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La mejor historia de amor
(Cursi y con final feliz)

Andrés Caro Berta
andres@andrescaroberta.com

 

Autor: Andrés Caro Berta

Registrada en AGADU

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andres@andrescaroberta.com

Escena 1

 

(Amalia en pieza que puede ser de pensión, o de apartamento pequeño.

Elementos de cocina y living.

La mujer va reflexionando mientras hace distintas tareas, por lo que debe darse un monologado no apresurado)

 

Amalia- Ya no me queda ni el gato... ¿Para qué lo quería? Lo regalé. Me meaba por todos lados... Le compraba la mejor carne... Comía mejor que yo...  Había un olor aquí adentro... Pero lo extraño... Gato cargoso... Si al menos viviera en un lugar más grande... Pero esto es tan chico... Yo que viví en casas con fondos... Y esta soledad... Dicen que no es buena consejera... Eso siempre lo decía mi madre que en paz descanse... Decía: “La soledad nunca es buena compañera”... Bajaba los lentes hacia la punta de la nariz, dejaba la costura, y con la mano levantada sosteniendo la aguja con hijo, me lo decía, como una sentencia... Pobre mamá... Yo no la escuchaba... “A mí no me va a pasar”, le decía... ¿Dónde estará? Dios se la habrá llevado... Todas las noches le rezo...  No solo a ella... Ah, se me acabó el gas... Me había olvidado... ¿Cómo caliento la leche?... El chiquilín, ¿estará el chiquilín? (Va a la ventana) ¡Nene! ¡Nene! Nunca está cuando lo necesito... (Vuelve) Mis rezos van a todos... No se pongan celosos, eh... (mira el techo) Papito... Jorge... Ay, Jorge, ¿por qué te fuiste? Me dejaste sola, ingrato... Sola y abandonada... Perdí tu amor, tu apoyo... Eras tú el que recordabas todo lo que yo fui... Sabías de mí más que yo... Y ahora, ni mis hijos se acuerdan de mí... ¡Qué se van a acordar de esta vieja!... Es por culpa de sus mujeres... Ellas les llenan la cabeza contra su propia madre... Y ellos son unos pollerudos... (Vuelve a la ventana) ¡Nene! ¿Dónde está? ¡Se me acabó el gas! Nunca está cuando lo necesito... (Vuelve) Parece mentira donde estoy... Con tantas cosas que me pasaron en la vida, y estoy aquí... En estas condiciones... Sin gas... Quería tomar la leche... Ya ni eso... Nunca suena el teléfono... Nadie se acuerda de mí... Claro, puras risas, puras risas cuando se acuerdan de visitarme... Pero están dos minutos y ya preparan la huída... ¿Quieren comer algo? No, no, gracias, recién comimos... ¿Los niños? Bien, bien... Bueno, me voy porque hoy hay partido y aproveché a pasar por acá... ¿Necesitás algo? Chau, chau... Y les digo algo y me responden: No empieces, vieja, no empieces... A veces quiero morirme... Y esa de al lado que se pasa riendo... Ya se le va a acabar... A mí me pasó... Reíte nomás, nena, reíte... Se te va a acabar... Claro, todavía sos joven y los tipos te buscan... Cuando se te caigan las carnes, vas a ver... Sola... Te vas a quedar sola... Y sin un peso... Dios mío... ¡Cómo engordé! Tener que lavarme yo misma las bombachas cuando hasta el presidente de Francia cenó conmigo... Bueno, era en la embajada, pero me invitaron... Y me aplaudían... Bravo, gritaban... Y yo, con aquel vestido negro con lentejuelas me agachaba picaronamente, mientras agradecía, mostrando mi busto... ¡No llevaba sutién! ¡Un escándalo! Era linda en aquella época, eh... Era coqueta... No este escracho que soy ahora... ¿Qué me queda? Recortes... Fotos amarillas... Recuerdos... Cuando me muera va todo al fuego... ¡Mire si mis hijos se van a sentir orgullosos de su madre! ¿Dónde dejé los lentes? Deben estar por acá... Pierdo todo... Dios mío... Ay, cómo me duelen estas piernas... Están llenas de várices... Acá están... Los encontré... ¡Este chiquilín de porquería! Ya sé que no tiene obligación... Somos vecinos... Pero debería la madre estar en la casa y no paseando por ahí... Y esa que no deja de reírse todo el día... La otra madrugada aullaba como si fuera una gata en celo... ¿Qué le hacen los tipos? En mi época éramos más recatadas... Ahora es cualquier cosa... Los hombres eran caballeros... Sí, había de todo un poco... Pero yo no me puedo quejar... Me trataban de bien... Tengo frío y sin garrafa... Y no quiero tomar la leche fría... Voy a distraerme un poco mientras tanto, veré algo en la tele... La novela está buenísima... ¿Dónde dejé el control? Me acuerdo cuando yo enamoraba con mi voz a los oyentes... “Con ustedes” decía el locutor, el querido Tato que en paz descanse, “Amalia Acosta” y yo presentaba el radioteatro después de él... Yo era la estrella principal... “Queridos amigos y amigas... Es un placer volver a reencontrarnos con el radioteatro de la tarde”, decía y Albertito subía la música... “Como recordarán, en el capítulo anterior me encontraba en..:” y contaba lo que había sucedido... Me acuerdo de “Corazón de arrabal”. Era la época de oro del tango... Juancito era mi galán... La gente preguntaba si éramos pareja.... En la vida real, claro... No, pobre... De tan flaco, asustaba... Además me sobraban admiradores... Ah, este chiquilín que no aparece... ¡Nene!... ¿Para qué quería los lentes? No me acuerdo... ¿Para qué los quería? La gente llenaba la fonoplatea y lloraba cuando a mí me pasaban cosas... Me acuerdo una vez que me dieron por gusto una hoja que no iba... ¡Qué malos! ¡Y qué mala que me puse! La gente parece que no se dio cuenta, pero yo estaba roja de vergüenza... ¡Qué tiempos! La otra tarde fui a la radio... ¡Y