Pedro Figari |
Introducción
“En
el Uruguay, lo que es Varela a la enseñanza primaria y Vázquez
Acevedo a la
secundaria y universitaria, lo es Figari a la artístico- industrial; un
reformador con mucho de fundador. Al igual que ellos, está en la base
misma de la institución respectiva, como autor práctico a la vez que
doctrinario de una verdadera recreación de la misma. Por su ideal
americanista, así como por el humanismo de sus concepciones, se
incorpora, aún, al grupo escogido de los grandes educadores de América”. Biografía Nacido
en Montevideo el 29 de julio de 1861 y fallecido también en Montevideo,
el 24 de junio de 1938, el Dr. Pedro Figari se destacó en la sociedad
uruguaya tanto por su condición de jurisconsulto, como por el desempeño
de importantes cargos en la función pública; culminando en su vida con
una actividad pictórica excepcional, que lo ha constituido en uno de los
pintores más cotizados del Uruguay — si no el principal de ellos — y
uno de los más destacados del arte sudamericano.
También
fue periodista, actuando como co-director de un órgano de prensa.
Obtuvo
el título de Abogado en 1886, a la edad de 25 años, en la Facultad de
Derecho de Montevideo. Ese mismo año, contrajo matrimonio con María de
Castro Caravia, y viajó a Europa, donde permaneció casi diez años. A su
regreso al país, fundó un periódico denominado “El Deber” y pasó a
ejercer el cargo de Defensor de Pobres; dedicándose luego al
ejercicio profesional en que actuó, entre otras actividades como Asesor
Letrado de la Sociedad de Arquitectos del Uruguay.
Publicó
el alegato de una de sus defensas en 1898 en un opúsculo titulado “Un error judicial”. También publicó un libro
jurídico titulado “La pena de muerte”; defendiendo su posición
abolicionista, dirigida a que la pena de muerte fuera eliminada en el
Uruguay, como posteriormente ocurriera.
Intensamente
dedicado a la actividad política, es electo diputado en 1896, entra a
formar parte del Consejo de Estado durante la dictadura de Cuesta en
1988.y en 1903 figura como Promotor y Secretario de un Congreso de
Notables para tratar la Reforma Constitucional.
También
ocupó la Presidencia del Ateneo de Montevideo, entidad privada integrada
por destacadas personalidades intelectuales de la ciudad, que ejerciera
entre 1903 y 1909. Al ser sucedido en ese cargo por Álvaro Guillot se
incorporó como Director de la Escuela de Artes y Oficios en el mismo año
1909; aplicándose a organizar y poner en marcha el sistema de capacitación
de numerosos jóvenes en diversos oficios; lo que contribuyó de una
manera sumamente importante en el progreso económico y social del país.
Cumplió
su labor pública más destacable como Director de la misma, cargo al que
accedió en 1915; en el cual se dedicó a reorganizar los cursos y la
orientación general de la enseñanza de oficios. Renunció en abril de
1917, luego de haber formulado su “Plan General de Organización de la
Enseñanza Industrial”.
A
partir de ello, se dedicó preferentemente a la prédica política,
abogando por la superación de los enconos partidistas; así como a la
actividad artística. Si bien Figari cultivó el dibujo y la pintura en
forma permanente durante toda la etapa más activa de su vida, fue a
partir de sus 60 años de edad que produjo lo principal de su obra. Había
publicado dos estudios sobre arte y estética, en 1912 “Arte, estética
e ideal” que en 1920 fue publicado también en París — y en 1914
“Arte, técnica y crítica”.
Radicado
en Buenos Aires en 1921, se instaló con un taller en la calle Charcas,
juntamente con su hijo Juan Carlos. Allí se dedicó exclusivamente a
pintar durante cuatro años; habiendo realizado una primer exposición de
esas obras en Buenos Aires. En 1923, realizó una exposición en una galería
de arte de París, con tanto éxito que comenzó a considerar trasladarse
a dicha ciudad, como así lo hizo en 1925. Al término de su estadía en
París, Figari pudo regresar a Montevideo en 1933, al haberse creado un
cargo de Asesor Artístico del Ministerio de Instrucción Pública; en el
cual se le designó por recomendación de un grupo de amigos.
