Prólogo a “Cicatrices” |
Dentro
de la historia del teatro latinoamericano, es sin duda el teatro mexicano
el que cuenta con una trayectoria más extensa y el que puede reclamar,
legítimamente, la paternidad de algunos de los nombres más prestigiosos
de su dramaturgia. Baste
recordar a autores como Juan Ruiz de Alarcón y sor Juana Inés de la
Cruz, en plena época de la colonia, y, todavía antes de que se produjera
la emancipación de España o durante el proceso de la misma,
escritores románticos y prerrománticos como Fernández de Lizardi,
Rodríguez Galván, Acuña y Peón Contreras, que se empeñaron en representar escénicamente a algunos
de los personajes y de las costumbres más representativos de la sociedad
mexicana en ese período de la formación de la nacionalidad.
Es
durante la primera mitad del siglo veinte, sin embargo, cuando aparece una
generación de autores dramáticos y un movimiento teatral que consolidan
la posición que el teatro mexicano habría de sustentar, tanto desde el
punto de vista de la literatura dramática como de la representación escénica,
en el variado panorama del teatro latinoamericano. En el período de entre
guerras, es decir, hacia los años treinta, surgen grupos y movimientos
teatrales como el “Teatro Sintético Mexicano”, el “Teatro del Murciélago”,
el “Grupo de los Siete” y fundamentalmente el “Teatro de Ulises”
(1928), en cuya creación intervinieron algunos de los nombres de mayor
relevancia de la actividad poética y teatral mexicana: Xavier
Villaurrutia y Celestino Gorostiza, entre otros.
Estos dos, junto con Rodolfo Usigli (otro de los grandes nombres
del teatro mexicano) figurarán años más tarde entre los dramaturgos que
dieron renombre al llamado “Teatro de Orientación”, y esa intensa
actividad escénica cobrará aun mayor vigor en los años cuarenta con la
creación del “Teatro de la Medianoche”, cuyo responsable fue el
propio Usigli, el “Teatro del Caracol”, fundado en 1949, y la
actividad experimental del “Teatro Pen-Americano”, que orientó su
repertorio hacia autores extranjeros, hasta el presente no representados
en la escena mexicana, y contribuyó de ese modo a enriquecer la necesaria
atmósfera cosmopolita en un espacio cultural por entonces centrado
fundamentalmente en la creación vernácula.
En
la generación que sirve de enlace a la que se halla actualmente vigente y
a la que se insinúa ya en la perspectiva nacional, autores nacidos
alrededor de los años treinta, no pueden dejar de mencionarse nombres
como el de Jorge Ibargüengoitia, Luisa Josefina Hernández, el narrador
José Revueltas que también ha frecuentado la literatura dramática, y
algo más acá Emilio Carballido, Felipe Galván, Guillermo Schmidhuber y
Vicente Leñero, este último autor también preferentemente dedicado a la
narrativa. Hace de esto algo más de un año, en ocasión del Congreso de
Teatro Argentino e Iberoamericano que se celebra anualmente en Buenos
Aires, y poco después en el Coloquio Internacional de Montevideo
(Noviembre 2007), presenté una ponencia sobre la obra “Carajo, Malena o
Tres Maneras de Quedarse Sola”, de la dramaturga, actriz y directora Zaría
Abreu Flores, obra que resultó ganadora del Premio Nacional de
Dramaturgia Joven Gerardo Mancebo del Castillo 2003. Descubrí a esta
autora, así como a los demás finalistas del concurso (Carlos Nóphal,
Alberto Castillo, Víctor Salcido, Aída Andrade), en un volumen publicado
por “Teatro de la Gruta IV” (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2004).
A la convocatoria del citado premio se presentaron cincuenta y
nueve obras de distintas ciudades de la república, lo que puede
considerarse un buen indicio de la intensa actividad creadora en que se
encuentra la dramaturgia mexicana
hoy, hecho que sin lugar a dudas dará origen a una pléyade de nuevos
dramaturgos capaces de
asegurar el ímpetu que el teatro mexicano ha tenido en toda su historia y
abrirán también fermentales caminos de renovación para la creación
dramática y escénica.
A
esta constelación de nuevos dramaturgos, debe añadirse en lugar
relevante el nombre de Mariluz Suárez Herrera, de cuyo teatro me he
estado ocupando últimamente a raíz de la publicación del presente
volumen, “Cicatrices”, que reúne algunas obras de su producción más
reciente. En este conjunto, la autora experimenta con seis piezas dramáticas
de distinta forma y también muy diferentes estilos: “Necia espera”,
“Ocaso de raíz” y “Casting metafísico” son monólogos que tienen
como protagonistas a personajes femeninos de muy variada extracción. El
tema de la soledad y frustración de la mujer en medio de una gran ciudad
impersonal, como lo es Ciudad de México, aparece abordado en distintas
situaciones, pero todas ellas tienen en común conducir a un mismo epílogo.