nadie me reconoció! La taradita esa que estaba en la entrada, detrás del mostrador me preguntó qué quería... Quería echarme... ¡Sí, a mí, que le di de comer a la emisora! Suerte que apareció Juanita, la discotecaria que tiene tantos años como yo pero parece mayor... Pobre, qué mal que está... “¡Amalia!” gritó y casi se le cae la dentadura (se ríe a carcajadas)... Ah, qué cómico... Nos abrasamos y estuvimos un rato largo recordando nuestros tiempos felices... Ahora... Ya no existo para nadie... A esa, como se llama, esa, pucha digo, Gloria... ¡Claro, con ese nombre! A ella sí la llaman... Ella que nunca hizo nada... Hasta en la televisión está... En ese aviso de jabón de lavar... ¿Cómo es? Bueno, no me acuerdo... ¡Me dio una bronca, verla!... ¡Yo que fui famosa y no me invitan a actuar en nada...! Voy a poner la leche al lado de la lámpara así se calienta un poco... No, mejor no... Capaz que la tiro... Si me vieran los oyentes haciendo estas ridiculeces... Estoy tan distraída... Eran otros tiempos... Hasta una vez aparecí por el teatro en carro tirado por caballos... Fue cuando promocionaban “Los tres mosqueteros”... La radio trasmitía desde ahí... La gente se apelotonaba para conocernos personalmente... Ja, algunos se decepcionaban... Ay, esta muela me duele... Pero voy al dentista y me la saca... Ya me amenazó... Señora, con su edad necesita dentadura postiza... Sí, claro... Que después se me esté cayendo todo el tiempo... Y al teatro entrábamos por la alfombra roja... Me regalaban flores... Aquel veterano quería casarse conmigo... Una noche me dijo que si no me casaba con él se mataba... (silencio) y se mató. Yo en ese momento ni corte que le di... “Que se joda”, pensé... Pero ahora... ¿Quién sería? ¿Y si tenía dinero? En vez de estar en esta pocilga... Suerte que mis hijos me pagan el teléfono y la luz que sino... Me la voy a tener que sacar, me duele demasiado... Pero, ¿con qué mastico? Admiradores... Pero el amor de mi vida fue Jorge... Él sí que me quiso... Y me soportó... Yo era una diva... Entonces, lo despreciaba...  Venían los hombres a mi camarín y le tenía prohibido que estuviera a mi lado... “Tú nunca digas que sos mi esposo”, le decía... Y Jorge respondía con voz baja: “Sí, querida”. Nunca se rebeló... Era un santo... ¡Cómo lo extraño! Hubieron otros, claro... ¡Y este chiquilín que no viene! ¡Nene! ¡La garrafa! ¡Que se me acabó el gas! ¿Qué hora es? Ya ni sé... Ah, es temprano... Falta un poco para la comedia... Ya no son como las nuestras. Pero claro, tienen el encanto de la imagen... Aunque... Yo extraño los radioteatros... Uno se imaginaba todo. Nosotros solo le dábamos los diálogos... El resto lo ponía el escucha... ¿Qué es eso? (Un sobre se desliza por debajo de la puerta) ¿Qué eso? (Va y lo retira)... No veo nada, ¿qué dice?... Ni con los lentes veo... (Se pone debajo de la lámpara) “Sra. Amalia Acosta”... ¡Soy yo!... Del Hotel Paraíso... ¿A mí? Dios mío... Parece una invitación... Ay, no puedo romperla, me tiemblan las manos... No, no... Se deben haber equivocado... (La abre) ¡Es una invitación! “Tenemos el agrado de invitarle para la ceremonia de los premios anuales de ART” ¿Qué es eso? Ah, acá dice... “Amantes del Radioteatro”... Mirá vos... Me van a dar un premio... ¡Me van a dar un premio! ¡¡¡Me van a dar un premio!!! Era hora... Dios mío... Mamita te acordaste de mí... Papito es para ti... Ay, mis hijos tienen que saber... Los voy a llamar... No, mejor, no... Si me invitan es porque me van a dar un premio... Claro, debe ser por la trayectoria... Nadie me gana... Casi setenta años de radioteatro hasta que vino esta inmundicia de televisión... (mira el televisor) Perdón, perdón... No quise ofenderte... Pero es la verdad... Nos quedamos de la noche a la mañana sin trabajo... ¿Y dónde es? Ah, aquí está la dirección... Y no dice más nada... Ah, sí, “confirmar por el...” Llamo, llamo... ¿Hola? Ah, este, mucho gusto... Mire le habla Amalia Acosta... ¿Cómo quien? Amalia Acosta... Recibí una invitación para... Ah, bueno, espero... Ah, mucho gusto, mire recibí una invitación para... Ah, bien... ¿Cuál? La de los premios... Sí, sí... Esa... Amantes del Radioteatro... Le habla Amalia Acosta... Quizás se acuerde... Acosta, sí... Amalia... ¿No estoy? ¿Cómo no voy a estar en la lista si recibí la invitación? Sí, espero... Sí, ¿sí? Ah, mucho gusto... Sí, sí... Sí, yo soy Amalia Acosta... Sí... Bien... Espero... Mucho gusto, mire señor... Recibí una invitación para... Sí, ¿mi nombre? Amalia... Ah, mi apellido... Acosta... Sí, Amalia Acosta, es así... No, no... Amelia no, Amalia... Bien... Ah, la encargada de Producción no está... Claro, entiendo... Que llame... ¿Cuándo? Pero es una falta de respeto... Bien, buenas tardes... (Va a cortar) ¿Cómo? Ah, está llegando... ¿Hola? Que tal, mire yo... Amalia Acosta... Ah, lo encontró... Ah, ¿Ud. me conoce? Ah, su madre...Este (emocionada), ¿cómo le va? Bien, bien, gracias... Sí, acaba de llegarme... No, no estoy trabajando en este momento... Tengo proyectos... Sí, vinieron... dos directores... pero los libretos... la verdad... Claro, no son como para mí... Y... Si una dice que sí a todo... Además, yo no tengo necesidad de trabajar... No, claro... Hasta más le digo... Prefiero que la gente se quede con la imagen mía de aquella época, ¿vio?... Bueno, vieja vieja, no... pero... Tengo unos cuantos años más que usted... (se ríe) ¡Qué amable! Sí, bien, dígame... Ajá... Bien... ¿A qué hora