Aunque continuó pintando, y llegó a realizar algunas exposiciones
en Buenos Aires, su actividad fue decayendo, hasta su fallecimiento
ocurrido el 24 de junio de 1938. Escuela de Artes y Oficios En
1879, y sin que mediara un acto fundacional, se instaló una Escuela de
Artes y Oficios sobre la base de unos talleres que disponía el ejército
(llamado “Parque viejo”). Desde el punto de vista institucional, la
Escuela atravesó distintas dependencias del Ministerio de Guerra y Marina
pasó en 1887 al de Justicia, Culto e Instrucción, luego a la Comisión
de Caridad, luego al Ministerio de Industrias(1908) y en 1916 se estableció
el Consejo General de Enseñanza Industrial. En sus primeras décadas la
Escuela funcionaba en régimen de internado por lo que su capacidad estaba
limitada por lo locativo.
En
promedio tenía 200 alumnos, pero en 1884 la cifra alcanzó los 581.
La
edad promedio fluctuaba ente 13 y 18 años y la mayoría ingresaba bajo régimen
de contrato “por el cual sus
padres cedían los derechos por un lapso de 4,5 o 6 años, durante los
cuales no podían retirar a sus hijos”.
En
un contexto de crecimiento industrial. la Escuela ofrecía variadas
alternativas, pero su mayor relacionamiento era la asociación al Estado.
Allí
se producían suministros para el ejército: cartuchos, frazadas , mantas
, uniformes militares, construyó dos buques de mediano calado además de
fabricar mesas y bancos para las escuelas públicas o la impresión de la
mayoría de las publicaciones estatales.
En
1908 la Escuela pasó a depender del Ministerio de Industrias, Trabajo e
Instrucción Pública.
En
1911, por reestructura ministerial, pasa
a la órbita del nuevo Ministerio de Justicia e Instrucción Pública
y en 1913 con el nombre de “Escuela Nacional de Industrias” pasa a
depender de la Secretaría de Industrias.
Dirigida
por un Director Técnico y un Consejo Administrativo comenzó una serie de
reformas en su organización.
Uno
de los integrantes del Consejo, Pedro Figari, fue una figura destacada en
la nueva etapa de esta institución. Desde 1915 hasta su renuncia en 1917
promovió importantes transformaciones basado en “el fin de la escuela
es la enseñanza de las ciencias y
del arte en sus aplicaciones industriales” y suprimió el régimen de
internado (1916).
Durante
su gestión se creó el Consejo Superior de la Enseñanza Industrial
integrado por nueve miembros. Se cerraba así una primera etapa de la
formación técnica. Educación y arte En
el campo de la enseñanza, Figari fue un doctrinario y un realizador.
Dejó
un pensamiento educacional y una obra educacional, su obra fue la aplicación
práctica de su pensamiento.
El
primero lo expresó en una serie de textos, entre 1900 y 1925, y lo
segundo lo llevó a cabo en una memorable reforma, de 1915 a 1917.
Este
trabajo recopila sus producciones de significación educacional, trabajos
circunstanciales de un hombre de acción (no de un profesional de la
pedagogía) guiados por una idea dominante: radicar en el país –y en América-
una determinada forma de enseñanza, a la vez artística e industrial.
En
torno a lo que fue su preocupación tan concreta como la de reorganizar la
antigua Escuela de Artes y Oficios, se iba a ordenar un verdadero
pensamiento educacional, que llega a se toda una pedagogía
de valores nacionales y americanos. Algunas de las ideas
directrices que iluminaron la naturaleza de su pensamiento son: arte e industria, criterio y vocación y; autonomía y americanismo. La
primer pareja de conceptos recae sobre el objeto de la actividad
postulada, la segunda sobre su sujeto, y la tercera sobre la relación
entre uno y otro.
Arte e industria
son para Figari, en el terreno educacional, conceptos inseparables. Cuando
proyecta una Escuela de Bellas Artes, quería una enseñanza artística
que fuera industrial; cuando más tarde organiza el “Consejo Superior de
Enseñanza Industrial”, quiere una enseñanza industrial que sea artística.
No
se trata de dos enseñanzas , sino de una sola que fuera al mismo tiempo
artìstica e industrial y obedeciera al reconocimiento de la identidad
esencial entre el arte y la industria.
Por
eso la concebía práctica y utilitaria , en el mismo grado que humanista
y creadora.
Por
eso quiso que la enseñanza industrial fuera la base de la totalidad de la
instrucción pública. “Enseñanza industrial” llegó a ser para el
sinónimo de “educación integral”.
Su
frustrado proyecto parlamentario de creación de una Escuela Nacional de
Bellas Artes presentado en 1900 es un antecedente de sus inquietudes estéticas.
