Prólogo a
"El segundo nacimiento de la rosa" |
Me sucedió frente a este "Segundo nacimiento de la Rosa" - justamente por la reiteración de un vocablo que aquí adquiere, valor simbólico -recordar las variantes de la primera declinación latina: rosa, rosae, rosae, rosan. . Pero ¡cuidado! que esto nada tiene que ver con alguna asociación de tipo gramatical sino por las posibilidades de expansión que tiene la palabra rosa, en muchas más direcciones que el nominativo, genitivo, dativo y acusativo del vocablo, del que no es necesario poseer una imaginación exuberante para vincularlo con fragancia, juventud, sexo femenino, amor, vida y tantas otras cosas de signo parecido. Existe, por otro lado, una larga tradición literaria de la rosa que hace innecesario consultar libros: |
"en
tanto que de rosa y azucena se
muestra la color en vuestro gesto .................................................... marchitará la rosa el viento helado (Garcilaso) Y en la tersa arena cerca
de la mar tu
carne rosa y morena súbitamente, Guiomar (Antonio Machado) |
o
el ejemplo de una de las primeras novelas de la literatura francesa:
"Le roman de la rose" o una de las últimas de la italiana:
"En nombre de la rosa". Está demás aclarar que no pretendo trazar en las escasas líneas asignadas a un prólogo el feliz itinerario que ha tenido la rosa y sus derivaciones en el campo de la literatura. Me voy a referir en esta nueva entrega lírica de Rosa Dans. Donde, por supuesto, la rosa (nombre propio convertido en una señal de identidad) tiene un lugar significante o, mejor aún, adquiere el sentido de "significante": |
Aquí
traigo seis rosas
las elegí en el Alba por
eso es que derraman un olor imprevisto más
un imponderable que les pesa a los pétalos y llamaremos Muerte |
Porque quien piensa en rosa -plenitud, vida, no puede dejar de pensar en su fatal contracara: rosa - decadencia, muerte. Y, claro, esta vieja compañera del hombre está presente, como lo está en toda la poesía lírica, que posea un agudo y absorbente sentimiento de temporalidad: |
¡Salve!
Muerte modesta, feroz, socarrona que
tachas el pasado como
si fuera falso novelón imposible de
remiendos urgentes y
que exiges más carne, más sol más pensamiento |
Obsérvese la manera original, personal que posee este saludo a la Muerte, Personalidad, originalidad que se deslizan a lo largo de este pequeño volumen: |
Debo
cerrar mi bolso en la heladera para que inverne al sol de mi recuerdo.. |
Si
los eternos mitos de la humanidad entreverados entre los enseres
cotidianos. Y asociando recuerdos -para seguir el hilo de la última
palabra de un texto que citábamos- puedo evocar de manera particular la
noche en que nos reuníamos casi clandestinamente un grupo de escritores
para hacer de cuenta que la idea, la palabra, la poesía no habían muerto
de sed en el desierto que cultivó (¿y acaso no es posible cultivar
desiertos?) la dictadura, aun moribunda, en los primeros años de los
ochenta. Fue una de aquellas noches que aposté (otros ya lo habían
hecho) por el perfil poético de Rosa Dans en ocasión de la presentación
de "Canto de la Dulcísima Tristeza". El tiempo, desde entonces,
creo que ha hecho madurar esta rosa como para que ahora asistamos a su
segundo nacimiento. ................................................................. |
Juan Carlos Legido
(La Paloma, octubre 1989)
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