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Vamos
a estudiar formal y materialmente el pensamiento de nuestro autor.
Utilizaremos para ello las notas con que José Gaos caracterizó al
pensamiento hispanoamericano. Como se sabe, son tres las notas que lo
definen: estético, político y pedagógico, entendidas en sentido
lato. El pensamiento de Vaz se ajusta perfectamente a las dos últimas
pero escapa, en cambio, en lo más importante, a la primera. En el autor
de la Lógica viva predomina lo lógico sobre lo estético, y en
eso radica su differentia con respecto a los demás pensadores
hispanoamericanos. El interés de esta confrontación es mayor, ya que
cuando Gaos redactó sus dos notas no conocía, por lo que se ve, a Vaz
Ferreira, puesto que no lo cita ni una vez, haciéndolo en cambio, y en
forma abundante y elogiosa, con Rodó. La caracterización formal de un pensamiento tiene que tener en cuenta en primer termino las formas lógicas. El pensamiento hispanoamericano "procede mas que por discurso lógico, insistente y metódicamente, por emotiva espontaneidad ideativo-imaginativa", mas que "por conceptuación pura y rigurosa y adopción de terminología técnica, por discurso mediante imágenes, por términos del habla corriente". Pero Gaos agrega en esta descripción el hecho de que nuestros pensadores no tratan de evitar la contradicción (''la perseguida o consiguiente evitación de contradicciones") y, justamente es esta una de las características más notables de Vaz Ferreira, como lo pone de manifiesto toda su obra y de manera especial su Lógica viva. Y precisamente en este cuidado llevado al máximo por pensar con corrección lógica y verbal radica la differentia arriba apuntada, dándole a nuestro autor un carácter atípico, con respecto a sus contemporáneos. |
En
relación a las formas de expresión y comunicación, estos
pensadores prefieren "el ensayo, el articulo de revista, o el libro
de génesis, estructura y calidades y valores reducibles a los del
ensayo". Y agrega Gaos: "El modo de dar los cursos, con una
espontaneidad verbal y una irregularidad metódica, los acerca a la
conversación. El pensador hispanoamericano se 'produciría' mediante la
palabra oral, mejor, más fácilmente y sobre todo más a su satisfacción".
Este es el caso del pensador uruguayo. Esta
primera caracterización que Gaos denomina estética tiene una
segunda acepción en la que se toman en cuenta los temas: "Crítica
literaria y de arte, de estética concreta y aplicada, pero también de
doctrinas, etc." También esta nota se cumple en Vaz Ferreira.
Nuestro autor se ocupó desde el comienzo de su actividad intelectual, de
los temas estéticos en los diversos aspectos arriba enunciados. Recuérdense
sus tempranas Ideas sobre estética evolucionista (1896), Sobre
la percepción métrica (1905) y sus conferencias sobre diversos temas
de arte y estética, sobre escritores y músicos. Además
debemos reconocer que en los primeros trabajos había, junto a la
preocupación lógica, una preocupación literaria que poco a poco fue
abandonando para dejar predominantes la antedicha preocupación lógica
junto con la moral y pedagógica. La segunda caracterización es la política.
El pensamiento hispanoamericano es político, entendiendo la
palabra con un valor semántico más rico que el habitual, que la refiere
a "la organización total de la comunidad". Esta preocupación
se manifiesta en Vaz Ferreira por el estudio de los problemas sociales (de
la propiedad de la tierra) a lo que se agrega una serie de iniciativas prácticas
sobre diversos aspectos de la convivencia social. Y
es pedagógico, también en un sentido amplio: "Una pedagogía
política por la ética formativa, creadora, reformadora (...) por medio
de la formación de élites operantes sobre el pueblo y de la educación
de éste". Aquí
también coincide totalmente con la obra y la preocupación de nuestro
autor. Desde los Estudios pedagógicos hasta las Lecciones,
en el plano teórico, y desde los puestos directivos en las tres ramas de
la enseñanza, hasta la reforma de planes y programas e iniciativas como
la de los Parques Escolares, en el terreno práctico. Al
abordar la obra de Vaz Ferreira hay que tener en cuenta el carácter
especial de la misma. Ya se ha dicho que su modo predilecto de expresión
es oral, sobre todo bajo la forma de conferencia. La mayoría de sus
libros son en su mayor parte, y en especial los más significativos,
versiones de conferencias. Pero fue él mismo, con ese cuidado crítico
que lo caracterizaba, el primero que advirtió en breves y escrupulosos prólogos
en los que destaca su "origen verbal", el hecho de que son
"subproductos de su obra", que algunas de sus conferencias