En “Necia espera”, Clara, una mujer de treinta y seis años pretende
esperar a un amante imaginario (o no, pero en todo caso la condición de
amante parece fruto de su imaginación) que concluye con la previsible
admisión de la realidad: el amante y la ilusión de convertirse en su
esposa no tienen fundamento, y el fingido entusiasmo con que se inicia el
monólogo no es más que la manera absolutamente ficticia con que Clara
intenta disfrazar el vacío y el fracaso de su existencia. En “Ocaso de
raíz”, un monólogo muy breve pero de gran eficacia dramática,
Soledad, de cuarenta y dos años, discurre frente al espejo, mientras se
viste y se acicala, a propósito también de un hombre que aparentemente
se ha alejado de su vida, pero en un sorprendente final la dramaturga
encuentra una ingeniosa vuelta de tuerca que sugiere la intención de
provocar un posible suicidio. “Casting metafísico”, el tercero de los
monólogos de esta colección, tiene como protagonista a Miranda, una
muchacha de apenas diecinueve años que se ha presentado a un “casting”,
aspirando a conseguir un papel en el reparto de una eventual producción; el texto recurre a una serie de fragmentos dramáticos de
autores a quienes Mariluz Suárez Herrera rinde explícito reconocimiento.
Aunque la edad, la situación dramática y presumiblemente la extracción
y estilo de vida de Miranda sean muy diferentes de los de las
protagonistas de los dos otros monólogos, la dramaturga propone un final
tan frustrante como en las piezas anteriores: Miranda no consigue acceder
al “casting”, porque sólo se admiten a quince candidatas según su
orden de llegada, y Miranda no se encuentra entre ellas. El tema,
entonces, de la soledad y el fracaso de la mujer en medio de una gran urbe
impersonal, parece recorrer en estos tres monólogos escenarios muy
diferentes en donde, sin embargo, la circunstancias se reproducen con
implacable fatalidad.
El
tono y la ambientación en las tres piezas restantes que integran el
volumen “Cicatrices” son muy diferentes de los de los monólogos.
Desde el punto de vista formal o estructural, son también
piezas en un acto, aunque divididos estos en varias escenas, y tanto
lugares como personajes representan un espectro muy variado de la sociedad
mexicana contemporánea. “Triste topo de tapera”, la primera de estas
piezas según su compaginación en el libro, se sitúa en un hogar de
clase media baja o tal vez, simplemente, clase obrera. La autora ha
querido servirse de un vocablo extraído
del folklore o la lista de regionalismos rioplatenses (el término
“tapera”, que refiere a una vivienda de muy pobre construcción, hecha
generalmente de adobe) para aludir a la humilde condición social de este
núcleo familiar compuesto de tres personajes: Dumas, el padre; Berta, la
madre; y Jorge, el hijo de catorce años. El conflicto se centra en la
relación de Jorge con sus progenitores; mientras que Berta quiere
orientar el futuro de su hijo desde el punto de vista educacional y
eventualmente profesional, recurriendo a menudo a su propio ejemplo tanto
como a sus frustraciones, Dumas, el padre, un hombre indolente, fanático
del fútbol, que gasta las horas frente a la pantalla del televisor,
pretende que su hijo lo secunde en todo esto,
pareciéndose a él. Jorge vacila en cuanto a su propia formación,
sus estudios, su futuro y el rechazo o por lo menos la actitud defensiva
con que él se protege de la tensión en que viven sus padres. Al
iniciarse la obra, Jorge dirige un breve monólogo al espectador de inequívocas
resonancias kafkianas cuando se piensa en “La metamorfosis” y la
relación del escritor checo con su padre: “Soy Jorge – dice el
personaje – un animalito chiquito, un repugnante insecto de dos centímetros
y medio, un maldito ser color gris parduzco que en cuanto salga a la calle
me aplastará el primero que pase. Se acerca el momento de tomar una
decisión, será difícil hacerlo, no lo puedo dejar para mañana. Este es
mi destino, haber nacido, tener hambre y sed y no poder encontrar el
camino”. Pese a esta amarga predicción, la autora sugiere que Jorge
tiene la voluntad y los recursos suficientes para sobreponerse a la
sordidez del ambiente en que se está formando, y gracias a la atracción
que le inspira una de sus compañeras de estudio encontrar los estímulos
para no ceder a las presiones sociales, económicas y familiares de este
estrato de la sociedad mexicana.
“Simulacros”,
de acuerdo a su compaginación la última de las piezas recogidas en este
volumen, es una comedia que en el debido tono farsesco y personajes
expresamente delineados al borde de la caricatura propone satirizar las
medidas de seguridad y otros controles que se han impuesto en los
aeropuertos internacionales a raíz de los atentados y amenazas
terroristas. En una imaginaria sala de espera se reúnen seis personajes
que parten hacia destinos muy diferentes, a quienes dos empleados del
aeropuerto someten a todo tipo de prácticas, ensayos y precauciones
relativos a las eventuales condiciones del vuelo. El propósito de esta sátira,
seguramente, al margen de la sana intención de divertir al espectador,
objetivo que se consigue sin dificultad, es también crítico, puesto que
pone al descubierto los abusos a que han dado lugar estas supuestas
medidas de seguridad que se han convertido en rutina inevitable en todos
los grandes aeropuertos del mundo. Muy diferente en tono y escritura de
las otras dos piezas de múltiples personajes que integran el volumen,
permite, sin embargo, que el lector acceda a la variedad de recursos estilísticos
y lingüísticos de que Mariluz Suárez Herrera dispone para producir su
elaborada dramaturgia.
He
dejado deliberadamente para el final la obra que considero más ambiciosa
y mejor lograda de la selección efectuada en “Cicatrices”.
