Las influencias determinantes en el pensamiento de Vaz Ferreira
por Manuel Claps

1. Spencer

 

Formado en el ambiente positivista que dominaba la universidad regida por Alfredo Vázquez Acevedo, sufre desde los comienzos la influencia de esta corriente, sobre todo a través de la figura dominante de Spencer.

 

En su primer trabajo sobre un tema de filosofía, que caracterizará uno de los modos de acercarse a esta disciplina (por la literatura, a través de la estética), Ideas sobre estética evolucionista (1896), escribe refiriéndose a las de Spencer: "ideas verdaderamente dignas de un estudio serio y profundo [...] como todas las otras que ha propuesto la filosofía evolucionista que tan cerca están ya de incorporarse de una manera completa y definitiva al conjunto de verdades científicas que la humanidad ha conquistado." (XV/65.)               

 

Bajo la influencia de Spencer va a seguir hasta los primeros años del nuevo siglo en que madura su conciencia crítica. Acompaña en esto las vicisitudes de esta influencia en el país, ya que el positivismo "se prolonga como mentalidad práctica en círculos educacionales, profesionales y políticos" hasta la primera década del siglo[1].

 

La primera reacción crítica frente a Spencer de que tengamos noticia consiste en la supresión de aquel juicio tan categóricamente juvenil. En efecto, en la publicación del mismo trabajo en Ideas y observaciones (1905), el párrafo queda reducido a esto: "Hay sin embargo en esa doctrina mucho de verdaderamente serio y profundo." (I,16.) De la exageración propia del adepto se ha pasado al juicio reposado del crítico. El punto más alto de la reacción crítica se puede situar entre 1907 y 1908. Ya está de vuelta de Spencer (XIX, 54). En efecto, en Carlos Vaz Ferreira I. de enero de 1908, escribe en la primera y ya sintomática de sus Reacciones: "por su faz antipática y estrecha, por su falta de simpatía y por su incomprensión semi voluntaria del pensamiento ajeno, tuvo este pensador bastante castigo [...]. Y, a fuerza de sequedad y de dureza, dejó su sistema rígido y frágil como esas «lágrimas batávicas» de la física: a la menor rotura se deshizo en polvo."

Herbert Spencer

Pero esta primera reacción negativa se corrige en el párrafo siguiente: "Rechazo esa comparación que sólo enfatiza los aspectos malos. Se me ocurre otra menos injusta: la lujuriante brotación ideológica con que este pensador cubrió en un momento dado todo el campo de los conocimientos humanos, fue como el "abono verde" de los agricultores. A veces vemos extenderse ante nosotros un trebolar vasto y lozano, del cual nada está destinado a quedar; todo será enterrado; pero otras cosechas aprovecharan la Tierra fecunda con tanta riqueza." Y concluye: "De la obra de Spencer, en sí misma, poco quedó. Pero hoy, ¿puede alguien estar seguro de no haberla utilizado?" (C.F.U., 100-101.) Es su propio caso, como veremos más adelante.

 

Esta reacción negativa frente a Spencer se corrobora con la muy significativa omisión de su nombre en la lista de obras que propone en Moral para Intelectuales (1908), como lectura para los estudiantes. En este misma curso, hacia el final, al hablar de los sistemas positivos dé moral dice: "También esa otra noción, que quedará probablemente como una de las partes bien sólidas, tal vez no muchas, del inmenso pero deleznable edificio levantado por el gran constructivo Spencer [...]." (M. I, 198.) Hacia los años 1913-1914, ya desde la cátedra de conferencias, y a propósito de las nuevas filosofías evolucionistas, va a ocuparse del filósofo inglés con su característica ponderación: "se siente —dice— una gran necesidad en estos momentos de llegar a una apreciación bien exacta y justa, ya que el entusiasmo casi religioso que lo erigiera en una especie de pontífice infalible de la ciencia y de la filosofía ha sido sustituido por una reacción que, quizá, como es común, tiende ahora a volverse excesiva." (LPE, 109.) Analiza de paso los diversos aspectos de la obra y afirma que "son numerosos los puntos en que Spencer ha establecido la verdad o se ha anticipado por una visión genial a la comprobación ulterior de los científicos especialistas." (LPE, 110.)

