Personajes planos y redondos. Primera Parte.
Movidos por principios o por metas. Héctor D’Alessandro
Abril y 2008
La conocida clasificación (“personajes redondos y planos”) del novelista
británico Edward M. Forster merece una amplificación y una
profundización.
El sociólogo Max Weber estableció de un modo claro y asaz elegante la
distinción entre objetos de estudio y conceptos y los problemas de
conocimiento derivados de la confusión no del todo consciente entre las
palabras y las cosas.
Weber estableció como adecuado el uso de conceptos alejados de la lucha
por su significación en el ámbito social. Conceptos con una clara
definición denotativa (la definición del diccionario) y con pocas
“connotaciones”: las diferentes definiciones que le da la gente. Es
decir, establecer conceptos tan claros como “silla” y lejanos, dentro de
lo posible, de la ambigüedad u oscuridad que puedan envolver a conceptos
como “libertad”.
Estableció asimismo el concepto epistemológico de “tipo ideal”. Un “tipo
ideal” es un concepto complejo que conjuga una o más variables y las
hace funcionar como herramienta de explicación a la vez que de
indagación. Su tipo ideal más famoso es el de “espíritu del capitalismo
y ética protestante”. Esta construcción establece un vínculo entre dos
elementos que resulta verosímil y que a la vez que permite explicar
permite indagar en todos aquellos casos en que resulta falso. Ni todas
las zonas del planeta donde se extendió el protestantismo desarrollaron
un capitalismo avanzado ni la existencia de otras religiones impidió el
desarrollo del capitalismo. El tipo ideal, he aquí su mayor logro,
resulta muchas veces más útil cuando más falla. No obstante el uso
habitual poco entrenado de la mente conceptual tiende a hacer de los
conceptos lechos de Procusto y si los hechos no se adaptan ya se hace lo
posible y lo imposible para que lo hagan, o se mira a otra parte.
Si vamos al terreno de la narrativa vemos que los conceptos de
“redondo”y “plano” tienen mucho de ambigüedad, debido al uso social que
de ellos se hace. En la serie “7 vidas” de Telecinco, en un capítulo le
rechazan un guión a un personaje diciéndole en el informe, entre otras
lindezas que sus personajes son “planos”. Pero utilizando “plano” como
un equivalente a “chato”, “carente de vida propia”, “simplón”, etc.
No se necesita ser muy listo para deducir que al decir personajes
“redondos” se puede inferir (por aquello de “me salió redondo”) que
están bien hechos.
Pues nada más lejos de la realidad conceptual.
“Plano”, es el concepto que utiliza Forster para indicar que al
personaje no la suceden cosas y se mantiene siempre igual a sí mismo,
pase lo que pase a su alrededor. Generalmente encarnan un vicio o una
virtud y funcionan un poco al modo de maquinas que siempre actúan igual
ante idénticos estímulos o lo que es peor, actúan igual ante estímulos
bien diferenciados. Muchas veces por esto suelen ser cómicos, son como
un mecanismo de relojería que actúa siempre igual y dado el nuevo
estímulo, el lector ya sabe cómo procederá, de lo cual ya deduce de
antemano las consecuencias y las risas se desatan. “Carlitos” de Chaplin
es un personaje plano por excelencia. “Pantaleón Pantoja” encarnación de
la eficacia administrativa militar, es un personaje plano que provoca
muchas risas y todo su entorno cambia y su vida sin que el se aparte un
ápice del modo en que enfoca los sucesos que se presentan a su
consideración.
“Redondo”, por otra parte, es el concepto que Forster usa para indicar
al personaje al que no sólo le pasan cosas sino que estas le afectan y
en consecuencia cambia.
Dentro de una misma novela, asimismo, puede haber personajes planos y
redondos. La presencia de planos hace más redondo al redondo, por
contraste.
Ahora bien, redondo o plano no significa profundo o superficial.
Pantaleón Pantoja es profundo en tanto podemos apreciar claramente que
alguna herida tremenda hay en su vida pasada y actual y en el sistema
que lo hace posible. Una persona no puede ser un autómata más que como
una elipsis de un desgarro. Un personaje tampoco. La presentación en
acción del autómata Pantoja habla más de lo que no está presente en
escena que de lo que es la mera aventura. En ese sentido es profundo.
Indaga en zonas interiores donde el dolor puede saltar a la superficie
en cualquier momento. Si sólo se considera la “aventura” los hechos
externos que “le suceden” es superficial, incluso banal y puede dar
lugar a un juicio del tipo de “es increíble que haya sistemas así”. Se
pierde aquí la riqueza que pueda haber en un sistema que ha gastado
tanta energía como para producir un ser de estas características.