“Invitación al paraíso”,
penúltima de las piezas en su orden de prelación editorial, es un
drama de cinco personajes que con excepción de Juanito, 38 años, portero
del edificio donde viven Delia, 45, y
Mauricio, 50, su actual esposo o compañero, constituyen, junto con Lina,
25, y Poli, 25, hija y sobrina de Delia respectivamente, un complejo núcleo
familiar. Lina y Poli eran hasta poco las mejores amigas, pero algo ha
ocurrido entre ellas que Delia todavía ignora y sólo se elucidará en el
correr de la pieza. Las relaciones de este grupo están traumatizadas por
mentiras, comportamientos elusivos y se sugiere, también, por la
promiscuidad, ya que Poli se ha constituido en amante de Roberto, ex
marido de Delia (aparentemente sin que ésta lo sepa), personaje a quien
se nombra reiteradamente pero no aparece en la obra, y vive con él en las
afueras de Ciudad de México. El
conflicto se desata cuando la prensa da a publicidad las actividades
delictivas en que supuestamente se ve envuelto precisamente Roberto, si
bien su nombre no ha sido expresamente mencionado. El delito no es menor,
el tráfico de personas, vale decir la introducción de inmigrantes
ilegales en territorio norteamericano mediante el pago por parte de los
interesados de una abultada suma en dólares. Todo esto ocurre en el seno
de una acomodada familia que representa a la clase alta o media alta de la
ciudad de México, y el escándalo podría llegar a ser mayúsculo, pero
es entonces cuando Delia accede a las súplicas de Poli para
intervenir a
favor de su sobrina y su ex marido, y todo aparentemente vuelve a la
normalidad. Sin embargo, me aventuro a sostener, el mérito mayor de la
dramaturga al proponerse desarrollar un argumento temático de gran riesgo
y la complejidad de las reacciones familiares a que esto da lugar en los
personajes, radica fundamentalmente
en el manejo de la ambigüedad. En este reducido ámbito familiar nadie
está exento de culpa, hasta el punto que Delia, aparentemente el
personaje que debería verse más afectado por el doble escándalo de que
su ex marido se haya convertido en amante de su sobrina y los hechos
delictivos que se le imputan, es la que finalmente aparece burlándose de
todo, ya no una víctima sino beneficiaria de lo que se presenta como un
desenlace cuidadosamente planeado. Delia desaparece de su hogar, ni
Mauricio ni Lina pueden descubrir su paradero, y ella se reúne con Poli
para disfrutar del codiciado
viaje al “paraíso” del que da cuenta el título. Es de destacar, también, la originalidad formal, la
inventiva y el sorprendente final con que la autora resuelve el desenlace
de esta pieza.
Hay
muchos méritos adicionales en el teatro de Mariluz Suárez Herrera que
por falta de espacio y de tiempo no haré más que mencionar: la sutil
mirada con que la dramaturga observa a sus personajes y la forma en que
estos reaccionan ante el medio que los condiciona; el sabio manejo de un
lenguaje coloquial que responde con gran eficacia y verosimilitud a la
variada extracción social de esos mismos personajes; la descripción de
ambientes, comportamientos, hábitos y modalidades que determina el interés
con que el lector acompaña el desarrollo de la trama en las obras más
complejas, así como las situaciones desde el punto de vista espacial y
temporal menos estructuradas que dan lugar a los monólogos. Por todas
estas razones, cabe afirmar
que la dramaturgia de Mariluz Suárez Herrera se inscribe dentro de la más
sólida tradición del teatro mexicano en todas sus manifestaciones, como
espectáculo popular y arte dotado de los más exigentes refinamientos.
NECIA
ESPERA
Monólogo
Clara
36 años
Departamento
sencillo, Colonia Condesa. Sala comedor, a la izquierda, ventana que da a
la calle. Al fondo, un muro
con dos posters baratos con flores blancas y un espejo. Una gran maceta
con una palma divide los tres sillones que hacen de sala, del pequeño
comedor, mesa redonda, cuatro sillas y un trinchador. Al fondo, del lado
derecho dos puertas, una es la recámara y otra el baño. A la derecha
lateral, puerta a la cocina y puerta de entrada. Bajo la ventana, del lado
izquierdo, hay una mesa con
una computadora y una silla. Sale
Clara, de la cocina cantando “Óyeme Lola” de Café Quijano está
arreglada, usa zapatos de tacón, lleva puesto un mandil. Mira su reloj
continuamente. Empieza a poner dos lugares a la mesa.
Clara:
Ay mamita, apenas si me
dará tiempo, son las dos y no he puesto la mesa. Donde que Beto es bien
puntual. (Se acerca un plato al
pecho). Mi Beto, ahora sí va a ser mío, todo mío. (Canturreando).
