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Prólogo a “Cicatrices” 
de Mariluz Suárez Herrera 
por Hiber Conteris

Dentro de la historia del teatro latinoamericano, es sin duda el teatro mexicano el que cuenta con una trayectoria más extensa y el que puede reclamar, legítimamente, la paternidad de algunos de los nombres más prestigiosos de su dramaturgia.  Baste recordar a autores como Juan Ruiz de Alarcón y sor Juana Inés de la Cruz, en plena época de la colonia, y, todavía antes de que se produjera la emancipación de España o durante el proceso de la misma,  escritores románticos y prerrománticos como Fernández de Lizardi, Rodríguez Galván, Acuña y Peón Contreras, que se empeñaron en representar escénicamente a algunos de los personajes y de las costumbres más representativos de la sociedad mexicana en ese período de la formación de la nacionalidad.

               

Es durante la primera mitad del siglo veinte, sin embargo, cuando aparece una generación de autores dramáticos y un movimiento teatral que consolidan la posición que el teatro mexicano habría de sustentar, tanto desde el punto de vista de la literatura dramática como de la representación escénica, en el variado panorama del teatro latinoamericano. En el período de entre guerras, es decir, hacia los años treinta, surgen grupos y movimientos teatrales como el “Teatro Sintético Mexicano”, el “Teatro del Murciélago”, el “Grupo de los Siete” y fundamentalmente el “Teatro de Ulises” (1928), en cuya creación intervinieron algunos de los nombres de mayor relevancia de la actividad poética y teatral mexicana: Xavier Villaurrutia y Celestino Gorostiza, entre otros.  Estos dos, junto con Rodolfo Usigli (otro de los grandes nombres del teatro mexicano) figurarán años más tarde entre los dramaturgos que dieron renombre al llamado “Teatro de Orientación”, y esa intensa actividad escénica cobrará aun mayor vigor en los años cuarenta con la creación del “Teatro de la Medianoche”, cuyo responsable fue el propio Usigli, el “Teatro del Caracol”, fundado en 1949, y la actividad experimental del “Teatro Pen-Americano”, que orientó su repertorio hacia autores extranjeros, hasta el presente no representados en la escena mexicana, y contribuyó de ese modo a enriquecer la necesaria atmósfera cosmopolita en un espacio cultural por entonces centrado fundamentalmente en la creación vernácula.

               

En la generación que sirve de enlace a la que se halla actualmente vigente y a la que se insinúa ya en la perspectiva nacional, autores nacidos alrededor de los años treinta, no pueden dejar de mencionarse nombres como el de Jorge Ibargüengoitia, Luisa Josefina Hernández, el narrador José Revueltas que también ha frecuentado la literatura dramática, y algo más acá Emilio Carballido, Felipe Galván, Guillermo Schmidhuber y Vicente Leñero, este último autor también preferentemente dedicado a la narrativa. Hace de esto algo más de un año, en ocasión del Congreso de Teatro Argentino e Iberoamericano que se celebra anualmente en Buenos Aires, y poco después en el Coloquio Internacional de Montevideo (Noviembre 2007), presenté una ponencia sobre la obra “Carajo, Malena o Tres Maneras de Quedarse Sola”, de la dramaturga, actriz y directora Zaría Abreu Flores, obra que resultó ganadora del Premio Nacional de Dramaturgia Joven Gerardo Mancebo del Castillo 2003. Descubrí a esta autora, así como a los demás finalistas del concurso (Carlos Nóphal, Alberto Castillo, Víctor Salcido, Aída Andrade), en un volumen publicado por “Teatro de la Gruta IV” (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2004).  A la convocatoria del citado premio se presentaron cincuenta y nueve obras de distintas ciudades de la república, lo que puede considerarse un buen indicio de la intensa actividad creadora en que se encuentra la dramaturgia  mexicana hoy, hecho que sin lugar a dudas dará origen a una pléyade de nuevos dramaturgos  capaces de asegurar el ímpetu que el teatro mexicano ha tenido en toda su historia y abrirán también fermentales caminos de renovación para la creación dramática y escénica.

               

A esta constelación de nuevos dramaturgos, debe añadirse en lugar relevante el nombre de Mariluz Suárez Herrera, de cuyo teatro me he estado ocupando últimamente a raíz de la publicación del presente volumen, “Cicatrices”, que reúne algunas obras de su producción más reciente. En este conjunto, la autora experimenta con seis piezas dramáticas de distinta forma y también muy diferentes estilos: “Necia espera”, “Ocaso de raíz” y “Casting metafísico” son monólogos que tienen como protagonistas a personajes femeninos de muy variada extracción. El tema de la soledad y frustración de la mujer en medio de una gran ciudad impersonal, como lo es Ciudad de México, aparece abordado en distintas situaciones, pero todas ellas tienen en común conducir a un mismo epílogo. En “Necia espera”, Clara, una mujer de treinta y seis años pretende esperar a un amante imaginario (o no, pero en todo caso la condición de amante parece fruto de su imaginación) que concluye con la previsible admisión de la realidad: el amante y la ilusión de convertirse en su esposa no tienen fundamento, y el fingido entusiasmo con que se inicia el monólogo no es más que la manera absolutamente ficticia con que Clara intenta disfrazar el vacío y el fracaso de su existencia. En “Ocaso de raíz”, un monólogo muy breve pero de gran eficacia dramática, Soledad, de cuarenta y dos años, discurre frente al espejo, mientras se viste y se acicala, a propósito también de un hombre que aparentemente se ha alejado de su vida, pero en un sorprendente final la dramaturga encuentra una ingeniosa vuelta de tuerca que sugiere la intención de provocar un posible suicidio. “Casting metafísico”, el tercero de los monólogos de esta colección, tiene como protagonista a Miranda, una muchacha de apenas diecinueve años que se ha presentado a un “casting”, aspirando a conseguir un papel en el reparto de una eventual producción;  el texto recurre a una serie de fragmentos dramáticos de autores a quienes Mariluz Suárez Herrera rinde explícito reconocimiento. Aunque la edad, la situación dramática y presumiblemente la extracción y estilo de vida de Miranda sean muy diferentes de los de las protagonistas de los dos otros monólogos, la dramaturga propone un final tan frustrante como en las piezas anteriores: Miranda no consigue acceder al “casting”, porque sólo se admiten a quince candidatas según su orden de llegada, y Miranda no se encuentra entre ellas. El tema, entonces, de la soledad y el fracaso de la mujer en medio de una gran urbe impersonal, parece recorrer en estos tres monólogos escenarios muy diferentes en donde, sin embargo, la circunstancias se reproducen con implacable fatalidad.