me dijo? A las siete... Tengo que estar a las siete... Bien, este... Disculpe que le pregunte... pero la curiosidad, ¿vio? Eh... ¿Y qué premio me van a dar? (Silencio) Ah, ¿no?... ¿No es porque me van a dar un premio?... Ah... Entiendo... Entiendo... Entiendo... Claro... Mmmm, mire usted... Sí, lógico... Sí, claro, mucha gente me va  a ver, sí, sí... Pero, ¿qué voy a hacer yo, me puede explicar?... Ah, entregar un premio... Ah, un... ¿Y a quien? ¡¿A quién?! ¡De ninguna manera! ¡No puedo creer que me hagan eso! ¡A ella! Ella... ella... siempre fuimos rivales... Ella... Ella me robó la fama... Me robó mi vida... ¡¿Cómo quiere que me ponga?! De ninguna manera... Rosita es... es... el diablo... Me arruinó y usted quiere que yo... Ella me sacó la idea, yo de estúpida se la conté porque confié en ella, y fue y se aprovechó y cuando me di cuenta, estaba ella al frente del elenco... Con el apoyo de los dueños de la radio... ¡Y la idea era mía!... ¡Dios mío! ¡No lo puedo creer! Yo darle un premio a ella... Pero ustedes... No, no es excusa... Ustedes tendrían que haberlo sabido... No pueden jugar con una, así... Rosita fue... ¿Y qué está haciendo Rosita ahora? (Silencio) Ah, tiene esclerosis múltiple... ¿Y qué? A mí me duele todo el cuerpo y no recibo ningún premio... ¿Por qué un premio para ella? Ella siempre fue una trepadora... Porque además la fama se la hizo saliendo con Raulito... Como yo no acepté, porque tengo dignidad... Él me pedía que yo... Pero para qué le cuento estas cosas... No, no.. Disculpe, yo no voy a ir... Gracias, gracias... (Cuelga. Queda en silencio. Se sienta en un sillón. Gesticula como hablando consigo misma) Yo teniendo que darle... Subiendo al escenario... Es humillante... Voy a prender fuego todas las fotos y los reconocimientos... No sirven para nada... Y después desaparezco... Total... ¿A quién le importa? Se sacan un peso de encima... Nunca se acordaron de mí y ahora... Estoy segura que eso fue idea de ella... Cuando le preguntaron de quién quería recibir el premio me nombró... (Haciendo burla) “Quiero que me lo entregue Amalia Acosta” (Timbre del teléfono. Se levanta y atiende) ¿Sí? ¿Usted otra vez? No, no, estoy bien... Yo sé que usted no tiene nada que ver... Es una empleada... Disculpe... Pero, ¿no le parece que...? Claro, claro... Está bien, la escucho, usted me trató con deferencia... Hable... Sí, sí... No le entiendo.... Ah, usted dice que... Sí, es cierto que serán unos minutos en los que podré mostrarme nuevamente... Que la gente me va  a ver después de tantos años... Hay gente que cree que estoy muerta... Pero no puedo... Ella es mi enemiga... Y darle un premio a una enemiga... Sí, sí, quédese tranquila, lo voy a pensar... ¿Dinero? ¿Cuánto? ¿Me van a dar eso por entregarle...? ¿Por unos minutos? Pero no, no, no, no... Además, la ida y la vuelta... Yo no puedo a mi edad estar trasladándome en... ¿También? ¿Ustedes me llevarían y traerían en el auto del canal? Pero, no... No, no, gracias... Está bien, por ser usted lo voy a pensar... Gracias... ¿Hasta cuándo tengo tiempo de contestar? Ah, ¿usted me llama? Bueno, gracias. Adiós... (Cuelga y se sienta en silencio) Me siento humillada... Rosita... ¡Qué me importa que se esté muriendo! ¡A la tumba se lo llevo y se lo tiro para que se hunda más!¡Pero viva, jamás...! (Se tapa la cara, angustiada) A esta altura de mi vida... (Suena el teléfono) ¿Hola?... ¿Quién? Ah... Que tal... Sí, sí... ¿Cómo conseguiste el número? Ah... La producción... Claro, qué raro que acabo de cortar con la muchacha y tú me estás llamando... Casualidad, claro... Bien, estoy bien... Y... ¿tú?... Ah, ¿y desde cuándo? Qué horrible... Ah... Sí, de salud, bien... No, trabajando no... ¿Y tú? Claro, con tu enfermedad... Si, me llamaron... Sí... No... Me parece que no voy a poder ir... ¿Es una pena?... Y, bueno... Conseguirás otra... ¿Quién fue la que me eligió? Ah, tú... ¿Por qué?... Es que... nunca fuimos amigas... Querer limpiar el pasado... suena... importante... Es una frase de radioteatro, ¿no te parece?... No, no soy rencorosa... Tengo memoria que es distinto... Rosita... hay cosas que no puedo olvidar... Sí, ya sé que estamos viejas... Pero esto no se soluciona con la edad... Al contrario, día a día... ¿Cómo? ¿No quieres hablar de eso? Vaya... Te has tornado selectiva... Antes no lo eras... Te servía todo... No, no estoy enojada... ¿De qué sirve revolver en este momento? Pero has logrado que todo lo que tenía dormido, salte... Les dije que no... Que no... ¿Te parece que puedo darte un premio cuando...? A veces me siento muy tonta... Pero esta vez, no. No me importa tu enfermedad... No te escudes en ella para seguir agrediéndome... No me alegra que sufras... Pero no pidas otras cosas... El premio me correspondía a mí... Pero no tengo tus artes... Quizás lo tuyo no sea el micrófono sino lo oral... ¿Te ofende? Disculpa... He bajado de nivel y eso no está bien... Te dejo, se me quema la comida que tengo al fuego. Que encuentres alguien que te de ese premio que tanto deseas... Alguna otra que dejaste por el camino... (Cuelga) Ja, ¡qué se cree! Atrevida... Fue una... una... regalada... Yo me gané lo mío en buena ley... Hasta cuando era menor de edad y me la jugué con él... Puedo mirar a cualquiera a los ojos... En cambio ella... ¿Por qué le dan a ella el premio y no a mí? Debe ser porque quedé encerrada en estas paredes... Pero bien que supieron encontrarme... Pero no debo deprimirme...