Hoy es el día, el gran día. (Toma
dos cubiertos, uno en cada mano). A ver… qué necesito… pollo, menú
de reyes: pasta, pollo y helado. (Abre
el mueble, pone dos copas). ¿Traerá vino?, siempre trae vino, no veo
por qué hoy se le olvide. Aparte, tenemos que celebrar. Celebrar, claro,
si hoy es el día. Y si no ponemos fecha hoy (Duda)
¿no veo por qué no?, empezando por que nunca hemos comido juntos,
por cierto, (Cambia los platos de lugar). ¿Dónde lo sentaré, frente a la
cocina?, ay, no ¡qué vista tan fea! (Mueve
los platos). Frente al espejo (Se
sienta en la silla). No, se dedicará a contemplarse, bien que lo
conozco, ay, ¡es que es tan guapo! No, mejor que vea a la ventana, la luz
lo inspirará para decirme todo eso que quiero oír, todo lo que debo oír
(Sube la voz). Todo lo que voy a
oír. Ya está lista la comida, apago el horno. (Se
dirige a la cocina, regresa sin
mandil). Qué raro, si es muy puntual (Camina
de un lado al otro). ¿Qué haré mientras llega? Ya sé. (Se sienta frente a la computadora
pica botones). Bueno mi
amor, mientras llegas empezaré a avisar a mis amigas. (Ríe) Se morirán de envidia. Un mensaje para todas. (Empieza
a escribir). Hola queridas que creen
¡se murió la bruja! Y por fin se murió la inválida, la semana
pasada. Sí, así como lo están leyendo, dos puntos Beto ya es libre,
Beto ya es viudo, Beto ya es mío, bueno casi, váyanse preparando, aviso
con tiempo, hoy mismo pondremos fecha para la boda. Firma Sra. Gosselini,
con dos eses, bueno ése será mi nuevo nombre (Pica
botones). Enviar con copia a. (Se
acerca a la pantalla). Ah, sí están todas. Ay ojalá y todas me
acompañen, siempre me han acompañado a todo… bueno, cuando las he
necesitado, como hace cinco años cuando mi embarazo. (Pica
una tecla). Enviar, esto de ser huérfana, es horroroso. Ya, se fue el
mensaje, ay, qué padre, ¿qué pensarán cuando lo lean? (Apaga
la máquina, se levanta empieza a arreglar la planta). La güera dijo
que nunca se moriría la vieja esa, que si ya llevaba diez años en silla
de ruedas, duraría más, pues la silla les quita preocupaciones, allí
siempre sentadota, viendo al jardín ¡ah! Porque esa casa (Sube
la voz) que será mi casa, está hermosa. Bueno, si Beto quiere la
vendemos y nos vamos a otro lado. (Roza
una pierna contra la maceta) ¡Eres una bruta, Clara! Mira lo que
hiciste con tu media. (Se levanta la falda, se ve un
liguero). Si ya tiraste toda una quincena en estas medias, que están
firmadas, espero que Beto se dé cuenta. Luego ni se fija, cuando compré
la ropa francesa tuve que dejarle el precio y pintarlo con rojo, es bien
distraído. (Se lleva el dedo medio
a la boca, lo pone sobre su muslo) Qué emoción, cuando me las quite.
(Se incorpora). ¿En qué estabas Clara?, ah, sí en la muerta que,
¡cómo tardó en morirse! Desde que entré a trabajar con Beto se estaba
muriendo y de eso hace… (Cuenta
con los dedos) Exactamente tres años, sí. Ay ya se está tardando,
¿le pondré un beep? No, para qué lo apuro, seguramente algo se le
atravesó o fue por flores, o por el vino o por alguna otra sorpresita. (Se
frota las manos una con otra) Qué será, qué será (Entra
a la recámara, trae un pequeño
radio de transistores, lo enciende, se escucha El Concierto de Aranjuez,
de Joaquín Rodrigo). Así para que no moleste, (Riega
spray desodorante). Así para que huela rico cuando entre. (Hace
una caravana). Pase usted su señoría, la mesa está puesta, todo
esto es para usted. (Se sienta a la
mesa cruza los brazos y sonríe).
Yo incluida. Ay (Se soba el vientre)
tengo hambre y éste que no se aparece. (Va
a la cocina Entra con un plato servido, come de pie). Mmmmm,
me quedó delicioso (Se atraganta). Sólo esto rapidito (Se chupa los dedos) en lo
que llega (Mastica rápido, se
mete otro bocado) al fin en lo que sube los cuatro pisos, me enjuago
la boca. (Come más despacio) Es
cierto, tiene que subir cuatro pisos. (Se
escucha un ruido. Deja el plato sobre la mesa). Creo que es su coche, ah sí
debe ser él. (Se sube al sillón y
mira por la ventana). Ay no,
no se ve nada, bueno nada de coche azul, nada de Beto, nada de…nada. (Se
sienta en el sillón con desgano). Tanta
emoción para nada. No
entiendo, Beto, si siempre llegas a tiempo, cuando vienes a tomar un café,
llegas a tiempo, en las noches que quieres estar conmigo, llegas a tiempo,
cuando pasas por mí. (Pensativa)
Llegabas a tiempo (Se
pone de pie) ¡Claro! Es por la hora, nunca ha venido a mi casa a esta
hora, es la primera vez (Camina de
un lado a otro). ¿Qué haré,
lo llamo? (Suena el teléfono).
Ay, es él (Levanta
el auricular). ¿Qué pasó mi amor? (Apaga
el radio) Ah…, Rosi ¿qué sucede? No, no lo traigas todavía, ¿ya
es hora? Tan rápido, no Rosi linda, un favor: no lo traigas, mira espera
un poco, todavía no me desocupo, ¿podrías esperar una hora y media? Sólo
una hora…y media no seas malita. Mira, te prometo que ya no te molesto
el próximo viernes. Es más (Pausa)
ya no te vuelvo a molestar. Gracias Rosi linda. Ándale, nos vemos en hora
y media. Cuelga.
Baja la luz. Lentamente sube la luz y se abre la puerta del departamento
entra Clara con un abrigo negro y lentes oscuros avienta la bolsa
y toma el teléfono. Suspira. Por
favor la clave 3845 a nombre del contador Alberto Gosselini, este es el
mensaje (Habla
lentamente). Alberto vengo de la funeraria, lloré durante hora y
media frente al féretro de
la capilla cinco. La gente me daba el pésame, nadie mostró su pena tanto
como yo. De regreso tiré el anillo que me compraste, si te interesa
recuperarlo, busca en el desagüe. De lo demás, no te devuelvo nada. De
parte de Clara. (Con tristeza). Es todo señorita. Cuelga.