 

En 1924, desde la cátedra de Filosofía del Derecho, dirá: "A aquél pensador debemos mucho agradecimiento por algunas verdades o posiciones muy importantes. Algunas ajenas a la materia que trato y de las cuales no hablaré. Pero en lo moral y social; especialmente dos: una, haber sacado al hedonismo de su estado empírico, y otra, el tan loable esfuerzo por fundar la libertad y los derechos individuales en fundamentos no puramente metafísicos, verbales o ilusorios, sino más positivos”. (Conf. 163-64.)

 

De Spencer lo alejaban: la falta de sensibilidad metafísica, el espíritu sistemático y el dogmatismo, aunque lo acercaran algunas ideas, como la fundamental de evolución y que se manifiesta en la actitud naturalista pata explicar los asuntos humanos, sobremanera en la fundamentación de la moral y de los derechos individuales.

 

Compartía también algunos puntos de vista en educación, en estética y otras ciencias si bien ajustados en cuanto al grado.

 

El positivismo spenceriano, sobre todo en su aspecto de evolucionismo, va a quedar como un lejano trasfondo filosófico en el pensamiento de Vaz Ferreira a lo largo de toda su vida y sostiene muchas de sus ideas principales.

 

No discute, no dialoga con Spencer como lo hará con James, sobre todo en su período de mayor originalidad, pero la presencia de Spencer reaparecerá más tarde, al ocuparse de los problemas morales y políticos, como el recuerdo de su gran adhesión juvenil: en las ideas de la humanidad como "especie en marcha", del arte como variaciones de la espiritualidad sobre el instinto, por ejemplo. Evidentemente, en la cosmovisión vazferreiriana la presencia de Spencer tiene su parte. (*)

Jean Marie Guyau

2. Guyau

Tempranamente tomó contacto con la obra de Guyau, según él mismo lo recuerda alguna vez: "El doctor Blixen (Samuel), en su clase de literatura, violando quizás reglas posibles de alguna pedagogía estrecha, hizo estudiar, en lugar de «Retóricas y Poéticas», los libros de Guyau. Como textos resultaban bien anormales é incompletos [...]. Pero fue inmensa la Influencia de aquellas lecturas. Las de esta especie son en la juventud, como ondas que se van propagando y que no se sabe dónde se detienen; o mejor dicho, no se detienen más; obran además, no solo directamente sino por otras lecturas a las que imitan. De manera que si nosotros, los que aprovechamos la acción educadora de esos libros, quisiéramos hacer enumeración de todas las ideas y sentimientos que les debemos, no podemos resumirlos todos." (Yo subrayo.) (LPE, 112.) Y en otra parte: "Leímos y asimilamos y discutimos esas obras (se refiere a L´art du point de vue sociologique y a Les problèmes de l´esthétique contemporaine) tan ricas de originalidad, tan sugestivas, aún donde el autor se equivoca o exagera; y empapó nuestras almas el estilo de Guyau, caliente dé sentimiento y sobresaturado de pensamiento, límpido, sin embargo como esos disolventes soberanos de la química, a los que él calor permite recibir y mantener en su seno, sin cambiarse, una cantidad de sustancia infinitamente mayor que el propio volumen." (XVII, 90-91.)

La actitud de Vaz Ferreira es similar a la de Guyau: atención a los hechos, consideración de la razón y del sentimiento, amplitud de espíritu, mirada siempre centrada en la vida. El contacto con su obra le sirvió, en cierto modo, para encontrarse a si mismo; a la vez que corroboraba sus vivencias era influido profundamente. Estamos aquí frente a lo que podríamos llamar sin temor a equivocarnos, "el hecho provocador", para usar la expresión de Rodó. Fue además —él lo dice— el escritor que más amó. (XVIII, 19.)