(Suena el timbre)

 

Escena 2

Amalia y Pedro

El mismo lugar

 

Amalia- (Abre la puerta y queda mirando) ¿Sí?

Pedro- Disculpe... Disculpe si molesto... Este... Ando buscando... Yo... ¿Aquí vive... Amalia Acosta?

Amalia- Sí, soy yo.

Pedro- (Queda pálido) ¿Usted?

Amalia- Sí, soy yo... ¿Qué le pasa?

Pedro- Yo... Este... ¿Es usted de verdad?

Amalia- A esta altura no sé si soy de verdad... Mire... Ya vio al monstruo, ya puede retirarse.

Pedro- Espere, espere... ¿Amalia?... No lo puedo creer... Es usted... Después de tantos años... No lo puedo creer...

Amalia- No entiendo... ¿Qué le pasa? ¿Se siente mal?

Pedro- No. Bueno, sí. Un poco... No lo puedo creer...

Amalia- ¿Quiere un médico? No vaya a morirse acá, eh... Es una atrás de la otra...

Pedro- ¿Puedo sentarme un segundo?

Amalia- ¿Siempre usa el mismo sistema?

Pedro- No, no... Permiso... (se sienta en un sillón y respira hondo) Es que no lo puedo creer...

Amalia- Nunca escuché más veces esa frase... ¿Qué es lo que no puede creer? 

Pedro- Estar frente a usted...

Amalia- No... No entiendo...

Pedro- Mire... No salgo de mi asombro por haberlo logrado... Siéntese, por favor, siéntese al lado mío... Yo... soy...

Amalia- ¿Está rayado? ¿Quiere que llame una ambulancia o a la policía? ¡Tiene una cara...! No le puedo ofrecer nada porque no tengo... Además me quedé sin garrafa y ese chiquilín de porquería...

Pedro- Mi querida Amalia... ¿Sabe una cosa? Me sé todos los títulos de los radioteatros en los que participó.

Amalia- ¿Ah, sí?

Pedro- Mire... Corríjame si me equivoco... Usted comenzó cuando era chica, a los diez años haciendo de hija en “Padre hay uno solo”; a los once fue la escolar en “La maestra viene a la ciudad”;  tuvo un tiempo en el que sus padres no la dejaron actuar, a pesar de ser ellos también actores, para que se dedicara al estudio. A los quince, al lado de su madre, fue Julita, “La niña rebelde”, Después vinieron “Dulce hogar”... (va a seguir)

Amalia- Espere, espere... ¿A dónde quiere llegar? Usted sabe más que yo...

Pedro- “Una vida como muchas”, “La que llega a la ciudad”, “Amor de mi vida”, “Su pecado fue amar”... Pero también puedo contarle de su vida afectiva que fue... difícil... Muy joven, todavía no había cumplido la mayoría de edad,  se enamoró del primer actor, lo cual para su padre fue un golpe muy duro del que nunca pudo recuperarse. Con la complicidad de toda la compañía, fueron a vivirse juntos pero Alberto Antonio era un mujeriego y nunca le dio la felicidad que usted merecía. El gobierno estuvo a punto suspender el radioteatro y meterlo preso pero participó un abogado reconocido que dejó todo oculto... Pero, tres años después él la abandonaba y usted tuvo que aceptar el error. Las revistas del corazón se ensañaron con él y la defendieron lo que reactivó su carrera artística.  Entonces apareció el amor de su vida. Jorge. Un hombre dedicado a otras cosas que el radioteatro, con el cual vivió feliz hasta que...

Amalia- No siga...

Pedro- Disculpe...

Amalia- Me lastima...

Pedro- No fue mi intención...

Amalia- ¿Quién es usted?

Pedro- Su admirador...

Amalia- ¿Mi...?

Pedro- Supongo que tendrá muchos pero como yo, ninguno.

Amalia- ¿Usted...?

Pedro- Tengo todas las fotos recortadas de la prensa en un cuaderno. Las entrevistas, hasta los partes policiales...

Amalia- Por dios.

Pedro- ¿Se acuerda cuando se cayó del ómnibus?

Amalia- No...

Pedro- Iba por la principal el vehículo, y usted estaba sentada... Iba a la otra radio en la que trabajaba..

Amalia- Es verdad...

Pedro- Entonces se dio cuenta que se había pasado y se levantó apresurada... Ahí fue que mostró su rostro a todos los pasajeros, ¿recuerda que tenía un sombrerito con un tul delante? Entonces la gente comenzó a gritar su nombre y de la vergüenza corrió hasta la plataforma, y tropezó... Si bien el ómnibus había parado, salió despedida... Mire, todavía me angustio de recordarlo...

Amalia- Yo... no me acuerdo...

Pedro- Y cayó al pavimento...

Amalia- Dios mío, ¿y qué me pasó?

Pedro- Cuando estaba por golpear el rostro contra la vereda, un hombre la sujetó con su cuerpo...

Amalia- ¡Gracias a Dios!

Pedro- Pero salió en todos los diarios... La gente quería linchar al guarda y al chofer...

Amalia- ¿Qué culpa tenían?

