La Música

poema de Esther de Cáceres
de Paso en la noche

Losada, Buenos Aires, 1957

En el canto del Reino
aprendí el misterioso
ser de la Música. Y ya sé su morada
solitaria y cerrada
con altos miradores extasiados.

¡Verso, estatua, tapiz, arquitectura

y gloriosos cristales

guarden su clara estirpe,

su más ceñido ser ensimismado!

Porque toda la Música

en deleitosa gracia, en ecos graves,

en pregón juvenil y altas campanas

llega hasta aquí. Detiene

en el umbral del Reino su memoria

de lejanas moradas.

Oigo la sola música.
El antiguo salterio
por abismo y jardín construye en tiempo

de canto y de silencio

su morada.

Y hay una sola llama.
Aún arde
la boca de David:
arde la voz de Cristo en esta llama.

Y ya todas las llamas
son una sola llama sosegada

en eterna morada.

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