Sandalio

 
Es totalmente imposible que una persona haya dado nada más que una vuelta por el Bajo sin haber conocido a Sandalio. Era una figura típica de la calle Yerbal y tenía un arte especial que luego describiré, y que variaba del pizzicato al leggero pudiendo terminar en un finale furioso. Pero como su persona reunía dos aspectos muy antagónicos voy a relatar primero como era su físico y después pasaré a la faz artística.
Tenía estatura mediana. complexión fuerte, infeliz, medio tarado, rostro de japonés, cutis morocho, pelo lacio y con dificultad para hablar. No sé quien le había enseñado ciertas partituras de ópera que cantaba, en especial "I Pagliacci". Su canto tomaba volumen cuando se emborrachaba con caña que bebía en vasos de cuarto litro y en apenas dos sorbos.
Primera cualidad artística: era gran lavador de pisos y lo solicitaban diariamente porque cobraba bien sus trabajos pero dejaba los pisos correctamente limpios, como espejos. Andaba siempre descalzo y con los pantalones remangados hasta la rodilla, indicando así que estaba en condiciones de lavar; pero cuando se calzaba y se bajaba las piernas de los pantalones, ya la gente sabía que estaba en actitud de descanso.
Tenía dos posiciones para lavar los pisos: una en cuclillas y dando saltos como un sapo y la otra hincado sencillamente contra el suelo. He visto callosidades varias en el cuerpo humano, pero las de Sandalio eran insuperables, pues como lavaba hincado y sin almohada protectora, le había salido un callo en cada rodilla del tamaño de una torta frita. Despues de su trabajo se vestía esperando con impaciencia porque la noche ... se ha hecho para amar.
Segunda cualidad artistica: los muchachos piernas de la época, cuando daban una vuelta por el Bajo y andaban de copas trataban de ubicar a Sandalio porque éste, aunque incapaz de interpretar a un Hamlet, era un verdadero artista en otros aspectos. Con un escote de cinco reales por barba, la barrita reunía a Sandalio y a alguna meretriz que quisiera colaborar en un acto artístico. Se le pagaba a ambos actores y los muchachos, haciendo rueda, observaban la interpretación que tenía lugar en el lecho. El acto artístico terminaba de dos maneras: una, arrojando sobre la cama todo lo que había a mano y la otra, más complicada, teniendo que hacer toda la fuerza de una grúa aduanera para lograr una separación, porque Sandalio era muy fogoso y ardiente. Dicen que una noche la actuación de ambos artistas fue tan brillante que fueron arrastrados por el público hasta el patio del burdel donde a pesar de los aplausos no pudieron ser separados. Sendos baldes de agua fría obraron el milagro.
Despues de todo lo dicho, creo que si un dia hubiera que levantar un monumento como recuerdo del Bajo, ninguna figura mas indicada que Sandalio para simbolizarlo. Pero pienso que habría que hacer dos monumentos: uno con Sandalio de cepillo y balde y el otro demostrando sus demás habilidades.
Y usted señor que tiene mi edad y ya es abuelo y tiene bastante confianza con su señora no le diga a ella que no conoció a Sandalio; no se mande la parte que usted también seguramente entró en el escote de cinco reales para verlo actuar.

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