 

Sin la pretensión, por otra parte imposible, de hacer el inventario de esa herencia tan múltiple y difusa, podemos señalar algunos pasajes en que se hace evidente. Así, por ejemplo, cuando Guyau señala respecto a la moral, el intento de fundarla sobre bases no metafísicas sino positivas (como Spencer) "cuyo valor puede subsistir con independencia de las opiniones que se tengan sobre el fondo absoluto y metafísico de la moralidad[2]" y también en lo referente a dejar librada la solución al individuo: "En ciertos casos extremos —muy raros, por otra parte— el problema no tiene solución racional y científica. En estos casos en que la moral es importante, debe dejarse toda espontaneidad al individuo. El error de los jesuitas, está, mucho más que en haber querido ampliar la moral, en haber introducido un elemento detestable: la hipocresía. Ante todo es preciso ser sincero consigo mismo y con los demás[3]." La posición ante el problema moral es la misma. Esa afirmación de la sinceridad como valor primordial de la ética y el repudio consiguiente de la hipocresía va a aparecer casi textualmente en Conocimiento y acción cuando Vaz escribe: "Conservarse sincero ante los otros y ante si." (CA, 12.)

 

También dejarán su huella las ideas de Guyau en la actitud ante el problema religioso. Si bien Vaz discrepa con el título de Guyau "yo no la llamaría irreligión", dice (CA, 31), la actitud es casi la misma. Las tesis en que concuerdan son: 1) Disolución de la religión en tanto dogmas: 2) purificación del sentimiento religioso y legitimidad del mismo; 3) la duda como actitud aún más religiosa que la fe. Los pasajes que más lo han influido se concentran en el capítulo primero de la tercera parte de La irreligión del porvenir, titulado El individualismo religioso, muy especialmente en los parágrafos II (La anomia religiosa y la sustitución de la duda a la fe) y III (Sustitución de las hipótesis metafisicas a los dogmas): "Llamemos, pues, certidumbre a lo que es certidumbre y creencia plausible a lo que es posibilidad y probabilidad" [...]. "La duda es el más religioso de los actos del pensamiento humano" [...]. "Allí donde el filósofo ignora está obligado a decir a los demás y a decirse a sí mismo: yo ignoro, yo dudo, yo espero y nada mas" [...]. "El sentimiento más original, y uno de los más profundamente morales de nuestro siglo —del siglo de la ciencia— es precisamente ese sentimiento de duda sincera" [...]. "Incognoscible o no, infinito o finito, lo desconocido será siempre el objeto de las hipótesis metafísicas[4]."

 

Estos párrafos, tomados al pasar de dicho capitulo, son lo suficientemente elocuentes como para documentar la influencia del pensador francés sobre el joven pensador uruguayo.

3. Stuart Mill

 

La relación de Vaz Ferreira con Stuart Mill tiene un carácter muy especial. Se trata, a diferencia de lo que ocurre con Guyau, de una relación más personal. Aproxima a ambas personas, una afinidad de mentalidad, de temperamento y de personalidad. Vaz ha sentido a Mill, al hombre Mill, de un modo muy personal, se ha encontrado en él. Podría haberlo llamado "el hermano Mill".

 

