Mensaje al 1er. Congreso Hispanoamericano de Lexicografía

 

Los nobles reductos de la Lengua Española

Crónica de Esther de Cáceres

Suplemento dominical del Diario El Día

Año XXXVII Nº 1904 Montevideo, 4 de Enero de 1970 .pdf

En la Fortaleza de San Juan, académicos de España y América asistentes a Congreso de Lexicografía realizado en Puerto Rico donde acaban de fundar el

Instituto de Lexicografía Hispanoamericana que se denomina "Augusto Maiaret".

Desde la Academia Puertorriqueña de la Lengua Española, los organizadores de este Congreso me han invitado a concurrir a sus reuniones y a hacerles llegar mi voz.

Es una generosidad que verdaderamente me turba. Porque sé bien que hay aquí eminentes personas con títulos más válidos qué los míos: especialistas, estudiosos, investigadores consagrados a esta ciencia compleja del lenguaje. Mi camino es otro, ligado a íntimas experiencias gozosas y sufrientes en que se origina la expresión. Es el camino de la Poesía ¡florido camino para amar la Lengua, para saber su tesoro increíble; para descubrir su ligazón con la realidad total, esto es, con la realidad material y la realidad espiritual, que configuran una total realidad trascendente!

Estamos aquí reunidos por el poder del habla: por el ser del Lenguaje; por esta misteriosa urdimbre del alma y el lenguaje, por la que se pudo decir, en ocasión y nivel insigne, de la fundamentación del ser por la palabra.   

Desde sitios alejados, desde geografías diversas, desde contrastes de color, de aire, de clima, de costumbres hemos llegado a decir esta relación de nuestro ser con las palabras y esta relación de nuestros grupos humanos de nuestra comunidad humana, con las palabras: como descubriendo, juntos nuestra realidad, nuestro ser en el paisaje, nuestro carácter y nuestro destino a través de los trances del habla.

Juan Ramón Jiménez, en la

Universidad de Puerto Rico

Recuerdo ahora cómo esta conexión del ser con la realidad exterior nos ha dado posibilidades de asistir a la aparición de palabras nuevas, vivas, ligadas a la naturaleza de América en obra tan elaborada como es la de nuestra querida Gabriela Mistral, maestra de la Lengua y típico ejemplo de creación americana. La lectura de sus libros, desde la aparición de Tala, nos abre un mundo lingüístico riquísimo, incorporado a experiencias estéticas fundamentales. Allí se revela el alma atenta a la realidad ambiente — por los cuatro puntos cardinales de América: una realidad que se conjuga con la realidad íntima de la escritora y que se vincula con el extraño concierto entre las voces americanas y las voces españolas. Una difícil unidad logra la autora al traernos estas voces e incorporarlas no sólo a un contexto que se enraíza con los valores clásicos de la Lengua materna, sino también con la orquestación de la prosa o del verso, dentro de los misterios del tiempo, en el rítmico paso de las palabras vivas.

Aquella lectora de los clásicos españoles, de alma tan fiel a España y a las propias raíces que en su ser había de España, tuvo la intrepidez necesaria para cantar la realidad más característica de la tierra americana insertando en su obra las líneas del paisaje, de modo directo e indirecto, buscando los elementos representativos y evocadores a través de metros, acantos, sonoridades; incorporando las palabras más significativas (nombres de flora, fauna, realidad geografía, total geografía humana) y encontrándoles un sitio, o mejor, haciéndoles un sitio dentro de la noble estructura del español.

Creo que está por estudiar, entre otros capítulos la obra de Gabriela Mistral la influencia que esa introducción de voces americanas tiene sobre su obra, cómo tales palabras, en razón de su estructura proyectan nueva vida sobre los medios estilísticos de la escritora, irradiando sobre los contextos, en cuanto a su complejo ser —forma, sentido, significado de los vocablos. .. — en particular en el ritmo, en el tiempo musical de la composición. Las modificaciones importantes avanzan a medida que se insertan las voces americanas con su poder radiante, y, gracias a ella Gabriela Mistral puede llegar a decirnos la sutil ligazón de Lenguaje y Paisaje de que Unamuno habló. Y por allí darnos lo característico de la tierra americana, en una versión nueva en la que podría señalarse algo análogo a la conquista que Azorín marca al estudiar el paisaje en la obra de Machado. En "Campos de Soria" ve el crítico un paisaje que se diferencia del que dio la poesía romántica y muestra el ejemplo significativo de La Araucana, paisaje indefinido, retórico, separado de la realidad.

