituyen al
unísono un símbolo de la integración a la sociedad receptora, conforme
se procura amalgamar temas o platos más locales, como también actúan de
catalizadores rituales encargados de recalcar, la especificidad y sentido
de pertenencia propios de los inmigrantes.
En tanto a través de
la entonación de temas típicos (canzonetas, etc), éstos se retrotraen,
en tiempo y espacio,
al
ambiente, lejano y cercano a la vez, de la representación por ellos poseída
del “bel paese”.
La cual ha de variar,
si se la considera desde el punto de vista fenomenológico de la percepción
(Hussler, 1949; Merleau Ponty, 1957)
acorde a las vivencias particulares de cada uno de aquellos.
En el ámbito
culinario, pese al afán integrador manifestado en el discurso de los
miembros asociados, la elección del plato principal, recae en aquel, (la
pasta), que se identifica de forma primordial con lo italiano, desde el
resto de la comunidad de acogida, conforme hacia el interior de la península,
cada región posee su propia tradición gastronómica particular.
Es posible afirmar,
entonces, que “...el alimento y sus tabúes, incluso los
platos característicos,
son un modo de definir al vecino, dentro y fuera del país...” (Goody,
1995 : 187).
A modo de síntesis,
se ha de considerar que mediante los elementos culturales citados
anteriormente, de la música y la gastronomía, a los cuales se recurre en
las celebraciones mensuales de la Associazione, se pretende mancomunar
figuradamente a los diversos integrantes de la entidad, sean éstos
oriundos, descendientes o jóvenes, pues, “...el símbolo reúne: hace
olvidar las diferencias que existen entre los miembros de un grupo o
quienes se consideran de una misma cultura; subraya lo que comparten.”
(Claval, 1999 : 135).
Ya que
“...constituye el único medio para expresar los valores; es el
instrumento principal del pensamiento y la válvula reguladora de la
experiencia.” (Douglas, 1978 : 57).
Por consiguiente, se ha
de concordar con Durkheim (1993), acerca de la apreciación efectuada por
dicho autor, la cual es comprobada en el caso presente, de la forma en que
toda colectividad, ligure en el ejemplo particular que nos ocupa,
refrendaría su cohesión interna a través de la celebración de eventos
festivos como el examinado en este capítulo.
|
9.12
PERSPECTIVAS FUTURAS
Sobre la temática de
la perspectiva hacia el futuro de la Asociación, se trazan diversas
tendencias dentro del seno de la institución.
Por una parte, acorde a
los miembros fundadores, la misma se halla supeditada a su propia
existencia vital.
Conforme se hesite
sobre si las posteriores generaciones, vistas como “uruguayas” y por
tanto carentes de una real identidad “ligure” basada en un ethos de
valores propio y en una experiencia migrante que les mancomune, sean
capaces, ya fuere por realizar otras actividades o por la falta de una
fuerte motivación a obrar así, de continuar al frente de la entidad:
“Ahora si, sí, ya te dije, están
entrando algunos jóvenes, vamos a ver, el día que por razones naturales
no puédamos estar más nosotros que va a pasar no sé.” (A)
“Mientras estemos nosotros, esto va a
seguir, ya que vamos tirando, pero después no sé...” (S)
“...todavía hay un núcleo, no, yo no lo
podría calificar o decir cuantos son, de los que van ahí, después están
hay algunos de que no se acercan. Pero la colectividad tiene todavía
italianos nacidos allá en Italia. Pero, no nos descuidemos. La preocupación
es esa, ¿quién se va a hacer cargo mañana?” (B)
De forma permanente, desde los inmigrantes
se liga la continuidad institucional de la Asociación, con la cuestión
de la identidad y sentido de pertenencia a la región.
Como los siguientes testimonios recuerdan,
para el caso de las primeras asociaciones de socorros mutuos, creadas
durante siglo XIX (Gandolofo, 1992; Favero & Bernasconi, 1993), el rápido
proceso de “desitalianización” (Oddone, 1993), el cual conllevaba
un
menor espíritu asociativo, el estancamiento del valor de la propiedad, y
el descenso del nivel de calificación profesional de los inmigrantes, con
el agravante de que aquellos que poseían mayor formación educativa e
intelectual rehuían la participación social a través de las diversas
asociaciones,
conduciría a su desaparición formal y al cabo de dos
o tres generaciones de descendientes.
“Yo creo que lo que nos va a pasar a
nosotros le va a pasar a
todas
las asociaciones. Es una madurez. Y el uruguayo es hijo de emigrantes. O
primero, segunda, o quinta generación. (Sí, la mía es quinta comento)
Por eso te digo, pero vos sos uruguayo ya,
querés saber algo de allá, te llama la atención, pero sos uruguayo. Y
yo veo cuantas asociaciones que tenían del siglo anterior
(Sí,
la de socorros mutuos y todas esas cosas acoto...)
Bueno, desaparecieron. Después alguna se
recuperó. Pero se perdió todo, propiedad y todo porque no hay nadie.”
(A)
“El temor es que las nuevas generaciones,
yo, mis cuatro hijos van alguna vez cuando les pido. Y ya los míos a son
cuarentones, ¿eh?.
(Ya
son mayores comento...)
Sí, sí...uno tiene cuarenta y nueve,
cumple ahora creo, el otro cuarenta y siete, una hija de cuarenta y tres y
otro de cuarenta. Pero dicen, pero papá es el día que nosotros tenemos,
tienen hijos, tienen nietos.
Salimos por ahí dicen, no nos vamos a
meter ahí, y tienen razón.” (B).
