Identidades |
Con
minifalda tableada y botas altas, de tacón, amplio escote y sonrisa aún
mayor, su largo pelo negro, trenzado, combina con esa ropa interior, que
adrede, decide no usar hoy y sale, apura el paso, no quiere llegar tarde a
esa audición, es el papel de su vida y además, Carlos, será el otro
protagonista, se sabe, de una obra de amor. Llegó al teatro, se cambió
maquilló y salió a escena con una hojita en la mano. Sentado estaba el,
justo al lado del director; era la primera vez que lo veía en persona;
temblaba, pero no se congeló, no vaciló, hizo un buen papel y vio, a
Carlos, diciendo a oídos del director, algo que este narrador, no pudo oír.
Su amiga la espera en casa, con el teléfono en la mano y el cigarro en la
boca, labios sin pintar uñas cortas, pero el teléfono no suena, suenan
las llaves en una puerta que se abre, y es Andrea, feliz: -¡Me
tomaron… me tomaron! –Salta, la abraza, su amiga la estruja y giran,
torbellino que cae en la cama, ríen y tuercen
sus cabezas, para mirar esa foto, pegada junto al gran espejo, frente al
que ensaya toda la noche, y al otro día también. Duerme. Sueña en
blanco y negro. Despierta. Ya estas actuando con el. En escena el te
seduce, te busca te desea, tu coqueteas; el se acerca y huele tu pelo, tu
cuello, tu hombro; cae el telón. Luego de los aplausos el se ofrece,
galante, a llevarte a casa: -Vivo
muy lejos, no querrás acompañarme hasta allá -Para
mí es un placer acompañarte a donde vayas -Responde abriendo la puerta
del coche. Durante el viaje hay varios, largos silencios incómodos que
ella intenta romper, el más profundo, se produjo al llegar. (¿Querés
pasar a casa, a tomar un café?), casi se lo dice… pero no, se quedó
callada, esperando una palabra, un gesto una mirada, algo que le indique
que hacer. El pronto se despide, y espera paciente, que ella entre a su
casa para partir. -¿Era
el?, ¡y te trajo hasta acá!, contame contame -Si,
estuvo buenísimo, y el es muy caballero… -¿Demasiado
tal vez? -¡Ay
Claudia…! No seas así -Contámelo
todo -Ahora
estoy cansada, mañana tengo función. -Y duerme. Sueña en blanco y
negro. Despierta. Estas en escena otra vez. Aquí el te regala una flor, a
cambio te pide un beso señalando su mejilla con el dedo, un beso
inocente; tu te aproximas, el gira veloz su cabeza y roza tus labios; cae
el telón. Al finalizar la función, te invita a cenar: -Ven
conmigo, conozco un buen lugar La
cena fue excelente, el lugar… espectacular; ella no intentó pagar la
cena, sabía que el, no la iba a dejar; suben al coche, a ella le late el
pecho, aprieta sus piernas, muerde su labio inferior; el la mira fijo a
los ojos, ve cuando sus pupilas se dilatan y, nada pasó. -Es
tímido, por eso no se anima a besarte -¿Y
no estará casado? -No…
si yo ya estuve averiguando, no tiene novia ni nada, es tímido, yo se lo
que te digo -¿Será
que tendré que hacerlo yo? -Depende
¿qué tanto lo quieres? Y
sí, ya está decidido, pero ahora estás en escena, actuando otra vez, y
el te besa, apasionadamente te está besando y sabes que no es un sueño,
porque esto es en colores, y acaricia tú cintura, tus muslos, sientes la
presión de sus manos, sus labios, cae el telón. El
público se ha retirado, ambos siguen allí y el se ofrece, aunque no en
la forma en que ella quiere y entonces lo apura, lo acerca, y allí junto
al escenario, lento lo intenta besar, pero el le da vuelta la cara, no
