A mi Ángel del destierro

poema de Esther de Cáceres
de Los cantos del destierro

Losada, Buenos Aires, 1963

Sé que fuimos creados en la misma centella

del Tiempo y del abismo. ¡Mi mano desterrada

a tu mano invisible -firme y celeste mano-

por siempre fue confiada!
Y este valle de lágrimas
peregrinos del Reino, romeros de la Gracia,
juntos atravesamos.

Tu melodiosa voz -¡ay, canto desterrado!-

llega hasta mi alma libre. Como un pájaro

cruza entre sus cristales y sus oscuros astros

y me dice misterios que se quiebran, cantando,

en mil cielos del agua:
-plegaria, amanecer, noche secreta,
don de fuego, de olvido, de silencio, de llanto...

Cuando escucho tus voces, tus dorados consejos

en centellas del Tiempo que constelan mis tiempos

sueño un jardín de ángeles. Pero cuando despierto

ya sé que eres tú mismo -¡ay, jardín y flor sola!

¡Un solo firmamento de infinitas estrellas

desde el Tiempo Sagrado al tiempo del destierro!

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