Mosquitos

Leonardo de León

Un picotón. Otro.
Los mosquitos que en la oscuridad son cosquilleo
descansan acodados a la barra de la mesa de luz
cercana.

Un aplauso que ellos juzgan un honor,
gesta su entierro sin oración o sepulcro.
No van al cielo ni al infierno.
Ni al limbo (ese paraíso verdadero que es la Nada).

La existencia reducida a la búsqueda sangrienta
de un espécimen cualquiera; se termina con el sonoro 
encuentro de las palmas. El ruido es el de un beso.

El verdugo insomne lava las manos salpicadas
de sangre íntima y confundida con otra.
Se acuesta y duerme, ingenuo.
No sabe que es igual a aquellos que mueren
en vuelo descuidado, bajo el aplauso de uno más grande y atroz.

Leonardo de León
De Brevedades Negras

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