Transnacionales de la forestación y la celulosa en Uruguay 

Algunas reflexiones elementales
Miguel A. Cabrera

Esta es la séptima nota dedicada a esta problemática (Ver Sol y Luna Nos.84-86, 88-90) El material es abundante y cada día se acumula más. Entre tantos datos me pareció conveniente prescindir de hechos puntuales y  dejar espacio para algunas reflexiones. Con la forestación y la instalación de plantas de celulosa y las futuras de papel se ha transformado radicalmente el modelo productivo del país. Maniatado por el FMI, el gobierno ha dejado de lado otras opciones de producción y ha elegido este modelo que hace imposible un desarrollo humano sustentable.

 

El penoso conflicto con los entrerrianos y la República Argentina

 

Desde hace varios años los entrerrianos vienen tomando conciencia que de instalarse plantas de celulosa serían una amenaza para su industria turística, la pesca, la producción apícola. También para la salud de sus habitantes. La población de Gualeguaychú, ciudad que vive principalmente del turismo,  se siente particularmente amenazada. Las autoridades uruguayas negaron desde el principio que haya peligro de contaminación ambiental. Desestimaron e invalidaron permanentemente estas opiniones contrarias a las plantas de celulosa.

 

Todo se precipitó cuando en marzo de este año 2005 el gobierno uruguayo diera visto bueno a la construcción de la planta y el directorio de BOTNIA  anunciara la aprobación definitiva del proyecto. Desde ese entonces gobernantes y organizaciones de vecinos de Entre Ríos intensificaron las gestiones y multiplicaron las manifestaciones públicas. Entre otras cosas el gobierno de Entre Ríos acusa al gobierno uruguayo de incumplimiento del Tratado Binacional del Río Uruguay. El  gobierno argentino federal terminó aprobando en todos sus términos las actuaciones del gobierno de Entre Ríos y sus demandas realizadas ante Organismos internacionales tales como el Banco Mundial y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. .

 

Diferentes episodios se sucedieron en este desafortunado conflicto. Un punto de inflexión fue la declaración del Gobernador de Entre Ríos que explicaba la posición inflexible del gobierno uruguayo por “incentivos” que recibía. El gobierno uruguayo indignado hizo venir a su Embajador desde Argentina. La misma medida tomó el gobierno argentino. El Gobernador Busti explicó que sus palabras fueron malentendidas. Rápidamente la cancillería argentina emitió un comunicado el 31 de octubre de 6 puntos y el mismo día contesta la cancillería uruguaya con otro  comunicado dando por superado este diferendo.

 

Superado ese episodio el conflicto sigue planteado en los mismos términos. El punto 1 del comunicado del gobierno argentino dice: “Que reitera su firme decisión, en cumplimiento de las precisas instrucciones dadas por el señor Presidente de la  Nación, de continuar  desarrollando dentro del estricto y más amplio marco que le otorgan los acuerdos bilaterales y el derecho internacional, todas las acciones y recursos tendientes a garantizar la mejor defensa de la calidad medio ambiental del Río Uruguay, del territorio y de la provincia de Entre Ríos”. Mientras que el gobierno uruguayo en el punto 5 de su declaración reitera: “Que el Gobierno uruguayo continuará apoyando la instalación de las empresas asegurando el control estricto del cumplimiento de la normativa vigente para proteger el medio ambiente y la calidad de vida de los vecinos de la zona donde se instalarán las plantas.”

 

El gobierno uruguayo defiende su posición “asegurando el control estricto del cumplimiento de la normativa vigente”.  En la práctica las máximas autoridades uruguayas no explicitan las exigencias que plantean a las empresas de la celulosa y más bien dan la impresión de que parten del supuesto que esas dos gigantescas plantas  no van a contaminar las aguas del río Uruguay. El gobierno argentino y la población de Entre Ríos parten más bien del supuesto contrario, que considerando los datos disponibles y las experiencias en otros países, estas plantas van a contaminar río, aire y suelos. Por lo tanto plantean que estas plantas se construyan en otro lugar del territorio uruguayo, alejando la posibilidad de que conformen una amenaza para la población entrerriana. Si a pesar de todas las gestiones las plantas se construyen en Fray Bentos sería ineludible una acción conjunta de ambos países para prevenir, mitigar o compensar los impactos ambientales, según la fórmula empleada por la propia DINAMA (Dirección Nacional de Medio Ambiente) en su Autorización Ambiental Previa del 11-02-05. (Ver Sol y Luna Nº 86). El gobierno uruguayo no ha manifestado hasta ahora una disposición favorable a esos planteos.