originales "ni siquiera se dieron para ser estenografiadas, sino en
psicología de enseñar", y han quedado tal como salieron "de la
comunicación espontánea y simpática, y en el plano en que ella automáticamente
los puso. Ese plano es ya más profundo, más sincero y humano que el de
la habitual acción docente. Y el libro es más eficaz por eso". Sólo
gramaticalmente los ha corregido, y eso apenas, "dejando al estilo la
debilidad y la difusión propias de la improvisación verbal". Aquello
que decía Unamuno, que "se siente hablar en él al hombre", es
exacto. Confirma esa necesidad de comunicación oral el mismo Vaz en carta
al Rector de Salamanca cuando le escribe; "o al menos a mí me es
completamente imposible por mi temperamento expresar mi opinión simpática
sobre algo de otra manera que hablando". Las
conferencias están pensadas en diversos planos de profundidad. Y, otra
vez, es él mismo quien nos advierte que "el libro está como en dos
planos: uno más profundo y teórico, de investigación y demostración;
otro más superficial y práctico, de explicación, enseñanza y
predica". Casi
todas sus obras importantes participan de esa naturaleza dual, excepto,
quizá, Los problemas de la libertad y Fermentario. Sin
obras "penetrables", que a partir del nivel didáctico van
alcanzando grados de profundidad creciente. Esta característica dificulta
la tarea interpretativa ya que hay que separar un plano del otro, y el
lugar de separación es difícil de precisar pues los pasajes no tienen
solución de continuidad. Cuesta reconstruir el plano más profundo, el
plano donde se da la continuidad temática principal. Los
temas están tratados con un desarrollo que llamaríamos en espiral. A
partir de una observación aparentemente simple o de la consideración del
fin que se propone, a los que siguen ejemplos tomados de las ciencias, el
periodismo, la vida práctica, va profundizando hasta llegar a las ideas
directrices de su exposición. Las mismas repeticiones, debidas a razones
de orden pedagógico, hacen que al volver al tema central éste adquiera
una proyección y una profundidad inesperadas. Sólo se entiende
cabalmente lo que se proponía decir al llegar al final. Como
él mismo ha escrito, "la continuación del mismo análisis matizará
toda esa geometría, estableciendo las relaciones, las transiciones, las
penumbras, y hasta las confusiones, porque para pensar bien hay que hacer
como el dibujante, que traza primero el contorno, y después, con el claro
oscuro, completa y atenúa la rigidez falsamente precisa del esquema
inicial". Sucede
con sus desarrollos como con algunas cláusulas latinas en las que el
verbo final ilumina todo el sentido de la frase. Y, entonces, hay que
comenzar a leer de nuevo, desde el principio, y los mismos temas que antes
tenían una significación relativa se van hinchiendo de sentido a la luz
de la totalidad. Es por eso que siempre la primera lectura de Vaz Ferreira
es engañosa. Parece un conjunto de observaciones sensatas, hechas por un
hombre de buen sentido, pero nada más. Sólo en segunda o tercera
lectura, se advierte cabalmente la significación y el alcance de
su pensamiento. Al releer, se lo hace con otro espíritu, aparecen
relieves nuevos, proyecciones insospechadas, relaciones no advertidas. Es
el gran poder de sugestión del maestro que hace que al lector llegue con
su impulso inclusive más allá de donde aquel lo dejó. Otra
característica de la obra vazferreiriana es el fragmentarismo. Esto
no es un defecto como se ha objetado, sino "la virtud necesaria para
que la lógica viva tenga efectivamente un sentido". No afecta a la
continuidad profunda de la misma, como lo advierte cualquiera que la haya
frecuentado, y han puesto de manifiesto Rosa Lida y Francisco Romero. Este
carácter fragmentario obliga, eso sí, a tener presente más que en otros
autores la totalidad de la obra al arriesgar cualquier pauta
interpretativa. Sus textos no agotan su sentido con referencia a los
contextos inmediatos sino con referencia a esa totalidad. No es el caso
del escritor, que lleva al máximo las posibilidades de significación en
cada frase (caso Rodó), El sentido de los párrafos de Vaz es a la vez más
lato, más circunstancial e incidental; no debemos olvidar ese origen
conversacional que señalamos. El
contexto total es eminentemente vital, vivo, personal, social. E! carácter
fragmentario se revela también en el hecho de que muchos de los pasajes más
importantes, donde fija posiciones fundamentales, están como dichos al
pasar, como oraciones incidentales o, más aún, como notas a pie de página
o en apéndices, puestos muchas veces al corregir las pruebas seguramente.