Volviendo a la indagación narrativa podemos establecer que el personaje
plano puede dar lugar a profundidades. El autor las coloca a lo largo de
la obra como un sistema de minado narrativo; el lector depende de su
entrenamiento personal como tal para verlo o no.
Por otra parte y como contraste, el personaje redondo puede a veces
resultar aburridamente superficial si está todo el tiempo estableciendo
comparaciones, asociaciones, silogismos, tautologías y demás tipos de
pensamiento, incluso emociones, acerca de fenómenos del tipo de “me caso
con fulanita o con menganita” “esto habrá sucedido porque lo ofendí o
todo lo contrario”, “¿salgo del armario o me quedo en el armario, me
trago la llave del armario?”. Juan Perucho dijo hace muchos años que lo
que le sucede a Juan y María que se conocen y se enamoran en el barrio,
ya no le interesa a nadie. Que un personaje entre en la categoría de
“redondo” no garantiza su “profundidad”, ni siquiera una “interesante”,
en términos narrativos, “superficialidad”.
El error parte de considera a los conceptos como hechos. Como si alguien
pudiera exclamar y preguntarse compungido “¡Pero si mi personaje es
redondo! ¿Cuál puede ser el defecto?”
“Redondo” y “plano” son conceptos y la realidad narrativa es mayor. Son
“tipos ideales” a partir de ellos se puede establecer un paradigma para
indagar los personajes no para medirlos. “Profundidad” y
“superficialidad” son otros dos conceptos por definir que contribuyen al
establecimiento del tipo ideal de indagación en la creación de
personajes. ¿“Profundidad” o “superficialidad” como cantidad absoluta de
trama que el personaje desarrolla en la obra? ¿”Profundidad” o
“superficialidad” como característica desde la cual el personaje actúa
en su realidad narrativa?
Me inclino por esta última. Sin descartar que como en todo “tipo ideal”
siempre se moverá una variable que desajuste todo el plano. Desajuste
que demuestra su verosimilitud e inteligencia o lo falsea, estableciendo
la verdad para el caso en cualquier circunstancia. Su verdad concreta de
caso. Una verdad de alcance intermedio.
El ajuste necesario de los conceptos de “redondo” y “falso” se me ocurre
que podemos construirlo recurriendo a los conceptos de Max Weber de
“acción de acuerdo a fines” y “acción de acuerdo a principios”.
Conceptos que él estableció con el agregado de “racional” (“acción
racional de acuerdo a...”) para la indagación de la acción política.
Así, la acción de agente capitalista que obtiene éxito garantiza que
Dios está de su parte. El fin de la ganancia está en concordancia con el
principio teológico.
En las zonas católicas del planeta el fin o la meta de la ganancia está
en desacuerdo con el principio teológico.
Pongo estos ejemplos a propósito porque fines y principios se pueden,
incluso, confundir.
De todos modos, a diario en la acción política se puede observar que
puesto en una encrucijada, el político tiene que coordinar sus metas con
sus principios y modificar dinámicamente a ambos.
Volviendo a los personajes podemos entonces establecer una clasificación
de personajes.
Redondos y movidos por un Objetivo. Eugenio de Rastiganc.
Redondos y movidos por Principios. Raskolnikov
Planos y movidos por un Objetivo. Cualquier protagonista de una novela
de aventuras.
Cualquier personaje que tenga una intención (buena o mala) oculta.
Planos y movidos por Principios. Cualquier personaje secundario que se
vea llamado a hacer de conciencia del protagonista. El padre Pirrone de
“El Gatopardo”.
Creo que este aporte contribuye a clarificar el aporte de los diferentes
tipos de personaje dentro de las dinámicas narrativas.
El personaje redondo movido por principios resulta tan interesante como
el movido por objetivos. Aunque el movimiento por principios lo vuelve
más “ligero” e interesante para el lector.
El personaje plano movido por objetivos puede ser el motor de la acción
en una novela en la que prime el elemento acción física (aventura) de
traslados y obstáculos constantes. Como secundario con una intención
oculta puede ser interesante en tanto es el maligno al que hay que
detener de una buena vez en su accionar o el que quiere apoyar a pesar
de a que lo rechacen y no sólo no se vea su buena intención sino que se
cometa una injusticia contra él por efecto de su ambigüedad.
El personaje plano movido por Principios es un personaje muy
interesante, de hecho el Gatopardo es una novela que tiene varios de
estos personajes que llaman a las puertas de la conciencia del Príncipe
Salina con distinta suerte. En “Papá Goriot” el mismo personaje Vautrin,
tan importante en toda la saga de la “Comedia humana” de Balzac hace de
plano en un momento dado y aconseja e instruye a Eugenio de Rastignac,
sólo que la suya es una conciencia cínica.
