Los pirú
Amado Canobra

El motivo de estas líneas es que me reclamas los pirú; bueno, dos los vendí; los otros dos no sé qué fin llevaron, se iban lejos pastando y a veces no venían, bueno, ni sé si te olvidaste cómo fue el trato de los pirú. Te dieron un casal y no tenías dónde dejarlos y los trajiste para casa y el trato fue el casal era tuyo y los pichones eran míos si yo echaba y sacaba pollos. Como yo comí uno y no me gusta la carne te regalé los 4 pirú y me salís reclamando y fijándote en una porquería, porque para mí son porquerías.
No sé si te olvidaste que te regalé una lana para colchón, que esa lana era para hacer un colchón para mi hijo. Pues yo no miré que eran de mi hijo y que los regalé.
Segundo, que te regalé un juego de sábanas, que no es cualquiera que lo hace, pues yo lo hice.
Tercero, te regalé un lechón asado, cuarto; unos cubiertos, unas tazas y otras pequeñeces más; no es que yo te eche en cara lo que te regalé, pues todo eso vale más que los pirú que reclamas; solamente vos te fijas en esas pequeñeces.
Es para que veas qué diferente somos Vos y yo. Cuando me pediste los mil pesos era lo único que tenía y te los di. ¿Viste? Porque precisabas y ahora ponés obstáculos para pagarlos, pues yo no los quiero, quedate con ellos, pues el Día que te Mueras pedí que te prendan todo eso de velas.
Yo te agradezco igual, como si me hubieras pagado, total, sos la única persona en mi Vida que me embrolla.
Cuando pido plata prestada la pago, no ando con problemas de porquerías, porque para mí lo que reclamas son porquerías. No hay que fijarse en eso, además te había mandado decir que los mandaras buscar en febrero y no los mandaste buscar porque cuando vino Catela estaban muy flacos pues se perdieron dos y no iba andar atrás de ellos cuando se iban por el campo, comiendo lejos y a veces no venían a dormir. Voy a conseguir los pirú y te lo mando, no me fijo en porquerías.
En junio vengo a Montevideo, no traigo los pirú porque la que puede conseguir es Griselda que tiene chicuelos pero no habrá oportunidad para mandarlos.
Tu hermana que te quiere.

Amado Canobra
Arca Editorial

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