Dicha visión
“fatalista” es compartida, de modo aún más drástico, por otros
miembros asociados, pertenecientes al grupo de descendientes,
de mediana edad, allegados a la institución:
“Esto va a desaparecer, cuando no estén
A., o S., si vos no atraés a la gente joven, es imposible. Acá no hacen
nada como para que se acerquen, o vienen una vez, y después no vuelven.
No hay renovación, mirá, son todos
mayores de edad, la más joven de las “muchachas” no baja de
sesenta”, yo soy “joven” para ellos.(...)
¿De qué podes hablar con esta gente?.
Esto
se muere, no hay renovación. Eso lo hablamos el otro día en directiva.
Pero no se hace nada, no se toman medidas para atraer a los jóvenes.”
(C.)
En cambio, para otros
integrantes de dicho grupo, la persistencia temporal de la Associazione
como tal no se hallaría condicionada por la presencia, o ausencia, de
oriundos de la región dentro de su masa social.
Aunque esta última hipótesis,
implicaría un cambio notorio en diversos aspectos ya recabados durante el
trabajo, tales como las relaciones sociales al interior de la entidad, la
detención de los puestos de poder, como el correspondiente a la
Presidencia y cargos en la Comisión Directiva, el caudal de la masa
asociativa, el mantenimiento de vínculos formales, y de asistencia
financiera con el gobierno regional de la Liguria, o la naturaleza misma
de las actividades desarrolladas (en la actualidad reuniones semanales de
directiva, comidas mensuales y torneos deportivos).
Las cuales se habrían
de modificar en función de los disímiles intereses que pudieren proponer
las personas remanentes en la Asociación, una vez que el grupo de
inmigrantes ya no prevaleciera.
Si bien la experiencia
histórica, como ya se ha examinado, tiende a corroborar la opinión de
los inmigrantes ligures, sobre el ocaso que se cerniría sobre su entidad
cuando éstos ya no permanecieran dentro de la misma, se expresa por parte
de las nuevas generaciones un deseo de otorgar continuidad al esfuerzo
asociativo, con el propósito de fortalecer las raíces sociales y
culturales de sus ancestros.
Empero, ya en la
actualidad, las reuniones mensuales, durante las cuales se congrega la
mayor parte de la masa social y de allegados a la Asociación, demuestran
una menguada especificidad regional identitaria para con la Liguria, más
allá de los elementos decorativos formales, o alusivos en el discurso de
los responsables de la misma.
En tanto el grupo de
miembros oriundos se reduce con el tiempo, constituyendo una minoría hoy
en día, las fiestas pierden progresivamente su carácter distintivo,
reminiscente de un origen común en cuanto se refiere a la cultura y
geografía, y a una experiencia migrante compartida; para devenir eventos
en los cuales, si bien los asistentes ostentan en algún grado ascendencia
ligure, o italiana, prima entre ellos, en tanto “uruguayos”, el deseo
del esparcimiento por sobre un hipotético compromiso con la entidad
organizadora de dichos encuentros.
Por otro lado, vale
acotar cómo, desde una óptica
“del
eterno retorno” (Eliade, 1954), el ciclo de los inmigrantes se torna a
replicar en sus descendientes, quienes parten hacia otros destinos
(USA, España, Italia) en pos de las mismas ilusiones que
movilizaran a sus antepasados.
Una vez allí, a la
manera de éstos últimos, permanentemente fundan “clubes “, centros,
negocios, o asociaciones uruguayas, las cuales desarrollan actividades
similares a las efectuadas en la entidad a la cual nos hemos abocado en el
presente estudio.
Actividades
relacionadas a elementos culturales considerados propios, tal como estilos
musicales (candombe, murga, tango, folklore), platos gastronómicos
(asado, parrilla, mate, tortas fritas, bizcochos, dulce de leche,
busecca), o torneos deportivos con las insignias de las escuadras
clubistas características.
Cabría inquirir, si
ante las vicisitudes concernientes al proceso migratorio, cual la sensación
del desarraigo, pérdida de los marcos de referencia y marcadores de
identidad (familia, afectos, barrio, ciudad, cultura en su amplio sentido
antropológico), buena parte de los migrantes opta por congregarse junto a
sus pares para rememorar aspectos, elementos e historias en común,
concernientes a su tierra natal.
No obstante ello
dificulte la integración a la sociedad receptora, dependiendo del grado
de apertura o semejanzas culturales que la misma posea comparada con la de
expulsión.
Ante lo cual muchos
emigrantes han escogido en los últimos tiempos sitios como España, o
Italia, adonde se presentan ciertos elementos culturales comunes, antes de
embarcarse hacia otros destinos (USA, Australia), en los cuales si bien
existe una fuerte cadena y red social migratoria de uruguayos; el modelo
propuesto por la sociedad de acogida, plantea la conformación de pequeños
ghettos.
Ya fuere de forma
literal, baste recordar denominaciones de barrios newyorkinos como
“Spanish Harlem, “Little Italy”, o “China Town”, o de sectores
fuertemente asociados a los inmigrantes y minorías étnicas, tal el caso
de los afro americanos para la periferia suburbana en el Bronx, Harlem y
Queens, dominicanos en Washington Heights, puertorriqueños en el Spanish
Harlem, italianos o judíos en Brooklyn, rusos en Brighton Beach,
bautizada popularmente como “Little Odessa”, portugueses en Newark,
uruguayos en Elizabeth u Orange (New Jersey), nórdicos en Minessota,
polacos en Chicago, mexicanos en Los Angeles, o afro americanos para los
barrios de Compton y South Central de la misma ciudad, o cubanos y
argentinos en Miami.
