Entonces tu voz empieza
a abanicar el aire pesado de la tarde
finales de febrero y el sol cayendo a pique
y a través del velo sudoroso del ambiente
unos como pasos ya precipitados
gorriones temerosos en campo de recreo
que salen de mí
y se van de mí
y yo los dejo
y se apoyan en el ala tan cálida
de tu voz querida
y el aire de la tarde abre rutas
hasta hoy insospechadas
y en el balanceo nos vamos
tú yo tu voz mi agitación
y este susurro
que ya no tiene aquí ni tiene ahora
desde donde vamos
vas
y yo te sigo
persiguiendo hechizada aquello que no sé
y tampoco podría saber si lo adivino
vagamente un poco
pálido si quieres
y triste como el gesto inicial de la sonrisa
donde creo por fin encontrarte
y quedarme serena
un instante alargado larguísimo
hasta que el sol se esconde
y volvemos otra vez
a cortar flores y arreglar jarrones
para dejarlos
así muy quietos
arriba de las mesas
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