En Gabriela Mistral, tan tendida a lo subjetivo, tan ligada a la herencia romántica, vence una visión clara, de clásico, que se da progresivamente en la obra. Una visión realista no naturalista, del paisaje de América. Pienso que esta versión se nos trasmite con tal nitidez gracias a los apoyos que ella encuentra en las alusiones directas, según palabras autóctonas, hija de los sitios e hijas del hambre de los sitios

En Gabriela, como en Neruda, en algunos otros escritores, la afirmación de América —paisaje, seres, historia— se liga en fin a la tradición española, sobre todo en la poderosa comunidad de la Lengua. Busca en las fuentes autóctonas americanas viejas y nuevas voces. Se abre — como la misma literatura y el arte español lo hizo, sobre todo al nivel de los novecentistas— a la cultura europea. Realiza así una síntesis de grandes posibilidades que no soslaya la fidelidad a la Lengua, sino que la vivifica y acrecienta. Algo así como lo que en las Artes Plásticas realizó el uruguayo Torres García, formado en Cataluña, en plena cultura mediterránea concertó esa rica tradición con las más antiguas tradiciones americanas y sobre esta original síntesis fundó la belleza y trascendencia de su Arte Constructivo.

Grave ha sido, en los casos en que el hecho es patente, la separación con respecto a tal vínculo. El lazo primero, crecido a expensas de una literatura traída por los colonizadores, y que no era la mejor, tuvo su influencia sobre la Literatura del coloniaje y sobre los que vinieron inmediatamente después. La lectura de los clásicos españoles fue rara. Por otra parte, antes de que esos elementos culturales básicos se asentaran, sobrevinieron otras influencias —algunas irradiadas por nobles colonias, otras por el aporte cultural europeo, tal la fundamental, francesa—. Hasta que un aluvión inmigratorio indiscriminado invadió con modos de expresión, costumbres, espíritu, e incidió sobre el lenguaje.

El divorcio con la cultura española se ahondó y la gravedad de este hecho puede medirse si consideramos que el nos separa de una fuente primordial: la lengua materna.

Tal trance ha de ser considerado siempre por los investigadores en Lexicografía y ser tenido en cuenta en el estudio y valorización de las voces antiguas y nuevas propias de América y en esta reunión de Puerto Rico que defiende y reafirma los valores tradicionales del español. En inolvidables días pasados en Madrid, aprendizaje mío en la Real Academia, y en la Comisión permanente de las Academias de la Lengua, asistí a este proceso impresionante: el estudio de los americanismos llevados por las Academias de distintos países y recibidos allá con una lucidez y un rigor que constituían lección valiosa.

El interés de aquellos miembros de la Real Academia era un interés vivo: se ligaba a un sentido de respeto por los seres, por los pueblos, por la tradición: un tierno, conmovedor interés por expresiones llegadas desde los más humildes, los más inocentes, los mas primitivos.

Aunque alguna vez pensé que la apertura era demasiado ancha, supe su valor más profundo. Vi que no se limitaba a un conocimiento de palabras, a una evocación pintoresca de pueblo y paisaje. Era entrar — y ahora se trata de eso también— en la expresión ¡iteraría, a través de la búsqueda de autoridades, a través de la experiencia literaria.

Toda esa búsqueda de palabras nacidas en América, según variadas zonas de origen; de palabras antiguas y nuevas, ligadas a la tierra y a la sangra; todo este aporte que bien discriminado, justificado, significa crecimiento del ser, posibilidades para el escritor, para el hablante de nuestra lengua. Aporte y búsqueda son una realidad con sentido humano y con sentido estético.

Desde su Valle de Elquii, Gabriela Mistral, intensa peregrina, recogió riquísimos valores del habla hispanoamericana.

Tal material, seguramente, podrá en sus niveles nobles y válidos contraponerse a las invasoras siglas, casi siempre constituidas como  monstruosidades idiomáticas. Porque esa invasión es la contrafigura del enriquecimiento de raíz profunda, ligado a estirpes, instaurado en linajes auténticos que llega en los aportes de léxico vivo, resultado de la aventura del hombre en el mundo, de su reacción íntima, natural y sobrenatural ante lo que lo rodea. Se contrapone si tal aporte a las palabras artificialmente nacidas —diría "contra natura"— en un plano paralelo al de la Técnica la Economía, la Industria, y que vienen a mostrar otro aspecto devorante de la civilización inhumana, pudiendo constituir un importante capítulo dentro de las profecías de aquellos filósofos de la Historia que señalaron los riesgos del progreso mecánico.

Frente a las monstruosas invenciones, las palabras vivas, las palabras fieles, las palabras sagradas siguen asomándose a la Vida y al Arte. Y, por eso, descubrirlas, saberlas, significa algo que se acerca a la creación. Los lexicógrafos están siempre junto a los creadores.