 

La población puesta bajo sospecha

 

En este conflicto con la Provincia de Entre Ríos no escasearon las declaraciones de Ministros, Sub-secretarios de Estado atribuyendo la oposición de los entrerrianos a que estaban en campaña electoral. Daban a entender que se trataba de una manipulación electoral por parte de los políticos que buscaban obtener con ello más votos. Las elecciones tuvieron lugar el 23 de octubre y nuestro ministro de Economía en un reciente programa televisivo no ocultó su sorpresa que pasadas las elecciones siguieran los entrerrianos oponiéndose a las plantas de celulosa.

 

Previas a estas especulaciones hubo la presunción de que el Gobernador de Entre Ríos se oponía a la construcción de BOTNIA porque había querido que se instalara en su provincia. Hasta se llegó a decir que fue tan grande la coima que el Gobernador había pedido que BOTNIA prefirió instalarse en el Uruguay. Un uruguayo, Jorge Balseiro Savio, en escrito que el servicio de información Vecinet publica el 1-11-05 declara:  El tema es toda una historia que comienza a corromperse cuando los entrerrianos se oponen furiosos porque los finlandeses prefirieron Uruguay. Y un gobernador corrupto  -y de lo peor- Jorge Busti, comienza sus quehaceres”. Este mismo Prof. Jorge Balseiro Savio presentó un escrito ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos denunciando a la República Argentina ”por las acciones de hostilidad del gobierno de la provincia de Entre Ríos que afectan los Derechos al Trabajo” de los uruguayos. Vecinet publica íntegro este escrito el día 2 de noviembre.

 

Estas dos acusaciones, profusamente difundidas en los medios uruguayos, despiertan en mí un profundo pesar. Decir que los entrerrianos se oponían y oponen a las plantas de celulosa en Fray Bentos porque querían tenerlas en su casa me parece un despropósito tan grande que merece que nos detengamos a pensar lo que implican estas afirmaciones. Ambas acusaciones se dirigen al gobierno y además a la población entrerriana. Con esto se está al menos admitiendo que este movimiento de oposición a las plantas de celulosa no es cosa sola de gobernantes sino que la preocupación ha calado muy hondo en los entrerrianos. De otro modo no se explicarían las manifestaciones multitudinarias y la variedad y creatividad de formas en que expresan su sentir. Parecería que a muchos uruguayos les cuesta pensar en un pueblo movilizado por una causa que consideran justa. Sólo ven manipulación de políticos inescrupulosos.

 

Poner bajo sospecha todo reclamo que haga la población en tiempos de elecciones me parece que manifiesta un sentimiento profundamente antidemocrático. Democracia es teóricamente el gobierno del pueblo y para el pueblo. Lejos están nuestra democracias de ese ideal, pero de todas maneras hay un consenso generalizado que es mejor tener una democracia representativa como la que tenemos a tener un régimen no democrático. Es esencial en estas democracias los actos eleccionarios y en estos es de fundamental importancia la campaña electoral. Entra en este juego democrático que los partidos quieran obtener votos y que los votantes exijan a sus políticos a cambio de sus votos determinadas reivindicaciones. Es propio del espíritu democrático aceptar este juego y no ponerlo bajo sospecha y denostarlo. Lo es también que los políticos cumplan sus promesas electorales.    

 

Es preocupante el espíritu que parece animar ambas acusaciones. Pensar que una población no pueda actuar de acuerdo a convicciones propias, me gusten o no a mi, o que lo que suceda en tiempos de elecciones no tiene validez alguna porque se trata de pura manipulación –mediática en nuestros tiempos- de políticos que no van a tomar en serio lo que puedan haber dicho en tiempos de elecciones. Es preocupante que en ambos casos se tome a la población como un sujeto incapaz de pensar con cabeza propia y de que sea fácilmente manipulable por políticos inescrupulosos. Es preocupante porque los que así piensan deben estar convencidos de que esa es la realidad, o al menos, su realidad.

 

¿Altruismo a la uruguaya o un país colonizado?

 

En los últimos tiempos he oído de connotados gobernantes un nuevo argumento para aceptar las plantas de celulosa y las futuras de papel. Estupefacto oí decir que el mundo necesita papel y que en algún lugar hay que producirlo. Y aquí nos encontramos los uruguayos (los gobernantes) prontos para cumplir esa abnegada misión. Porque nadie duda que exige altruismo ofrecer a las transnacionales extranjeras nuestras tierras (y a veces las mejores) y nuestra agua prácticamente sin recibir nada en cambio. De paso nos dejan la contaminación para que la controlemos y si podemos la mitiguemos o compensemos.

 

Los países centrales, los países ricos y más industrializados, despilfarran papel en proporciones difíciles de imaginar en nuestro pequeño mundo. Todo en aras de la publicidad y del consumo. ¿Pero por qué ellos países desarrollados van a hacerse cargo de la producción de papel que malgastan? Para esto están los países del sur, que compiten entre sí para entregarse más totalmente en los brazos del gran capital.

