al pie del pensamiento se me tiende el umbral
de una casa sangrante de palabras
por la que voy cerrando puertas al incendio del día
todo lo conocido permanece con los ojos abiertos
bajo cuarenta grados de delirio
y el umbral no está aquí ni afuera ni debajo
sin embargo en su centro todo un jardín furioso despereza tentáculos
crepita por los muros
desordena las sílabas y con arisca lengua
explora los contornos de la idea
el umbral no encontrado resbala su sonido con despaciosa sed
bajo las puertas
busca entre los andamios de papeles y tinta
la abolida legión de palabras que bajan por mi lengua
de pronto una saltó desde la tempestad de la garganta
y estalló en alarido calcinado
entonces me lancé contra las puertas
pero ellas escaparon como gacelas blancas hacia el día
desde los siete puntos cardinales caían las murallas de mi cuerpo
un mar vino a saberme con su armada invencible de memoria
y arrojó entre mis piernas palabras retorcidas espumosas de parto
sentencias de ojos muertos
secretos desplegados como dioses desnudos
temblando en el jardín
ebrio de pensamiento
un fruto azul se abrió
para mi oído |