-oOo-

Y hay un feliz, providencial signo en este encuentro de Puerto Rico. Siempre supimos la gracia de esta isla —de belleza casi legendaria—: de su paisaje, de sus poetas, de su doble mar. Pero hay ahora una nueva circunstancia por la que venir a Puerto Rico es un lujo del alma. Y diré por qué:

Podemos ver aquí sentir aquí, la nobleza de un pueblo que supo recibir, amparar, querer, admirar desde cerca a uno de los escritores más conscientes y finos de nuestra lengua: a Juan Ramón Jiménez.

Siempre nos maravilló la acogida generosa que aquí se le dio. Y Puerto Rico tuvo desde entonces y para siempre el halo que resplandece en las palabras conque el mismo Juan Ramón —capaz de gratitud y de justicia como todos los seres nobles— dijo de este sitio. Son palabras pnr encantadoras, sencillas, rescatadas a toda inercia , y resplandecen ahora plenamente: “Isla de la Simpatía y del Primor”.

Al recibir así a Juan Ramón Jiménez, Puerto Rico rindió tributo profundo a su Lengua de origen. Porque en este Poeta la conciencia más rigurosa y delicada fue el camino que, junto al de la inspiración, lo llevó hacia aquel misterio profundo del Lenguaje creador:

Creemos los nombres.

Derivarán los hombres.

Luego derivarán las cosas.

Y sólo quedará el mundo de los nombres

letra de amor de los hombres

del olor de las rosas.

Del amor y las rosas

no ha de quedar sino los nombres

Creemos los nombres.

Bien es que nos congreguemos aquí, si, al amparo die aquel recuerdo del Poeta y en el ámbito familiar que el corazón de Puerto Rico le hizo en torno... Porque ese recuerdo nos señala, con el acento de la poesía, con el peso de su universalidad, el valor de la lengua, su trascendencia en la creación heroica, su significación espiritual profunda, fuerzas por las que el ser se hace capaz de trasponer tantos limites y de crear un mundo en que la Naturaleza y la gracia encuentran su plenitud y su amoroso concierto.

Podríamos remontamos a aquella definición del nombre que Fray Luis dijo en Los nombres de Cristo. A través del Tiempo, ella se junta con la del poeta de nuestros días, dando testimonio sobre el alcance y el el sentido de la Lengua, con un acento de Eternidad, de Verdad intocada, entrañablemente unida a la otra eterna definición: la del Arte como “esplendor de lo verdadero”.

Pocas lecciones se han formulado de modo tan entero, a través de una obra como la de Jiménez: y en estos versos llenos de sabiduría:

Inteligencia, dame

el nombre exacto de las cosas ..

que mi palabra sea

la cosa misma

creada por mi alma nuevamente.

Que por mi vayan todos

los que no las conocen a las cosas

que por mi vayan todos

los que ya las olvidan a las cosas

que por mi vayan todos

los mismos que las aman a las cosas.

Inteligencia, dame el nombre exacto y tuyo

y suyo y mío de las cosas ...

-oOo-

Nada más lejos de la Poesía didáctica, cuyo riesgo no asomará nunca en versos de un gran poeta como Juan Ramón Jiménez. Y sin embargo ¡qué lección entera, firme, lúcida; que clave de escritores; qué clave de lingüistas y hablantes; qué entrada en el misterio sagrado de la expresión!

Puerta para investigadores del Lenguaje, para expurgadores, para creadores en el proceso de asimilación de las voces nuevas, allí hay un gran consejo, pleno de posibilidades de desarrollo. Una especie de razón de amor que nos asiste cuando estamos aquí, unidos en tal comunidad de Lengua, que supone comunidad profunda, pulsátil como la sangre.

Esta reunión, esta asamblea es una afirmación de alta trascendencia histórica. Va más allá de la Historia; va a la Categoría. Es otra vez la afirmación que dijo Darío en uno de sus más radiantes poemas; la afirmación de América española:

"la América fragante de Cristóbal Colón".

Es ella la que aquí, desde una cerrada colmena tal la que se constituye según los diálogos de sus investigadores, afirma la entidad de la Lengua, la fidelidad a sus fuentes, la posibilidad de su crecimiento a través de las variadas zonas del habla: la viva tradición que no es jamás inercia sino eterno germen.

Tal el paso trascendente conque el Espíritu cruza sobre nosotros en el cielo luminoso de esta bendita isla.

 

Crónica de Esther de Cáceres

San Juan de Puerto Rico. Noviembre 1969

(Especial para EL DIA)

 

Suplemento dominical del Diario El Día

Año XXXVII Nº 1904 Montevideo, 4 de Enero de 1970 .pdf

Gentileza de Biblioteca digital de autores uruguayos de Seminario Fundamentos Lingüísticos de la Comunicación

Facultad de Información y Comunicación (Universidad de la República)

 

Ver, además:

 

                     Gabriela Mistral en Letras Uruguay  

 

                                                Esther de Cáceres en Letras Uruguay

             

Editor de Letras Uruguay: Carlos Echinope Arce   

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