Sitios con frecuencia,
marginales, cual el citado en la obra pionera de Whyte (1943) sobre la
estructura de un barrio bajo italiano enclavado en la periferia de una de
las grandes urbes estadounidenses.
Lugares en donde se
comprueba un alto grado de hacinamiento humano, a raíz de la mediana
cercanía (a través del sistema de transporte) con los lugares de
trabajo, y de la especulación inmobiliaria signada por el
subarrendamiento que ello genera, sin presentarse una correlativa
planificación que tomara en cuenta la distribución de espacios verdes y
áreas recreativas tan necesarias para el adecuado desarrollo de la
población en las zonas urbanas, tal como lo acota Mumford (1945) en su clásico
estudio sobre la “cultura de las ciudades”.
O figuradamente en un
plano cultural, para cada una de las minorías étnicas confluentes.
A las cuales, si bien
se les otorga de forma deliberada su ámbito respectivo (asociaciones,
organizaciones, clubes deportivos, restaurantes de comida étnica, grupos
musicales), a fin de confinarlas y aletargar el posible intercambio con
elementos culturales locales, al unísono se las supedita a un modelo de
hegemonía dominante (Gramsci, 1986, Scott, 2000), correspondiente al de
la sociedad nacional norteamericana, en el ejemplo acotado en el párrafo
precedente.
Retornando a lo
concerniente al caso presente, uno de los objetivos implícitos a lo largo
del trabajo, ha sido el de efectuar un cuadro de situación, que
contribuya a diagnosticar la posibilidad de persistencia en el tiempo de
la Associazione Ligure.
Por tanto, más allá
de las opiniones encontradas, restar efectuar de futuro, un relevamiento
de la entidad en el momento en el cual la hipótesis de la ausencia de
inmigrantes ligures ofrezca visos de realidad, a modo de dar cuenta de la
continuidad, o estancamiento de la organización.
Como ya se reseñara en
el capítulo correspondiente al tema de la identidad en el Uruguay actual
(Mazzolini, 1992; Peluffo, 1992;
Porzecanski,
1992; Viñar, 1992), mediante el descubrimiento de las propias raíces
culturales, ya fuere a través del trazado de árboles genealógicos o de
la concurrencia a las entidades asociativas organizadas por los
inmigrantes de primera generación; se ha procurado aprehender la noción
de un “nosotros”, entendido como “uruguayos”, a partir de la
contribución de esos “otros”, inmigrantes, tan cercanos, o contemporáneos
en ciertos casos, en tiempo y espacio.
Dado
que hasta el momento, no se ha logrado establecer con certeza una definición
precisa de tal concepto, conforme se lo manipulara con fines políticos e
ideológicos disímiles a lo largo de la breve historia del Uruguay como
nación constituida.
Finalmente, en tanto se
trate de culturas, la italiana y la uruguaya, cuyos rasgos presentan
cierta similitud o paralelismo, cabe emplear la metáfora de Hastrup
(1987) en torno al trabajo de campo, para así ejemplificar dicha búsqueda
de la identidad de un
“nosotros”, a partir de la convivencia con los
“otros”, quienes forman parte indisoluble de nuestro pasado y
presente:
“...
your
fieldwork is likely to reflect the situation of the one- way mirror;
you
will see only yourself and you will identify “them” with
your own image (of past and present conditions),
they
,
on the other hand, will see through to “you” and talk to you as if you
were a real person in their world, absolutely distinct from themselves.”
(Hastrup, 1987: 104).
10
CONCLUSIONES
A modo de síntesis se
recabarán los principales puntos descriptos en el trabajo.
En lo concerniente a la
primera parte del mismo, se han de destacar los siguientes aspectos.
Las causas de la
inmigración en la península italiana, a un nivel histórico, se vincularían
al proceso de industrialización de la zona septentrional, el cual
acarrearía un descenso del salario, mayor desocupación e migración del
ámbito rural, ya signado por la subdivisión de la propiedad, al urbano.
Mientras que en el
meridiano, el sistema de latifundio conllevaría crónicas hambrunas y
desocupación para los braceros allí empleados (Oddone, 1966).
En torno al contexto
histórico de la migración italiana en el país, la misma destaca por su
carácter temprano, a mediados del siglo XIX, delimitándose en especial
al espectro urbano, o en las zonas aledañas de chacras.
Los recién arribados
se dedicaban a los sectores comerciales, industriales y de oficios.
En consecuencia,
influirían tanto en la conformación de los sectores burgeses e
industriales, como en la consolidación de los primeros movimientos
gremiales del país.
A un nivel general, si
bien se contaría con el apoyo de medidas oficiales que facilitaban el
transporte y recepción de los inmigrantes, el mayor flujo de éstos
arribaría a través de las redes sociales y cadenas migratorias
establecidas entre los ya asentados en los lugares de acogida, y sus
familiares o parientes remanentes en los países de expulsión.
Se fomentaba entre
ellos, el ahorro como modo de adquirir cierta independencia económica y
la adquisición de una propiedad.
Las primeras
asociaciones, se dividirían entre las de índole política, dedicadas a
fomentar la unidad del recientemente conformado Reino de Italia, y
aquellas destinadas a tareas de ayuda mutua y solidaridad.
A grandes rasgos, la
inmigración italiana decaería a fines del siglo XIX, siendo superada
cuantitativamente durante las primeras décadas del siglo pasado por la ibérica.
A su vez, dentro de
aquella, las zonas septentrionales prevalecerían hasta la década de
1890, predominando a posteriori las regiones meridionales.
Acerca del aporte
cultural de la migración peninsular, Pi Hugarte & Vidart (1969)
recalcan diversos aspectos como el lenguaje, cocina, gesticulación,
creencias populares, normas del trato social, la música, en especial el
tango, y la organización familiar y social.