               

El tono y la ambientación en las tres piezas restantes que integran el volumen “Cicatrices” son muy diferentes de los de los monólogos. Desde el punto de vista formal o estructural, son también piezas en un acto, aunque divididos estos en varias escenas, y tanto lugares como personajes representan un espectro muy variado de la sociedad mexicana contemporánea. “Triste topo de tapera”, la primera de estas piezas según su compaginación en el libro, se sitúa en un hogar de clase media baja o tal vez, simplemente, clase obrera. La autora ha querido servirse de un vocablo extraído del folklore o la lista de regionalismos rioplatenses (el término “tapera”, que refiere a una vivienda de muy pobre construcción, hecha generalmente de adobe) para aludir a la humilde condición social de este núcleo familiar compuesto de tres personajes: Dumas, el padre; Berta, la madre; y Jorge, el hijo de catorce años. El conflicto se centra en la relación de Jorge con sus progenitores; mientras que Berta quiere orientar el futuro de su hijo desde el punto de vista educacional y eventualmente profesional, recurriendo a menudo a su propio ejemplo tanto como a sus frustraciones, Dumas, el padre, un hombre indolente, fanático del fútbol, que gasta las horas frente a la pantalla del televisor, pretende que su hijo lo secunde en todo esto,  pareciéndose a él. Jorge vacila en cuanto a su propia formación, sus estudios, su futuro y el rechazo o por lo menos la actitud defensiva con que él se protege de la tensión en que viven sus padres. Al iniciarse la obra, Jorge dirige un breve monólogo al espectador de inequívocas resonancias kafkianas cuando se piensa en “La metamorfosis” y la relación del escritor checo con su padre: “Soy Jorge – dice el personaje – un animalito chiquito, un repugnante insecto de dos centímetros y medio, un maldito ser color gris parduzco que en cuanto salga a la calle me aplastará el primero que pase. Se acerca el momento de tomar una decisión, será difícil hacerlo, no lo puedo dejar para mañana. Este es mi destino, haber nacido, tener hambre y sed y no poder encontrar el camino”. Pese a esta amarga predicción, la autora sugiere que Jorge tiene la voluntad y los recursos suficientes para sobreponerse a la sordidez del ambiente en que se está formando, y gracias a la atracción que le inspira una de sus compañeras de estudio encontrar los estímulos para no ceder a las presiones sociales, económicas y familiares de este estrato de la sociedad mexicana.

               

“Simulacros”, de acuerdo a su compaginación la última de las piezas recogidas en este volumen, es una comedia que en el debido tono farsesco y personajes expresamente delineados al borde de la caricatura propone satirizar las medidas de seguridad y otros controles que se han impuesto en los aeropuertos internacionales a raíz de los atentados y amenazas terroristas. En una imaginaria sala de espera se reúnen seis personajes que parten hacia destinos muy diferentes, a quienes dos empleados del aeropuerto someten a todo tipo de prácticas, ensayos y precauciones relativos a las eventuales condiciones del vuelo. El propósito de esta sátira, seguramente, al margen de la sana intención de divertir al espectador, objetivo que se consigue sin dificultad, es también crítico, puesto que pone al descubierto los abusos a que han dado lugar estas supuestas medidas de seguridad que se han convertido en rutina inevitable en todos los grandes aeropuertos del mundo. Muy diferente en tono y escritura de las otras dos piezas de múltiples personajes que integran el volumen, permite, sin embargo, que el lector acceda a la variedad de recursos estilísticos y lingüísticos de que Mariluz Suárez Herrera dispone para producir su elaborada dramaturgia.