Suena el timbre, Clara camina
lentamente, trata de reaccionar, pone una sonrisa forzada, se quita los
lentes, los mete a la bolsa del abrigo, se lo quita, lo avienta detrás de
un sillón, se arregla un poco, va frente al espejo, suena de nuevo el
timbre. Voy,
ya voy (Toma su bolsa, saca
algo, se pinta los labios, abre
la puerta). Mi amor, ¡dónde andas! (Muy
lentamente va bajando el cuerpo
hasta quedar en cuclillas). ¿Jugaste mucho, mi cielo?
(Levanta la cara).
Gracias Rosi, ven dale un beso a mami. Qué
dices amorcito ¿vamos al parque? Así terminaremos este inolvidable día.
TELÓN
OCASO
DE RAÍZ
Monólogo
Soledad
42 años Cuarto
poco iluminado; a la derecha, una cama tamaño king size en total
desorden. Al fondo, unas cortinas cerradas. A la izquierda, un lavabo, una
puerta entreabierta que comunica a un baño; junto a ésta, la puerta de
entrada. Soledad se vestirá lentamente. Cuando se ilumina el escenario,
se encuentra de pie, en ropa interior, terminando de secarse con una
toalla; se dirige al espejo situado arriba del lavabo.
Soledad:
¿Te quedó bien el agua? La dejé como a ti te gusta, más
caliente que fría. ¡Ah! Fue algo fa-bu-lo-so. Casi como las primeras
veces o como el día que te fui a ver a Pachuca. ¿Te acuerdas? Bueno…
yo lo recuerdo perfectamente. Esa noche cayó una tormenta espectacular,
tardé más de dos horas en cruzar la ciudad pero no me importó, sólo
pensaba en ti, en mí, en nuestro encuentro. (Se pone crema). ¿Y ya sabes dónde van a vivir? (sube
la voz). ¿Por qué aceptaste Tijuana? Al menos Durango o Veracruz,
pero ¡tan lejos! (baja la voz). Creo que tú fuiste el que pidió el cambio hasta allá
(duda) ¿o sería tu familia? ¿Sospecharán
algo? ¿Sabes cuándo podré ir a verte? (niega
con la cabeza). Nunca. (Empieza
a peinarse). Sabía que tarde o temprano sucedería, en fin, para qué
me quejo. (Se pone un collar).
¡Ya viste, me puse el último juego que me regalaste! Es el que más me
gusta, (se pone perfume.) y
también este perfume, es mi favorito. (Enciende
la secadora de pelo, se seca el pelo, la aleja). ¿Qué ruido es ese?
(continúa secándose). Ya te
tardaste. Te decía que nunca
olvidaré esta cita. (Apaga la
secadora). Leo, ¿me estás hablando? Me pareció escuchar un
ruido extraño. (Se calza, se
acerca a la puerta sin abrirla). ¿Leo, mi amor, te encuentras bien? (levanta
un pie, después el otro). Ya cierra el agua, se inundará el cuarto,
Leo (levanta la voz) ¡terco,
necio, tarado! (de prisa, termina de
vestirse, se dirige al teléfono,
marca, saca un sobre y un bulto de su bolsa, los mete al cajón de la mesa
de noche mientras habla). Dejo el sobre dentro del cajón, venga
pronto, también dejo la pistola, está cargada. (Autoritaria)
no se tarde. (Sale y cierra la
puerta).
TELÓN
TRISTE
TOPO DE TAPERA*
Para Eduardo Gordillo Pinto
…Un insecto grita
Con
su lengua rota
Y el aire cae también
Hacia la tierra.
Poemar de Saúl Ibargoyen
Dumas
53 años Berta
48 años Jorge
14 años Una
mesa tres sillas una división que separa una improvisada sala con un sillón
y un televisor. Sobre el oscuro se escucha la overtura de”Ii Vespri
Siciliani de Giuseppe Verdi se mezcla poco a poco con música de regetón.
Un cenital alumbra un insecto mientras escuchamos en off la voz de jorge.
Jorge:
Soy Jorge, un
animalito chiquito, un milpiés anillado, un repugnante insecto de dos
centímetros y medio, un maldito ser color gris pardusco que en cuanto
salga a la calle me aplastará el primero que pase. Mis veinte anillos
aplanados y angulosos no podrán defenderme. Se acerca el momento de tomar
una decisión, será difícil hacerlo, no lo puedo dejar para mañana.
Este es mi destino, haber nacido, tener hambre, sed y no poder encontrar
el camino. Misma
música del principio. Se mezcla con
“la ley del monte” entra
dumas, apaga el radio y marca un teléfono. Dumas:
(Grita) Berta, mi café,
qué pasó con mi café, (Al teléfono)
compadre qué te pareció el partido ¿no que no caía tu pin… pon
equipo?, eliminado, e-li-mi-na-do. Ni un disparo, ni un pin…triste
disparo y qué tal ese cabezazo, eso es tener cabeza digo yo. Y tu mentado
uruguayo ¿viste? sólo jugó cinco minutos mi buen, no supieron
imponerse, ni del balón se adueñaron y qué tal ese remate, de lujo, fíjate,
eso es lo que yo llamo rematar o qué me vas a decir que no lo viste. (Cubre
el auricular) Mujer, mi café, (Lo descubre) y para hoy, qué tal te cae un dos a uno ¿eh? Mi
equipo va con todo y chi...laquiles a la que les dio la vida.
