Burgundia, un país en la niebla

Leonardo de León

Felisberto Hernández promulgó un literatura nacional que combinaba, en una magistralidad descriptiva, la fantasía y el humor. Imposible es olvidar la atmósfera recargada de elementos, anécdotas, y valoraciones simultáneas que el mundo felisbertiano expone en cada textura sintáctica. La literatura de Martínez Cardona (Minas-1971) parece perseguir con vehemencia ese camino constructivo de densidad e incognoscible destino narrativo.

Enfrentarse a un libro de este autor minuano (que actualmente reside en Bolivia desde 1996) representa una aventura en la lectura, un pasaje a mundos ignotos, absurdos, retorcidos por la realidad, coloreados por la ficción. Sus obras acumulan materiales narrativos más bien breves, que explicitan un anhelo de perspicuidad que se concreta valientemente en cada relato. La influencia Borgeana no solo se corrobora en la exactitud sintáctica de sus textos, sino en la contaminación persistente de componentes ideológicos que se expanden hacia terrenos filosóficos, metafísicos, babilónicos. Así, los escenarios que los personajes se dignan en transitar, se construyen a partir de un plexo descriptivo de solidez respecto a los significados. Las atmósferas cobran rasgos mitológicos, legendarios; donde los personajes parecen adoptar una voluntad que obvia las intenciones autoriales o narrativas, emprendiendo un destino auto-construido que se somete a las irreconocibles configuraciones del azar. En cada narración, esa sorpresa invade la percepción lectora, y asegura una atención que se adhiere a la búsqueda e incertidumbre

Uno de sus libros mejor logrados, quizás sea "Noticias de Burgundia"(1999), donde se divulga una invención escénica admirable. El libro nos presenta una serie de crónicas que, paulatinamente, gestan en el cerebro del humilde (siempre humilde) lector ese lugar denominado "Burgundia". Antes de iniciarse la concatenación de crónicas que componen el volumen, se luce la siguiente inscripción: "Memorias dispersas y de escasa relación. Referencias vagas a un lugar imposible, consignadas por un cronista no menos grotesco: Acutángulo Plumanegra..." Así, se nos presenta la voz de un narrador que no volverá a intervenir en la narración, un narrador efímero que se confunde con categorías que suelen aplicarse a los personajes. Pues podemos llegar a decir que esta voz enunciadora cumple una función propedéutica en la historia, pero su aparición es de absoluta relevancia para la iniciación de las crónicas y las comprensión de las mismas; lo que podría conducir al analista a olvidar el divorcio entre las estructuras semánticas (narrador), y las estructuras sintácticas (personajes) de toda manifestación textual narrada, y considerar a esa voz como un "actante" virtual o "narrante".

La trasgresión es densa desde el primer enunciado, pues se nos advierte lo azaroso de la organización interna de las crónicas (Memorias dispersas), de una ausencia de veracidad factual(referencias vagas), de la imposibilidad existencial del lugar(un lugar imposible), y de la irresponsabilidad editora (un cronista no menos grotesco). De esta manera, se instala una introducción ficcional donde intervienen dos variables: lo absurdo, y lo fantástico. Desde allí en adelante, la tarea de entretenernos se vuelca sobre el señor Acutángulo, que entre todas sus crónicas escribe esta:

En su críptico lenguaje de latitudes y longitudes, los cartógrafos hablan de un misterioso punto donde los trópicos –como las paralelas en el infinito- se unen. Allí está Burgundia (al sur del Golfo de Mlejnas y algo al norte de la península de Bikanir). Ciertos navegantes, de opinión más heterodoxa, describen a estos países como una "isla móvil", formada por capas sedimentarias acumuladas sobre el lomo de un gran animal acuático. De ahí su incierta, errática, localización.