               

He dejado deliberadamente para el final la obra que considero más ambiciosa y mejor lograda de la selección efectuada en “Cicatrices”.  “Invitación al paraíso”,  penúltima de las piezas en su orden de prelación editorial, es un drama de cinco personajes que con excepción de Juanito, 38 años, portero del edificio donde viven Delia, 45,  y Mauricio, 50, su actual esposo o compañero, constituyen, junto con Lina, 25, y Poli, 25, hija y sobrina de Delia respectivamente, un complejo núcleo familiar. Lina y Poli eran hasta poco las mejores amigas, pero algo ha ocurrido entre ellas que Delia todavía ignora y sólo se elucidará en el correr de la pieza. Las relaciones de este grupo están traumatizadas por mentiras, comportamientos elusivos y se sugiere, también, por la promiscuidad, ya que Poli se ha constituido en amante de Roberto, ex marido de Delia (aparentemente sin que ésta lo sepa), personaje a quien se nombra reiteradamente pero no aparece en la obra, y vive con él en las afueras de Ciudad de México.  El conflicto se desata cuando la prensa da a publicidad las actividades delictivas en que supuestamente se ve envuelto precisamente Roberto, si bien su nombre no ha sido expresamente mencionado. El delito no es menor, el tráfico de personas, vale decir la introducción de inmigrantes ilegales en territorio norteamericano mediante el pago por parte de los interesados de una abultada suma en dólares. Todo esto ocurre en el seno de una acomodada familia que representa a la clase alta o media alta de la ciudad de México, y el escándalo podría llegar a ser mayúsculo, pero es entonces cuando Delia accede a las súplicas de Poli para intervenir a favor de su sobrina y su ex marido, y todo aparentemente vuelve a la normalidad. Sin embargo, me aventuro a sostener, el mérito mayor de la dramaturga al proponerse desarrollar un argumento temático de gran riesgo y la complejidad de las reacciones familiares a que esto da lugar en los personajes, radica   fundamentalmente en el manejo de la ambigüedad. En este reducido ámbito familiar nadie está exento de culpa, hasta el punto que Delia, aparentemente el personaje que debería verse más afectado por el doble escándalo de que su ex marido se haya convertido en amante de su sobrina y los hechos delictivos que se le imputan, es la que finalmente aparece burlándose de todo, ya no una víctima sino beneficiaria de lo que se presenta como un desenlace cuidadosamente planeado. Delia desaparece de su hogar, ni Mauricio ni Lina pueden descubrir su paradero, y ella se reúne con Poli para disfrutar del  codiciado viaje al “paraíso” del que da cuenta el título.  Es de destacar, también, la originalidad formal, la inventiva y el sorprendente final con que la autora resuelve el desenlace de esta pieza.

               

Hay muchos méritos adicionales en el teatro de Mariluz Suárez Herrera que por falta de espacio y de tiempo no haré más que mencionar: la sutil mirada con que la dramaturga observa a sus personajes y la forma en que estos reaccionan ante el medio que los condiciona; el sabio manejo de un lenguaje coloquial que responde con gran eficacia y verosimilitud a la variada extracción social de esos mismos personajes; la descripción de ambientes, comportamientos, hábitos y modalidades que determina el interés con que el lector acompaña el desarrollo de la trama en las obras más complejas, así como las situaciones desde el punto de vista espacial y temporal menos estructuradas que dan lugar a los monólogos. Por todas estas razones,  cabe afirmar que la dramaturgia de Mariluz Suárez Herrera se inscribe dentro de la más sólida tradición del teatro mexicano en todas sus manifestaciones, como espectáculo popular y arte dotado de los más exigentes refinamientos. 


NECIA ESPERA

      Monólogo

 


 

 

 

 

 

Clara               36 años

 

 

 

 

Departamento sencillo, Colonia Condesa. Sala comedor, a la izquierda, ventana que da a la calle. Al fondo,  un muro con dos posters baratos con flores blancas y un espejo. Una gran maceta con una palma divide los tres sillones que hacen de sala, del pequeño comedor, mesa redonda, cuatro sillas y un trinchador. Al fondo, del lado derecho dos puertas, una es la recámara y otra el baño. A la derecha lateral, puerta a la cocina y puerta de entrada. Bajo la ventana, del lado izquierdo,  hay una mesa con una computadora y una silla.

Sale Clara, de la cocina cantando “Óyeme Lola” de Café Quijano está arreglada, usa zapatos de tacón, lleva puesto un mandil. Mira su reloj continuamente. Empieza a poner dos lugares a la mesa.


