Motivación por la paradoja[1] |
El profesional entró pensativo al escritorio
del socio director del bufete. Dudaba en plantearlo. Ni el desasosiego ni
la indecisión le impedían exhibir una apariencia intachable. Aun
sabiendo que en La Empresa se valoraba la capacitación y el desarrollo
individual (es más, la competencia curricular agregaba valor per
se), el joven se sentía inseguro, que las incertidumbres son muchas y
la certeza ninguna, entre otras cosas porque el estilo de liderazgo que
ejercía el socio director era algo particular: solía motivar por la
paradoja. En las personas radicaba la habilidad de apañarse con lo que
recibían. Quizá por ello se veían reconocidas, y de cierta manera
halagadas, cuando al menos se les maltrataba, por aquello de que cuando no
hay caricias buenas son las bofetadas. Al contrario de lo que sostiene la teoría más
recibida sobre el comportamiento humano, en La Empresa, mediante el
peculiar trato personal, se obtenía de los profesionales un grado de
adhesión y compromiso envidiables para cualquier organización. Sea como fuere, que así es el mundo y no se
trata de aventurarnos con temerarias deducciones, lo cierto es que los
empleados preferían siempre la toxina del sarcasmo a esa desatención
amable de no existir como personas, padecida en silencio más que nadie en
La Empresa por secretarias y administrativos, “último eslabón de la
escala zoológica”, como se proclamaba con mañoso cinismo. Cuando uno
es ignorado por otro, no cualquier otro sino otro que resulta
especialmente significativo, se experimenta la peor versión del
desprecio. Mas, volvamos al profesional y sus
intenciones. Después de dar algunas vueltas, se animó y, tímidamente,
tentó fortuna: –Me gustaría hacer un posgrado –farfulló. El socio director del prestigioso bufete
levantó su cabeza de la lectura, le echó un vistazo de arriba abajo,
buscando identificar algo en el joven que explicara la impostura, o que
denotara arrepentimiento, y le preguntó: –¿Y dónde lo querés hacer?,… ¿en la
Escuela Horizonte? (N) Nota: La Escuela Horizonte es una escuela especial dedicada a la atención de niños y jóvenes portadores de parálisis cerebral en sus niveles más comprometidos.
[1] Relato publicado en el libro “La Empresa Inefable. Fragmentos de una historia apócrifa”, 2003, edición del autor. Desde una perspectiva uruguaya, los relatos de La Empresa Inefable articulan y recrean, mediante una narración irónica y antojadiza, un repertorio de anécdotas provenientes del mundo de lo cotidiano en las empresas. |
por
Héctor de Souza
“La Empresa Inefable. Fragmentos de una historia apócrifa”, 2003,
edición del autor, 152 páginas. (Impreso en Uruguay, ISBN: 9974-39-511-9)
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