En cuanto a su
aculturación, se contrapone una visión del afán integrador de parte del
peninsular, reflejado en la figura del “cocoliche” (Pi Hugarte &
Vidart, 1969) con aquella que releva la confrontación de una mentalidad
urbana y europeizada, proclive a la llegada de migrantes de dichas
latitudes, a otra, rural y tradicional, la cual enarbolaba los elementos
criollos de la cultura local de la época (Rodriguez Villamil, 1968).
Dicha dicotomía, se
relacionaría así mismo, a la transformación de una sensibilidad “bárbara”
en “civilizada”, impulsada desde las élites del período (Barrán,
1990a, 1990b).
En cuanto al aspecto
lingüístico, se ha constatado una pronta asimilación, debida en parte
al rol de desetnización cumplido en tal sentido por la educación oficial
(Barrios & Mazzolini, 1989).
Produciéndose una
mayor pérdida de la lengua natal entre una generación y otra en los
inmigrantes septentrionales, mientras que en los meridionales se presentaría
con mayor asiduidad la mezcla, entre la variedad dialectal propia, la
lengua de su sociedad de expulsión, y la correspondiente a la de recepción.
En torno a la inmigración
de la Liguria en el pais, destaca su comienzo a mediados del siglo XIX,
remarcándose su especificidad regional ya por ese entonces.
Los ligures, tendían a
dedicarse a la rama del pequeño y mediano comercio, tanto terrestre como
fluvial, o en menor medida, a la agricultura, ya poseyendo una formación
en tal sentido, adquirida en su tierra natal.
A diferencia de la
inmigración “golondrina”, estacional, de los braceros del sur, los
oriundos de dicha región serían propensos a afincarse en el país,
adquiriendo propiedades y conformando un capital propio.
En pos de tal objetivo,
entre los valores observados en los recién arribados, por el resto de la
sociedad de recepción, se resaltaban aquellos concernientes a la
laboriosidad y frugalidad.
Con frecuencia, se
asentarían en el ámbito urbano, influyendo en la conformación de los
sectores de la burguesía e industria nacionales.
Como el resto de las
regiones septentrionales, el impacto de su flujo migratorio decaería a
comienzos de la década del 1890, momento a partir del cual predominarían
las zonas meridionales de la península.
De todos modos, a raíz
de la crisis sufrida en el viejo continente tras las conflagraciones bélicas
mundiales del siglo XX, amén de la situación de retroceso socio- económico
provocada por el régimen fascista en el caso de Italia, arribaría al país
a mediados del pasado siglo un último flujo de inmigrantes de la Liguria,
minoritario en comparación a los provenientes de otras regiones
peninsulares.
En torno a las
conclusiones respectivas a la entidad estudiada en el trabajo de campo, se
han de destacar los siguientes puntos.
En cuanto a su
conformación, si bien se gestaría a comienzos de la década de los mil
novecientos setenta, dado el contexto imperante de supresión de las
libertades civiles y sociales, donde se reprimía cualquier intento
asociativo, recién adquiriría un estatuto legal y funcionamiento
sostenido en 1982.
Sus actividades
principales desde entonces, se han centrado únicamente en la celebración
semanal de las reuniones de la Comisión Directiva, y las de orden
mensual, desde marzo a diciembre, en forma de comidas, que congregan a la
mayor cantidad posible de asociados.
La convocatoria a
competencias deportivas, de fútbol, junto con otras asociaciones
regionales, constituye la principal actividad recreativa.
Los recursos económicos
provienen de las cuotas sociales, donaciones, contribuciones de los
miembros, y el aporte presupuestal brindado desde el gobierno regional de
la Liguria, a través de la Associazione Ligure en el Mundo.
Mediante dicha
organización se establecen lazos con la región peninsular, en tanto en
un nivel local, los vínculos formales con la representación diplomática
se centran en la presencia de representantes asociados en diversos eventos
o reuniones protocolares que así lo requieran.
Constatándose una
fuerte personalización en los cargos inherentes a las instituciones
descriptas anteriormente, lo cual atenta contra el cabal desarrollo de
dichos vínculos.
En cuanto a la
composición de la masa social, cabe considerar cómo si bien la entidad
cuenta con alrededor de doscientas personas actualmente, es posible
distinguir diversos grupos dentro de la misma.
Por un lado el
correspondiente a los inmigrantes ligures, fundadores, cuyo número mengua
paulatinamente a causa del fallecimiento de sus integrantes.
Por otro, el de los
descendientes, mayoritario, tanto de las corrientes migratorias del siglo
XIX, como de generaciones más recientes.
También destacan los jóvenes,
consignados como “uruguayos” por el grupo de ligures, quienes, en
escaso número, ante la falta de incentivos o actividades que les
atraigan, se acercan en procura de adentrarse sus raíces sociales y
culturales.
Se registra cierta
tensión inherente a las relaciones de poder entre los diversos grupos, en
tanto los puestos de preeminencia son detentados por el correspondiente a
los miembros ligures adultos mayores, aún cuando conformen un núcleo
reducido dentro del total de allegados.
En dicho aspecto, cabe
resaltar la figura del Presidente Honorario, quien detenta cierto grado de
prestigio acumulado, a razón tanto de sus logros en el plano personal,
como a causa del ejercicio de la presidencia durante diversos períodos,
consecutivos e intermitentes, lapso durante el cual la organización de
las comidas mensuales le granjearía cierta simpatía entre los demás
miembros.
Amén de su
conocimiento de la lengua italiana, el cual le otorgaría determinada
relevancia al momento de producir documentos escritos destinados al
establecimiento de los vínculos con otras asociaciones, entidades
consulares, y gobierno regional de la Liguria.