Clara:             Ay mamita, apenas si  me dará tiempo, son las dos y no he puesto la mesa. Donde que Beto es bien puntual. (Se acerca un plato al pecho). Mi Beto, ahora sí va a ser mío, todo mío. (Canturreando). Hoy es el día, el gran día. (Toma dos cubiertos, uno en cada mano). A ver… qué necesito… pollo, menú de reyes: pasta, pollo y helado. (Abre el mueble, pone dos copas). ¿Traerá vino?, siempre trae vino, no veo por qué hoy se le olvide. Aparte, tenemos que celebrar. Celebrar, claro, si hoy es el día. Y si no ponemos fecha hoy (Duda) ¿no veo por qué no?, empezando por que nunca hemos comido juntos,  por cierto, (Cambia los platos de lugar). ¿Dónde lo sentaré, frente a la cocina?, ay, no ¡qué vista tan fea! (Mueve los platos). Frente al espejo (Se sienta en la silla). No, se dedicará a contemplarse, bien que lo conozco, ay, ¡es que es tan guapo! No, mejor que vea a la ventana, la luz lo inspirará para decirme todo eso que quiero oír, todo lo que debo oír (Sube la voz). Todo lo que voy a oír. Ya está lista la comida, apago el horno. (Se dirige a la cocina, regresa sin mandil). Qué raro, si es muy puntual (Camina de un lado al otro). ¿Qué haré mientras llega? Ya sé. (Se sienta frente a la computadora pica botones).  Bueno mi amor, mientras llegas empezaré a avisar a mis amigas. (Ríe) Se morirán de envidia. Un mensaje para todas. (Empieza a escribir). Hola queridas que creen  ¡se murió la bruja! Y por fin se murió la inválida, la semana pasada. Sí, así como lo están leyendo, dos puntos Beto ya es libre, Beto ya es viudo, Beto ya es mío, bueno casi, váyanse preparando, aviso con tiempo, hoy mismo pondremos fecha para la boda. Firma Sra. Gosselini, con dos eses, bueno ése será mi nuevo nombre (Pica botones). Enviar con copia a. (Se acerca a la pantalla). Ah, sí están todas. Ay ojalá y todas me acompañen, siempre me han acompañado a todo… bueno, cuando las he necesitado, como hace cinco años cuando mi embarazo. (Pica una tecla). Enviar, esto de ser huérfana, es horroroso. Ya, se fue el mensaje, ay, qué padre, ¿qué pensarán cuando lo lean? (Apaga la máquina, se levanta empieza a arreglar la planta). La güera dijo que nunca se moriría la vieja esa, que si ya llevaba diez años en silla de ruedas, duraría más, pues la silla les quita preocupaciones, allí  siempre sentadota, viendo al jardín ¡ah! Porque esa casa (Sube la voz) que será mi casa, está hermosa. Bueno, si Beto quiere la vendemos y nos vamos a otro lado. (Roza una pierna contra la maceta) ¡Eres una bruta, Clara! Mira lo que hiciste con tu media. (Se levanta la falda, se ve un liguero). Si ya tiraste toda una quincena en estas medias, que están firmadas, espero que Beto se dé cuenta. Luego ni se fija, cuando compré la ropa francesa tuve que dejarle el precio y pintarlo con rojo, es bien distraído. (Se lleva el dedo medio a la boca, lo pone sobre su muslo) Qué emoción, cuando me las quite. (Se incorpora). ¿En qué estabas Clara?, ah, sí en la muerta que, ¡cómo tardó en morirse! Desde que entré a trabajar con Beto se estaba muriendo y de eso hace… (Cuenta con los dedos) Exactamente tres años, sí. Ay ya se está tardando, ¿le pondré un beep? No, para qué lo apuro, seguramente algo se le atravesó o fue por flores, o por el vino o por alguna otra sorpresita. (Se frota las manos una con otra) Qué será, qué será (Entra a la recámara, trae un pequeño radio de transistores, lo enciende, se escucha El Concierto de Aranjuez, de Joaquín Rodrigo). Así para que no moleste, (Riega spray desodorante). Así para que huela rico cuando entre. (Hace una caravana). Pase usted su señoría, la mesa está puesta, todo esto es para usted. (Se sienta a la mesa cruza los brazos y sonríe). Yo incluida. Ay (Se soba el vientre) tengo hambre y éste que no se aparece. (Va a la cocina Entra con un plato servido, come de pie). Mmmmm,  me quedó delicioso (Se atraganta). Sólo esto rapidito (Se chupa los dedos) en lo que llega (Mastica rápido, se mete otro bocado) al fin en lo que sube los cuatro pisos, me enjuago la boca. (Come más despacio) Es cierto, tiene que subir cuatro pisos. (Se escucha un ruido. Deja el plato sobre la mesa). Creo que es su coche, ah sí debe ser él. (Se sube al sillón y mira por la ventana). Ay no, no se ve nada, bueno nada de coche azul, nada de Beto, nada de…nada. (Se sienta en el sillón con desgano).  Tanta emoción para nada.  No entiendo, Beto, si siempre llegas a tiempo, cuando vienes a tomar un café, llegas a tiempo, en las noches que quieres estar conmigo, llegas a tiempo, cuando pasas por mí. (Pensativa)  Llegabas a tiempo (Se pone de pie) ¡Claro! Es por la hora, nunca ha venido a mi casa a esta hora, es la primera vez (Camina de un lado a otro). ¿Qué haré, lo llamo? (Suena el teléfono). Ay, es él  (Levanta el auricular). ¿Qué pasó mi amor? (Apaga el radio) Ah…, Rosi ¿qué sucede? No, no lo traigas todavía, ¿ya es hora? Tan rápido, no Rosi linda, un favor: no lo traigas, mira espera un poco, todavía no me desocupo, ¿podrías esperar una hora y media? Sólo una hora…y media no seas malita. Mira, te prometo que ya no te molesto el próximo viernes. Es más (Pausa) ya no te vuelvo a molestar. Gracias Rosi linda. Ándale, nos vemos en hora  y media.

Cuelga. Baja la luz. Lentamente sube la luz y se abre la puerta del departamento entra Clara con un abrigo negro y lentes oscuros avienta la bolsa   y toma el teléfono. Suspira.

Por favor la clave 3845 a nombre del contador Alberto Gosselini, este es el mensaje  (Habla lentamente). Alberto vengo de la funeraria, lloré durante hora y media frente  al féretro de la capilla cinco. La gente me daba el pésame, nadie mostró su pena tanto como yo. De regreso tiré el anillo que me compraste, si te interesa recuperarlo, busca en el desagüe. De lo demás, no te devuelvo nada. De parte de Clara. (Con tristeza). Es todo señorita.

Cuelga. Suena el timbre, Clara camina lentamente, trata de reaccionar, pone una sonrisa forzada, se quita los lentes, los mete a la bolsa del abrigo, se lo quita, lo avienta detrás de un sillón, se arregla un poco, va frente al espejo, suena de nuevo el timbre.

