Prosa de Susana Soca
prólogo de Esther de Cáceres

...Porque una sombra me ha visitado; la cosa más silenciosa y ligera ha venido hacia mí".

Estas palabras graves y delicadas de un texto de Nietzsche cantan en mi alma cada vez que me llega la voz lejana y presente, siempre viva, de Susana Soca.

En varias instancias memorables tuve esa experiencia, algo así como la sensación del ala leve y poderosa que vuela, tiembla y se queda extática en el sueño.

Fue cuando Susana Soca estaba en el mundo y lo enriquecía con su ser entrañable. Fue cuando, desde su misterioso silencio, los dos libros de poesías que dicen "país de la memoria” y "noche cerrada” llegaron hasta nosotros.

Y es ahora, ante esta colección de ensayos en que se registra la actitud de Susana Soca frente a libros, paisajes, tiempo y eternidad. Un andar de paso grave, de paso delicado, movido por el ansia de conocer y sobre todo por una conciencia profunda de ese milagro que es el conocimiento por Amor, hermano del conocimiento poético.

Los tres libros se complementan en una armoniosa unidad: y ello se debe a que en toda expresión de Susana Soca domina el yo de la Poesía, aquel que fue caracterizado por Maritain como el "yo de la profundidad sustancial, de la subjetividad viva y amorosa”; como el "yo creador, un sujeto como acto, marcado con la diafanidad y la expansión propia de las operaciones de la Poesía”. Y  aún dice el filósofo: "en ese sentido el yo de la Poesía se asemeja al yo del santo. ..”.

La presencia de ese yo es el factor más poderoso del parentesco entre el verso y la prosa de Susana Soca. De allí vienen, de lo profundo, las relaciones vivas en que se cifra la unidad imponente de su obra. Y el tiempo musical que se da a lo largo de toda ella atestigua esa presencia del yo profundo, en la medida en que los ritmos se relacionan con el ser entero.

Aquella definitiva afirmación de Schiller sobre el origen musical de la idea poética, complementada y comprobada por los investigadores técnicos que buscaron medida y ",divina proporción” en los textos literarios, se siente como un pulso en los poemas de Susana Soca. Por encima de toda asociación con formas musicales regladas y generalizadas, la honda música nacida en lo más íntimo, creando valores sonoros del lenguaje en una apasionante aventura, se hace sentir como uno de los signos del ser en el Tiempo. Y poemas y prosa se adueñan de un ritmo original, que es el ritmo propio de la escritora, inherente a su vivir, a su paso y a su sangre, a su voz nacida de carne y hueso, a su destino entero y misterioso. Pienso en aquel testimonio de Paul Valéry cuando nos habla de la precedencia del ritmo que lo obsesionaba, antes del tema de la composición, en la creación de su "Cimetiére Marin”.

Ese yo de la Poesía, revelado según tal ritmo, es uno de los apoyos por los que la obra de Susana Soca, en prosa y en verso, se liberta de la anécdota opaca, y da de su ser la imagen poética que se percibe en todas las páginas que ella escribió.

En el mismo texto de Maritain sobre creación poética encuentro las claves de este poder de Susana Soca para situarse en la verdadera luz de la vida y del canto.

El filósofo señala cómo la diferencia tajante entre el yo creador y el ego concentrado en sí mismo significa una distinción radical paralela a la relación metafísica entre la persona humana considerada como persona y la persona humana considerada como individuo. En la autora de estos ensayos se percibe la vida intensa de mu personalidad que exige la comunicación del conocimiento y del ttmor; de ese yo creador siempre ardiente y vivo.

* * *

Susana Soca tipificó en nuestro país la actitud universalista que tiende a restaurar y acrecentar los lazos que se tienden entre América y Europa.

Nació en Montevideo, en casa de noble tradición espiritual y cultural fundada en las raíces originarias de nuestro país. Fue bautizada en la Catedral de Notre Dame de París. Estos dos nacimientos son como dos claves de la vida y obra de Susana Soca. Ella se ligará a la cultura francesa por una formación ahondada en la Vida de la Gracia, y que se desenvuelve luego a través de largos años de vida en Francia. Ella se ligará también a nuestro país; no sólo estudiando nuestros valores, sino creando en esa zona tan particular y misteriosa de los rasgos estilísticos que se vinculan a una geografía, por modos más sutiles que los del pintoresquismo; en esa zona que ella misma estudió con original sutileza en la obra de Supervielle. En Encuentros señala los caracteres de la "intervención americana” en la poesía del autor; marcando además "la forma de predominar en los nuestros la presencia continua de los elementos en estado puro; la tierra como tierra, el mar como mar, el viento como viento”.

Los temas tratados en estos ensayos son temas diversos; pero, el lector advierte enseguida la conexión que ellos tienen entre sí, según su vida esencial y según la intensa presencia de la autora, de su yo poético, en esta investigación y en los característicos medios por los que esta investigación se expresa.