Ay pasó a cobrar compadrito del alma. Sale
Dumas. Se ilumina todo el escenario vemos a Berta doblando servilletas y
preparando el desayuno. Berta:
El café está en la mesa, igual que el pan, igual que la taza,
igual que la cuchara. (Se acerca
dumas y se sienta a la mesa) Usa tus manotas y sírvete. Dumas:
Oh qué la tostada, cómo me gusta el cariño con que me sirve mi
mujercita. (Transición) ¿Por
qué llegaste tan tarde? Berta:
No era tarde. Dumas:
Andas otra vez de mitotera. Síguele nomás buscándole tres pies
al gato y
verás la ma…raquiza que te va a
tocar. Berta:
Fui a ayudar a mi comadre con la venta de tamales. Es la fiesta
Patronal, lo
que no se vendió ayer, ya no se vende. Dumas:
¿Te van a pagar? ¿Cuánto te van a dar? Berta:
Es un favor. Dumas:
Ah, que bonito haciendo favores. Cuando tienes obligaciones que
cumplir. Berta:
Mira Dumas, no me
hables de obligaciones. Dumas:
No te apareciste por la escuela de tu hijo, como te lo dije. Berta:
Cómo quieres, la señora no me dejó salir temprano por más que
se lo pedí. Dumas:
Claro todo el día en la calle por eso tu hijo hace o que quiere.
No fue a clases en toda la semana. ¿Lo sabias? Berta:
Me dijo (Con énfasis) tu
hijo que faltaría dos días porque lo mandaron a
ver una exposición en el centro. Tiene que llevar el boleto
comprado y un
resumen… si hasta le di el dinero para el metro y la entrada al
museo. Y
¿cómo sabes que faltó? Dumas:
Me encontré a su maestra en la cola de las tortillas. Berta:
(Grita) Jorge Dumas, ya
está el desayuno. Jorge Dumas, te estoy llamando. Jorge:
(Entra) Me llamo Jorge. (El
padre desaprueba) Jorge a secas. Dumas:
¿Qué carambas estabas haciendo? Jorge:
Pues qué voy a estar haciendo, la tarea. Dumas:
Qué tarea, ni qué tarea. Jorge:
Son unas preguntas que me traen loco si no las entrego no me dan el
pase. Dumas:
Fácil te lo van a dar si ya supe que te volaste las clases toda
una semana, siete días. Berta:
Cálmate deja que nos explique primero, hay que escucharlo. (Jorge hace
un gesto de “ves” a su padre) Mijo por qué faltaste. Jorge:
Te dije ma, que tenía que ir a ese museo y llenar el cuestionario. Dumas:
¿Y? Jorge:
Pues está muy grande y me tardé, pues me tardé bastante. Dumas:
¡Cinco días! Jorge:
A ver ve tú y copia de esos letreritos chiquititos. Berta:
Ay mijo, ves te digo que necesitas anteojos. Dumas:
Qué anteojos, ni que nada, ya no sabes ni en qué gastar lo poco
que ganas. Berta:
Al menos yo gano. Dumas:
Ya vas a empezar, todavía ni desayuno y ya vas con tus reclamos. Jorge:
Ma, necesito… Berta:
Ahorita no mi amor, esta semana nos toca la renta, la luz, el teléfono
y no creo que alcance ni para el gasto. Jorge:
Ma, me ofrecen un trabajo. Berta:
¿Trabajo? Ni lo pienses primero tienes que estudiar. Jorge:
(Con énfasis al padre) A mí,
me ofrecen un trabajo. Berta:
¿Qué clase de trabajo? Jorge:
Es en una taquería, está fácil sólo perdería un semestre. Berta:
No, eso no. Dumas:
¡No harás semejante cosa! Berta:
Si alguien tiene que matarse en esta casa soy yo,
primero está tu escuela. Jorge:
Prefiero salir a trabajar que seguir escuchando quien mantiene a
quien. Berta:
¿Lo dices en serio? Dumas:
Así es que el niño quiere ir a la calle a trabajar. Berta:
No le hables en ese tono, cuando tú ni siquiera… Dumas:
Yo fui seleccionado para un importante trabajo. Berta:
Ah sí, pues primera noticia que tengo. Dumas:
Se llama “alguien
tiene que quedarse en la casa”. Berta:
Ay mira tú, pues primera noticia que tengo. Dumas:
Sí y ese trabajo me lo dieron a mí. Berta:
Mira tú, encerradito todo el santo día. Dumas:
Sí metido entre cuatro paredes como en una cárcel. Berta:
Prisión la mía correteando por la calle con frío, calor, lluvia,
apagones. Dumas:
Ya, ya no sigas, ya me sé la cantaleta. Berta:
(Le avienta una pieza de pan
sobre el plato) Para que no te falte qué comer, ni qué beber. Dumas:
(Arroja la pieza de pan a la
pared) No necesito tus panes, ni hambre tengo. Berta:
(Jorge toma los platos y pone unos platos de plástico al alcance
de Dumas) Nosotros no tenemos la culpa de que ningún trabajo te
guste. Fracasó el taxi que te prestaban, te robaron la mercancía del
puesto en el mercado, ¿quieres que siga con la lista? Eres incapaz de
dar. Dumas:
Para ti ¿qué es dar? Berta:
Comida, ropa limpia, atención, afecto… Dumas:
(Avienta los platos, Berta y
Jorge los recogen) Dilo, anda dilo, dinero, lo único que quieren es
dinero. Estoy harto de sus protestas. Jorge:
Ya, dejen de pelear. Dumas:
Es tu madre, como siempre, el poco tiempo que pasa en esta casa es
para estar jeringueando, no sabe hacer otra cosa. Sale
dumas, se escucha un partido de fútbol a todo volumen. Jorge:
Ma, cuando eras chica así como yo, qué
querías ser. Berta:
Ay, mijo, qué pregunta, soñaba, sí soñaba ah, ya me acuerdo…
quería ser cantante, actriz de películas también bailarina, ponerme
esos zapatitos que se ponen y viajar y escuchar como me aplaudían cuando
bailaba. Jorge:
¿Eso es libertad de decisión? Berta:
Si, pues, déjame ver… sí yo decidí que quería bailar pero no
había dónde hacerlo, ni había maestros. Bueno, pasaron muchas cosas
pero esas te las cuento otro día. Jorge:
Y ¿cuál ha sido tu momento
más difícil? Berta:
Ay eso sí no está sencillo de recordar, tengo que pensarlo.