Voy, ya voy  (Toma su bolsa, saca algo, se pinta los labios, abre la puerta). Mi amor, ¡dónde andas! (Muy lentamente va bajando el cuerpo hasta quedar en cuclillas). ¿Jugaste mucho, mi cielo?  (Levanta la cara). Gracias Rosi, ven dale un beso a mami. Qué  dices amorcito ¿vamos al parque? Así terminaremos este  inolvidable día.

                                                TELÓN

 

 

 

 

 

 

                                         

 

 

 

 

 

OCASO DE RAÍZ

                                                      Monólogo


 

 

 

 

 

 

Soledad                     42 años

 

 

 

 

 

 

Cuarto poco iluminado; a la derecha, una cama tamaño king size en total desorden. Al fondo, unas cortinas cerradas. A la izquierda, un lavabo, una puerta entreabierta que comunica a un baño; junto a ésta, la puerta de entrada. Soledad se vestirá lentamente. Cuando se ilumina el escenario, se encuentra de pie, en ropa interior, terminando de secarse con una toalla; se dirige al espejo situado arriba del lavabo.

 


Soledad:             ¿Te quedó bien el agua? La dejé como a ti te gusta, más caliente que fría. ¡Ah! Fue algo fa-bu-lo-so. Casi como las primeras veces o como el día que te fui a ver a Pachuca. ¿Te acuerdas? Bueno… yo lo recuerdo perfectamente. Esa noche cayó una tormenta espectacular, tardé más de dos horas en cruzar la ciudad pero no me importó, sólo pensaba en ti, en mí, en nuestro encuentro. (Se pone crema). ¿Y ya sabes dónde van a vivir? (sube la voz). ¿Por qué aceptaste Tijuana? Al menos Durango o Veracruz, pero ¡tan lejos! (baja la voz). Creo que tú fuiste el que pidió el cambio hasta allá (duda) ¿o sería tu familia? ¿Sospecharán algo? ¿Sabes cuándo podré ir a verte? (niega con la cabeza). Nunca. (Empieza a peinarse). Sabía que tarde o temprano sucedería, en fin, para qué me quejo. (Se pone un collar). ¡Ya viste, me puse el último juego que me regalaste! Es el que más me gusta, (se pone perfume.) y también este perfume, es mi favorito. (Enciende la secadora de pelo, se seca el pelo, la aleja). ¿Qué ruido es ese? (continúa secándose). Ya te tardaste.  Te decía que nunca olvidaré esta cita. (Apaga la secadora). Leo, ¿me estás hablando? Me pareció escuchar un  ruido extraño. (Se calza, se acerca a la puerta sin abrirla). ¿Leo, mi amor, te encuentras bien? (levanta un pie, después el otro). Ya cierra el agua, se inundará el cuarto, Leo (levanta la voz) ¡terco, necio, tarado! (de prisa, termina de vestirse,  se dirige al teléfono, marca, saca un sobre y un bulto de su bolsa, los mete al cajón de la mesa de noche mientras habla). Dejo el sobre dentro del cajón, venga pronto, también dejo la pistola, está cargada. (Autoritaria) no se tarde. (Sale y cierra la puerta). 

                                                                        TELÓN        

                                               


 

 

 

 

 

TRISTE TOPO DE TAPERA*

                                                Para Eduardo Gordillo Pinto

 

                                               


  …Un insecto grita

                                                              Con su lengua rota

                                                                       Y el aire cae también

                                                                         Hacia la tierra.

                                                       Poemar de Saúl Ibargoyen

 

 

 


 

 

 

 

 

Dumas             53 años

Berta             48 años

Jorge              14 años

 

 

 

 

 

Una mesa tres sillas una división que separa una improvisada sala con un sillón y un televisor. Sobre el oscuro se escucha la overtura de”Ii Vespri Siciliani de Giuseppe Verdi se mezcla poco a poco con música de regetón. Un cenital alumbra un insecto mientras escuchamos en off la voz de jorge.


Jorge:             Soy Jorge,  un animalito chiquito, un milpiés anillado, un repugnante insecto de dos centímetros y medio, un maldito ser color gris pardusco que en cuanto salga a la calle me aplastará el primero que pase. Mis veinte anillos aplanados y angulosos no podrán defenderme. Se acerca el momento de tomar una decisión, será difícil hacerlo, no lo puedo dejar para mañana. Este es mi destino, haber nacido, tener hambre, sed y no poder encontrar el camino.

Misma música del principio. Se mezcla con  “la ley del monte”  entra dumas, apaga el radio y marca un teléfono.

Dumas:             (Grita) Berta, mi café, qué pasó con mi café, (Al teléfono) compadre qué te pareció el partido ¿no que no caía tu pin… pon equipo?, eliminado, e-li-mi-na-do. Ni un disparo, ni un pin…triste disparo y qué tal ese cabezazo, eso es tener cabeza digo yo. Y tu mentado uruguayo ¿viste? sólo jugó cinco minutos mi buen, no supieron imponerse, ni del balón se adueñaron y qué tal ese remate, de lujo, fíjate, eso es lo que yo llamo rematar o qué me vas a decir que no lo viste. (Cubre el auricular) Mujer, mi café,  (Lo descubre) y para hoy, qué tal te cae un dos a uno ¿eh? Mi equipo va con todo y chi...laquiles a la que les dio la vida.  Ay pasó a cobrar compadrito del alma.

Sale Dumas. Se ilumina todo el escenario vemos a Berta doblando servilletas y preparando el desayuno.

