En un bello parque de una casa muy lujosa, Analía siempre jugaba con bellísimos juguetes.
Todo le aburría, estaba hastiada de todo lo que tenía. Pidió a una de las empleadas que la llevara al parque.
Cuando llegaron vio en una hamaca a una niñita muy pobremente vestida que tenía una muñeca de trapo, también muy humilde.
Analía se acercó con la intención de burlarse de ella.
-¡Qué feo tu vestido!, y esa muñeca ¿la encontraste en la basura?.
-¿Por qué te burlas? Esta muñeca no la encontré en la basura, mi abuelita que falleció el año pasado, me la regaló para que ella siga contándome cuentos.
-¿No me vas a decir que esa muñeca cuenta cuentos?
- Si, me los cuenta solo a mi. ¿Quieres que te cuente cuentos?
Y le hizo uno, y otro, y otro. Así días y días.
Indudablemente esa muñeca se sabía todos los cuentos, esa niña como va a saber tantos.
Esa noche, Analía buscó la muñeca más bella para cambiársela a la niña.
La niñita muy inocente, le dijo que no la cambiaba pero que se la prestaba por una noche.
Cuando Analía la llevaba a su casa decía entre dientes, nunca más volverás a ver esta muñeca, ella me contará los cuentos a mi.
Y esa noche esperó y esperó y la muñeca no hablaba.
-¡Cuéntame cuentos!.
La muñequita pensó muy adentro suyo, nunca te contaré cuentos porque me separarías de mi única amiga.
Al otro día se la llevó al parque y se la tiró al piso.
-Esa muñeca no cuenta cuentos, me llevo la mía.
La niña la recogió del piso, se la puso en el corazón y la muñeca comenzó:-había una vez ...
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