En
su mayoría, los miembros oriundos han arribado al país durante la
postguerra, debido al contexto de crisis económica severa que azotaba a
Europa tras el conflicto bélico.
Con frecuencia, se
comprueba la vigencia de las cadenas migratorias (MacDonald, 1964) de
entonces, las cuales facilitaban la llegada de sus familiares u allegados.
Entre los objetivos de
los inmigrantes, se hallaba el constituir una unidad laboral
independiente, para así adquirir su propiedad y conformar una familia
propia.
En cuanto a la
identidad de este grupo, se refleja cierta tensión entre las vertientes
correspondientes a su región natal, a su sociedad nacional italiana, y a
la receptora, uruguaya.
A través de los
testimonios recogidos, trascienden asimismo los históricos prejuicios de
los habitantes septentrionales de la península, para con sus pares
meridionales, los cuales a su vez son trasladados en cierta medida al
“criollo” o “uruguayo”.
En el aspecto lingüístico,
se ha tratado, en general, con hablantes multilingües fluentes (Barrios
& Mazzolini, 1993), quienes manejan con soltura el español sin
demasiadas intromisiones de su dialecto o lengua nacional italiana.
Estableciéndose
diversos ámbitos, uno íntimo hogareño para el uso del dialecto,
contrapuesto a uno intermedio, dedicado al italiano, y otro más abierto,
reservado para el español.
Entre los elementos
culturales de la Liguria, se resalta al valor del trabajo, frugalidad,
sacrificio y humildad, característicos del ethos estimado por los
inmigrantes, como única vía para alcanzar los objetivos propuestos a su
llegada; además de otros respectivos a la cultura material, como los
gastronómicos.
Concomitantemente,
entre los aspectos rituales relevantes de las celebraciones mensuales que
congregan a buena parte de los asociados, se halla tanto la comida, como símbolo
de la integración a la sociedad receptora a través de la elección de
platos típicos de ambos pueblos; como la música, la cual induce a la
emotividad y retracción hacia recuerdos de la tierra natal en aquellos
asociados oriundos.
Hacia el futuro, se
vislumbran distintas perspectivas, acorde a opiniones vertidas por parte
de los diversos grupos de la Associazione.
En tanto el
correspondiente a los inmigrantes ligures, fundadores, condiciona la
supervivencia de la entidad a su propia permanencia, la cual se ve acotada
a la finalización de su ciclo vital; el que concierne a aquellos
descendientes, o jóvenes allegados, expresa el deseo de proseguir al
frente de la institución, una vez que no prevalezca, por razones de
naturaleza, el grupo de oriundos.
Empero, la experiencia
histórica de las asociaciones de mutuo socorro del siglo XIX demuestra un
pronto declive de las mismas, conforme transcurrieran algunas generaciones
(Gandolfo, 1992; Favero & Bernasconi, 1993).
Por otro lado, en una
visión cíclica (Eliade, 1952) de la migración, es posible establecer cómo
en las últimas décadas los descendientes “uruguayos” al emigrar
tienden a fundar centros y asociaciones de similares características y
actividades a las conformadas por sus antecesores europeos en el
territorio nacional.
Lo cual a su vez
requeriría una más exacta definición del concepto de “nosotros”,
“uruguayos”, a partir del estudio de esos “otros” (inmigrantes,
descendientes de africanos, amerindios), desde los cuales se ha amalgamado
demográfica, cultural, y socialmente, la población actual del país.
Por tanto, es
pertinente cuestionar de forma crítica la visión propuesta
tradicionalmente desde la esfera oficial a partir de la “modernidad”
(Caetano, 1992), que estereotipaba a la sociedad nacional como una suerte
de “pueblo trasplantado” (Ribeiro, 1985), el cual únicamente replicaría
las pautas culturales europeas.
En dicha perspectiva,
el inmigrante, concebido como un símbolo de la laboriosidad, del
“trabajo civilizador” (Lipovetsky, 1994), se habría constituido en un
ejemplo paradigmático a la hora de modificar las costumbres criollas,
signadas como bárbaras por la élite local durante el período de mayor
afluencia inmigratoria (Barrán, 1990a, 1990b).
No obstante, se ha de
escudriñar dicho aporte cultural, en un sentido amplio, antropológico,
desembarazándose a priori de tales presupuestos.
Para contemplar al
mismo en todas sus implicancias, las cuales a largo plazo, han devenido
parte substancial del “ser uruguayo”.
En lo concerniente a la
población estudiada de inmigrantes ligures, ésta presentaría
determinados rasgos culturales que se han enraizado en las sucesivas
generaciones de personas descendientes.
Además de la consabida
laboriosidad ya señalada, la cual tiende a mimetizarse con las pautas de
comportamiento locales al cabo de algunas generaciones, otras características
deben ser recalcadas.
Por caso, la referente
al alto grado de etnocentrismo imperante entre dicho grupo inmigratorio,
aspecto a su vez reflejado en el conjunto de la población nacional, tanto
a un nivel local, como en la diáspora emigratoria generada en las últimas
décadas.
La cual con frecuencia
se muestra proclive a construir una imagen idealizada de su propia
sociedad, aún a través de una postura crítica de la misma, negándose a
reconocer, o descubrir, el influjo de culturas ajenas.
Ello se manifiesta, en
la sistemática estigmatización, o en ocasiones ignorancia, del aporte
amerindio, y afroamericano a la sociedad nacional.
Dichas agrupaciones,
representarían por antonomasia, al “otro”, en el conjunto de una
población que, desde el punto de vista emic, remite sus raíces al viejo
continente.