Berta:             El café está en la mesa, igual que el pan, igual que la taza, igual que la cuchara. (Se acerca dumas y se sienta a la mesa) Usa tus manotas y sírvete.

Dumas:             Oh qué la tostada, cómo me gusta el cariño con que me sirve mi mujercita. (Transición) ¿Por qué llegaste tan tarde?

Berta:            No era tarde.

Dumas:             Andas otra vez de mitotera. Síguele nomás buscándole tres pies al gato y                            verás la ma…raquiza que te va a  tocar.

Berta:            Fui a ayudar a mi comadre con la venta de tamales. Es la fiesta Patronal, lo                     que no se vendió ayer, ya no se vende.

Dumas:            ¿Te van a pagar? ¿Cuánto te van a dar?

Berta:            Es un favor.

Dumas:             Ah, que bonito haciendo favores. Cuando tienes obligaciones que cumplir.

Berta:            Mira  Dumas, no me hables de obligaciones.

Dumas:             No te apareciste por la escuela de tu hijo, como te lo dije.

Berta:      Cómo quieres, la señora no me dejó salir temprano por más que se lo pedí.

Dumas:             Claro todo el día en la calle por eso tu hijo hace o que quiere. No fue a clases en toda la semana. ¿Lo sabias?

Berta:            Me dijo (Con énfasis) tu hijo que faltaría dos días porque lo mandaron a                              ver una exposición en el centro. Tiene que llevar el boleto comprado y un                         resumen… si hasta le di el dinero para el metro y la entrada al museo. Y                                 ¿cómo sabes que faltó?

Dumas:             Me encontré a su maestra en la cola de las tortillas.

Berta:             (Grita) Jorge Dumas, ya está el desayuno. Jorge Dumas, te estoy llamando.

Jorge: (Entra) Me llamo Jorge. (El padre desaprueba) Jorge a secas.

Dumas:            ¿Qué carambas estabas haciendo?

Jorge:              Pues qué voy a estar haciendo, la tarea.

Dumas:             Qué tarea, ni qué tarea.

Jorge:              Son unas preguntas que me traen loco si no las entrego no me dan el pase.

Dumas:             Fácil te lo van a dar si ya supe que te volaste las clases toda una semana, siete días.

Berta:            Cálmate deja que nos explique primero, hay que escucharlo. (Jorge hace                             un gesto de “ves” a su padre) Mijo por qué faltaste.

Jorge:              Te dije ma, que tenía que ir a ese museo y llenar el cuestionario.

Dumas:            ¿Y?

Jorge:              Pues está muy grande y me tardé, pues me tardé bastante.

Dumas:            ¡Cinco días!

Jorge:              A ver ve tú y copia de esos letreritos chiquititos.

Berta:            Ay mijo, ves te digo que necesitas anteojos.

Dumas:           Qué anteojos, ni que nada, ya no sabes ni en qué gastar lo poco que ganas.

Berta:            Al menos yo gano.

Dumas:             Ya vas a empezar, todavía ni desayuno y ya vas con tus reclamos.

Jorge:              Ma, necesito…

Berta:            Ahorita no mi amor, esta semana nos toca la renta, la luz, el teléfono y no creo que alcance ni para el gasto.

Jorge:              Ma, me ofrecen un trabajo.

Berta:            ¿Trabajo? Ni lo pienses primero tienes que estudiar.

Jorge: (Con énfasis al padre) A mí, me ofrecen un trabajo.

Berta:            ¿Qué clase de trabajo?

Jorge:              Es en una taquería, está fácil sólo perdería un semestre.

Berta:            No, eso no.

Dumas:            ¡No harás semejante cosa!

Berta:            Si alguien tiene que matarse en esta casa soy yo,  primero está tu escuela.

Jorge:              Prefiero salir a trabajar que seguir escuchando quien mantiene a quien.

Berta:            ¿Lo dices en serio?

Dumas:             Así es que el niño quiere ir a la calle a trabajar.

Berta:            No le hables en ese tono, cuando tú ni siquiera…

Dumas:             Yo fui seleccionado para un importante trabajo.

Berta:            Ah sí, pues primera noticia que tengo.

Dumas:            Se llama  “alguien tiene que quedarse en la casa”.

Berta:            Ay mira tú, pues primera noticia que tengo.

Dumas:            Sí y ese trabajo me lo dieron a mí.

Berta:            Mira tú, encerradito todo el santo día.

Dumas:            Sí metido entre cuatro paredes como en una cárcel.

Berta:            Prisión la mía correteando por la calle con frío, calor, lluvia, apagones.

Dumas:            Ya, ya no sigas, ya me sé la cantaleta.

Berta:             (Le avienta una pieza de pan sobre el plato) Para que no te falte qué comer, ni qué beber.

Dumas:             (Arroja la pieza de pan a la pared) No necesito tus panes, ni hambre tengo.

Berta:             (Jorge toma los platos y pone unos platos de plástico al alcance de Dumas) Nosotros no tenemos la culpa de que ningún trabajo te guste. Fracasó el taxi que te prestaban, te robaron la mercancía del puesto en el mercado, ¿quieres que siga con la lista? Eres incapaz de dar.

Dumas:             Para ti ¿qué es dar?

Berta:            Comida, ropa limpia, atención, afecto…

Dumas:             (Avienta los platos, Berta y Jorge los recogen) Dilo, anda dilo, dinero, lo único que quieren es dinero. Estoy harto de sus protestas.