Como puede apreciarse, la localización del lugar resulta racionalmente imposible. Se evidencia una concepción matemática que fatiga las asociaciones de los "ideales geométricos" que Karl Pearson se dispuso a investigar. La referencia al movimiento que promueve el gran animal acuático que sostiene al escenario no se abstiene de connotaciones alegóricas, pues recuerda al monstruo denominado Bahamut. Este ser es referido por Jorge Luis Borges en "El libro de los seres imaginarios", donde se explica que el mundo se sostiene en los brazos de un ángel (que admite analogías con Atlas), este ángel es sostenido a su vez por un monte de rubíes que posee como soporte el lomo de un toro denominado Kuyata, mientras este se sostiene en Bahamut. Ahora bien, si consideramos que el autor no ha ignorado estos datos, tampoco debe haber ignorado la base de neblina en la que se refugia Bahamut, lo que nos hace pensar en Burgundia como un lugar de andamiaje difuso e impenetrable. Esta postura del mundo como neblina tampoco ha sido ignorada por Olaf Stapledon en su obra "Hacedor de estrellas", ni por Snorri Sturluson en "La alucinación de Gilfi". Todo este enmarañamiento de personajes y concepciones, puede otorgar mayor consistencia al comportamiento narrativo de Acutángulo Plumanegra, y la deliberada presentación del narrador efímero que le antecede en la discursividad.

Los libros "Cuentos para emborrachar la perdiz"(2001) y "Macabria y otros cuentos"(2002) continúan con la potencialización imaginativa ya iniciada en las crónicas de Acutángulo. Quizás el mayor mérito sea el tratamiento de elaboración del relato, evidenciándose una envidiable compresión semántica en cuentos como "El mismo" que se cita a continuación, y que demuestra la inserción vertiginosa del microcuento en el ideal lector:

Dos guerreros cruzan espadas durante años.

No saben que son el mismo.

Otro ejemplo de sagacidad imaginativa e hibridación anecdótica se evidencia en el siguiente relato. El lector no solo advertirá un retorcimiento en el esquema accional mitológico, sino posibles capas semánticas subyacentes en relación al cuento "El infierno tan temido" de Juan Carlos Onetti.

Sabido es que el encuentro de Ariadna con el Minotauro fue amor a primera vista. Por eso, cuando Teseo (un pretendiente odioso y tenaz) fue en su busca, ella lo extravió con su telaraña de hilos, perdiéndolo para siempre en el laberinto mientras se burlaba desde la muralla, bien tomada del talle por el bicorne príncipe de Creta. Únicamente entretuvieron (y torturaron) a Teseo en su largo extravío las fotografías que a manera de postales le fueron llegando desde diversas partes del globo: Ariadna y el Minotauro posando sonrientes frente a la Torre de Pisa; abrazados en el salar de Uyuni; semidesnudos y ornados con guirnaldas en las insoladas playas de Hawai...

Cartografías (2005) retoma la centralización descriptiva en Burgundia, y adiciona componentes más certeros respecto al cronista Acutángulo. El artificio radica nuevamente en la obsesión de lo absurdo y paradójico del mundo, que siempre se enfrenta a circunstancias infundamentadas, que es susceptible de resumirse en una niebla epistemológica que recuerda a las insatisfacciones fáusticas. La ausencia de fundamentos en algunas actitudes refiere una vez más a la niebla, a la estructura evanescente e impenetrable del ser humano. De alguna manera, Burgundia no descree del posicionamiento idealista Berkeliano, pues allí todo parece flaqueado por el absurdo y la irreverente presencia de lo material.

Luego de la experimentación exitosa de la narrativa, Cardona se ha movilizado a las laberínticas interacciones del drama. "El banquete"(2005) demuestra las mismas facultades imaginativas, y las mismas temáticas que, en la mente del autor, parecen cobrar dimensiones infinitas. Ignorando las postura antialegórica de Benedetto Croce, y adoptando un posicionamiento Chestertiano opuesto, la alegoría se hace presente. El esquema de relacionamiento que se establece entre los personajes parece mostrar una alteración del principio de socialización, lo que se adhiere a concepciones alegóricas de la ruptura del contrato social, donde solo se admiten circunstancias incoherentes y, por momentos, recargadas de violencia. De alguna forma, este libro admite mayores nexos con la literatura comprometida; pero solo interpretada desde lo alegórico. "El Banquete" recoge el artificio de Bekett, y por momentos, lo supera.

Leonardo de León
Revista literaria Iscariote.

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