Pedro- Algunos malintencionados, que siempre los hay, sospechaban que había estado todo arreglado...

Amalia- ¿Y lo estaba?

Pedro- No, no... Imposible...

Amalia- ¡Qué alivio!

Pedro- ¿No recuerda?

Amalia- No... Pero cuente, cuente...

Pedro- La última obra que hizo fue “Por tus ojos”

Amalia- “Por tus ojos”...  Sí, la recuerdo...

Pedro- Pero terminó mal porque fue levantada...

Amalia- Ahí fue cuando esa canalla de Rosita...

Pedro- El radioteatro estaba desapareciendo porque la televisión...

Amalia- Se acostó con Raulito y así claro, en la cama le dijo que me echara...

Pedro- El público es ingrato...

Amalia- Y él, que siempre fue un flojo, aceptó y la puso a ella...

Pedro- Esa maldita televisión acabó con tanta cosa...

Amalia- Pero le duró poco la fama... Al tiempo levantaban el programa...

Pedro- Y se perdió en la nada...

Amalia- ¿Quién?

Pedro- Usted...

Amalia- ¿Yo?

Pedro- Sí, usted... ¿Qué le pasó? Desapareció de todos lados...

Amalia- No... Lo que ocurre es que...

Pedro- Preguntaba  y nadie sabía nada...

Amalia- ¿Usted es periodista?

Pedro- ¿Yo?

Amalia- Sí, usted... Me suena sospechoso el que me pregunte tanto... Mire que si es un periodista encubierto... Lo echo...

Pedro- No, no... ¡Qué voy a ser periodista! De verdad, Amalia, he sido siempre su admirador...  Y nunca creí que la vida me ofreciera esta oportunidad...

Amalia- Mire, si se está burlando...

Pedro- ¿Yo? Por favor... Cómo podría estar haciendo una cosa así... Busqué información sin ningún éxito hasta que con esto de los premios...

Amalia- Ah, ¿se enteró?

Pedro- Cuando escuché en la televisión  la noticia no podía creerlo...

Amalia- ¿Qué no podía creer?

Pedro- Su nombre... Que la nombraran... ¡Esta viva!, me dije.

Amalia- Dios mío, sí estoy viva, aunque a veces...

Pedro- Llamé a la emisora y comencé a investigar...

Amalia- ¿Qué? ¿Es policía, entonces?

Pedro- No, Amalia, tranquila. Soy su admirador.

Amalia- Mi... Está loco.

Pedro- “Querido, hoy te he preparado la comida con amor, y tú has llegado y no me has besado todavía. ¿Qué es ese perfume en tu cuello?”

Amalia- ¿Qué es eso?

Pedro- Su parlamento desencadenante en “Mujeres engañadas”

Amalia- Ah...

Pedro- ¿Y este? “¡Desde cuándo yo debo estar encerrada todo el día, mientras tú, Juan Alberto, desgraciado, coqueteas con todas las mujeres de tu oficina!. Vete. Sí, vete. Tus hijos no verán al padre que desprecia a la madre de ellos, que mientras tú abusas de su confianza,  lava y plancha la ropa del hogar”

Amalia- ¡Qué horrible! ¿Qué es eso?

Pedro- “La felicidad golpea a la puerta”

Amalia- Pero... Se acuerda de todo... O me está mintiendo aprovechándose de mi falta de memoria.

Pedro- No, no... La miro y no puedo creer...

Amalia- Dios mío, ¿qué es lo que no puede creer? Parece que estoy en uno de esos radioteatros que hacía...

Pedro- La busqué por tantos años... Usted llenó de vida mi juventud, mis momentos de tristeza, me hizo enamorar de otras mujeres, pero nunca dejó de estar, como una fiel amante esperándome al final del camino...

Amalia- Usted está loco. Váyase por favor.

Pedro- Disculpe si me pongo poético pero el verla...

Amalia- ¿Verme a mí? ¿En este estado? Si me hubiera visto cuando era bonita es otra cosa, ¿pero decir que esto que tiene enfrente lo enamora? ¡Por favor!

Pedro- Nosotros estamos viejos. Yo también. Lo que pretendo es... disculpe... suena tonto...

Amalia- (Intrigada) ¿Qué?

Pedro- Que me permita conocerla... Que se permita conocerme... Y...

Amalia- ¿Y qué? Parece la interrupción antes de la tanda...

Pedro- Aceptara... Si llego a conquistarla...

Amalia- ¿Qué?

Pedro- Llevarla al altar... Porque usted todavía no se ha casado por iglesia...

Amalia- (Se atora) ¡¡¡¿¿Qué??!!!

Pedro- Sí, sé que suena disparatado.

Amalia- Usted está loco. ¡Váyase inmediatamente!

Pedro- No, no... No me eche, justo ahora que la encontré. No soy un loco, ni trato de abusarme de usted... Soy un hombre serio... Tengo una jubilación... No me quejo... Mi esposa murió hace un tiempo... Estoy solo... Y siempre he soñado todos estos años poder algún día conocerla... Tener enfrente mío a esa diosa que me acompañó con su voz toda mi vida... Amalia... No me eche, ahora que la encontré... Quisiera vivir una historia de amor con quien me enamoró por tantos años... Quisiera corresponderle con mi cariño... Darle una mínima parte de lo que usted me dio en toda mi vida... Aunque...

Amalia- ¿Aunque qué?.

Pedro- Si usted tiene otra persona....

Amalia- (Lanza una carcajada y luego se arrepiente) Disculpe.

Pedro- ¿Tengo competidores?

Amalia- Es un chiste. Pero además, ni sé quién es usted.

Pedro- Pedro, me llamo Pedro... Le decía...Mi esposa murió hace unos años. Ella sabía de nosotros dos...

Amalia- ¿De nosotros dos? Yo que era la involucrada ni me había enterado...

Pedro- Es lo que pasa con la gente que es famosa... Lo sé... Mire... ¿Sabe cómo empezó todo?

Amalia- Me encantaría saberlo...