Así, por ejemplo, cuando define su posición frente al problema religioso
o a la metafísica. Unamuno,
que fue uno de los primeros en advertir el valor del joven profesor
montevideano, decía con su habitual exageración: "Lo más
interesante que hay en él es lo que se olvida cuando se lo juzga: el
estilo. Es un estilo telegráfico, protoplasmático. Hay una manera de
escribir que es anterior a la prosa y al verso". Si
bien este juicio de Unamuno puede querer decir que no le
interesaban las ideas de Vaz Ferreira, pese a los elogios y
recomendaciones públicas que de él hiciera, apunta a una de sus
cualidades más peculiares y señala, de paso, el modo de expresión de
nuestro autor, esa manera eminentemente oral de expresarse que hace de él
"un maestro en el estilo coloquial, en mostrar el pensar en el
status nascens", como ha escrito Real de Azúa. Este
modo de expresión tan personal, tan fluido y tan suelto, fiel reflejo de
su pensamiento, se consigue por otra de sus virtudes, con las que él
mismo recomendaba que deben escribirse los libros: la naturalidad y
la simpatía. "Naturalidad quiere decir -explicaba- no buscar
ningún artificio, no buscar formas determinadas ni caminos indirectos y
rebuscados para llegar a la verdad, sino decir sencillamente, claramente,
naturalmente lo que se tenga que decir. Y simpatía, tomada en sentido
amplio quiere decir una actitud mental no común en muchos autores de
textos: la de sentir intuitivamente el estado mental del alumno". De
este modo resolvió el problema de la comunicación. El instrumento del
que se valió para ello es un lenguaje sin afectación, sin tecnicismos,
claro, en cierto modo simple, que sirve con diafanidad como medio del
logos apofántico, donde aparecen las ideas. Ya que el lenguaje es -al
decir de Mill- "como la atmósfera de la filosofía, hay que ponerlo
transparente, si se quiere ver tas cosas en sus formas y posiciones
verdaderas". El
lenguaje de Vaz Ferreira es así, transparente, diáfano; no se nota la
palabra (como sucede en Rodó), la significación aparece inmediatamente.
Su estilo, al principio algo pálido y abstracto, dentro de la corrección
académica, se torna a medida que se afirma la personalidad del autor,
original, se enriquece y se anima, singularizándose. Llama la
atención la presencia de neologismos que tienen siempre valor
significativo y expresivo. El mecanismo de creación de los más consiste
en verbalizar sustantivos o adjetivizarlos, hacer genéricos nombres
comunes o propios. Anotamos, sin ánimo exhaustivo, los siguientes: psiquear
v psiqueo, problemizar, sofismar, fosilificar, individuismo, libertista,
intolerantismo, verbismo, pedagogizar. marxiano, anindividualista,
fermentario, literatear, juliovernismo, bourgetizantes, volvovibrionesca,
ilogismo, vampirizar, popularización, falseante, conflictual, pobrista,
confusiuo, inertista; podrán agregarse algunos arcaísmos como sentidor
y fraudeado. En
general los neologismos están correctamente formados, lo que muestra su
sentido de! Idioma (que se debe en gran parte al conocimiento del latín);
hay excepciones como
las de marxiano, cuya terminación es de gentilicio y no de
partidario; y el innecesario fosilificar. Algunos
de ellos son simplemente la traducción española de voces corrientes en
francés filosófico, lo que responde a la formación eminentemente
francesa de su autor ("El escritor que más amamos del país que más
amamos", dijo, refiriéndose a Anatole France). También en la
innecesaria presencia de galicismos comunes y evitables (parecería no
haber frecuentado mucho los autores españoles), como el adverbio bien
que vicia innecesariamente tantas frases. En
cuanto a las formas verbales, se destaca el uso y abuso del condicional y
el subjuntivo, que se adecúan a su modo de ser y de pensar y le sirven
para expresar la posibilidad, la virtualidad, la gradación de la afirmación
y el carácter hipotético de algunas conclusiones. Nótese también el
uso reiterado de infinitivos, que dan el proceso psíquico con más
fidelidad. Una serie de verbos que indican fluidez se emplea para dar
metafóricamente la imagen de la corriente de la conciencia: impregnar,
saturar, penetrar, disolver, empapar, fundir, en sus diversas
flexiones. Merece
atención aparte la abundancia de adverbios, imprescindibles para expresar
su pensamiento que acentúa siempre e! modo, la manera, el matiz y cuya
importancia subraya él mismo en el texto muchas veces recurriendo a la
bastardilla. Sus
adjetivos frecuentes y a veces acumulados, responden a la necesidad de
acentuar la cualidad, para conservar en el pensamiento la nota cualitativa
propia de lo real. Aplica a los abstracto calificaciones concretas
y morales: lógica viva, moral viva, lógicamente horrible, etc.
Con frecuencia maneja elementos figurados, en su adjetivación, por
ejemplo; pero como Bergson, James, Guyau, recurre a la imagen cuando
frente a los problemas importantes busca acercar ¡a intuición concreta
al lector. Por ejemplo, en el caso de la religión: "nuestra religiosidad –si quiere designarse con esa palabra al psiqueo vivo que nos atrae hacia los problemas trascendentales que accionan sobre nosotros desde más allá de la ciencia- debe quedar viva como una llama en espacio abierto: de esa llama, la razón es la parte externa, más clara; el sentimiento, la parte interna, más oscura y más caliente. Los dogmas son la ceniza, y no dejemos ahogar la llama; el aire la hace oscilar pero la alimenta". |
Manuel
Claps
Ensayos
sobre Carlos Vaz Ferreira
Compilador
Miguel Andreoli
Universidad
de la República
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Ver, además:
Carlos
Vaz Ferreira en Letras Uruguay
Editado por el editor de Letras Uruguay
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