Desde distintos tiempos y países, desde distintos estilos de alma, trae Susana Soca a estos creadores y a sus obras. Y es tan fiel en su percepción y en su versión de almas y libros, que cada estudio da con claridad cristalina el misterio propio, específico, de autor, de tiempo, de país y estilo.

Según su vivo poder intelectual y su poder de conocer por amor, ella puede entrar en los secretos de las almas más dispares. Y por aquellas dos vías sabe descubrir lo que es común en esas almas dispares, en esas personalidades únicas, de tan originales rasgos. Entra así en el secreto en que se fundan los más graves juicios de valor: en el secreto de la universalidad.

Percibimos que ella conoce en el más hondo y más delicado sentido de esta palabra. Percibimos también la armonía entre los distintos planos de este conocimiento. Vale decir que, junto a los datos que se relacionan con la información, aparece la mirada vuelta a lo hondo de las almas, la sensibilidad que descubre secreto y secretos; la visión sintética de todo ello en una perspectiva de cultura viva, de recreación auténtica y fiel.

Susana Soca fue una estudiosa ferviente. Nos dio el ejemplo más pleno de esta dedicación lúcida y apasionada que busca saber, que trasciende los datos, que se salva de todos los riesgos de la erudición; que no confunde, en este complejo proceso de la cultura, los medios con los fines. Su estilo de estudiar y saber trae muchas veces a mi recuerdo la lección que aprendí en Gabriela Mistral. Ella no escribía nunca sobre un árbol, una flor o un pájaro de los que no supiese lo más que ella podía saber. Buscaba con ardor la amplia información en libros serios, en documentaciones elegidas. Pero aquí está lo importante del proceso (¡ya ligado a la Gracia!): jamás llegaba nada de este conocimiento, tal cual, a su verso. Este se nutría allí; pero, victorioso como la flor, se abría en lo alto, lejos de la tierra nutricia, en ese esplendor de libertad y de pureza que es el don más característico de la Poesía.

Hemos visto en los versos de Susana esa transfiguración que lleva al objeto desde su vida real a una vida ideal, perenne, testimonio del poder creador.

En la prosa se da el mismo signo: las alusiones a las fuentes, en el caso de la crítica literaria, aparecen en ese plano de transfiguración. Siempre son fuentes graves, serias; la alusión a las mismas dignifica el texto y se concierta, en su carácter de clave, con el enfoque personal de la escritora. En este enfoque a veces se siente el esfuerzo que ella hace por acallar su sensibilidad, por ser fiel al texto estudiado, por no separarse radicalmente de él para irse, errante, hacia el aire de la Poesía y ponerse a cantar...

Y esta lucha secreta, por la que se separan estos estudios de la llamada crítica impresionista, da intensidad al texto, como si sintiéramos el dramático instante en que la criatura realiza un acto de voluntad y se somete a esta intención de mostrarnos, sin los apoyos del didactismo y sin la ráfaga turbadora de la pasión personal, el diamante firme cuya luz rica de radiaciones la subyuga en Kierkegaard, Rilke o el autor anónimo de "La Nube de la Ignorancia”. Podrían ser ejemplo de este paso alterno entre lo objetivo y lo íntimo las geniales páginas sobre María Eugenia Vaz Ferreira. Ha creado Susana Soca un retrato de María Eugenia que tiene una categoría de primer orden en cualquier antología de Retrato Literario. Ha dado allí —y lo sé bien la personalidad auténtica de la autora de "La isla de los cánticos”. Y la ha dado con los elementos necesarios para integrar un verdadero retrato: cuerpo, alma y ángel. Y todo ello en medio de una composición construida con valores que se conciertan, como en las grandes realizaciones plásticas, con la figura central.

La evocación de María Eugenia Vaz Ferreira, tan fiel a la realidad y tan recreada, nos hace pensar en la aptitud novelística de Susana Soca, aparente en muchas de sus glosas y en los pasajes autobiográficos de Retorno o en el relato de su experiencia de París. La figura y su medio; la acción intensa, la perspectiva de arte con que todo está contemplado podría ilustrar un capítulo sobre narrativa insigne. Y sin embargo, la voluntad estilística de la autora triunfa con suave y seguro paso. El retrato de María Eugenia, por ejemplo, tiene sus límites y su misión dentro de la glosa. No invade sus zonas de crítica, que es también crítica recreadora, original, en la que se aúnan el estudio de los valores de lenguaje con la más acendrada compenetración del sentido profundo de "La isla de los cánticos”.

Tal voluntad de forma es paralela a la voluntad por la que la ensayista elude el riesgo de irrumpir con su visión subjetiva en el proceso de la valorización de los autores. Una delicada valla limita todo exceso confesional; un pudor auténtico determina la exacta medida de la intervención apasionada de la autora. El mismo pudor al que ella alude en el prefacio de su libro de versos: "La preocupación religiosa predominante sobre todas las demás raras veces se revela de un modo directo”.