Merece transcribirse la página tan feliz en que lo caracteriza y sin quererlo se describe a si mismo: "No fue creador de sistemas; su manera de pensar era colocarse dentro de alguna teoría de un pensador a quien tomaba como maestro y no sólo tratar las cuestiones tomando como base los pasajes de esos escritores (lo que suele ser cómodo para exponer su pensamiento a temperamentos críticos y analíticos), sino ponerse en psicología de discípulo; e iba introduciendo restricciones, modificaciones, reservas a veces tan importantes que concluían prácticamente por demoler la doctrina de que el autor seguía siempre considerándose como adepto. Esta peculiaridad ha sido juzgada desfavorablemente ("temperamento de discípulo"). Aunque sea temperamental (enredaderas que necesitan subir sobre otras plantas pero cuyos frutos y flores pueden ser infinitamente superiores) puede, al contrario, parecer simpática, si se la explica por cierta humildad, rara entre los pensadores, que le hacia presentar como reservas a las doctrinas ajenas, las que cualquier otro hubiera presentado como doctrinas propias; [...]. En su espíritu cabían siempre observaciones y razonamientos de los que se clasifican en doctrinas opuestas: cómo las dejaba reaccionar, luchar, conciliarse, sin estrechez; cómo se negó siempre a cerrar las cuestiones, y con mayor razón a cerrarlas él mismo. (Esa era, precisamente, su objeción principal a Augusto Compte: que su positivismo no dejara «cuestiones abiertas».) Su examen del problema religioso, su examen del problema de la libertad desconciertan al que no pueda concebir que aparezcan pensadas por el mismo escritor observaciones en favor de las dos doctrinas; lo cual es testimonio de la alta calidad de espíritu [...]. Partía Mill de la escuela clásica, defensora del orden actual, pero era notable cómo sentía lo humano [-..]. "...siempre había existido en su espíritu una noble receptividad afectiva, no común en hombres de razón analítica." (V. 105-106.)

Stuart Mill

La obra de Stuart Mill que más ha influido en Vaz Ferreira es A System of Logic. Ya sus Apuntes de lógica elemental (1899), seguían las grandes líneas de la obra de Mill. Esta temprana predilección por el gran lógico del positivismo se centra en el estudio de los sofismas, en el aspecto meramente teórico sino teórico-práctico de la lógica. La lectura del libro V del System impresionó profundamente al joven profesor quien, poniendo en segundo plano el aspecto puramente lógico, comenzó a partir de allí su tarea original, su psicológica.

 

Las ideas centrales de la Lógica viva van a surgir de allí. En Mill predomina lo lógico sobre lo psicológico: en Vaz hay un equilibrio inestable entre ambas instancias, con una mayor inclinación hacia lo psicológico, sin perder de vista el aspecto lógico. Explica lo lógico por la psíquico. Lo que le interesa es la interrelación entre ambos aspectos.

 

Hay diversos pasajes que muestran, dentro de la presencia general de Mill, contactos concretos. Veamos algunos: "Hasta me inclino a creer que este sofisma —se refiere a la confusión de las ideas y la realidad— ha sido la fuente de las dos terceras partes de mala filosofía, y especialmente de mala metafísica que el espíritu humano no ha dejado de producir[5]." Si no supiéramos que pertenece a Mill, podríamos tomarlo por un párrafo de Vaz Ferreira. Obsérvese la similitud hasta en el modo de expresión sintáctico lógica.

 

Una observación que Mill hace sobre un razonamiento de Spencer va a ser aplicada luego por Vaz a un pasaje de James. Escribe el primero: "Es muy importante tener presente en el espíritu este doble sentido de la palabra inconcebible, pues el argumento sacado de aquí gira casi siempre sobre la sustitución alternativa de una de esas acepciones a la otra[6]." Y el segundo, bajo la denominación de sofisma dinámico, escribe: "El estado de espíritu de los pragmatistas es una oscilación entre dos sentidos que dan a la palabra verdad." (VIII, 115.)

 

En dos puntos Vaz se separa de Mill: Uno se registra en Un paralogismo da actualidad donde dice: "Mucho hizo Stuart Mill por corregir esta tendencia con su estudio de los sofismas de pruebas indistintamente concebidas, pero creo que se equivocó al suponer que las falacias de confusión eran una clase de las falacias; más bien, y ya que es fuerza establecer esas clases [...], hay que presentar las falacias de confusión, no como una clase de falacias sino como un modo de caer en las falacias, sea cual sea su clase." (F, 131.) Aquí nuestro autor exagera, acentuando el aspecto psicológico frente al lógico. Mill no se equivocó. Tenía clara conciencia de que "los malos razonamientos no admiten divisiones tan netas como los buenos" y de que "casi todos los sofismas, pues, podrían en rigor ser colocados en nuestra quinta clase: la de los sofismas por confusión[7]." Mill creía que "era útil distinguirlos", desde el punto de vista del proceso lógico. A Vaz le interesaba, en cambio, el modo de caer en las falacias, es decir, el proceso psicológico por medio del cual se llega a estos razonamientos falsos.