Hablando de eso… (Transición) Jorge,
¿podrías hacerme un favor? Jorge:
(Curioso) Qué cosa. Berta:
Quiero que vayas a ver la tele con tu padre. Jorge:
¿Y luego? Berta:
Si, por favor. Jorge:
Pero si odio ese juego (Pausa)
no, ma, quedé de verme con Migue quiere comprar una motoneta, fíjate se
la dan con placas, casco, alarma y candado, está impecable, como nueva,
bueno eso dijeron. Impecable,
im-pe-ca-ble, no sé qué es eso. Berta:
Perfecta. Jorge:
Aah. Berta:
¿Podrías darme gusto? Jorge:
Ay ma, ya quedé con mi cuate. Berta:
Sólo el día de hoy. Es domingo, puedes ir más tarde, llámalo. Jorge:
Para qué, si ni me va a pelar, primero está su fut y después sus
cervezas, si se va la luz tal vez se de cuenta que estoy allí y ahora ¿qué
te picó? Berta:
Quiero demostrarle que tú puedes dejar tus cosas por estar un rato
con él. Jorge:
Y eso ¿para qué? Berta:
Para que él deje algún día su fut para estar contigo. Jorge:
(Con amargura) No ma, no
me interesa. Berta:
¡Jorge Dumas! Jorge:
Te pedí que no me digas Dumas, él se llama así, yo no, mi nombre
es Jorge. Berta:
Mira Jorge, voy a pedir un día libre y nos vamos a pasear como
antes. Jorge:
¿Tú y yo? Berta:
Sí, como cuando eras más chiquito. Al zoológico, a Chapultepec
¿te gustaría? Jorge:
Ya no soy niño. Berta:
Sí ya veo, ahora quieres ser hombre y trabajar, cuando a tu edad
hay que estudiar. Jorge:
Es sólo un semestre, el Migue ya lo hizo, mira hasta una moto se
va a comprar y si vieras todo lo que ya tiene. Berta:
No Jorge, eso sí no lo voy a permitir, al rato me sales
accidentado y más nos vamos a complicar. Aparte, estás muy chico. (Se
escuchan gritos de dumas según el partido) Anda ve un ratito con tu
padre. Toda esta ropa sucia y
mal oliente está esperando que suba a lavarla. Jorge:
Sólo media hora ¿eh? Se
dirige a donde está su padre, frente al televisor, dumas no lo
mira, reaccionará de acuerdo al juego. Jorge se levanta y baja el
volumen. Dumas:
¿Estás loco! ¡No oigo! Jorge:
Está muy fuerte… Los vecinos… Dumas:
¡Me importa un cara…melo de naranja, qué patadón!