En el caso del aporte
amerindio, éste ha sido obliterado, fruto del etnocidio planificado para
la población charrúa por los primeros gobernantes del país; o de la
asimilación cultural tanto de niños, mujeres y hombres sobrevivientes al
mismo, como de los elementos tapes - guaraníes, mayoritarios con respecto
a las demás etnias en la campaña de entonces (Pi Hugarte, 1993).
En el caso del aporte
afroamericano, éste se ha visto reducido con frecuencia a un conjunto de
estereotipos, como el correspondiente a la alegría del carnaval o las
Llamadas, al misterio de su umbanda, o a la sensualidad
de la “raza negra”, semejante al de la “pureza” del nativo
esgrimido por ciertos movimientos reivindicativos recientes, los cuales no
hacen más que refrendar, en un plano ideacional, la dominación simbólica
y real, que sobre éstos grupos ha ejercido hasta la actualidad el
conglomerado social.
Por otro lado, el
esquema dialéctico de la concepción del inmigrante laborioso,
“civilizado”, contrapuesto al criollo “holgazán”, “bárbaro”
en la terminología de Barrán (1990a, 1990b), el cual es compartido tanto
por miembros ligures como
descendientes
de la Associazione, perdura en la sociedad nacional, aplicándose desde
las clases medias o altas, a aquellas inmersas en condiciones de vida
desfavorables.
Dicha perspectiva, se
trasluce tanto en un plano coloquial, a través de la apelación a
sobrenombres despectivos, como en un nivel más formal, en la planificación
de programas asistencialistas para dicha franja de población.
La cual con frecuencia
es examinada y sojuzgada, por medio del tamiz de los presupuestos
respectivos a una “cultura de la pobreza” (Lewis, 1964).
Ello, en cuanto a su
reproducción cíclica e inevitabilidad intrínseca de un modo de ser
particular, que la radiaría de las pautas generales aceptadas por el
canon cultural fijado desde el conjunto de la sociedad nacional.
Otro de los aspectos,
reside en el prejuicio manifestado por el inmigrante ligure, sobre la
prosecución de una carrera en la esfera pública, concebida como sinónimo
de clientelismo o corrupción, para los oriundos de las regiones
meridionales en la península itálica.
Esta visión, ha sido
reproducida en buena medida en el seno de la sociedad nacional, fomentada
por la coyuntura histórica del empleo de gran parte de la población en
el sector estatal, desde épocas del batllismo.
Asimismo, entre los
emigrantes uruguayos afincados en otras sociedades (U.S.A., Europa,
Australia), se deslizan ambos aspectos, el de la laboriosidad, ahora
propia, confrontada a la holgazanería, devenida ajena, a la cual se
imbrica desde su punto de vista, con la seguridad obtenida por un empleo
en el sector público, o en el ámbito privado profesional, de la población
local de las sociedades de recepción.
Otro de los valores
inherentes a la construcción de la identidad ligure, el correspondiente a
su reserva y mesura, al “comerse por dentro” expresado por uno de sus
miembros más representativos, también se vislumbraría en la sociedad
uruguaya.
La cual ha ponderado a
partir de la etapa “civilizada” de la sensibilidad nacional (Barrán,
1990a, 1990b) una “cultura del secreto”, signada por la contención
emocional, tanto individual como colectiva.
Dicha postura, condena
con frecuencia, ya no únicamente el éxito personal, el cual es
envidiado, y perseguido, sino la exhibición, o exposición manifiesta del
mismo, a través de comportamientos desinhibidos, “bárbaros”, o por
medio de la ostentación de artículos suntuarios que lo simbolicen.
Ante lo cual, la obtención del suceso personal, ya fuere individual o del “nosotros” de un conjunto determinado del cuerpo social, no se alcanzaría exclusivamente a través del esmero propio, sino también mediante la denigración, estigmatización, o destrucción, literal o figurada, del rival, de los “otros”.
Este punto, se imbrica
con el alto grado del personalismo observado en la detención de los
puestos de jerarquía en el seno de la Associazione Ligure del Uruguay.
Dicha conducta,
responde no tanto a la salvaguarda de los intereses del grupo en concreto,
sino a la obtención de cierto prestigio, inmanente a la relevancia de
dichos cargos, para la persona que los ocupa.
Ante lo cual, se
suceden diversas rencillas o competencias internas, entre quien detenta el
puesto de decisión, y los posibles candidatos a substituirle.
Esto ha constituido
asimismo, una característica de la sociedad nacional. Conforme desde la
segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad, la carencia de políticas
institucionales delineadas a largo plazo, tanto a un nivel político como
social y cultural, acarrean en consecuencia, que éstas dependan
ostensiblemente de la iniciativa de aquellas personas a quienes se les ha
conferido su comando.
Otro de los elementos
que recalcan la identidad ligure, compartido por el resto de la sociedad
receptora, estriba en la asignación tradicional de roles delimitados a
cada uno de los géneros.
En tanto las tareas de
organización de las reuniones mensuales gastronómicas, cuya comida es
resaltada como elaborada de forma “casera”, familiar o íntima, recaen
sobre las integrantes de género femenino de la entidad.
Mientras que el
mantenimiento de las relaciones públicas y formales de la misma, se
preserva para los integrantes masculinos, representados en la figura del
Presidente Honorario.