Puede percibirse este aspecto en Los Santos de Asís, guión vivo de una conferencia dictada a los Terciarios Franciscanos de Montevideo hace muchos años. Quienes la escuchamos sentimos aquella vez, junto a esa honda religiosidad contenida en los rasgos estilísticos, la que se asomaba en la voz, en la actitud, en el gesto, como en delicados testimonios de un sentimiento religioso profundo, celosamente guardado en la intimidad. Vocación de clausura que se emparenta con la poesía de Susana Soca —¿no habló Patrice de La Tour du Pin de "La vida reclusa en Poesía”?... quizá con este bello signo se concierta la declaración de aquel prólogo.

El lector sensible y avezado encontrará esa preocupación, como un pulso oculto, latiendo en toda la obra de Susana Soca, tal como los que, conociéndola personalmente, pudieron saberla a través de su hermetismo, que no excluía la solidaridad y la gentileza cordial.

Y percibirá ese acento fundamental no sólo en los textos donde el tema específicamente religioso supone una explicitación —aquí siempre medida del íntimo sentir. También lo percibirá en textos de más alejados temas, porque todo en la autora viene a esta noción metafísica del Ser y del Arte y a esta propia angustia metafísica de su ser.

Es por eso que si medita sobre un poeta o medita sobre un filósofo realizará el milagro por el cual todo se funde en los crisoles de la Poesía. Supera así la natural distancia que Bachelard señaló entre la imagen del poeta y la imagen del filósofo: la primera tiene un valor per se; la segunda tiende a explicar. En las glosas de Susana Soca todo trasciende a imagen poética, a contemplación poética, y en ese difícil plano ella realiza el objeto de sus ensayos: descubrir el sentido de los textos en toda su belleza y en sus complejos valores perennes; realizar una extraña transubstanciación hacia la imagen poética.

A pesar de todo eso no podría calificarse esta prosa como "prosa poética” en el sentido general que esta expresión tiene en los esquemas de Crítica literaria. Se trata de una prosa asentada, segura, rica de poesía pero sin los riesgos de la "prosa poética”; aquellos que con tanta sutileza estudió Rodó en su notable ensayo sobre Rubén Darío al marcar los elementos de ritmo y metro que aparecen a veces en la prosa de este autor.

Como los cristales organizados según sus naturales planos de clivaje, la prosa tiene en los ensayos de Susana Soca su estructura propia, sostenida en una sintaxis segura, que nace en el orden de las ideas, en el "espíritu de geometría” tan propio de la autora y tan vinculado a su pensamiento lúcido y a su estirpe intelectual acrisolada.

En tal prosa fiel a su ser, el hálito poético se infiltra con paso silencioso; y la conexión con la poesía se realiza en lo íntimo, allí donde la forma está más que en lo aparente en la realidad profunda y misteriosa de la expresión.

He dicho que todo este libro está creado según un "conocimiento de Amor”. Por eso entre las presencias evocadas por la autora hay un lazo que a todas las une en un concierto vivo. ¡Qué unión ardiente, profunda, hay entre la autora y estos seres en cuya expresión ella ha querido entrar! La relación que se funda en este mirar profundo, en esta búsqueda de lo esencial de los creadores y en este encuentro de ese ser esencial con el ser esencial de quien los contempla es el más conmovedor secreto de la unidad del libro. Por vía de los valores universales allí revelados sentimos a todos esos seres tan unidos como constituyendo la familia del Espíritu Santo, en una rara isla de sueño y poesía, desde donde nos llaman con sus voces entrañables, en la voz de la autora, que realiza el acorde fundamental a través de toda la aventura del ser y el tiempo, del alma y la música, tales como se dan desde que comienza el libro.

Encontramos en estos ensayos y artículos valores de distintas épocas, contemplados por un ser que, fiel a la tradición, pudo recibir, con sensibilidad y con un don severo para elegir, los aportes de nuestra época. El libro dice así una lección profunda al enseñarnos tal concierto de sensibilidad abierta y riguroso juicio; al mostrarnos cuál ha de ser la actitud del crítico, del lector: una actitud que busca los valores esenciales, universales, exponiéndolos con los adecuados medios, en el plano del "crítico artista". Tal es la victoriosa proeza de Susana Soca, poeta fiel, en este libro en que se unen, como dos alas de un mismo espíritu, la dignidad y la gracia.

prólogo de Esther de Cáceres

"Prosa de Susana Soca"

Edición "La Licorne” Montevideo 1966


Ver, además:

 

                     Susana Soca en Letras Uruguay                                      

 

                                                  Esther de Cáceres en Letras Uruguay

 

Editor de Letras Uruguay: Carlos Echinope Arce   

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