 

Este brote epidémico de altruismo que afecta a los gobernantes uruguayos parece no preocuparnos demasiado. ¿No basta para preocuparnos que a los transnacionales de la forestación  les subvencionemos hasta 50% su producción forestal, que les facilitemos préstamos blandos, que les eximamos de los impuestos departamentales y nacionales que todo oriental bien nacido debe pagar, que no paguen aranceles por las máquinas que importan, que les arreglemos las carreteras y puentes que rompen los camiones cargados de troncos? Este altruismo mira aún más lejos y quiere hacerse cargo de los problemas de los países ricos. Sigan despilfarrando -les decimos- nosotros sacrificaremos si fuera necesario todos nuestros recursos naturales para que a ustedes no les falte celulosa ni papel.

 

Crecimiento del PBI  no es lo mismo que desarrollo humano sustentable

 

El argumento más pesado que esgrime nuestro ministro de economía para apoyar a ultranza las plantas es el aumento del Producto Bruto Interno que va a significar esa producción fabulosa de celulosa. Y esto es verdad, porque en  la actualidad ningún oriental, por despistado que sea, cree que esos emprendimientos vayan a generar un número significativo de fuentes de trabajo. Al principio podría sentirse atraído por los espejitos de colores de los futuros puestos de trabajo. Luego se fue dando cuenta que terminada la construcción de las plantas aquellos trabajos se los esfuma el viento, que comenzando a funcionar esos monstruos de colosales chimeneas el turismo huye como de la peste. Que la floreciente apicultura debe emigrar, que los establecimientos rurales cercanos a la forestación se quedan sin agua. Que allí donde avanzan los bosques de eucaliptos desaparecen los puestos de trabajo mucho más numerosos de la agricultura y la ganadería.

 

Pero nuestro producto bruto va a aumentar significativamente, nos ilustra el Ministro. Sabemos que el PBI es un cálculo –muy sofisticado- por el cual se llega a saber cuál es el valor total de lo producido en el país durante un año. En ese PBI está lo producido por nuestros chacareros, la carne producida por los ganaderos y vendida con valor agregado por los frigoríficos. Están las ventas de nuestros comerciantes, nuestras tiendas, nuestras panaderías. Entran también el valor del trabajo realizado por nuestros educadores, médicos, personal de la salud, de la administración etc. Finalmente, está el valor de la celulosa que venderán al extranjero los dueños de BOTNIA, ENCE  y de las otras que seguirán viniendo.

 

El ministro D. Astori asegura que solo las exportaciones de BOTNIA significarán un aumento de 1.6% del PBI. Si se estima que el PBI asciende aproximadamente a 20.000 millones de dólares, ese 1.6% significaría 320 millones de dólares. También podría calcularse que si BOTNIA produce un millón de toneladas y si cada tonelada de celulosa vale en el mercado internacional unos 500 dólares, estaríamos hablando de 500 millones. Más allá de estas cifras ¿cómo hará el ministerio de economía para saber cuánta celulosa en realidad exportará BOTNIA y a qué precio? El establecimiento BOTNIA tiene el estatuto de zona franca y su puerto es privado. Sería interesante saber cómo el Ministro hace su cálculo. ¿Hará su cálculo a partir de los datos que la empresa se digne entregar? ¿De qué forma podrán ser controladas esas cifras?

 

Podríamos preguntarnos ¿qué significan para el desarrollo del país esos 320 o 500 millones? BOTNIA se abastecerá en  parte importante de sus propios bosques de eucaliptos que posee en Uruguay y todo lo que reciba por las exportaciones quedará en sus propios bolsillos. ¿Qué queda para el país si no paga ningún impuesto?  Sin duda alguna una muy pequeña parte del total. ¿Llamaremos a este crecimiento del PBI un desarrollo humano sustentable para el país? El Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas viene pregonando desde los años 70 que un desarrollo puede catalogarse de tal si es un desarrollo humano sustentable. ¿El mero crecimiento del PBI lo es? Nosotros podríamos imaginar lo que significaría de desarrollo humano sustentable si esos 320 o 500 millones de dólares fueran el producto de miles de pequeñas y medianas empresas, que pagan sus impuestos y dan trabajo digno a miles y miles de uruguayos. Quizás en el libro de cuentas del PBI de nuestro Ministro no se pueda distinguir bien la diferencia de una y otra cosa. Ahora bien, en la economía real del país, sí que se notaría, porque esos millones de dólares en lugar de irse en su mayor parte fuera del país, como es el caso de BOTNIA, quedarían en el país y circularían - incrementado su caudal- por todas las arterias de la sociedad uruguaya.

Miguel A. Cabrera
Publicado en Sol y Luna Nº Nº 91, noviembre / diciembre 2005, p. 15-16

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