Otra de las
discriminaciones manifiestas en el comportamiento observado entre los
miembros asociados, residiría en el modo en el cual se recibe, o
“integra”, de su parte, a aquellas personas jóvenes, y aún adultas a
quienes ellos denominan de igual forma, que, en escaso número, cabe
acotar, se aproximan a la entidad
Dado que si bien se
expresa la necesidad de incorporar nuevas generaciones, en pos de mantener
la existencia misma de la Asociación, ante la progresiva desaparición física
de los miembros ligures, y de aquellos descendientes de segunda generación;
en la práctica, se tiende a recelar, por parte de los integrantes adultos
mayores, cualquier aporte, o intento de innovación que provenga de dicha
franja de edad.
Por caso, se ha
observado en forma reiterada durante los almuerzos mensuales, cómo se
aloja en una estancia separada a los escasos niños y adolescentes
concurrentes.
Del mismo modo, se ha
tendido a ubicar al investigador y su pareja, junto con personas quienes
rondaban una edad similar, o en su defecto media o adulta, cuando la ocasión
así lo permitía; sin propiciar una plena apertura hacia, y desde el
grupo de adultos mayores, de oriundos y descendientes, predominante en las
fiestas.
Empero quepa reseñar
en torno a este último aspecto, que la pauta de disposición de las
mesas, acorde a núcleos familiares o de amistades ya concertados de
antemano, dificultaba la posibilidad de concreción de tal emprendimiento.
Significativamente, la
única actividad dirigida a los jóvenes, correspondiente a la celebración
de torneos deportivos de fútbol cinco con otras asociaciones regionales,
se produce en un ámbito ajeno a la entidad, prevaleciendo entre sus
participantes, el afán recreativo por una posible reivindicación o
integración a la causa asociativa a la cual se pretende representar.
Asimismo, la actitud de
aletargar la consideración de la opinión brindada por posteriores
generaciones, al momento de disertar sobre las actividades o políticas de
la Asociación, se trasunta en el acto de designar a determinadas personas
como “jóvenes” aún cuando éstas ronden en su edad adulta, entre los
treinta o cuarenta años de edad.
Huelga añadir, que
dicha ausencia de renovación generacional, propia de una actitud
paternalista y autoritaria, indiferente ante las reivindicaciones y opinión
de las generaciones más bisoñas, constituye otra de las características
de la sociedad uruguaya en su conjunto.
A modo de corolario, se
ha de establecer, que mediante las consideraciones vertidas previamente,
se ha procurado ofrecer elementos de análisis que contribuyan a elaborar
una más exacta definición del concepto de “nosotros”,
“uruguayos”, a partir del estudio de esos “otros”, inmigrantes,
descendientes de africanos, o amerindios, desde los cuales se ha
conformado demográfica, cultural, y socialmente, la población actual del
país.
Este trabajo, se ha
propuesto llevar a cabo dicha tarea, en el caso de la inmigración
italiana en general, y de la Liguria en particular, a modo de contribuir
en tal objetivo, desde nuestra condición de estudiante de la Licenciatura
en Ciencias Antropológicas de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la
Educación de la Universidad de la República.
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ANEXO I :
ESTATUTO
LEGAL DE LA ASSOCIAZIONE LIGURE
Conforme la
Associazione Ligure del Uruguay se han constituido formalmente hacia 1982
en una Asociación Civil sin fines de lucro, registrada en el Ministerio
de Cultura, dicha condición conllevaba la redacción del correspondiente
estatuto, a fin de dar cuenta de su funcionamiento interno.
A continuación se ha
de relevar el contenido de dicho estatuto, denominado como “estatuto
tipo”, ya que reúne las diversas normas solicitadas desde el punto de
vista jurídico para la conformación legal de una asociación.
En su artículo
primero, describe la naturaleza asociativa de la entidad.
En el artículo
segundo, declara que sus fines residen en mantener vivas las tradiciones
de la Liguria, al tiempo de promover el contacto con otras Asociaciones
Ligures del mundo.
También resalta el
brindar asistencia social a sus miembros emigrados y emigrantes, y
efectuar diversas actividades tales como obras culturales, artísticas,
sociales, o fiestas de camaradería.
En el artículo
tercero, describe que el patrimonio de la asociación estará conformado
por los aportes, donaciones o contribuciones realizadas por los asociados.
En el artículo cuarto,
se desglosan las diversas categorías de socios comprendidas en la
Asociación, ya fueren éstos fundadores, activos, honorarios,
suscriptores.
Los activos han de
poseer al menos un año de antigüedad comprobado en el registro
correspondiente, amén de cumplir con las obligaciones que ello implica.
En tanto los
honorarios, adquieren tal condición a raíz del mérito, o la prestación
de servicios relevantes.
Los suscriptores por su
parte, constituyen una categoría legal
creada para incluir a aquellos menores de dieciocho años de edad.
En el artículo quinto,
se establecen las condiciones formales, a través de una solicitud
escrita, para requerir el derecho a ingreso a la Asociación.
En el artículo sexto,
se condiciona dicho ingreso al ser natural o descendiente de la región de
la Liguria.
En el artículo séptimo
se señalan los derechos de los asociados, tales como constituirse en
electores y elegibles, convocar a la Asamblea General, utilizar los
servicios de la Asociación, o presentar diversas iniciativas a
consideración del órgano correspondiente como la Comisión Directiva.
Como contrapartida, en
el artículo octavo se reseñan los deberes contingentes a los asociados,
específicamente el de abonar las cuotas y contribuciones pertinentes,
además de acatar los reglamentos internos de la Asociación.
En el artículo noveno
se describen las sanciones a aplicar a los socios, concretamente el de la
expulsión en caso de agravio a las instituciones asociadas, autoridades,
o principios morales, o por desacato reiterado a las resoluciones tomadas
por las autoridades.
