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Llegada a Pando
Un día llego a Pando
conducido en la noche.
En un ómnibus claro
refulgente como una espada
un himno, una bandera,
que cortara la noche
por llevar mis hermanos
a la mesa final
al sitio de mi pan
de sus comidas.
Llego a Pando; es de noche.
Toco la tierra; es cierta,
veo una luz y luce.
Levanto el polvo andando,
es mi medida.
Oigo un agua caer.
es mi estatura,
siento una sangre hervir,
es una sangre.
¿Quién llama por la noche?
¿Aquel que fuera antaño,
o es otro nuevo niño
el que me llama?
¿Qué padre es invocado
qué madre llora sobre su moneda?
Alguien descansa dentro de su cuerpo,
alguien anima un fuego,
quién oye una esperanza.
Si hube venido tantas otras veces
¿a quién miré, que vi,
qué no hallé en este sitio?
¿qué pequeñez pensé, qué gesto tuve,
para qué hombres que no conocía,
para qué casas tristes que no eran
sino mis tristes imaginaciones?
¿Por qué herí con mi burla,
era riendo
o ya soñando entonces
con capitales puras
con ciudades fantásticas?
¿Dónde estaba el opaco
el presuntuoso?
¿Qué vi que no vi el sitio
de la vida?
¿Qué vi que no vi al hombre
y su morada?
Con la puerta segura
su lugar regulado.
La ventana que llama
en la noche batiendo,
su pared blanca, y cal
y muro
y vida.
Cual si de pronto hubiera despertado
en medio de un gran sueño
hacia otro sueño
en medio de otro día
vi aquella maravilla cotidiana,
vi el lugar
a medida
de la vida.
Otra noche perdida
en el viejo jardín florentino
vi un hombre,
era como éste.
Otra noche en la isla magiar
que rompe el pecho.
del Danubio amarillo
vi un agua herir,
era del agua ésta.
Un día oí reír entre las hojas
del álamo de plata en las orillas
más tristes del Moldava,
era este árbol.
Todo aquello es un sueño
que la noche levanta
para mí
ella junto a mi sueño
oh sueño que se escapa
ante la vida
que mana de la pura
luz, de la realidad,
la verdadera
patria del sueño. |