Pedro- Yo tenía 14 años y estaba en el comedor de mi casa escuchando radio con mi madre. Eran las dos de la tarde. Lo recuerdo como si fuera hoy... Empieza la música de presentación del radioteatro. Recién habíamos comido y ya había recogido los platos y llevado a la cocina. Esa presentación era tremenda. Después me enteré. Wagner. Aparece la actriz principal y dice la frase de costumbre: “Queridos amigos y amigas del radioteatro universal... Les habla Isadora Núñez... Hoy comenzamos una nueva obra que espero sea del agrado de todos ustedes... Se llama ‘Padre hay uno solo’ “... Y siguió contando una síntesis de lo que vendría. Yo seguía parado frente al mueble, mirándolo, esperando el ansiado radioteatro. Entre las voces, de pronto aparece una que me llamó la atención. Era una voz aterciopelada... Sonaba distinta a todas las demás... Recuerdo una frase: “Maestra... Mis padres han muerto y ahora son mis tíos quienes me dan amor. Yo sufro pidiéndole a Dios que los cuide y les diga cuánto los extraño”. Esas palabras me hicieron llorar. Fue algo que no pude frenar. A partir de ese momento no escuché más el argumento... Solo esperaba la intervención de la hija que extrañaba a sus padres... Y el capítulo se hacía eterno. No terminaba más. Recuerdo que al final el padre no había muerto y reaparece pero por poco tiempo porque el tío, celoso, queriéndose apropiar del amor de la niña,  lo elimina... Pero eso nos enterábamos mucho después... Cerca de fin de año... Ese día corrí a mi cuaderno y esperé con el lápiz en la mano para anotar el nombre de la actriz. Al final, otra vez con la música de Wagner, Isadora se despidió de la audiencia y el locutor comenzó a dar el reparto... Y dijo, en el papel de Dolores, la niña huérfana... Amalia Acosta... Ahí me enamoré de usted...

Amalia- Dios mío...

Pedro- Mis padres se reían. Decían que estaba loco. Una vez me llevaron a la fonoplatea. Era cuando usted hacía de Julita, en “La niña rebelde”: Usted ya tenía quince y yo dieciséis. Me fui peinado con gomina y con traje. Nos sentamos muy cerca suyo y me di cuenta que mi vida iba a estar ligada a usted.

Amalia- Dios mío... Es horrible...

Pedro- ¿Cómo horrible, Amalia? Usted ha sido mi compañera, mi compinche todos estos años... Mi estímulo... Ese día Julita protestaba con fuerza porque el vecino inescrupuloso amenazaba a sus padres con denunciarlos porque tenían un secreto que solo él conocía. Y los chantajeaba. Y usted, sin saber qué cosa ocultaban, buscaba hacerse amiga del hijo de ese hombre para que le contara qué era... En tres capítulos más nos enterábamos que en realidad no estaba usted en contra de sus padres, sino que se aliaba con el hijo del vecino para ayudarlos... Pero allí parecía que su rebeldía estaba a punto de declararles la guerra... La gente en la platea lloraba, recuerdo... Una mujer estaba todo el tiempo con el pañuelo debajo de los ojos... Usted estaba soberbia... Un vestido azul con bordes blancos... Medias blancas hasta las rodillas, zapatos azules... Espléndida... Una diva... Cuando terminó quisimos ir a saludarla, pero no nos dejaron... Y nunca más la vi... Hasta hoy... Usted me acompañó en las buenas y en las malas, y me había prometido a mí mismo que antes de morir, iba a encontrarla. No, no estoy loco, le juro mi amor incondicional y eterno.

Amalia- O sea que está loco...

Pedro- En estos últimos años en los que la vida me golpeó más, mis hijos compartieron la búsqueda de usted. Me dieron ánimo. Saben de mi amor por usted. Ellos me incentivaron cuando pasaron por la tele que usted estaba invitada a... “Viejo- me decían- esta es la oportunidad. Ahora o nunca”

Amalia- Pero por favor, dígame una cosa, ¿cómo puedo escuchar indiferente estas cosas?... Además, usted ni me conoce...

Pedro- Es cierto... Yo...

Amalia- Todas las cosas que me dice... Algunas de ellas ni me acuerdo... Usted no está enamorado de mí... Yo soy... Yo soy para usted una imagen, una voz... Soy... todas las personas que he interpretado... Pero esas no soy yo... ¿Cómo explicarle? Me enternece todo lo que dice pero yo no soy... Yo he sido muy distinta a esas mujeres que he interpretado... Eran solo papeles, Pedro...

Pedro- Ya lo sé... No soy tonto... Conozco su historia... He seguido sus amores... He sufrido por cada desengaño que ha tenido... Me enojé muchísimo cuando a los 16 desafió a sus padres y se fue a vivir como amante con ese sin vergüenza... Quise rescatarla, sacársela a ese que no la merecía...

Amalia- Pedro... Por favor...

Pedro- Pero después desapareció, Amalia... Desapareció. Nunca más la vi... Fue horrible... Años buscándola y nadie sabía de usted... Horrible... Por eso, cuando volvieron a nombrarla supe que no podía perder la oportunidad...

Amalia- No sé qué decirle...

Pedro- (Enérgico) Sí, tiene algo para decirme... ¡¿Quiere ser mi esposa?!

Amalia- (Impactada) ¿Yo?

Pedro- Sí, usted.

Amalia- ¿Puedo tomarme un tiempo para pensar?

Pedro- Todo el que quiera.

Amalia- Bueno, entonces váyase y le aviso.

Pedro- Me está echando.

Amalia- No. Es que...

Pedro- Mire, no soy jugador, ni mujeriego. No tomo alcohol, fumo un poquito. Tengo una jubilación chica y una casita. Dos hijos. Tres nietos...

Amalia- ¿Y?

Pedro- Y la amo.

Amalia- Espere, espere... ¿Cómo me va a amar si no...? (Dándose cuenta) ¿Me dijo que me ama?