 

Y el otro punto de divergencia es precisamente la diversa concepción de la sicología, donde plantea una diferencia total: "se equivocó mucho, notablemente en sicología, donde se encerró en doctrinas estrechísimas: en las fórmulas más insuficientes del asociacionismo y del empirismo abstracto", (PT. 85) observó muy acertadamente nuestro autor.

 

La influencia de Mill se percibe también en la consideración del problema religioso. La lectura de los Estudios sobre la religión, contribuyó sin lugar a dudas a fijar la posición de Vaz a este respecto.

 

"La actitud racional de un pensador frente a lo sobrenatural, tanto en la religión natural como en la revelada, es la del escepticismo; es decir, una actitud que no es ni la creencia en Dios ni el ateísmo[8]." Así comienza Mill la Conclusión de sus Estudios” y ésta va a ser la posición de Vaz. Frente a lo desconocido queda solamente la esperanza que puede dar la posibilidad: "Todo lo concerniente a lo sobrenatural queda pues apartado del problema de la creencia y relegado al de la pura esperanza."[9]

 

También se registra coincidencia de ambos autores con respecto a la figura de Cristo. Escribe Mill: "Pero la vida y las palabra de Jesús llevan un sello de originalidad personal unida a ideas profundas[10]" y Vaz Ferreira confiesa "una impresión fuertemente favorable a la originalidad de Jesús, no precisamente en cuanto al esquema de su doctrina, sino a su manera de sentirla." (LPE, 75.)

 

Y con respecto a la actitud concreta ante la vida no podemos dejar de citar unas palabras de Mill que han tenido honda resonancia en el joven introverso y melancólico, y prefiguran su propia actitud ante la vida. Se refieren a la lucha entre el bien y el mal en el mundo y dicen: "En esta lucha, todo socorro, aún el más débil en el sentido del bien (yo subrayo) contribuye a promover el progreso muy lento y a menudo casi insensible sobre el mal." "El hacer algo durante la vida, aun en la más humilde escala, si nada más está si alcance de uno, para cooperar por poco que sea a ese triunfo final, es el pensamiento más estimulante y fortificante que pueda inspirar a un hombre[11]." Podemos estar seguros de que a Vaz Ferreira lo inspiró.

William James

4. William James

 

Este cuadro no estaría completo si omitiéramos la presencia de William James.

 

El primer contacto con James se realizó a través de The principies of Psychology (1890), según se documenta en las citas del texto de Sicología elemental (1897). Esta relación ha influido —como Vaz lo ha puesto de manifiesto reiteradas veces— en la concepción de lo psíquico.

 

Pero ahora queremos referirnos a la presencia total, al fuerte impacto, del pensamiento de James recibida a través de La voluntad de creer, Las variedades de la  experiencia religiosa, y de El Pragmatismo.

Esta influencia no se puede mostrar como las anteriores, ya que Vaz se encontraba formado cuando tomó contacto con las obras filosóficas de aquél. Es más difusa, más implícita.

 

Desde el primer momento se sitúa en un plano de igualdad ante James; lo enfrenta sin humildad de discípulo, discute, lo increpa, le exige explicaciones, lo critica duramente, le señala sofismas, ataca sus posiciones centrales; se crece en el diálogo, se le anima a James. Más que el comentario de un texto parece el diálogo vivo con el autor mismo.