alcanza siquiera su mejilla: -Hay
muchas cosas que no sabes de mi -Acaso
tienes un pasado, algo que quieras decirme… no me voy a asustar -No
es eso, es solo que…, no me atraen las mujeres, no sexualmente Ella
quedó petrificada, sintiéndose tonta, ridícula, defraudada… (¿Cómo
no me di cuenta antes?) -¿Carlos?,
¿marica?, no puede ser, ¿estás segura? -¡M´hija!,
si me lo dijo el -Con
razón yo lo vi un día, en un boliche gay, en el centro -¿Y
vos que hacías en un boliche gay? -Nada,
pasaba por allí y lo vi, casualidad -¿Casualidad? -Montevideo
es chico, ¿y vos… qué pensás hacer?, ¿no me digas que ya no te
gusta?, si se te ve en la cara Ambas
miran, instintivo, la foto junto al gran espejo. -yo
se lo que tenés que hacer; a el le gustan los hombres y vos, sos actriz,
disfrasate, interpretá a un hombre y enamoralo -¿Estás
loca?, ¿qué te fumaste?, ¡convidame! -¡Nena!,
estoy hablando en serio, para cuando se de cuenta, ya será tarde, hacelo
replantearse sus sentimientos, en el fondo es hombre… caerá, siempre
caen, dale venì, sentate en el espejo, yo te voy a ayudar. Cuando
termina la larga sesión, intenta dormir, no muy convencida, pero con el
pelo corto, los pechos fajados, labios
sin pintar, desde la cama, ve el pantalón holgado, colgando en el
respaldo de la silla; no duerme, no sueña, así que no despierta; pero va
a la función. Es el tercer acto y hay un fuego encendido, justo entre
ustedes y el público, arde mientras el te desnuda de cintura para arriba,
y con su mano en tu espalda, te acuesta tras el fuego que aumenta sus
llamas, cubriéndolos de la gente, que adivina, y cae el telón. En el
camerino ella se quita la peluca, faja sus pechos, limpia la pintura de
sus labios y piensa: (¿qué le digo?, ¿cómo lo encaro?), en eso se abre
la puerta y entra el, sin golpear: -¡Opa!,
¿cambio de look? -Sí,
¿te gusta? -No
se es… raro -Como
tu –y ambos ríen, el como mujer, ella como hombre -¿Te
llevo? -sí El
viaje es más distendido, el ya no actúa como hombre, ella se mete en su
personaje y se olvida que está actuando; pero nada pasa tampoco; ¿nada? -¿y…,
cómo te fue? -No
se, hubo un acercamiento pero, no pudimos concretar -Por
que no lo estás haciendo bien, te falta el golpe final; vení, sentáte
acá al lado mío y hace de cuenta que estamos en el coche, yo soy Carlos
y vos Andrea -Andrés
querrás decir -Buen punto, Yo soy Carla entonces y tu Andrés, llegan a casa y tu intentas abrir la puerta del coche, no puedes, anda inténtalo, así mismo, el, caballero como siempre, estira su brazo para abrirla por ti y queda así, muy cerca de ti y ahí… -Ella la besa, fue instintivo, casi sin querer-. Muy bien, ¿ves?, si pudiste hacerlo conmigo, podrás hacerlo con el. Su amiga se va, ella duerme y se ve a si misma, en blanco y negro, besando a Carlos con gran pasión; feliz, avanza y al girar descubre, que está besando a Claudia y despierta sobresaltada, toca su pelo corto, se levanta, arranca la foto junto al gran espejo y la arroja por la ventana. Vuelve a dormir. Despierta, es el último acto, el gran final se acerca, tu estas desnuda frente a el, desnudo también; un lienzo blanco colgado a tu derecha de lado a lado los cubre de la vista de la gente, pero un foco a tu izquierda, delata ambas siluetas que se aproximan, se encuentran, se aman; cae el telón, el público aplaude de pie. |
Daniel Campodónico
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