Mientras que la
suspensión se aplica por un plazo de seis meses, en caso de comisión de
actos u omisión, u agravio a las instituciones conformadas, decidiéndose
tal medida por una votación de mayoría simple en el seno de la Asamblea
General.
Otro de los castigos
establecen la suspención automática, para aquellas ocasiones que
revistan mayor gravedad a juicio del órgano deliberante.
En el artículo décimo,
se especifican las diversas autoridades constituidas en la Asociación. La
Asamblea General conforma por tanto, el órgano soberano de los asociados,
adonde los mismos adoptan las decisiones que atañen a su organización.
En el artículo undécimo
se acota que la Asamblea General Extraordinaria se ha de reunir a sesenta
días de haberse efectuado el ejercicio económico a modo de realizar una
memoria y balance anual, requerido legalmente.
En el artículo duodécimo
se aclara que la convocatoria a una Asamblea General ha de llevarse a cabo
mediante un aviso escrito personal, con una semana de antelación ya fuere
en un periódico local, o diario.
En el artículo trigésimo
se establece que la Asamblea General Extraordinaria ha de tratar los casos
estipulados en la Convocatoria, por mayoría simple.
Así mismo, la Asamblea
conlleva el registro de sus actas en un libro especial, mantenido a tal
fin.
En el artículo décimo-
cuarto, se aclara el requerimiento de mayorías especiales en caso de
solicitarse la destitución de la Comisión Directiva, la reforma del
estatuto o la disolución de la entidad en sí misma, por la proporción
de tres quintos de los votos hábiles.
Para ello, la Asamblea
debe efectuar diversas convocatorias: una primera, una segunda, diez días
después, y una tercera, para la cual
es necesaria la presencia de al menos el veinte por ciento de los
asociados habilitados.
En el artículo décimo-
quinto, se especifica que aquellos miembros de la Comisión directiva,
abocados a la administración y dirección de la entidad, han de ser ocho,
mayores
de edad, quienes han de permanecer por espacio de dos años,
en sus cargos, pudiendo ser reelectos hasta por dos períodos.
El Presidente, se ha de
escoger, entre la lista más votada por la masa social.
En el artículo décimo-
sexto, se subraya que en caso de ausencia del Presidente, se designa uno
por la Asamblea General, o en la hipótesis de
la falta de miembro de la Comisión Directiva, se han de suplantar
con miembros designados por aquella.
En el artículo décimo-
séptimo, se describen las competencias y obligaciones de la Comisión
Directiva, entre las cuales resaltan el de llevar a cabo los distintos
actos jurídicos, decisiones y resoluciones de la Asamblea General.
Si bien está
habilitada al manejo de fondos económicos, en el caso de transacciones
que requiriesen una cantidad superior a las 150 unidades reajustables, por
norma se necesita la aprobación de la Asamblea General.
En el artículo décimo-
octavo, se reglamenta el funcionamiento de la Comisión Directiva,
conforme ésta ha de sesionar al menos una vez al mes, con la asistencia mínima
de cuatro de sus miembros.
Poseyendo el Presidente
un doble voto en caso de que se requiriera un desempate para dirimir las
distintas situaciones planteadas.
En el artículo décimo-
noveno, se especifican las condiciones de integración y
mandato de la Comisión Fiscal, conformada por tres miembros titulares
mayores de edad.
En el artículo vigésimo,
se acotan sus atribuciones, la cual puede solicitar medidas tanto a la
Comisión
Directiva, como la reunión de la Asamblea Extraordinaria.
Dado que se ha de
abocar a diversas tareas estipuladas, tales como ser a la fiscalización
de los fondos sociales e inversiones empleados en la Asociación, a la
inspección de los registros contables, a la verificación del balance
anual, al asesoramiento de la Comisión Directiva u otras funciones
delegadas en ella.
En el artículo vigésimo
primero, se establece que la Comisión Electoral se ha de integrar por
tres miembros titulares, elegidos por la Asamblea General Extraordinaria,
dedicándose en tareas concernientes al acto eleccionario celebrado cada
dos años, tales como el escrutinio, registro de los diversos candidatos
implicados, o el llamado a una Asamblea General Extraordinaria en caso de
comprobarse irregularidades.
En el artículo vigésimo
segundo, se describe que la elección se ha de efectuar cada dos años, a
treinta días de la Asamblea General correspondiente a tales efectos,
siendo el voto secreto entre los asociados.
Con tal motivo, las
listas se deben registrar en la Comisión Electoral, con ocho días de
antelación al acto eleccionario.
Para la conformación
de una lista, ésta debe contar con la firma de los candidatos en ella
incluidos, amén de las de otros diez socios activos.
En el artículo vigésimo
tercero y cuarto, se aclara que los cargos electivos se han de ejercer de
forma honoraria, sin percibir remuneración por los mismos, prohibiéndose
que sus miembros titulares, o suplentes, reciban dinero por tal concepto.
En el artículo vigésimo
quinto se dispone la realización de un ejercicio económico cada 31 de
diciembre, a modo de balance y memoria anual.
A modo de conclusión,
cabe establecer que a lo largo del trabajo se han delimitado las
recurrentes incongruencias entre la imagen de formal homogeneidad
proyectada desde el seno de la entidad hacia el exterior, mediante su
estatuto, y las particularidades acotadas a partir de la observación y
entrevistas desarrolladas durante el trabajo de campo.
En razón de ello, se ha considerado pertinente la inclusión detallada del mismo, en pos de dar cuenta de las divergencias mencionadas, las cuales atañen a distintos aspectos vinculados a la Asociación, tales como su composición, desarrollo, actividades; o ethos característico, a partir del cual los integrantes oriundos conforman un sentido de identidad y pertenencia específico. |
Carlos Defazio
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