Pedro- Desde el primer día que escuché el primer radioteatro...

Amalia- Pero usted se enamoró de otra Amalia... Esta es de carne y hueso... Vieja... Ya nadie se acuerda de mí...

Pedro- Yo me acuerdo de usted día a día. Y no quería morirme sin verla y decirle esto que le estoy diciendo.

Amalia- ¿Se va a morir?

Pedro- No, no, los análisis me han dado bien... Soy sano.

Amalia- Pedro... Eh... ¿Y me dijo que usted fue juntando...?

Pedro- Todo lo que salió de usted. Recorrí las ferias buscando revistas viejas, encontré alguna grabación...

Amalia- ¿De mí?

Pedro- De usted... Un coleccionista me vendió un capítulo, el 27, de “La mujer del teléfono blanco”, del año...

Amalia- Me acuerdo... No vale la pena recordar el año...

Pedro- Una pregunta indiscreta.... Y sin ánimo de ofenderla...

Amalia- Diga.

Pedro- ¿Por qué se retiró?

Amalia- (Aflojándose) No me haga recordar...

Pedro- Disculpe... No debí...

Amalia- No, no, al contrario... Es que... Fue ella. Rosita... La bruja...

Pedro- Siempre odié a esa mujer... Sabía que había sido por ella.

Amalia- Se apropió de mi lugar. Acostándose con cualquiera, con tal de llegar...

Me deprimí y preferí desaparecer...

Pedro- Lo sabía. Los recortes de la época hablaban de distintas hipótesis... Se hablaba de celos, de un misterioso viaje a Estados Unidos, un amor oculto...

Amalia- Sí, lo sé. Algunas de esas cosas las inventaron los de la compañía... Mis propios compañeros me traicionaron... Con tal de mantener sus empleos me abandonaron... Cuando murió Jorge... no avisé a nadie... Estábamos solos  Jorge, mis hijos con sus mujeres y yo...

Pedro- Pero...

Amalia- Preferí que fuera así... Mantener el misterio... Ilusa... Creía que alguien iba a salir a buscarme alguna vez...

Pedro- Aquí estoy...

Amalia- No, no... Sin ofenderlo... Alguien de la prensa... Tantos años de mi vida, tanto sacrificio para nada. Que no comía esto por la silueta, que no tomaba aquello por la voz, que hay que ensayar hasta el hartazgo, que la gira, que los enfermos que nos esperaban... ¿Para qué? Quemé mis mejores años creyéndome protagonista cuando en realidad... Le daba aliento a la gente que me escuchaba... Discúlpeme... Pero lo siento así... Fui una infeliz... Creí que era la estrella... Y que cuando dejara de aparecer en la radio iban todos a correr atrás mío para pedirme que regresara... A los días ya desaparecieron las invitaciones a fiestas... Nunca más aparecieron los hombres que mandaban flores y otros obsequios... Me quedé solo con los recuerdos... Y Jorge... Y mis hijos, a quienes robaron sus esposas...

Pedro- Me parte el alma...

Amalia- Pero es así...

Pedro- Amalia...

Amalia- Nada, Pedro, es así...

Pedro- Sé que... este... eh...  también la invitaron a esta fiesta anual.

Amalia- ¿A quién? ¿A Rosita? Peor. Le van a dar un premio. Nunca supe de esa gente... Art, creo que se llaman... ¿Usted los conoce? Deben ser unos vivillos que buscan hacerse de dinero con poco presupuesto, valiéndose de actores desesperados por recuperar lo que fueron... Amigos del radioteatro... ¿De dónde salieron?

Pedro- Es cierto... Yo me enteré por la televisión que existían... Quizás son nuevos...  Pero lo importante es que hay un reconocimiento...

Amalia- Ja, un reconocimiento... ¿A mí? No, mi amigo... A Rosita...

Pedro- Pero Rosita va a estar junto a usted...

Amalia- No. Peor... Me da vergüenza decirlo. A mí me invitaron para... Mire, acá está la invitación... Para que sea  yo quien le de el premio a ella.

Pedro- (Indignado) ¡¿Cómo?!

Amalia- Eso que escucha... Yo dándole el premio a mi enemiga...

Pedro- Pero usted no puede... Ellos no pueden hacer eso...

Amalia- Eso es lo que le dije a la chica que me atendió...

Pedro- ¡Cómo la odio!

Amalia- Bueno, no es para tanto. Quizás ni Rosita tuvo que ver en esto... Además... Yo está bien que le tenga bronca, pero usted...

Pedro- Todo lo que le haga daño a usted, me hace daño a mí.

Amalia- (Lo mira como no creyendo) ¿Es cierto todo lo que está diciendo? Yo soy mucho de mirar a los ojos a las personas, y noto un brillo en ellos desde que llegó... Pero estoy tan desconfiada... A su vez... Necesito creer tanto en lo que me dice...

Pedro- Amalia, la entiendo... Sé que esto es para usted algo... loco... Pero esta era la meta a la que quería llegar en la vida. Usted es mi meta. Si me rechaza, bueno, está bien. Pero no quería perder la oportunidad de conocerla y decirle cómo la quiero. No sé cuánto me quede de vida, pero usted es el final del camino.

Amalia- Dios mío... ¿Se va a morir?

Pedro- No, ya le dije que no...

Amalia- Dios mío... Esto es tan... tan cursi... Pero tan... (Se ríe feliz)

Pedro- ¿Sabe una cosa?

Amalia- ¿Qué?

Pedro- Le propongo una idea... ¿Qué le parece si...? A ver... ¿Ya contestó?

Amalia- ¿Lo qué?

Pedro- A la invitación que le hicieron...

Amalia- Ah, sí, claro... Les dije que no.

Pedro- Mire... Se me está ocurriendo algo... Rosita... ¿Qué es de la vida de ella?

Amalia- No sé. Al alejarme preferí no saber más nada de ella. Ahora me entero... Me dijo la muchacha que está muy enferma y por eso le quieren hacer el homenaje... antes que... adiós...