En
la siguiente legislatura en 1903 èl mismo redacta el informe de la comisión
respectiva, donde desarrolla la concepción de la enseñanza industrial
que ya estaba en el proyecto de 1900.
Este
informe según Figari “es de verdadera trascendencia para el completo
desarrollo de la industria y
la cultura nacional”.
En
ese mismo informe manifiesta su preocupación por el destino de la vieja
Escuela de Artes y Oficios. Dice que si en vez de funcionar como internado
de corrección de menores indisciplinados debería estar organizada como
libre externato de artes para jóvenes de ambos sexos.
Es
lo que propone en 1910, en el proyecto contenido en Reorganización de la
Escuela Nacional de Artes y Oficios.
Fracasada
la idea de crear como nueva la institución con que soñaba, opta por
hacerla surgir por transformación de la vieja. Se llamaría ahora “Escuela Pùbica de Arte Industrial”
Es
presentado otro proyecto a la reorganización de la vieja escuela asignándole
la finalidad de formar obreros hábiles, así como contramaestres y jefes
de taller para la industria. Figari se opone a este criterio diciendo “Mas
racional y digno del Estado sería crear artesanos…, es decir
obreros-artistas,…, con criterio propio, capaces de razonar, capaces de
intervenir eficazmente en la producción nacional.
Estas
preocupaciones educacionales lo llevan a reelaborar teóricamente las
ideas tradicionales sobre el arte y la belleza..
En
enero de 1911, inicia un enclaustramiento intelectual de dos años, al
cabo del cual crea el libro Arte,
Estètica, Ideal. Màs que una doctrina estética, contenía una
filosofía general. Después de un viaje a Europa en 1913, dicta en 1914
una conferencia de síntesis de algunas ideas de su libro. A principios del año
siguiente, colocándose en el terreno estrictamente educacional, eleva al
Poder Ejecutivo un memorando titulado Cultura práctica industrial.
El
presidente Viera lo nombra entonces Director de la Escuela Nacional de
Artes y Oficios, para llevar a cabo su transformación de acuerdo a los
puntos de vista que desde hacía años venía sustentando.
Durante
veintiún meses cumplió Figari su cometido en términos tales, que bien
puede decirse que es a partir de su reforma que la moderna enseñanza, artístico-industrial
cobra existencia en el país.
Como
consecuencia. la Escuela de Artes y Oficios creada por Latorre en 1879,
pasó a ser por una ley de julio de 1916, el Consejo Superior de la Enseñanza
Industrial, convertida por un decreto ley
de 1942 en la actual Universidad del Trabajo.
Figari
resumió la obra realizada en un informe
titulado: Lo que era y lo
que es la Escuela de Artes, que figura como apéndice al Plan de la
organización de la enseñanza industrial, de 1917.
El
citado Plan està dominado
por su identificación de los conceptos de arte e industria, puede ahora
remitirse a los fundamentos expuestos en su obra filosófica. Esa misma
filosofía humanista de la enseñanza industrial inspira finalmente a Educación Integral, el trabajo que realizó poco después con su
hijo Juan Carkis Figari.
Figari
retoma la vieja idea de que la propia Instrucción Pública General
incluyera la enseñanza artístico profesional, tal como la concebía.
En
el proyecto de 1910 había dicho:” Es conveniente en sumo grado que las
escuelas públicas despierten en el niño el concepto del arte y de la
belleza”.
En
el memorando de 1915 habla de los maestros: “los
maestros y las maestras deberán adquirir conocimientos prácticos de
producción, según sus aptitudes, a fin de que, al rotar, puedan difundir
en todo el país formas prácticas de producción razonada”.En 1918
concluye que “la enseñanza artístico industrial debe ser la base de la
instrucción pública”. Es
preciso aclarar que cuando habla del concepto industrial, se refiere a
productividad, aptitudes para esgrimir el ingenio práctico, iniciador,
creador, ejecutivo, fecundo y ordenador, lo que presupone una instrucción
educativa integral. Criterio y Educación, entre otras, dos ideas
centrales de la pedagogía de Figari, referidas al sujeto de recepción de
la enseñanza y al mismo tiempo, sujeto de la creación artístico-industrial.
Para
Figari se trataba de transformar el país por la transformación de su
elemento humano. A la industrialización de aquél
por la industriosidad de este.