 

Su juicio total sobre el pragmatismo como tendencia es negativo: "Por mi parte, creo que todo pesado (pro y contra) el advenimiento del pragmatismo habrá sido más bien malo que bueno; porque precisamente en los momentos en que cierta evolución mental tendía a producirse, el pragmatismo ha venido, es cierto, a excitarla y acelerarla, pero sacándola de sus vías; ha descauzado ese movimiento", (C. VII, 165) pues sostiene una idea estrecha de la verdad y una actitud equivocada frente a las religiones positivas.

 

Pero encuentra como tendencias buenas en él las siguientes: 1) la antiverbalista: "La tendencia antiverbalista: el desprecio hacia las cuestiones puramente de palabras; la liberación de ese dominio verbal a que la lógica antigua, la gramática y la manera tradicional de pensar nos habían sujetado".

 

2) la concretante; "la tendencia a ir a lo concreto, a lo real. Hay cierta filosofía (Nietzsche la llamó "vampírica" que produce en el espíritu la impresión de que los problemas  verdaderamente  importantes han de presentarse fatalmente de una manera abstracta, por distinciones, enumeraciones o clasificaciones; y los que nos hemos educado así hemos necesitado siempre más o menos esfuerzos para libertarnos de esa impresión. (Yo subrayo.) Yo quisiera poder describir mi propio ejemplo. Durante algún tiempo, y a consecuencia de mi educación filosófica puramente abstracta, me había acostumbrado a considerar todo lo que era concreto, como poco científico; 3) la de discutir problemas capitales, empezando por la religión, la inmortalidad del alma, que son, por otra parte, aquellos con los que el va a coincidir; 4) el respeto por los sentimientos y las ideas ajenas.

 

En muchos aspectos de la actitud de James se encuentra corroborado, confirmado. Viene en la misma ola filosófica, ha llegado en muchos casos a una actitud semejante. La superación del positivismo que él mismo realiza la encuentra también en James en cuanto a actitud mental ante la filosofía. La misma imposibilidad para pensar la verdad en abstracto, la intima relación de la teoría y la práctica, todo eso está en James también. Vaz ya lo había realizado en los Estudios pedagógicos y los Problemas de la libertad.

 

Es evidente la coincidencia con algunas opiniones de James; la de que las ideas son parte de la experiencia; la del desecamiento de las cuestiones; la de que "la verdad es una especie de lo bueno y no como se supone corrientemente una categoría distinta y coordinada con ello. La verdad es el nombre de cuanto en sí mismo demuestra ser bueno como creencia y bueno también por razones evidentes y definidas."12

 

También la creencia de que la filosofía "no es un asunto técnico. Es un sentimiento más o monos silencioso de lo que la vida significa honrada y profundamente sentida. Solo en parte procede de los libros; es el modo individual de ver y sentir el empuje y la presión total del cosmos."13

 

Las expresiones "ideas para tener en cuenta" y "los principios son verdades a crédito", derivan con seguridad de pasajes de El Pragmatismo; "Realidad es, en general, lo que la verdad ha de tener en cuenta". "La verdad descansa, en efecto, en su mayor parte sobre su sistema de crédito."14

 

James es más rico, más desbordante, más creador, más apasionado. Vaz, más tímido y vacilante. Bajo esta influencia creará expresiones propias, y animará el estilo algo frío y profesional de sus primeros escritos.

 

Advertencia

 

Las obras de Vaz Ferreira se citan según las ediciones indicadas y con las correspondientes abreviaturas. Lógica viva, Barreiro y Ramos, 1920 (LV), Moral para intelectuales. El Siglo Ilustrado, 1920 (MI), Fermentario, Tipografía Atlántida. 1938 (F), Sobre la propiedad de la tierra. Barreiro y Ramos, 1918 (PT). Lecciones sobre pedagogía y cuestiones de enseñanza, Vol. III, Barreiro y Ramos. 1919 (LPyE). Algunas conferencias sobre temas científicos,  artísticos y sociales, Losada 1956 (Conf.), Ideas y observaciones, Barreiro y Ramos, 1905 (10), Conocimiento y acción, Mariño y Caballero, 1908 (CA). Las restantes citas se hacen según la edición Homenaje de la Cámara de Representantes de la República Oriental del Uruguay titulada Obras y en la cita se indica el tomo y la página correspondiente.