Pedro- ¿Y usted quiere hacerlo?

Amalia- Por mí que se muera ya.

Pedro-  Comparto... Pero mire lo que le propongo... Puede ser un golpe maestro... Escúcheme... Llama por teléfono a esa muchacha y le dice que acepta... Que  va a la fiesta y le va a entregar el premio a Rosita.

Amalia- Ni loca.

Pedro- Espere. Y le dice que va a ir a la fiesta acompañada.... Conmigo...

Amalia- ¿Con...?

Pedro- Sí. Juntos... Que es la condición que pone... Todos nos van a ver juntos. De la mano. Como dos novios.

Amalia- Haciendo el ridículo.

Pedro- Me ofende.

Amalia- Disculpe. Siga. Usted está loco...

Pedro- Los periodistas que estarán en el hotel, van a captar que hay una noticia importante. ¿Cuántos de sus admiradores se preguntarán en qué anda usted? Por algo la llamaron para que fuera a darle ese premio. Quiere decir que no desapareció del corazón de los oyentes... Esta gente no es tonta...

Amalia- ¿Entonces?...

Pedro- Nosotros entramos de la mano, felices, trasmitiendo esa felicidad a los demás, vamos vestidos con nuestras mejores galas...

Amalia- Yo no tengo...

Pedro- Sacamos un crédito. Ella la va a ver enseguida y se va a enfermar más...

Amalia- ¿Le parece?

Pedro- Claro... Entonces, con sus virtudes como estrella que sigue siendo, saluda a todos y todas, busca que las cámaras se fijen en usted, sonríe enigmática, mientras yo, en el colmo de la felicidad, estoy a su lado... Y cuando usted sube al escenario... Antes de entregarle el premio, aprovechando ese momento que le dan, con todas las cámaras encendidas, anuncia en el micrófono la felicidad que siente en este momento, por haber sido convocada y porque vive un presente feliz ya que entiende oportuno decir en ese momento que piensa casarse con un admirador que la siguió en toda su carrera y que gracias a la organización de ese evento, la reencontró... Lo cual no es mentira.

Amalia- (Está impactada) ¿Usted haría eso por mí? No sabe quién soy. Tampoco sé quien es usted.

Pedro- Nunca sentiría más alegría si le sirvo para volver a creer en usted, si usted me hace el honor de mostrarme a su lado como su pareja, y si esto es el comienzo de un gran amor... Usted entusiasme a todos con su discurso... Luego nos queda tiempo para conocernos... Quizás no se enamora de mí... Lo sé, es un riesgo que quiero correr...

Amalia- Pero, usted está loco...

Pedro- Loco por usted... (La toma de la mano y se acercan al borde del escenario) Allá está la gente. En silencio. Esperando. Yo la acompañé hasta el borde del escenario y me quedé esperándola allí. Los focos iluminan a las dos. Rosita a su lado, nerviosa, vieja, demacrada, enferma... Usted, rozagante, enamorada levanta el premio que le va a entregar y como si lo hubiera recibido usted, mostrándolo,  le dice al público que espera en silencio...

Amalia- Señoras y señores... Mi querido público... Aquellos que me escuchaban todas las tardes en la radio... Los hijos y nietos que crecieron con los cuentos de sus padres... Tantas vidas compartidas. Fui famosa... fui una estrella del radioteatro... Hice más de cincuenta obras, comí con el Presidente de Francia, ayudé a mucha gente... Y luego... Desaparecí del mundo. Algunos pensaban que estaba muerta. Y tenían razón, muerta en vida... Una traicionera se quedó con mi puesto de trabajo...

Pedro- Allí la gente larga un “Ahhhh”, cargado de angustia.

Amalia- Pero, la vida da sorpresas. Gracias a esta maravillosa gente que se acordó de mí... pude conocer a...

Pedro- Pedro.

Amalia- A Pedro... Pedro que está allí, esperándome al borde del escenario...

Pedro- Caramba, Amalia, qué honor... Las cámaras me van a enfocar... ¿Me permite saludar con la mano a mis hijos que estarán viéndonos por televisión?

Amalia- Claro, por supuesto... Adelante...

Pedro- (Emocionado saluda)

Amalia- Y he vuelto a creer en la vida. Estoy enamorada y quiero darles una primicia...Me voy a casar.

Pedro- La gente aplaude. Las cámaras no saben a quienes enfocar. Hay revuelo. Un murmullo que va creciendo. Rosita está verde...

Amalia- Gracias, gracias, mis queridos admiradores. Esta que comienzo a vivir hoy es mi mejor obra. Yo soy la protagonista. Y mi partenaire... Mi galán... Ese que está allí... Pedro, mi gran amor... Será un guión que escribiremos entre Pedro y yo y que día a día construiremos hasta el final de nuestras vidas... Y que ustedes seguirán a través de la radio, la televisión...

Pedro- ¡Amalia!

Amalia- ¡Pedro!

Pedro- ¿Quiere ser mía?

Amalia- Acepto.

Pedro- Entonces llame a esa muchacha, diga que sí a la invitación, iremos a la tienda, compraremos nuestras mejores ropas y...

Amalia- ¿Y?

Pedro- Y viviremos la mejor historia de amor... La que va a tener un final feliz...

Amalia- Pedro.

Pedro- Amalia...

(Se abrazan románticamente en medio del escenario. Mientras el locutor habla, el cenital que les ilumina va diluyendo su intensidad hasta quedar con oscuridad total)

Locutor (en off)- (Con tono de radioteatro romántico) De esta forma, amigas y amigos el milagro se ha cumplido. Llegamos al final de nuestra historia, que para esta pareja es el comienzo. Amalia y Pedro han unido sus almas, luego de creer que la vida no ofrecía oportunidades para ellos. El lunes iniciaremos otro radioteatro para ustedes. Tengan ustedes muy buenas tardes.

(Se apagan las luces)

Fin

Andrés Caro Berta
andres@andrescaroberta.com

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