Por
lo tanto su gran objetivo pedagógico era formar el criterio y el ingenio
antes que la mera habilidad profesional, la capacidad de iniciativa y de
creación antes que la de repetición e imitación. Por eso en su proyecto
reformista de 1910 decía: “”El
fin de la Escuela debe ser el de formar el criterio” y también “ Dar
instrucción práctica mas bien que teórica, adoptando, en cuanto fuere
posible, métodos experimentales, de modo que el alumno consiga por sì
mismo la verdad o el resultado que busca”.
Lo
que quiere es despertar y desarrollar las facultades de inventiva del
alumno.
En
su ensayo Educación Integral, como en otros aspectos de su filosofía
biológica , se destaca su afinidad con Dewey (Sin saber de él, ya que
las ideas pedagógicas de Dewey llegan al mundo hispano a partir de la década
del 20).
La
idea de la educación como una fase de la adecuación orgánica al medio
ambiente natural, y su sentido social por la identificación del interés
individual con el de la especie, de donde la consideración de la escuela,
“no como un paréntesis en la vida, sino como la vida misma conducida de
un modo ideal”
En
cuanto a la selección vocacional, es para Figari un fruto espontáneo de
la formación y desarrollo eficiente del criterio.
También
en este ensayo alude a la correspondencia entre criterio y vocación: “Cualquiera
que sea el grado escolar, supone dos elementos indispensables: 1º)
formación de una conciencia-guía; 2ª) aptitudes para esgrimir prácticamente
el ingenio.
En
cuanto a las aptitudes intrínsecas en el poblador de nuestro país,
Figari era optimista, solo necesitaban una criteriosa orientación
vocacional.
Surge
así todo un aspecto sociológico de su pensamiento educacional, por sus
observaciones sobre la realidad social
y psico-social del Uruguay.
Habla
de enseñar a trabajar, de enseñar a vivir, del destino del hombre de
campo, del atraso y desamparo, material y cultural de la campaña respecto
a la ciudad.
También
señala las deficiencias sociales de la ciudad, de su parasitismo burocrático
y el crecimiento del proletariado intelectual.
El
concebía la enseñanza artística-industrial por igual del hombre y la
mujer, para transformar el
medio urbano y rural. Autonomía y Americanismo,
ponen de relieve las proyecciones sociológicas, históricas y culturales
del ideario pedagógico de Figari. A la industriosidad, factor de la
industrialización solo la concebía como la puesta en acción de las
aptitudes creadoras de un nuevo hombre: el hombre llamado a realizar una
forma original de cultura, propia de su país , y por extensión , de su
América.
La
autonomía debía comenzar por la puesta en valor productivo de las
materias primas nacionales. Sobre esa autonomía material, la espiritual,
por la afirmación de la originalidad
o individualidad del tipo humano nacional.
En
estas mismas ideas se inspiran otros escritos de Figari, como: Industrialización de la Amèrica Latina; autonomía y regionalismo, de
1919, donde popone al gobierno que
Uruguay asuma la iniciativa
de una vasta empresa de industrialización del continente, sugiriendo además,
la aplicación a los países hermanos
de su plan educacional de 1917. Conclusión Si
bien el pasaje de Figari por la dirección de la Escuela fue breve , su
mensaje operó positivamente, la educación técnica creció,
perdiendo su carácter de instituto correctivo en el imaginario colectivo. En 1939 superaba los 9000 alumnos
en varias escuelas industriales y agrarias, tanto en Montevideo , como en
el interior.
Si
bien su propuesta no fue implementada totalmente, su pensamiento
educacional sentó las bases para una nueva enseñanza técnica.
Figari
se atrevió a pensar una educación totalmente opuesta a la vigente en su
época, insertada en un proyecto de país
y con visión americanista.
Sus
ideas pedagógicas de transformar al hombre mediante la educación están
muy vigentes.
Sus
ideas del país productivo, industrializado, en un desarrollo pleno junto
con toda América, son temas actuales de discusión.
El
fin de la educación debe ser formar hombres con criterio, con vocación,
que trabajen pensando y cuando piensan trabajen , para, a partir de ello
transformar las cabezas de la sociedad de nuestro paìs, que ha quedado
estancado en el subdesarrollo. Pero esto no es posible solos, debe ser
junto a nuestro continente. Bibliografía Educación
y Arte. Pedro Figari. Colección Clásicos Uruguayos. Mdeo. http//www.enciclopedia.org.uy/autores/Tani/Figar
http//www.rau.edu.uy/Uruguay/Cultura. Artículo del Jorge Bralich. |
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