Jorge:              Ya, dejen de pelear.

Dumas:            Es tu madre, como siempre, el poco tiempo que pasa en esta casa es para estar jeringueando, no sabe hacer otra cosa.

Sale dumas, se escucha un partido de fútbol a todo volumen.

Jorge: Ma, cuando eras chica así como yo,  qué querías ser.

Berta:            Ay, mijo, qué pregunta, soñaba, sí soñaba ah, ya me acuerdo… quería ser cantante, actriz de películas también bailarina, ponerme esos zapatitos que se ponen y viajar y escuchar como me aplaudían cuando bailaba.

Jorge:              ¿Eso es libertad de decisión?

Berta:            Si, pues, déjame ver… sí yo decidí que quería bailar pero no había dónde hacerlo, ni había maestros. Bueno, pasaron muchas cosas pero esas te las cuento otro día.

Jorge: Y ¿cuál ha sido tu  momento más difícil?

Berta:            Ay eso sí no está sencillo de recordar, tengo que pensarlo. Hablando de eso… (Transición) Jorge, ¿podrías hacerme un favor?

Jorge:             (Curioso) Qué cosa.

Berta:            Quiero que vayas a ver la tele con tu padre.

Jorge:              ¿Y luego?

Berta:            Si, por favor.

Jorge:            Pero si odio ese juego (Pausa) no, ma, quedé de verme con Migue quiere comprar una motoneta, fíjate se la dan con placas, casco, alarma y candado, está impecable, como nueva, bueno eso dijeron.  Impecable, im-pe-ca-ble, no sé qué es eso.

Berta:            Perfecta.

Jorge:              Aah.

Berta:            ¿Podrías darme gusto?

Jorge:              Ay ma, ya quedé con mi cuate.

Berta:            Sólo el día de hoy. Es domingo, puedes ir más tarde, llámalo.

Jorge:            Para qué, si ni me va a pelar, primero está su fut y después sus cervezas, si se va la luz tal vez se de cuenta que estoy allí y ahora ¿qué te picó?

Berta:            Quiero demostrarle que tú puedes dejar tus cosas por estar un rato con él.

Jorge:            Y eso ¿para qué?

Berta:            Para que él deje algún día su fut para estar contigo.

Jorge:             (Con amargura) No ma, no me interesa.

Berta:            ¡Jorge Dumas!

Jorge:            Te pedí que no me digas Dumas, él se llama así, yo no, mi nombre es Jorge.

Berta:            Mira Jorge, voy a pedir un día libre y nos vamos a pasear como antes.

Jorge:            ¿Tú y yo?

Berta:            Sí, como cuando eras más chiquito. Al zoológico, a Chapultepec ¿te gustaría?

Jorge:            Ya no soy niño.

Berta:            Sí ya veo, ahora quieres ser hombre y trabajar, cuando a tu edad hay que estudiar.

Jorge:            Es sólo un semestre, el Migue ya lo hizo, mira hasta una moto se va a comprar y si vieras todo lo que ya tiene.

Berta:            No Jorge, eso sí no lo voy a permitir, al rato me sales accidentado y más nos vamos a complicar. Aparte, estás muy chico. (Se escuchan gritos de dumas según el partido) Anda ve un ratito con tu padre.  Toda esta ropa sucia y mal oliente está esperando que suba a lavarla.

Jorge:            Sólo media hora ¿eh?

Se dirige  a donde está su padre, frente al televisor, dumas no lo mira, reaccionará de acuerdo al juego. Jorge se levanta y baja el volumen.

Dumas:            ¿Estás loco! ¡No oigo!

Jorge:            Está muy fuerte… Los vecinos…

Dumas:                       ¡Me importa un cara…melo de naranja, qué patadón!  (Jorge se  sienta de nuevo) Vas solo, vas solo, dale, pégale, como hombre (Gesticula) Y tú qué te traes.

Jorge:            Vine a acompañarte.

Dumas:             (Sorprendido) ¿Vas a ver el juego?

Jorge:            Sí.

Dumas:            ¿El juego de fut? Con la pata, tarado, ándale qué esperas. Más fuerte, se te fue, claro, se te fue.

Jorge:            Sí, (Los dos miran la pantalla unos minutos) contigo.

Dumas:             Vas solo, vas solo, ¡qué tirada!

Exclamaciones de júbilo de dumas, ad limitum.

Jorge:            Papá, ¿qué soy yo para ti?

Dumas:            ¿Qué? (A la pantalla) con la otra, imbécil, con la otra.

Jorge:            Eso, eso que dije.

Dumas:            (Indiferente mirando la pantalla) Eres mi hijo. ¡Árbitro vendido!

Jorge:            Eso lo saben todos los que viven en esta cuadra. ¿Qué clase de persona soy yo? Para ti, quiero saber tu opinión.

Dumas:             Eres mi hijo, ¡mano, fue mano! mi único hijo, ¡Pásala, qué esperas, pásala! un hijo…querido… (Entra Berta en la cocina)

Berta:            (Para sí) ¡Mentira!

Jorge:             Tú ¿tienes retos?

Dumas:            ¿Retos? ¡Retos! (Con convicción) Sí, ¡si claro!

Berta:            Eres malo hasta para decir mentiras.

Jorge:             ¿Se han cumplido tus sueños?

Dumas:            Algunos.

Jorge:             ¿Cómo qué?

Dumas:             Como ahora,  como cuando tú y yo nos parecemos, mira ya hasta el futbol vemos juntos.