El plano movido por principios, a priori, podemos afirmar que es “más”
profundo que el movido por objetivos.
En el próximo artículo expondré un instrumento conceptual de mi creación
al que llamo rejilla Foster-Weber para el análisis de personajes.
La Rejilla Forster-Weber de H. D’Alessandro para el análisis de
personajes.
Así he decidido llamar al instrumento conceptual consistente en un
cuadro de doble entrada en el cual podemos “introducir” a cualquier
personaje a la hora de analizar o concebir una novela.
Con este cuadro podemos medir la eficacia con que desarrolla su acción
narrativa y la coherencia que esta tiene.
Personajes movidos por un objetivo. Aquellos personajes que quieren
conseguir algo. Desean obtener algo y atraviesan una serie de procesos
con obstáculos y elementos que le facilitan el camino. (Eugenio de
Rastignac, protagonista de “Papá Goriot” de Honoré de Balzac). El
personaje movido por un objetivo parece más “ligero” que el movido por
un principio; la direccionalidad hace que atraviese la escena o escenas
de la novela con mayor viveza.
Personajes movidos por principios. Aquellos personajes que basan sus
decisiones en la acción narrativa en un “principio”. Entendiendo por
principio no sólo los principios éticos o de alguna de las múltiples
morales presentes en la realidad narrativa. Principio que, en el caso,
por ejemplo, de “El hombre del subsuelo” de Dostoievski, está claro
desde la primera línea cuando dice “Soy una hombre malo, soy un hombre
malicioso”. En consecuencia, todas sus decisiones estarán basadas en
esta decisión narrativa primera. Oscar Matzerath, protagonista de “El
tambor de hojalata”, entre los “principios” que posee, está el de ser
enano voluntario y poseer una voz vitricida. Para mí, un “principio” en
narrativa puede ser cualquier condición presente desde el arranque que
condiciona o predispone las decisiones del personaje en un sentido u
otro. Gregor Samsa, ademas de constituir el arquetipo del personaje
redondo, es un muy buen ejemplo de personaje movido por el principio
condicionante de ser una cucaracha. El personaje
movido por un “principio” (un principio motor o rector) ha ido
abandonando durante el siglo veinte el aspecto direccional y ha devenido
el personaje divagador de las llamadas novelas “sin trama”, como las de
Magris o Sebald, donde lo que importa es el paseo por los paisajes
narrativos (de hecho el “paseo” es un motivo recurrente en este tipo de
novelas) o el estar en un entorno sin tener una actividad narrativa muy
vibrante. Julien Gracq es una ejemplo magnifico de estos dos extremos.
En “Las aguas estrechas” el motivo central es “el viaje” o “el paseo” en
tanto en “Un balcon dans la forete” (traducida como “Los ojos del
bosque”) el motivo se desarrolla como un “estar” en un entorno antes que
pasear o moverse por el mismo. Parece como si Gracq hubiera firmado,
irónicamente, el testamento novelístico de la herencia procedente de la
Odisea (su odisea por el Loira es bastante civil y muy poco atormentada
por presencia mitológicas, las preencias son antes que todo literarias y
muy amables, además) y de la Ilíada (los personajes de “Los ojos del
bosque” son precursores de la serie “Mash” y “Trampa 22”antes que
herederos de los sudores y devaneos de Aquiles sobre la tierra
castrense).
Como ya dije en mi artículo anterior, un tipo ideal conceptual nunca es
un modelo exacto, es una aproximación heurística de gran utilidad. Ahora
podemos ver que el personaje no es totalmente movido por principios ni
totalmente movido por objetivos pero que entre ambos extremos hay muchas
posibilidades y los extremos justamente fundan escuelas que son bien
diferenciadas.
A efectos prácticos: a la hora de medir la adecuación con que un
personaje ha sido creado deberíamos pasarlo por la rejilla que un poco
en broma y poseído por los espíritus del entusiasmo he llamado de
Forster-Weber y ver cuanto “objetivo de más tiene” o cuanto “principio
de más”. Cuanto “principio” u “objetivo” se debe agregar. Puede que
halla personajes demasiado cansinos sobrados de “principios” y faltos de
objetivo” o demasiado superficiales y gratuitamente vivarachos sobrados
de objetivo pero sin ninguna sustancia aportada por algún tipo de
“principio”.
(Estos dos artículos aparecieron en mi blog psicocuantico.blogspot.com
en 2008)
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