(Jorge se sienta de nuevo)
Vas solo, vas solo, dale, pégale, como hombre (Gesticula) Y tú qué te traes. Jorge:
Vine a acompañarte. Dumas:
(Sorprendido) ¿Vas a ver
el juego? Jorge:
Sí. Dumas:
¿El juego de fut? Con la pata, tarado, ándale qué esperas. Más
fuerte, se te fue, claro, se te fue. Jorge:
Sí, (Los dos miran la
pantalla unos minutos) contigo. Dumas:
Vas solo, vas solo, ¡qué tirada! Exclamaciones
de júbilo de dumas, ad limitum. Jorge:
Papá, ¿qué soy yo para ti? Dumas:
¿Qué? (A la pantalla)
con la otra, imbécil, con la otra. Jorge:
Eso, eso que dije. Dumas:
(Indiferente mirando la
pantalla) Eres mi hijo. ¡Árbitro vendido! Jorge:
Eso lo saben todos los que viven en esta cuadra. ¿Qué clase de
persona soy yo? Para ti, quiero saber tu opinión. Dumas:
Eres mi hijo, ¡mano, fue mano! mi único hijo, ¡Pásala, qué
esperas, pásala! un hijo…querido… (Entra
Berta en la cocina) Berta:
(Para sí) ¡Mentira! Jorge:
Tú ¿tienes retos? Dumas:
¿Retos? ¡Retos! (Con
convicción) Sí, ¡si claro! Berta:
Eres malo hasta para decir mentiras. Jorge:
¿Se han cumplido tus sueños? Dumas:
Algunos. Jorge:
¿Cómo qué? Dumas:
Como ahora, como
cuando tú y yo nos parecemos, mira ya hasta el futbol vemos juntos. Berta:
Ja, ja. Jorge:
Pero no contestaste lo que te pregunté. Dumas:
Eres mi hijo… (Mueve los
pies, siguiendo el juego)…muy querido. Berta:
(Se acerca) Tú no eres
capaz de querer a nadie. Jorge:
Creo que lo que mi mamá quiere decir… Dumas:
No digas lo que no sabes y no la defiendas. Berta:
¡Dumas, por favor! Dumas:
(A Jorge) Mejor, tráeme unas chelas. (A Berta) Bueno, es nuestro hijo y lo hemos malcriado. ¿Satisfechos? Jorge:
(Regresa) No, no me has
contestado. Dumas:
¿Qué cosa? Jorge:
(Al padre) Lo que te
pregunté. Berta:
¿Puedo saber? Dumas:
Después. Jorge:
Ya pasó la media hora, voy a ver la moto. (Sale) Berta:
Espérate Jorge… (A Dumas)
En esta casa no se puede hablar, nunca se puede hablar. Dumas:
¡Si se puede! Berta:
¿Apagarías tu fut? Dumas:
Mira, tu hijo lo dejó casi apagado. (Se
levanta de mala gana) Y tú ¿ya terminaste de limpiar? (Sube el volumen de nuevo) Baja
la luz. Al
subir la luz, dumas dormita frente a la televisión, hay diez latas de
cerveza vacías alrededor suyo. Berta limpia frijoles. Entra Jorge. Jorge:
Ma, ya lo pensé bien, voy a trabajar seis meses. Berta:
Estas muy chico, Jorge. Jorge:
Qué más quieres que te diga. Berta:
Quiero saber la razón de esta locura. Jorge:
Dile como tú quieras. Berta:
Mira Jorge, yo quisiera que encontraras lo que buscas. Quiero que
no te equivoques como nosotros. (Se
escuchan los fuertes ronquidos de Dumas) Creo que hay dos caminos,
uno… sí, es el trabajo pero a su tiempo, primero serían tus estudios y
el otro es convertirte en eso como tu papá. Jorge:
En ¿qué? Berta:
En un triste topo de tapera. Jorge:
¿Qué es eso? Berta:
Mira, voy a contarte un secreto. Allá en la casa donde yo trabajo,
hay un sillón así muy cómodo y hay muchos libros. Cuando mis patrones
salen yo me apuro a mi quehacer, hago rápido la comida y me siento a
leer. Y ¿qué crees? He descubierto muchas cosas que no pensé que
existieran. Jorge:
¡Tú mamá!, ¿tú haces eso? Berta:
Sí, y estoy feliz de hacerlo pues creo que me gusta, sí me gusta
mucho. Así igual que a tu papá le gusta el futbol.
Yo creo que debes de tener paciencia, mira sólo de aquí a que
termines la prepa. Jorge:
Má pero falta mucho, ¿crees que voy a seguir soportando esto? Un
día, otro día, muchos días. Siempre lo mismo. Berta:
Pues haz un esfuerzo, no tardas en empezar a salir con las niñas. Jorge:
No, eso no quiero. Berta:
No digas que no, así va a ser, cuando empieces con una noviecita
la vida va a ser menos dura, creo… Dumas
en off: ¿Ya está la
comida? Tengo hambre. Jorge:
Voy a terminar mi tarea y no sé si voy a comer con ustedes. Sale
del lado derecho del escenario Jorge
toma un papel y un lápiz medita lo que va a escribir, actúa según el
discurso. Se escucha su voz en off. Jorge:
Pregunta número uno: ¿Quién soy?
Respuesta: Me llamo Jorge, no soy un milpiés
anillado, ni un topo, ni un
topo triste, ni un triste topo de tapera ¿Qué será esta palabra?
Bueno, tengo
que llegar temprano para buscarla en un diccionario. Tengo 14 años.
No me
llamo Dumas porque no conozco a nadie que se llame Dumas, bueno sí,
mi
papa. ¿Habrá otro que se llame así? Tengo que preguntar.
Número dos: ¿Qué es lo que quiero?
Respuesta: Quiero saber a qué huele la oreja
derecha de Nati. Quiero saber
también a qué sabe. También me gustan otras compañeras pero
Nati, tiene
catorce años como yo.
Tres: ¿Qué es lo que puedo?
Puedo mirar la oreja derecha de Nati, todos
los días desde mi pupitre. Puedo
verla y sí, me gusta mucho su oreja. Creo también que ya puedo trabajar
pero, creo que no quiero. Ah, eso es de la otra pregunta, eso no va aquí.
Mañana lo primero que haré al llegar a la escuela, voy a hablar con Nati,
sí es importante decirle todo esto.
(Dudando) A ver las que siguen: ¿Cuáles son tus retos? ¿Tienes
libertad de decisión? ¿Cuál ha sido el momento más difícil? (Sigue la voz
en off, con eco) ¿Son
cariñosos tus padres?
Creo
que sí. No, la verdad no sé, ésta la dejo en blanco.
¿Te
han golpeado?
Con el puño… no. Se
escucha” La forza del destino” de Giuseppe Verdi. Paulatinamente
cambia a regetón mientras baja la luz lentamente. TELÓN
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Prólogo a “Cicatrices”
de Mariluz Suárez Herrera
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