 

* En el Curso expositivo de Psicología elemental (1897) el lugar acordado a la teoría de la evolución es importante. Así, con respecto al problema del origen de las especies y de! instinto (nota de la pág. 44-45) a las consecuencias psicológicas (págs. 233 a 236) y en el Apéndice (págs, 249 a 251) se ocupa de ella con especial atención y extensión. Al referirse a las consecuencias psicológicas de la evolución y tratar el problema de la conciencia dice que es uno de "los puntos en que encuentra mayores dificultades la aplicación del principio de la continuidad de los fenómenos". Ya que "la conciencia es un fenómeno de naturaleza especial, que no difiere en grado, sino por esencia, de todos los otros órdenes de fenómenos, y por eso si no se la supone existente desde el principio es imposible explicar después su nacimiento sin solución de continuidad". Este pasaje que llamó la atención de Alberto Zum Felde señala, en efecto, una discrepancia importante, y resultará muy significativo para comprender la posición que adoptará Vaz Ferreira frente a los problemas filosóficos.

 

En La exageración en pedagogía (1907) al referirse a la obra de Spencer La educación afirma que está inspirado por una mayor cantidad de ideas verdaderas y fecundas [...] en la cual todas, o por lo menos casi todas las ideas eran originariamente buenas" (XVII, 119). El error ha consistido en llevarlas más allá de su grado justo y de este modo, falsearlas.

 

En Psicología y Fisiología al criticar la posición de Spencer (y la de Taine) por no distinguir los fenómenos psíquicos de los físicos dice que esta distinción es "la más fundamental en el terreno de la ciencia" (IO, 1(14-118).

 

En carta a Unamuno al tratar el tema escribe: "Los dos estamos de vuelta de Spencer; pero yo al hacer sobre el ciertos juicios algo parecidos a los de usted, al decir que electivamente fue mucho más extenso que profundo, y que no tuvo como filósofo, un vuelo alto y potente; y añadiendo probablemente algo sobre la falta de ductilidad lógica, de sentimiento de duda, de sentimiento de ignorancia sobre el dogmatismo cassant y antipático, etc., etc. no dejaría de expresar mi admiración por ciertas partes de su obra" (XIX, 53). Y recuerda su teoría sobre la herencia "(que no es más que unos párrafos de un capitulo de la biología, que no es más que una de las numerosas obras que contienen muchísimas cosas como esa, al lado de otras completamente inferiores)" (XIX, 54).

 

Notas

 

[1]. Arturo Ardao, La Filosofía en el Uruguay en el siglo XX, FCE 1956, pág. 16.

[2]. J. M. Guyau, Esbozo de una moral sin obligación ni sanción, Claudio García y Cía., 1944. págs. 9 y 173.

[3]. J. M. Guyau, La Irreligión del porvenir, D. Jorro, editor. Madrid. 1904, págs. 313 y sigts.

[4] Ibídem. págs. 373, 345, 342, 44, 45, 48.

[5]. John Stuart Mill, A System of Loqic. Longmans, London, 1961, Libro V. Cap, VII.

[6]. Ibídem, Libro II, cap. VII.

[7]. Ibídem, Libro V, Cap. VII.

[8]. Estudios sobre la religión. La España moderna, Madrid, s/f. pág. 204.

[9]. Ibídem, pág, 205.

[10]. Ibídem, pág. 214.

[11]. Ibídem, pág. 216.

[12]. Wiiliam James, Pragmatismo, Aguilar. Buenos Aires, pág. 20, 1954.

[13]. Ibídem, pág. 72.

[14]. Ibídem, Conf. VI, págs. 199 y 171.

 

Manuel Claps

Cuadernos de Marcha Nº 64

Agosto de 1972

 

Ver, además:

                    Carlos Vaz Ferreira en Letras Uruguay

 

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