Berta:            Ja, ja.

Jorge:             Pero no contestaste lo que te pregunté.

Dumas:            Eres mi hijo… (Mueve los pies, siguiendo el juego)…muy querido.

Berta:            (Se acerca) Tú no eres capaz de querer a nadie.

Jorge:            Creo que lo que mi mamá quiere decir…

Dumas:             No digas lo que no sabes y no la defiendas.

Berta:            ¡Dumas, por favor!

Dumas:              (A Jorge) Mejor, tráeme unas chelas. (A Berta) Bueno, es nuestro hijo y lo hemos malcriado. ¿Satisfechos?

Jorge:            (Regresa) No, no me has contestado.

Dumas:            ¿Qué cosa?

Jorge:             (Al padre) Lo que te pregunté.

Berta:            ¿Puedo saber?

Dumas:             Después.

Jorge:            Ya pasó la media hora, voy a ver la moto. (Sale)

Berta:            Espérate Jorge… (A Dumas) En esta casa no se puede hablar, nunca se puede hablar.

Dumas:            ¡Si se puede!

Berta:             ¿Apagarías tu fut?

Dumas:           Mira, tu hijo lo dejó casi apagado. (Se levanta de mala gana) Y tú ¿ya terminaste de limpiar? (Sube el volumen de nuevo)

Baja la luz. Al subir la luz, dumas dormita frente a la televisión, hay diez latas de cerveza vacías alrededor suyo. Berta limpia frijoles. Entra Jorge.

Jorge:            Ma, ya lo pensé bien, voy a trabajar seis meses.

Berta:            Estas muy chico, Jorge.

Jorge:            Qué más quieres que te diga.

Berta:            Quiero saber la razón de esta locura.

Jorge:            Dile como tú quieras.

Berta:            Mira Jorge, yo quisiera que encontraras lo que buscas. Quiero que no te equivoques como nosotros. (Se escuchan los fuertes ronquidos de Dumas) Creo que hay dos caminos, uno… sí, es el trabajo pero a su tiempo, primero serían tus estudios y el otro es convertirte en eso como tu papá.

Jorge:            En ¿qué?

Berta:            En un triste topo de tapera.

Jorge:            ¿Qué es eso?

Berta:            Mira, voy a contarte un secreto. Allá en la casa donde yo trabajo, hay un sillón así muy cómodo y hay muchos libros. Cuando mis patrones salen yo me apuro a mi quehacer, hago rápido la comida y me siento a leer. Y ¿qué crees? He descubierto muchas cosas que no pensé que existieran.

Jorge:            ¡Tú mamá!, ¿tú haces eso?

Berta:            Sí, y estoy feliz de hacerlo pues creo que me gusta, sí me gusta mucho. Así igual que a tu papá le gusta el futbol.  Yo creo que debes de tener paciencia, mira sólo de aquí a que termines la prepa.

Jorge:            Má pero falta mucho, ¿crees que voy a seguir soportando esto? Un día, otro día, muchos días. Siempre lo mismo.

Berta:            Pues haz un esfuerzo, no tardas en empezar a salir con las niñas.

Jorge:            No, eso no quiero.

Berta:            No digas que no, así va a ser, cuando empieces con una noviecita la vida va a ser menos dura, creo…

Dumas en off: ¿Ya está la comida? Tengo hambre.

Jorge:             Voy a terminar mi tarea y no sé si voy a comer con ustedes.

Sale del lado derecho del escenario Jorge toma un papel y un lápiz medita lo que va a escribir, actúa según el discurso. Se escucha su voz en off.

Jorge:             Pregunta número uno: ¿Quién soy?

                  Respuesta: Me llamo Jorge, no soy un milpiés anillado, ni un topo, ni un                                topo triste, ni un triste topo de tapera ¿Qué será esta palabra? Bueno, tengo                que llegar temprano para buscarla en un diccionario. Tengo 14 años. No me                         llamo Dumas porque no conozco a nadie que se llame Dumas, bueno sí, mi                  papa.  ¿Habrá otro que se llame así? Tengo que preguntar.

                  Número dos: ¿Qué es lo que quiero?

                  Respuesta: Quiero saber a qué huele la oreja derecha de Nati. Quiero saber                también a qué sabe. También me gustan otras compañeras pero Nati, tiene                         catorce años como yo.

                  Tres: ¿Qué es lo que puedo?

                        Puedo mirar la oreja derecha de Nati, todos los días desde mi pupitre.  Puedo verla y sí, me gusta mucho su oreja. Creo también que ya puedo trabajar pero, creo que no quiero. Ah, eso es de la otra pregunta, eso no va aquí. Mañana lo primero que haré al llegar a la escuela, voy a hablar con Nati, sí es importante decirle todo esto.  (Dudando)  A ver las que siguen: ¿Cuáles son tus retos? ¿Tienes libertad de decisión? ¿Cuál ha sido el momento más difícil?  (Sigue la  voz en off, con eco)  ¿Son cariñosos tus padres?

                   Creo que sí. No, la verdad no sé, ésta la dejo en blanco.

                   ¿Te han golpeado?

                  Con el puño… no.

Se escucha” La forza del destino” de Giuseppe Verdi. Paulatinamente cambia a regetón mientras baja la luz lentamente.

                                                TELÓN



*  Tapera- Casa de terrón del campo uruguayo que ha sido abandonada.

 

Hiber Conteris
Prólogo a “Cicatrices” 
de Mariluz Suárez Herrera

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